Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 5. Profesoras y pedagogas

Una firme promotora de la educación de la mujer afroamericana:
Mary McLeod Bethune

Antonia Sagredo Santos

Universidad Nacional de Educación a Distancia

Resumen: Mary McLeod Bethune (1875-1955) experimentó por sí misma los efectos de acceder a la educación y las consecuencias positivas que reportaba sobre la mujer afroamericana dentro de la sociedad estadounidense. Ella creía firmemente que a través de la educación la comunidad de color lograría integrarse en la sociedad. El gran objetivo de su vida fue equiparar los derechos de las mujeres afroamericanas a los del resto de ciudadanos. Para conseguirlo fundó escuelas, centros de secundaria y posteriormente, centros de educación superior, para chicas de color, ya que no eran admitidas dentro del sistema educativo de EE.UU. Su gran obra educativa pervive en el Bethune-Cookman College en Daytona Beach, Florida, que Mary Bethune fundó en 1904 y en el cual está enterrada. Su memoria vive para siempre en esta institución que se dedica a dar una formación universitaria a las jóvenes afroamericanas.

Palabras Clave: Estados Unidos; Mary L. Bethune; Educación; Afroamericanas, Bethune-Cookman College.

1. Introducción

En los Estados Unidos en los años que le tocó vivir a la Sra. Bethune, la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, las personas afro-americanas eran consideradas ciudadanos de segunda clase y, en general, sufrían la marginación y segregación. Además, les estaba vedado acceder a cualquier tipo de formación, por lo que se situaban en la sociedad siempre entre las capas sociales más desfavorecidas. Sin embargo, Mary M. Bethune fue una gran visionaria al afirmar que sólo a través de la educación la población de color podría a salir de su ostracismo e ir integrándose progresivamente en la sociedad por sus propios méritos.

A comienzos de 1900, en los Estados Unidos, las sufragistas luchaban para conseguir su derecho al voto, aunque las mujeres del Sur estaban alejadas de esta lucha. En esa época tampoco podían votar los hombres de color. Al vivir en esa realidad social, Mary M. Bethune, desde muy joven, comprendió las repercusiones positivas que podía tener involucrarse activamente en la política del país. Como consecuencia, en 1912, Mary se integraba en la Equal Suffrage League, una rama de la National Association of Colored Women (Sagredo 2010: 224).

En 1920, después de la aprobación de la Enmienda 19 de la Constitución de los Estados Unidos1, en la que se reconocía el derecho al voto de todos los ciudadanos estadounidenses incluidas las mujeres, fue cuando Mary decidió que había llegado el momento de pasar a la acción, convirtiéndose en una de las activistas pioneras en la lucha a favor de los derechos civiles de la comunidad negra estadounidense, con la que se identificaría hasta el final de sus días. Ella creía firmemente que si todos los ciudadanos afroamericanos, tanto hombres como mujeres, pudieran ejercer su derecho al voto, se registrarían cambios significativos en la sociedad que mejorarían su situación. Así pues, una de las primeras acciones que puso en práctica con este grupo desfavorecido fue alfabetizar a un grupo de cien hombres afroamericanos para que pudieran superar el examen que les permitía votar. Esta iniciativa le dio una gran notoriedad dentro de la comunidad de color en Estados Unidos y pronto fue reclamada para ejercer como su portavoz en defensa de sus intereses.

Mary Bethune inició un rápido ascenso en su larga carrera al servicio de la comunidad de color. En 1920, es elegida para formar parte del Consejo Ejecutivo de la National Urban League. Paralelamente, creó numerosos clubs para trabajar con chicas afro-americanas. Asimismo, presidió la Southeastern Federation of Women’s Clubs, y en ese mismo año, fue elegida presidenta de la National Association of Colored Women, que tenía más de 200.000 miembros.

La Sra. Bethune siempre utilizó su influyente posición para favorecer el acceso a la educación de las personas de color. Simultáneamente, fue una destacada figura en numerosas asociaciones. Entre ellas, fue presidenta de la National Association of Teachers in Colored Schools y de la Interracial Council of America y fundadora y primera presidenta del National Council of Negro Women, (NCNW).

En 1935, Mary M. Bethune fundó el National Council for Negro Women (NCNW). Esta organización contaba con la publicación periódica, el Afroamerican Woman’s Journal. La NCNW era la mayor federación de organizaciones de mujeres de color y su principal objetivo era centralizar toda la información sobre las actividades que realizaban las mujeres afroamericanas.

Mary Bethune siempre defendió que los ciudadanos de color tenían que integrarse socialmente por su propio esfuerzo. No debían esperar a que los demás los promocionasen. Ella sabía que el acceso a la educación era el medio fundamental de incorporarse a la sociedad estadounidense con todos sus derechos y así, desde dentro, poder tratar de influir y cambiarla, eliminando las barreras que tenían establecidas y que persistían a través de los años. Para conseguirlo, puso en marcha una serie de iniciativas que vamos a estudiar a lo largo de este trabajo.

2. Su acceso a la educación

Mary M. Bethune, nació el día 10 de julio de 1875 como Mary Jane McLeod en una plantación de algodón y arroz, cerca de la ciudad de Mayesville en el estado de Carolina del Sur. Patsy McIntosh, su madre, era esclava en la hacienda McIntosh, en Mayesville. Su padre, Samuel McLeod, también nació esclavo en la plantación McLeod. Generalmente los esclavos tomaban el apellido del dueño de la plantación y se lo transmitían a todos sus hijos. Samuel, además de trabajar en la plantación, en su escaso tiempo libre, trabajaba otras tierras, consiguiendo así unos ahorros con los que compró a Patsy a los McIntosh para casarse con ella y constituir una familia.

Durante los años de la Guerra Civil, los McLeod se vieron obligados a irse de la plantación, en la que vivían, a la que volvieron una vez finalizada la misma y cerca de la cual compraron cinco acres de tierra. En esa pequeña propiedad, conseguida con gran esfuerzo, Samuel y su hijo mayor construyeron una cabaña de madera con una chimenea de ladrillo a la que llamaron “The Homestead” y a la que se trasladó toda la familia a vivir.

Mary tuvo diecisiete hermanos, siendo ella la antepenúltima, de los cuales algunos habían sido vendidos como esclavos (Lash 1971: 523) y fue ella la primera en nacer en la “Homestead”. Sin embargo, a pesar de haber nacido en la nueva casa familiar, fuera de la plantación, trabajó en los campos de algodón con toda su familia durante extenuantes jornadas.

Su núcleo familiar tenía firmes creencias religiosas y Mary fue educada en la cultura del trabajo y del esfuerzo, ayudando a los demás y, posteriormente, por sus buenas obras sería recompensada por Dios. Mary tenía una gran determinación como sus padres. Así, vemos como desde muy pequeña supo aprovechar todas las oportunidades que se le presentaron. Sus padres siempre anhelaron que recibiera una formación y se esforzaron para que asistiera a la escuela. Su primer colegio fue el Trinity Presbyterian Mission School en Mayesville, dirigido por Emma Wilson. Desde 1882 iba a la escuela diariamente, que estaba situada a cuatro millas de distancia, y que tenía que recorrer para ir y otros tantos para volver a su hogar. El aula en la que se impartía la enseñanza estaba situada en barrio de color de Mayesville. Era una de las escuelas que habían abierto algunas iglesias del norte para llegar a las zonas pobladas por gente de color y a la que no llegaba la enseñanza pública. Un año más tarde recibieron la financiación necesaria para construir una verdadera escuela de ladrillo amarillo con dos habitaciones que se utilizarían como clases (Meltzer 1988: 13).

Los avances que iba registrando en su aprendizaje se debían, fundamente, al hecho de que asistía regularmente, hecho muy infrecuente en el medio rural en aquellos años, sobre todo si estamos considerando a la población de color:

One reason for Mary’s quick progress in her school work was her regular attendance. Though the school term lasted only four months each year, many families kept their children home any time there was work to do… Some girls stayed home if they didn´t have a nice dress to wear. And always there was sickness. But Mary was never sick… Nothing but ripe cotton to be picked would have tempted Mary to miss a day in the Schoolroom and, of course, cotton-picking time came during the long vacation… (Sterne 1957: 50-51)

El gran cambio que registró Mary al aprender a leer, a escribir y a manejar el cálculo revirtió en toda su familia e incluso en su comunidad. Los primeros beneficiarios fueron sus hermanas pequeñas, Hattie y Margaret, a las que enseñó a leer, al tiempo que instaba a sus hermanos mayores a que aprendieran también ellos. Utilizaba la Biblia como libro básico para alfabetizar a los distintos miembros de su familia.

La hija de los McLeod era la única joven de color que había asistido a la escuela por lo que era admirada y respetada entre el vecindario, y pronto puso sus conocimientos al servicio de la comunidad, desde el tercer curso ya ayudaba a todo el que se acercaba a su casa a descifrar las facturas y a leer su contenido, tanto a personas de raza blanca de raza blanca como de color, evitando así que fueran engañados en sus intercambios comerciales, como nos presenta una de sus biógrafas, Emma G. Sterne, (1957: 54) a continuación:

After that, others came to get Mary’s help, White and Black. It was good to have somebody who could read and write and figure, besides the big planters and the men at the gin. Somebody who could add up your accounts and tell you exactly what you owned. Neighbors kept coming all that winter, and Sam walked around proud as could be, bragging about Mary’s learning that third year of her schooling.

Mary era una buena alumna y debido a su gran aplicación y a sus buenos resultados académicos fue seleccionada por su profesora para acceder a una beca2, que consiguió en 1886 para estudiar en el Scotia Seminary que en la actualidad es conocido como el Barber-Scotia College. Éste era un centro educativo exclusivo para jóvenes afroamericanos situado en la ciudad de Concord, en Carolina del Norte. En el Scotia Seminary la joven McLeod tenía una beca que le cubría las tasas académicas pero tenía que realizar algunas labores domésticas en el centro para sufragar su estancia porque su familia carecía de medios económicos para ayudarle a pagar su manutención.

La despedida de Mary al dejar su localidad para estudiar en el Scotia Seminary fue un auténtico acontecimiento en Mayesville, donde era muy apreciada por la ayuda que prestaba a todo el vecindario, como se recoge en las siguientes líneas:

On the autumn afternoon in 1887, the entire rural community stopped working and headed toward the Mayesville railroad station to say good-bye to Mary. Some traveled by ox, some by horse and cart, and others walked for miles. At the station, they all gave Mary a hearty send-off as she boarded the train for North Carolina to continue her schooling and learn more about the world (Halasa 1989: 26-27).

El Scotia Seminary había sido fundado para proporcionar enseñanza superior a las chicas afro-americanas. Cuando Mary llega al centro llevaba ya funcionando seis años y ofrecía cursos de enseñanza superior (college). Ella se incorporó algunos días antes que el resto de las alumnas para poder adaptarse mejor a la situación, ya que todo era nuevo para ella. Lo que más le impresionó, según dejó escrito en sus propios testimonios, fue que el claustro de profesores estaba compuesto por docentes de raza blanca y negra, transmitiéndole la idea de que “el color de una persona no tenía nada que ver con su cerebro, y que el color, el linaje, o las distinciones de clase eran algo nocivo” (Halasa 1989: 29).

Mientras Mary Bethune estuvo estudiando interna en el Scotia Seminary tuvo que permanecer algunos periodos vacacionales interna por no tener dinero para pagar el viaje hasta su casa para pasar con su familia esos días sin clases, quedándose en la zona trabajando como sirvienta, cocinera y lavandera para poder obtener algunos ingresos. Transcurrieron cinco años antes de que ahorrase el suficiente dinero para poder pagarse el viaje para volver a casa ver a los suyos.

En 1894 se gradúa en el Scotia Seminary, y sus mejores resultados académicos fueron en inglés y música, ya que tenía una bonita voz para cantar. Aunque había hecho los cursos para ejercer la docencia su principal objetivo era hacerse misionera y viajar a África, que sentía como la tierra en la cual estaban enraizados sus orígenes.

Posteriormente, continuará su formación en el Moody Bible Institute en Chicago, en el estado de Illinois y en su solicitud escribiría: “es mi deseo entrar en su Instituto con el propósito de recibir educación bíblica para estar preparada para la gran tarea a la que estoy llamada a realizar en el África negra. Ser una misionera seria es la ambición de mi vida” (Halasa 1989: 30). De nuevo, gracias a una beca, ingresó en el Moody Bible Institute, siendo la única alumna de color de la Institución. Allí, Mary completó sus estudios durante dos años con la intención de, finalmente, trabajar como misionera en tierras africanas. Sin embargo, no pudo cumplir el sueño de ir a las misiones ya que no se contemplaba que una mujer afro-americana pudiera desempeñar esa tarea.

3. Su obra educativa: The Bethune Cookman College

En 1896, Mary volvió al Sur, a la ciudad de Augusta, para trabajar como maestra, realizando actividades con los “niños de la calle de color” en las tardes de los domingos, consiguiendo una buena reputación como educadora. En 1897, vuelve al estado de Carolina del Sur, en el que nació, a la escuela que ella había asistido, para ayudar a su antigua profesora Miss Wilson.

Posteriormente, el Board of Missions le ofrece un puesto en el Haines Institute, en Augusta, en el estado de Georgia. Este centro educativo había sido fundado por Lucy C. Laney, una mujer de color nacida esclava y que llegó a convertirse en una afamada educadora. El centro había sido creado hacía diez años en el sótano de una iglesia y era exclusivo para estudiantes de color. Con Laney, según las propias palabras de Mary, “tuve una nueva visión: mi trabajo no sería en África sino en mi propio país” (Melzer 1988: 22) y comenzó a creer firmemente que algún día tendría un colegio propio.

En la ciudad de Sumter ejerció como profesora en el Kendall Institute durante dos cursos. En 1898, se casa con un miembro del coro en el que cantaba, Albertus Bethune, estableciendo su residencia familiar en Savannah, estado de Georgia. Un año más tarde tuvo su único hijo, Albert. Posteriormente, trabajaría como docente en Palatka, Florida, donde permaneció durante cinco años.

Mientras vivió en Palatka observaba como muchas familias de color se desplazaban con todas sus pertenencias desde Alabama, Georgia y las Carolinas, dirigiéndose al sur hacia Daytona, ciudad en la que estaban construyendo el ferrocarril que recorrería toda la costa este del estado de Florida hacia una nueva zona de vacaciones en la que se construían hoteles para recibir a los ciudadanos blancos del norte que vendrían a pasar allí sus estancias invernales, buscando su clima benigno. Cuando el Dr. Mason visitó Palatka unos meses más tarde en su inspección regular le confirmó a Mary que Daytona podía ser un buen lugar para fundar un colegio para niñas de color, debido al aluvión de familias afroamericanas que estaba llegando a la zona.

Mary estaba convencida plenamente de que la educación era el arma más poderosa para liberar a los ciudadanos afroamericanos de la opresión y discriminación racial. Siempre con su gran decisión, alquiló una casa semiderruida en la ciudad de Daytona, Florida, y el 3 de octubre de 1904 fundó un colegio de enseñanza primaria sólo para niñas de color, conocido como Daytona Educational and Industrial School for Training Negro Girls. El centro educativo comenzó su larga andadura tan sólo con cinco alumnas. En esta escuela se les enseñaba a realizar tareas domésticas, tales como: cuidar de la casa, cocinar, coser, y además a leer, escribir y a manejar el cálculo. Cada una pagaba cinco céntimos a la semana. El lema que presidía el centro era: “Entrad para aprender, salid para servir”. En la escuela se realizaban tartas, pasteles y comidas para vender a los trabajadores del ferrocarril y así poder conseguir fondos para su mantenimiento. El programa que seguía en la escuela es descrito en las siguientes líneas:

Mrs. Bethune kept to her plan of having lessons half the day and devoting the other hours to making and selling pies to the railroad workers. Prayers and reading from the Bible morning and evening and singing the songs from Fisk Jubilee songbook gave the pattern, a unity to the day (Sterne 1957: 133).

Tenía alumnas que vivían en la escuela y otras de familias que estaban asentadas en la zona y se desplazaban a diario para asistir a las clases y que pagaban un dólar al mes. Los padres de la mayoría de ellas trabajaban como sirvientes en las casas de familias blancas adineradas. Además, ese año, se inauguró el hotel del Sr. Flager al que acudían en invierno hombres de negocios blancos del norte para disfrutar de su buen clima. En ellos, intuyó Mary, que podría encontrar una gran ayuda para expandir su pequeño colegio. Las alumnas guiadas por ella misma cocinaban pasteles que vendían a estos visitantes y al mismo tiempo aprovechaban para presentarles su proyecto educativo. Uno de los primeros que colaboró decididamente, apoyando económicamente al pequeño centro educativo fue James N. Gamble, un importante empresario de la industria de jabón.

Sin embargo, a pesar de las grandes dificultades que tuvo en sus comienzos, la escuela tuvo un gran éxito y fue creciendo hasta alcanzar las cuatrocientas estudiantes. Posteriormente, se amplió con una escuela de secundaria. En 1923 el colegio femenino se fusionó con el Cookman Institute de Jacksonville, Florida. Éste era un centro educativo metodista para chicos de color. La institución educativa resultante fue denominada Bethune-Cookman College, de la que la Mary M. Bethune pasaría a ser su directora. Su trayectoria profesional nos la presentan (Holt 1964; Peare 1951 y Sterne 1957) en sus biografías y McCluskey (1984), en su selección de documentos y ensayos sobre Mary Bethune).

4. Una afro-americana con una proyección nacional e internacional

Mary M. Bethune acumuló a lo largo de su larga vida una gran experiencia en el mundo educativo y tenía un gran conocimiento de la situación de la enseñanza entre la población afroamericana en los Estados Unidos, especialmente en los estados del sur, en uno de los cuales había nacido. Todo este conocimiento unido al decidido compromiso personal de utilizar la educación con el objetivo de erradicar la discriminación de la población de color y tratar de establecer una mayor igualdad entre blancos y negros fue el principal motivo por el cual fue asesora de varios presidentes. El presidente Calvin Coolidge le invitó a asistir a la conferencia sobre Child Welfare Conference, en 1928 y posteriormente, Herbert C. Hoover le llama para asistir a la Conferencia sobre Child Healh, en 1930.

Al empeorarse las condiciones de vida de toda la sociedad estadounidense con la crisis de 1929 y en especial la de los ciudadanos de ascendencia afroamericana, Mary se involucra de nuevo en política con la que siempre había estado relacionada. Durante las décadas de 1930 y 1940, Mary Bethune fue una gran amiga de Eleanor Roosevelt, esposa del Presidente Roosevelt, mujer muy comprometida con los temas sociales, visitando de forma regular la Casa Blanca, y llegando a dar conferencias en ella, como nos presenta la propia Primera Dama en su libro This I Remember.3 Entre las dos mujeres llegó a existir una verdadera amistad y confianza. A pesar de su diferencia de edad, ya que Bethune era once años mayor que Eleanor, tenían muchos intereses en común y Eleanor siempre apoyó decididamente la tarea de Mrs. Bethune como nos presenta Joseph P. Lash (1971: 523):

She was a great lady, but without Eleanor’s support she could have accomplished little. Mrs. Bethune never came to see Eleanor without a long budget of requests- Negroes to be appointed, a conference to speak at, a Negro housing project to be financed, and, as a footnote, something that she wanted Mrs. Roosevelt to do for Bethune-Cookman College.

Dentro de esta nueva línea trazada en la política estadounidense, a partir de 1933, se puede encuadrar el nombramiento de Mary M. Bethune4, quien trabajo en la administración Roosevelt como consejera especial para temas relacionados con las minorías, siendo la primera mujer de color que dirigió un organismo federal. Desde 1936 hasta 1944, Bethune fue la directora del Departamento Negro Youth Division de la National Youth Administration (NYA). Su objetivo era ofrecer mayores oportunidades al sector más joven de la población afro-americana (Conkin 1992: 60).

Las competencias de la National Youth Administration recibieron sus críticas de un amplio sector de la sociedad blanca que veía con recelo que los jóvenes de afroamericanos accediesen a la educación, como se recoge a continuación:

The NYA took one of the most significant steps in the Negro’s struggle for educational parity when it established a special fund which made it possible for students from states where Negroes were denied graduate facilities to attend Negro universities such as Howard, Atlanta, and Fisk, as well as Northern colleges which did admit them. A constant barrage of criticism was leveled at most of the New Deal innovations. The answer to the critics of the expenditure of money for the education of Negroes was not so much a denial that they might go “red” or try to start a new political party or a revolution, but that they might stagnate emotionally, lose their ambition and driving force and, facing futility, become willing wards of their communities…(Holt 1964: 2010)

En la década de los 30, bajo la presidencia de Franklin D. Roosevelt y durante su programa de gobierno, los negros recibieron por primera vez subvenciones y ayudas de organismos federales y estatales, siendo Mrs. Bethune una de sus principales artífices, como escribe el historiador William E. Leuchtenburg (1963: 186-187):

Most of all, Negroes swung to Roosevelt because they had been granted relief. In many areas, Negroes, hit harder than any other group by the depression, survived largely because of relief checks... The National Youth Administration, through the noted Negro leader Mary McLeod Bethune, funneled funds to thousands of young Negroes. Negro intellectuals might fret at the inequities of the New Deal, but the masses of Negroes began to break party lines in gratitude for government bounties and nondiscriminatory treatment.

Mary M. Bethune siempre confío en la fuerza que tenían las asociaciones y para emprender la lucha de forma conjunta en torno a una causa justa, y se comprometió en la dirección de algunas de ellas. Así, en 1940, ocupa la vicepresidencia de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP). Simultáneamente, durante esos años, Mary reunió a un grupo de afroamericanos que ocupaban puestos de responsabilidad en la administración demócrata y que eran conocidos como el “Black Cabinet”. Continuó colaborando en los círculos gubernamentales de Washington hasta 1944.

Mary M. Bethune siempre estuvo relacionada con la lucha por los derechos civiles de la población de color. Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, fue una de las tres figuras de color consultadas por la United States Delegation cuando se estaba redactando la Carta de las Naciones Unidas, liderada por Eleanor Roosevelt.

En 1952, Mary M. Bethune representó oficialmente a su país, presidiendo una delegación enviada por el presidente norteamericano Harry S. Truman a Liberia, con motivo de la formación de este nuevo país, situado en la costa occidental de África, a donde había emigrado un gran número de afroamericanos para establecerse allí.

Mary M. Bethune pasó sus últimos años en Florida, donde vivió hasta su muerte el 18 de mayo de 1955, a la edad de 79 años, después de vivir una vida plena y siempre comprometida con la causa de las personas de color. Está enterrada en el centro educativo que fundó en la ciudad de Daytona, Florida: el Bethune-Cookman College.

Mary M. Bethune recibió múltiples reconocimientos y honores en vida. Le concedieron la Spingarn Medal en 1935, la Frances Drexel Award for Distinguished Service, en 1937, y la Thomas Jefferson Award for Leadership, en 1942. Asimismo, recibió el grado de Doctora en Humanidades del Rollins College en 1949, siendo la primera persona de color que obtuvo esta distinción de una universidad de blancos (Sagredo 2010: 229).

El último acto público en su honor se celebró el 10 de julio de 1974, noventa y nueve años después de su nacimiento. Ese día se inauguró una estatua en su honor en el Lincoln Park de Washington, D. C., convirtiéndose en la primera mujer de color que alcanzó tal honor.

5. A modo de conclusión

Mary McLeod Bethune fue una de las primeras mujeres de color que defendió la importancia de la educación entre los afro-americanos porque estaba convencida que facilitaría a su incorporación en la sociedad estadounidense, disfrutando de todos sus derechos. Ella lo vivió en primera persona y luchó denodadamente durante toda su vida para que pudieran asistir a los centros educativos las niñas de color desde su más tierna infancia. Su vida es la de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses de color que sufrieron la desigualdad, la injusticia y la discriminación debido al color de su piel. Sin embargo, en el caso de Mary McLeod Bethune, nos encontramos ante una mujer con una fuerza de voluntad extraordinaria y con unas ideas muy firmes, alguien que ante la dificultad o la injusticia, siempre utilizaba la fuerza de la razón. Así, con la energía que dan unos argumentos justos, fue capaz de ir superando todas las dificultades que iban surgiendo a lo largo de su trayectoria vital.

La Sra. Bethune fue una de las mayores activistas a favor de los derechos civiles en la primera mitad del siglo XX en los Estados Unidos. Ella denunció siempre la injusta discriminación que sufría la población afroamericana y, al mismo tiempo, inició una lucha lenta pero tenaz, a través de la educación, para que este grupo desfavorecido de la sociedad alcanzase el lugar que le correspondía desempeñar. La población de origen afro-americano había vivido en el país durante generaciones sometida a la esclavitud, sin ser considerados ciudadanos de pleno derecho. Han tenido que pasar muchos años para que se hicieran realidad los ideales por los que luchó Mary M. Bethune durante toda su vida y que dejó plasmados en su testamento5, que presentamos a continuación (Holt 1964: 287-289):

MY LAST WILL AND TESTAMENT

Sometimes I ask myself if I have any other legacy to leave. Truly, my worldly possessions are few.  Yet, my experiences have been rich. From them, I have distilled principles and policies in which I believe firmly, for they represent the meaning of my life’s work. They are the products of much sweat and sorrow. Perhaps in them there is something of value. So, as my life draws to a close, I will pass them on to Negroes everywhere in the hope that an old woman’s philosophy may give them inspiration. Here, then is my legacy.

I LEAVE YOU LOVE. Love builds. It is positive and helpful. It is more beneficial than hate. Injuries quickly forgotten quickly pass away. Personally and racially, our enemies must be forgiven. Our aim must be to create a world of fellowship and justice where no man’s skin, color or religion, is held against him. “Love thy neighbor” is a precept which could transform the world if it were universally practiced. It connotes brotherhood and, to me, brotherhood of man is the noblest concept in all human relations. Loving your neighbor means being interracial, interreligious and international.

I LEAVE YOU HOPE. The Negro’s growth will be great in the years to come. Yesterday, our ancestors endured the degradation of slavery, yet they retained their dignity. Today, we direct our economic and political strength toward winning a more abundant and secure life. Tomorrow, a new Negro, unhindered by race taboos and shackles, will benefit from more than 330 years of ceaseless striving and struggle. Theirs will be a better world.  This I believe with all my heart.

I LEAVE YOU A THIRST FOR EDUCATION. Knowledge is the prime need of the hour. More and more, Negroes are taking full advantage of hard-won opportunities for learning, and the educational level of the Negro population is at its highest point in history. We are making greater use of the privileges inherent in living in a democracy. If we continue in this trend, we will be able to rear increasing numbers of strong, purposeful men and women, equipped with vision, mental clarity, health and education.

I LEAVE YOU FAITH. Faith is the first factor in a life devoted to service. Without faith, nothing is possible. With it, nothing is impossible. Faith in God is the greatest power, but great, too, is faith in oneself.  In 50 years the faith of the American Negro in himself has grown immensely and is still increasing. The measure of our progress as a race is in precise relation to the depth of the faith in our people held by our leaders. Frederick Douglass, genius though he was, was spurred by a deep conviction that his people would heed his counsel and follow him to freedom. Our greatest Negro figures have been imbued with faith. Our forefathers struggled for liberty in conditions far more onerous than those we now face, but they never lost the faith. Their perseverance paid rich dividends. We must never forget their sufferings and their sacrifices, for they were the foundations of the progress of our people.

I LEAVE YOU RACIAL DIGNITY.  I want Negroes to maintain their human dignity at all costs. We, as Negroes, must recognize that we are the custodians as well as the heirs of a great civilization. We have given something to the world as a race and for this we are proud and fully conscious of our place in the total picture of mankind’s development. We must learn also to share and mix with all men. We must make an effort to be less race conscious and more conscious of individual and human values. I have never been sensitive about my complexion.  My color has never destroyed my self-respect nor has it ever caused me to conduct myself in such a manner as to merit the disrespect of any person. I have not let my color handicap me. Despite many crushing burdens and handicaps, I have risen from the cotton fields of South Carolina to found a college, administer it during its years of growth become a public servant in the government of our country and a leader of women. I would not exchange my color for all the wealth in the world, for had I been born white I might not have been able to do all that I have done or yet hope to do.

I LEAVE YOU A DESIRE TO LIVE HARMONIOUSLY WITH YOUR FELLOW MEN. The problem of color is worldwide. It is found in Africa and Asia, Europe and South America. I appeal to American Negroes -- North, South, East and West -- to recognize their common problems and unite to solve them.
I pray that we will learn to live harmoniously with the white race. So often, our difficulties have made us hypersensitive and truculent. I want to see my people conduct themselves naturally in all relationships -- fully conscious of their manly responsibilities and deeply aware of their heritage. I want them to learn to understand whites and influence them for good, for it is advisable and sensible for us to do so. We are a minority of 15 million living side by side with a white majority. We must learn to deal with these people positively and on an individual basis.

I LEAVE YOU FINALLY A RESPONSIBILITY TO OUR YOUNG PEOPLE. The world around us really belongs to youth for youth will take over its future management. Our children must never lose their zeal for building a better world. They must not be discouraged from aspiring toward greatness, for they are to be the leaders of tomorrow. Nor must they forget that the masses of our people are still underprivileged, ill-housed, impoverished and victimized by discrimination.  We have a powerful potential in our youth, and we must have the courage to change old ideas and practices so that we may direct their power toward good ends.

Faith, courage, brotherhood, dignity, ambition, responsibility – these are needed today as never before. We must cultivate them and use them as tools for our task of completing the establishment of equality for the Negro. We must sharpen these tools in the struggle that faces us and find new ways of using them. The Freedom Gates are half-ajar. We must pry them fully open.

If I have a legacy to leave my people, it is my philosophy of living and serving. As I face tomorrow, I am content, for I think I have spent my life well. I pray now that my philosophy may be helpful to those who share my vision of a world of Peace, Progress, Brotherhood, and Love.

Bibliografía

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CONKIN, Paul. K. (1992): The New Deal. Wheeling: Harlan Davidson.

HALASA, Malu (1989): Mary McLeod Bethune. Educator. New York/Philadelphia: Chelsea House Publishers.

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LEUCHTENBURG, William E. (1963): Franklin D. Roosevelt and the New Deal, 1932-1940. New York: Harper & Row.

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SAGREDO SANTOS, Antonia (2010): “Mary M. Bethune: defensora de los derechos de la mujer afro-americana”. Norteamericanas con voz propia. Editora Mª Eugenia Sánchez Suárez. Málaga: Editorial Sepha: 219-231.

STERNE, Emma Gelders (1957): Mary McLeod Bethune. New York: Alfred A. Knopf.


1 Amendment XIX. Women’s Suffrage. Ratified 8/18/1920.

- The right of citizens of the United States to vote shall not be denied or abridged by the United States or by any State on account of sex.

- Congress shall have power to enforce this article by appropriate legislation.

2 Mary Crissman, una costurera cuáquera de Denver, Colorado, ofreció al Director del Scotia Seminary de Concord, Carolina del Norte, una beca para que realizara estudios durante un curso escolar una chica afroamericana. Cuando a Emma Wilson, profesora de Mary en el Trinity Presbyterian Mission School en Mayesville, le dijeron que pensara en una estudiante que pudiera aprovechar esta ayuda, no lo dudó, ya que su mejor alumna había sido Mary y a ella iría destinada.

3 “A meeting I had arranged in the White House at which Mrs. Mary McLeod Bethune was to speak, had to be carried on without me. I got home at a quarter before six and Miss Thompson and I were at the Washington airport at ten minutes past seven, ready to start with Mayor LaGuardia to the west coast”. (Roosevelt 1949: 235, 236).

4 Durante el New Deal (1933-1939) que promovió el presidente demócrata, Franklin D. Roosevelt, en los Estados Unidos se registraría otro hito importante para la comunidad de color. El primer mandatario incorporó a su círculo a personas que pertenecían a diferentes grupos étnicos y raciales, tales como católicos, judíos o afro-americanos. Antes del New Deal el equipo de asesores presidenciales estaba formado únicamente por hombres White, Anglo-Saxon Protestants (WASP).

5 Mary McLeod Bethune publicó My Last Will and Testament por primera vez en el Ebony Magazine en el ejemplar de agosto de 1955.

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