Procesos de creación en el teatro de formas animadas
Mariso García
Periferia Teatro
“Al principio no hay nada.
Ante mí se eleva un cielo lleno de estrellas en la más absoluta oscuridad.
Durante un tiempo solo las miro, observo el tamaño, el brillo, el color,
si están solas o acompañadas, el dibujo que hacen unas con otras,
el movimiento y con suerte, cómo caen del cielo.
Y sigo mirando.
Un día alargo el brazo y escojo una.
Y la estrella se hace títere.”
Mariso García
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Figura 1: Huellas (2015). Fuente: Creación propia. |
Donde nacen las historias
Pensando en cómo contar estos años de profesión titiritera se me ocurrió el breve texto del comienzo, que resume lo que siento cuando trabajo en la creación de piezas escénicas de teatro de títeres/objetos/marionetas, o como prefiero llamarlo, teatro de formas animadas. En el proceso de creación cultivo la mirada hacia la materia, viva o inerte. Veo colores, formas, grietas, volúmenes, pesos, cómo ese objeto se desplaza, su ritmo, su sonido, cómo se abre o cierra, cómo se transforma… Muchas veces me fijo sólo en una parte de la escena, las manos o los pies de alguien, o solo la boca, cómo se mueven estos trozos de cuerpo mientras la realidad ocurre. El sombrero que lleva una persona, como si sólo ese sombrero en la escena me contara quién fue la persona que lo llevaba. La ropa, unas gafas, la maleta, la nariz aislada del resto de la cara, los ojos, los zapatos, la sombra, la huella en la arena, el perro que sigue la huella, la gaviota en el mar, la gaviota en el cielo, ¿cómo vuela una gaviota?, ¿cómo nada un pez?, ¿a qué velocidad cae una lágrima por la cara cuándo el corazón se rompe?... El títere/objeto nos habla de quién somos desde el lugar de la metáfora y, como decía Paul Claudel (2005), “el títere no es un actor que habla, es una palabra que actúa” (p. 80).
Creo que los objetos/títere tienen una entidad poética propia. El teatro de formas animadas es territorio natural de esa metáfora y los titiriteros/titiriteras somos los poetas que las mueven en la escena. El Día Mundial de la Poesía y el de la Marioneta son el mismo, el 21 de marzo.
Este “cultivar la mirada” es como un entrenamiento, que ayuda a ver desde otro prisma y que me sirve como detonante creativo. Miro una y otra vez enmarcando lo cotidiano y anoto lo que veo.
De esta “mirada” es de donde surge la materia prima de las piezas teatrales que he creado durante estos años, junto a mi compañero de oficio, Juan Manuel Quiñonero, con la compañía Periferia Teatro1. Hemos creado espectáculos de teatro de formas animadas para todos los públicos (me gusta decir que mi trabajo es para todas las edades, incluidos los niños y niñas), desde nuestros orígenes hasta la actualidad. A lo largo de estos 35 años de trabajo hemos creado y contado historias con títeres, comprobando que este arte teatral sigue más vivo que nunca y que es un excelente medio para llegar directamente al alma del espectador.
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Figura 2: Nube, Nube. Fuente: Vicente A. Jiménez. |
El poder de la marioneta
Sé que el teatro de formas animadas no es muy conocido en el ámbito del arte escénico, pero está presente desde que la humanidad tiene conciencia de sí misma a lo largo y ancho del mundo, en todas las culturas y bajo formas muy diversas: teatro de sombras, títeres de guante, muppets, marionetas de hilo, bunraku japonés, marionetas gigantes, cabezudos, teatros de papel, teatro de autómatas, fantoches, teatro en miniatura (lambe lambe), teatro de objetos, teatro visual, etc. Una gran variedad de técnicas y con una fuerza de comunicación que sigue intacta, desde la antigüedad hasta nuestros días. Por ello me gustaría dar una pincelada del porqué de esta fuerza y presencia.
Lo extraordinario del títere es su capacidad para hacer cosas que el actor no puede hacer. El títere/objeto puede romperse literalmente en mil pedazos, hacerse añicos, quemarse, el mismo personaje cambiar de forma y tamaño, deformarse, ser un animal, un ser imaginario, hundirse en el profundo océano o volar como un pájaro.
El títere no es un actor que juega a ser un pájaro, el títere es un pájaro. Hay un pez en mi escena, es un títere pez que hace de pez, no dice soy un pez, no es un actor que hace de pez. Ese títere “es un pez”, es un pez que entra y sale del agua, evitando ser comido por un cocodrilo.
Hace unos años estaba actuando en Nueva York, cuando tuve la gran suerte de poder ir a ver una producción de teatro de formas animadas de la Hand Spring Puppet Company2, titulada The War Horse. Había unos caballos títeres que eran movidos magistralmente por unos artistas titiriteros. Tres personas movían cada uno de ellos. Hay una escena donde matan al caballo de un disparo (la obra es una gran tragedia con títeres y actores). Cuando muere el títere, los poetas del movimiento van abandonando lentamente el cuerpo del caballo, cual sangre que se derrama por el suelo, y este deja de moverse. El títere muere y la muerte en la escena es cierta.
En otro ejemplo, el títere es un trozo de madera con forma oscura cubierto con una capucha y capa negras. Es la muerte que llora la muerte de su madre. Es la muerte que cuando acaba su llanto se despide del público con un guiño y un “hasta pronto”. El títere es “la muerte” y desde esta posición de verdad juega con nosotros. Como menciona Von Kleist (1997), “en el teatro, Dios y las marionetas son perfectos”.
Animar la materia
En mi trabajo con el teatro de formas animadas siento que soy como un mimo, buscando el movimiento y la forma del elemento para reproducirlo en la escena. Todo el entrenamiento de observación entra en acción en el momento de animar la materia o de buscar cómo construirla. Porque el tándem construcción-animación, dialoga constantemente en el proceso de creación y no concibo a uno sin el otro. Con “animar la materia”, me refiero tanto al proceso de animar un material como si fuera un ser vivo, como “animarlo en el espacio teatral”, aunque represente una materia inerte.
Parto de la materia, de esa estrella del principio, de cómo es, qué puede hacer bien, dónde está viva, en qué movimiento se expresa mejor, cómo supera dificultades para hacer lo que quiere hacer. La escucho. Siempre digo que aprender a darle vida a los objetos es como tocar un instrumento de música, es como encontrarle la partitura. Una vez que he escuchado a la materia y he jugado con ella, vuelvo a la idea, a la metáfora que estoy construyendo y compruebo si lo que he encontrado es el camino por el quiero andar. Después vuelvo al material de nuevo, a veces lo modifico, o pruebo por otro lado. Después vuelvo al texto, lo cambio, lo reescribo de nuevo. Así sigo, en un devenir continuo, donde a veces ya no me acuerdo muy bien qué fue primero, si el títere o la metáfora.
Y sigo trabajando y jugando…. reproducir el ritmo de un pájaro elevando el vuelo con las manos como alas, caer con un guante desde el cielo a la tierra haciendo visible la fuerza de la gravedad, caminar por primera vez con los dedos como piernas, construir el cohete espacial donde enviaron a Laika a la luna, que el perro/laika entre en el cohete y realice un despegue, crear un mar donde las olas se mueven con las manos a la vista del público (no hay truco, son mis manos moviendo el mar), poner un huevo en escena, nadar por el océano, hacer una ballena que se mueva como… una ballena, ser un sol en un movimiento constante dibujando en el aire la línea que el sol dibuja en el cielo, volar como una mariposa, caminar como un pato, ser un perro, una perra….
La materia entendida como material de elaboración poética puede ser más rica que cualquier palabra. El teatro de formas animadas es capaz de conectar desde un lugar de verdad escénica, que tiene que ver con lo que somos capaces de crear como seres humanos. Los objetos/títere, en su forma de estar en la escena, nos cuentan, con una verdad extraordinaria, retazos de la vida.
Empecé a trabajar en este antiguo arte de contar historias con “cosas” a principios de la década de los 90 y he tenido la gran suerte de poder formarme con maestros gigantes de la talla de: Margareta Niculescu, Neville Tranter, Stephen Motram, Carlos Converso, Rene Baker, Duda Paiva, Greta Bruggeman, Xavi Bovés, Natacha Belova, Hugo Suárez, etc. Sé que son desconocidos para la gran mayoría de la profesión del arte escénico y por eso desde estas líneas sería muy enriquecedor para las artes vivas, que el teatro de formas animadas estuviera presente en el lugar que se merece dentro de la educación artística de este país.
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Figura 3: Huellas (2015). Fuente: Creación propia. |
Referencias bibliográficas
Claudel, P. (2005). Carta al profesor Miyajima del 17 de noviembre. Les mains de la lumiére. En D. Plassard (comp.), Anthologie des écrites sur l’art de la marionnette (pp. ). Éditions de l’Institut International de la Marionnette.
Periferia Teatro (29 de febrero de 2025). https://periferiateatro.com
Handspring puppet company (29 de febrero de 2025). https://www.handspringpuppet.com
Kleist, H. (1997). Sobre o teatro de marionetes. Sette Letras.
1 Para más información sobre la cía. Periferia Teatro, ver su web: https://periferiateatro.com
2 Para más información, ver su web: https://www.handspringpuppet.com