Trayectoria de Teatro Silfo

Teatro Silfo

Fundación y filosofía


Teatro Silfo nace en Murcia en 2002 como una compañía de teatro dedicada a la infancia y la juventud, fundada por Sara Sáez y Fabrizio Azara. Desde sus inicios, su objetivo ha sido ofrecer a los niños y niñas un reflejo lúdico, didáctico y poético del mundo que les rodea, con una especial atención a la puesta en escena y un estudio profundo de las edades a las que se dirige cada espectáculo.

La compañía explora diversas técnicas teatrales, destacándose por su enfoque visual y su apuesta por un lenguaje universal. Un elemento distintivo de Teatro Silfo es el uso innovador de objetos, que en sus producciones se convierten en escenografías vivas u objetos-marionetas. Esta búsqueda artística los acerca al teatro de títeres y al teatro de objetos, definiendo su estilo como un “teatro artesanal” donde cada detalle de escenografías y elementos escénicos es cuidadosamente elaborado por Fabrizio Azara.


Fundadores



Estilo y reconocimientos


Desde su primer espectáculo, El Caracol Aventurero, Teatro Silfo se ha diferenciado por su “didáctica del objeto”, otorgando una nueva vida escénica a los objetos cotidianos. Esta filosofía ha sido reconocida por el público y la comunidad educativa, especialmente en el contexto actual de sensibilización hacia el reciclaje y la sostenibilidad. La compañía ha desarrollado una premisa clave: tratar a los niños como adultos y a los adultos como niños. Este enfoque ha permitido que sus espectáculos emocionen tanto a jóvenes como a mayores, consolidando su éxito.


Proyección internacional


Gracias a su formato de espectáculo mediano-pequeño, Teatro Silfo ha participado en numerosas ferias y festivales nacionales e internacionales. Destacan sus presentaciones en China, Colombia, Italia y Rusia. Además, han sido parte del catálogo del AECID con los espectáculos El Principito y La Luna en el Jardín. Su conexión con Italia, particularmente con la Associazione Lughenè en Cerdeña, ha fortalecido su labor social, llevando el teatro a comunidades rurales y bibliotecas donde las representaciones teatrales son escasas.


Figura 1: El principito (2010). Fuente: Antonio Luis.


Producciones destacadas



Proyectos educativos y mediación


Teatro Silfo combina teatro y educación a través de iniciativas como:


Asociaciones y reconocimientos


Teatro Silfo es miembro de Murciaaescena y de la asociación Te Veo, donde Sara Sáez ha desempeñado roles de liderazgo. La compañía ha sido reconocida por su impacto cultural y educativo, aunando arte, sostenibilidad y valores sociales en todos sus proyectos. Tras casi dos décadas de trayectoria, Teatro Silfo sigue consolidándose como una referencia en el teatro para la infancia y la juventud, destacándose por su enfoque artesanal y su compromiso con la educación y la sostenibilidad. Su capacidad para emocionar e inspirar a públicos de todas las edades ha dejado una huella imborrable en el panorama teatral nacional e internacional.


Creación escénica


El proceso creativo es algo muy personal, es casi como la voz humana, única y casi inimitable. Crear un espectáculo podría compararse a pintar un cuadro, en ocasiones tienes una idea clara de lo que quieres transmitir, partiendo de un texto o una idea base que te lleva a navegar entre sus imágenes, sus palabras y el mensaje que transmite. En otras ocasiones comienzas a pintar y te dejas llevar por el momento, los componentes externos, la situación, el material escogido… Y en otras ocasiones se fusionan las dos cosas y a pesar de que partes de un texto concreto o una idea muy clara, el material escogido o los componentes externos te llevan hacia lugares que no imaginabas y que no estaban a priori en tu hoja de ruta.

Así es como desde Teatro Silfo nos enfrentamos a la creación escénica, partiendo en ocasiones de un texto, como sucedió por ejemplo con El Principito, Saudade, Pinocho, Historia de una muñeca abandonada, o en Cornelio, Nadarín y Federico. Por el contrario, espectáculos como El Caracol Aventurero, Atlas, Anita y la luna o El viaje de Melchor, parten de una idea que se quiere transmitir o acercar al público y se construye contemporáneamente el texto, la escenografía y los materiales con los que se cuenta. Otro punto de partida es la edad a la que va dirigido el espectáculo, como sucede con La luna en el jardín, espectáculo dirigido a la primera infancia, y es a partir de ahí que generamos un entorno, una idea, una experiencia.

Para cada uno de estos lugares de partida corresponde un proceso distinto, pero siempre nos gusta jugar con la limitación y con la elección de materiales concretos para la puesta en escena. Es aquí donde nuestra fantasía cobra mayor relieve. Porque en la limitación es donde pueden surgir más propuestas interesantes, donde nos gusta investigar y profundizar. Es por ello que la elección de los materiales con los que trabajar es tan importante para nosotros y es donde hemos encontrado un sello de identidad.


Figura 2: Historia de una muñeca abandonada (2024). Fuente: Rafa Márquez.


La investigación y el juego con el objeto nos lleva siempre a sorprendernos a nosotros mismos, a divertirnos encontrando nuevas formas, nuevas propuestas, a retarnos en el más difícil todavía llegando a exigirnos siempre un poco más y ahondar en lo que nos ofrece cada objeto, cada material. Así, nuestra trayectoria creativa ha ido evolucionando en los más de 20 años que llevamos produciendo espectáculos para la infancia y la juventud, y hemos pasado de usar objetos cotidianos que convertimos en personajes o formas distintas, al uso de materiales desechados que contienen en sí mismos una cualidad, una particularidad, ya son parte de algo que nos toca a nosotros mismos descubrir. En este sentido, Fabrizio Azara, creador de los títeres y escenografías de la compañía, nos brinda la oportunidad de jugar a descubrir qué movimiento tienen esos personajes, qué voz, qué nos quieren ofrecer. Este es el momento creativo más difícil y al mismo tiempo fascinante, porque como actores no buscamos imponernos a los personajes, sino que nuestro trabajo consiste en escucharlos y observarlos durante horas para descubrir cómo quieren moverse, cómo quieren hablarnos y qué tienen que ofrecernos. Nosotros nos convertimos en facilitadores de sus exigencias y nos ponemos a su servicio.


Figura 3: Cornelio, Nadarín y Federico (2023). Fuente: Rafa Márquez.


Nuestros procesos creativos son largos, pero sobre todo son pausados. No somos amantes de los tiempos y las prisas; a pesar de que es necesario establecer calendarios, somos conscientes de que las exigencias de la propia creación nos pueden llevar a repensar, a parar un momento, o a terminar antes de lo previsto, porque como si de un bebé se tratara, nunca sabes cuándo tocará amamantarlo, solo hay que estar ahí dispuesto a escuchar, dispuesto a cuidarlo. Es una tarea exigente, pero estamos seguros de que solo si dedicas ese cuidado y mimo en el proceso creativo, tu criatura crecerá fuerte y sana, o como mínimo podrás sentirte satisfecho de lo que has creado. Una vez que el proyecto se estrena lo consideramos como ese niño recién nacido al que hay que cuidar y mimar hasta que pueda caminar solo. Cuando se trabaja para la infancia, tu proyecto tiene que estar dispuesto a escuchar a ese público, porque quizá tu idea inicial no funcione como esperabas, quizá el público tiene otra respuesta que inevitablemente provocará cambios en tu obra.

En nuestro baúl hay siempre muchos proyectos que están a la espera de que llegue su momento. Es difícil saber cuándo les tocará materializarse; a veces es una necesidad vital y lo arriesgamos todo sabiendo que incluso no es el mejor momento, otras veces toca poner los pies en la tierra y mirar el mercado y nuestro repertorio y decidir cual de todos esos proyectos es más conveniente llevar a cabo. No podemos olvidar que somos una empresa que tiene que mantenerse y mantener en la medida de lo posible un equipo, y esto también nos gusta cuidarlo, considerando las mejores opciones para todos y buscando un equilibrio.