Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 5. Profesoras y pedagogas

María de Maeztu, pedagogía y feminismo

Ángel Serafín Porto Ucha

Universidad de Santiago de Compostela

Raquel Vázquez Ramil

Escuela de Magisterio CEU-Universidad de Vigo

La mujer no ha tenido que luchar sólo contra la tiranía del varón, sino contra la tiranía de las mujeres que los manejan.

María de Maeztu1

Resumen: María de Maeztu y Whitney nació en Vitoria en 1881. Muy joven comenzó a ejercer como maestra en Bilbao, donde destacó por sus iniciativas innovadoras. El estímulo de su madre, también dedicada a la enseñanza, y de su hermano mayor, el intelectual Ramiro de Maeztu, la llevaron a proseguir su formación académica, graduándose en la Escuela Superior del Magisterio en 1912. Entre 1908 y 1913 disfrutó de ayudas de la Junta para Ampliación de Estudios para visitar centros educativos en Inglaterra y Suiza y para especializarse en Filosofía en Alemania, orientada por Ortega. Cuando en 1915 se abre la Residencia de Señoritas en Madrid, María se hace cargo de la dirección, puesto que ocupará hasta 1936. Fue además directora de la sección primaria del Instituto-Escuela desde 1918, conferenciante, escritora, militante de asociaciones feministas e incansable defensora de la educación de la mujer como medio de alcanzar el respeto y la dignidad.

Palabras clave: María de Maeztu; Junta para Ampliación de Estudios; Residencia de Señoritas; Instituto-Escuela; Feminismo.

1. María de Maeztu y Whitney. Orígenes y marco familiar

María de Maeztu y Whitney nació en Vitoria el 18 de julio de 1881. Fue su padre Manuel de Maeztu Rodríguez, natural de Cienfuegos (Cuba), dueño de dos ingenios azucareros en la isla caribeña, y Juana Whitney y Boné, «escocesa católica, hija del diplomático y cónsul de Gran Bretaña en Niza, Juan Whitney» (González Cuevas 2003: 29). Manuel de Maeztu y Juana Whitney tuvieron otros cuatro hijos: Ramiro (1874), Ángela (1877), Miguel (1880) y Gustavo (1887). Los Maeztu Whitney disfrutaron de una desahogada posición económica, codeándose con lo más granado de la sociedad vitoriana hasta el fallecimiento repentino de Manuel de Maeztu en 1894 en Santa Clara (Cuba), dejando a la familia en una precaria situación que obligó al hijo mayor, Ramiro, a abandonar los estudios y dedicarse a diferentes ocupaciones. Esa etapa de inflexión y de cambio de fortuna en los destinos familiares marcará definitivamente el pensamiento de Ramiro de Maeztu, tiñéndolo de voluntarismo.

Durante la crisis de fin de siglo Ramiro de Maeztu se relaciona con grupos de intelectuales regeneracionistas y de modo especial con Azorín y Baroja, con los que forma el Grupo de los Tres, germen de la Generación del 98. Los artículos finiseculares de Maeztu, que colaboraba profusamente en la prensa de la época, se recogieron en el libro Hacia otra España (1899), de gran trascendencia por su dureza al denunciar las condiciones de debilidad del carácter nacional (Valladares 1998: 177-213).

Por su parte, Juana Whitney, mujer decidida y emprendedora, se trasladó con sus hijos a Bilbao, ciudad más industriosa que Vitoria, y abrió un colegio femenino en la calle Ledesma 8, con el nombre de Academia Anglo-Francesa, en el que enseñaba idiomas y cultura general y al que acudían las hijas de intelectuales y políticos progresistas, como las de Indalecio Prieto, el político socialista que ocupará importantes cargos durante la Segunda República. Posteriormente el magnate Horacio Echevarrieta ayudará a Juana construyendo en 1912 un edificio ad hoc para academia en la calle Orueta 4.

Mientras tanto, María de Maeztu acudió a una escuela primaria de Bilbao en compañía de su hermano pequeño Gustavo, aunque el cimiento de su educación es la Academia de su madre, en la que posteriormente va a colaborar.

2. Labor pedagógica de María de Maeztu: de la escuela primaria a la Residencia de Señoritas de Madrid

En 1896 María ingresó en la Escuela Normal de Maestras de Álava y, tras estudiar dos años con excelentes calificaciones, obtuvo el título de maestra de primera enseñanza elemental en mayo de 1898, cuando aún no había cumplido diecisiete años. Dada su juventud, dedica un tiempo a ayudar a su madre y a estudiar idiomas, pero no tarda en presentarse a oposiciones, obteniendo plaza en la escuela pública de párvulos del Este de Santander en 1902; en septiembre de ese mismo año supera en Valladolid el examen-reválida de maestra de primera enseñanza superior.

2.1. El magisterio como opción y vocación

Desde el primer momento María destaca, pues en los pocos meses que estuvo en Santander fue nombrada directora de la escuela. Sus afanes estaban, no obstante, en Bilbao, junto a su madre; solicita el traslado, alegando motivos familiares, y se le concede a finales de 1902, haciéndose entonces cargo de la Escuela de la calle de Cortes de la capital bilbaína, donde va a desplegar una intensa actividad pedagógica que no pasará desapercibida (Porto; Vázquez Ramil 2015: 50). La calle de Cortes albergaba por entonces infraviviendas casi al pie de las explotaciones mineras, en condiciones de insalubridad y penuria que afectaban de modo especial a los niños; es allí donde la joven y tenaz María pone en práctica métodos activos deudores de Pestalozzi y conectados con la Institución Libre de Enseñanza (ILE), ocupándose no solo del aprendizaje de los pequeños, sino de su salud y de bienestar físico, para lo cual crea cantinas, roperos e incluso duchas.

En esos años inicia María su labor de conferenciante; en julio de 1904 interviene en el ciclo de Conferencias Pedagógicas de Bilbao y habla sobre la educación de la mujer, obteniendo gran éxito de público. Los diarios la presentan como “hermana de Ramiro de Maeztu”, quien en esa época despliega una intensísima actividad en la prensa. En 1905, durante la Exposición Escolar de Bilbao, la joven María comparte estrado con personalidades como Miguel de Unamuno, Concepción Saiz y Otero o Adelina Méndez de la Torre. Es una figura conocida en Bilbao, que alterna con personas de relieve, y su fama no tardará en extenderse.

2.2. Contacto con la Junta para Ampliación de Estudios: formación superior y pensiones en el extranjero

En 1907 se crea la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), y María de Maeztu es una de las primeras en solicitar una pensión para «estudiar en Inglaterra la formación del carácter por la educación y las escuelas profesionales»2. La elección de Inglaterra parece clara, dados los vínculos de María con el país por su madre y el prestigio de la educación inglesa entre muchos sectores de la enseñanza, especialmente los próximos a la ILE; en cuanto a las escuelas profesionales, María había dado clases en las escuelas municipales de adultas de Bilbao; por tanto, era un tema de su interés. La solicitud de María fue avalada por un informe del Ayuntamiento de Bilbao y por Martina Casiano, profesora de la Escuela Normal de Maestras de Bilbao. En septiembre de 1908 María pide de nuevo una pensión a la JAE para estudiar en Inglaterra “las nuevas corrientes de filosofía pedagógica, en especial sobre los trabajos experimentales acerca de la Psicología de la infancia”3. Ese mismo año forma parte de la comisión enviada por el Gobierno español para estudiar la sección pedagógica de la Exposición Franco-británica celebrada en Londres.

En esa época cursa Filosofía y Letras en Salamanca como alumna libre; en 1909 remata el segundo curso y aprueba además la asignatura de Derecho Natural con Matrícula de Honor, lo cual indica su carácter polifacético y el interés por estudiar también la carrera de Derecho.

En 1909 María, siguiendo su inicial vocación pedagógica, se matricula en la recién creada Escuela Superior del Magisterio de Madrid. Son años de intensísima actividad que preparan a la joven María para las responsabilidades que va a asumir a partir de 1915.

En julio de 1909, en el Congreso Nacional Pedagógico celebrado en Valencia, habló María sobre la Pedagogía como obra de laboratorio y subrayó el papel fundamental del maestro, al que debe darse una formación universitaria pues de la escuela depende la salvación de la patria; la pretensión de una formación universitaria para los maestros era novedosa y tardará muchos años en hacerse realidad.

Cuando María se matricula en la sección de Letras de la Escuela Superior del Magisterio de Madrid, en septiembre de 1909, es ya conocida en los ambientes pedagógicos españoles. Su nombre suena asociado al de su hermano Ramiro, que en los últimos años del siglo XIX y principios del XX es asiduo en la prensa crítica de la época y que a partir de 1905 trabaja como corresponsal en Londres. Pero en 1909 empieza a tener entidad propia y a ser reconocida por su tarea en la escuela de la calle de Cortes de Bilbao y por sus dotes de comunicación en conferencias y congresos. María tiene 28 años y continúa formándose. En la clase de Filosofía de la Escuela Superior del Magisterio María fue alumna de José Ortega y Gasset.

La admiración hacia el maestro es también cercanía personal y, como en el caso de Unamuno, la relación se produce a través de Ramiro. María se aloja en los bajos de la casa de los Ortega en Madrid, en la calle Goya nº 6, y frecuenta a la familia, entablando una estrecha amistad con la hermana del filósofo, Rafaela, quien posteriormente colaborará en tareas organizativas de la Residencia de Señoritas. En el verano de 1910 Ortega escribe a Ramiro de Maeztu elogiando el talante de María (Ortega Spottorno 2002: 151):

María no tiene ningún defecto grave y es la mujer más capaz de intelecto y corazón que conozco… ¡Pobre, cómo la han hecho sufrir en la escuela! Creo que no debe volver a ella, pero que necesita vivir en Madrid, en suma, fuera de Bilbao. Si pudiera pasar junto a mí este año que entra pienso que acabaría de pertrecharse para escribir que –ya sé que piensa usted lo contrario– considero su misión radical. Su acción en Bilbao representa un lujo que no puede permitirse nuestra raza.

Y en efecto, María asistió con cierta asiduidad, a partir de 1910, a las clases de Metafísica de Ortega en la Universidad Central. La vinculación con la JAE continúa: en el verano de 1910 María puede por fin hacer uso de la pensión que se le había concedido en 1909 para estudiar «Problemas actuales de educación» y durante tres meses visita establecimientos educativos en Bélgica, Suiza e Italia. En marzo de 1912 hace las prácticas correspondientes al tercer curso de la Escuela Superior del Magisterio como agregada en el Museo Pedagógico Nacional, dirigido por Manuel B. Cossío, lo cual le permite permanecer en Madrid, como había indicado Ortega. Termina la carrera en junio de 1912 con el número uno entre las alumnas de la Sección de Letras.

En agosto de 1912 es nombrada profesora de Letras de la Escuela Normal de Maestras de Cádiz, con un sueldo anual de dos mil quinientas pesetas, pero no se incorpora a su destino puesto que la JAE le había concedido, por R.O. de 27 de junio de 1912, una pensión de un año para estudiar la fundamentación de la pedagogía en Alemania con el profesor Paul Natorp. En la elección del destino pesó, sin duda, el consejo de Ortega, quien había estudiado en Berlín, Leipzig y Marburgo con Hermann Cohen y Paul Natorp.

Al llegar a Alemania, María permanece tres meses en Leipzig para perfeccionar el idioma alemán y aprovecha para visitar escuelas primarias, aunque no era el objeto de su viaje, porque según confiesa a Castillejo, secretario de la JAE, la enseñanza primaria en Leipzig está admirablemente organizada, y con los datos recogidos María se propone hacer un estudio comparativo entre las escuelas inglesas y las alemanas “como tipos representativos que obedecen a dos ideales distintos… La escuela inglesa forma al hombre, la escuela alemana al especialista”4. A continuación, se dirige a Marburgo y asiste al seminario filosófico de Hartmann, discípulo de Cohen y muy amigo de Ortega, donde estudia la “deducción de los conceptos puros del entendimiento”; profundiza también en la Pedagogía social de Natorp, que le interesa mucho y que domina bastante bien gracias a las clases de Ortega. María aprovechó al máximo las clases de los discípulos de Natorp y tradujo al español el Curso de pedagogía del profesor alemán.

Durante el semestre de verano estudió Propedéutica filosófica con Natorp, Historia de la filosofía antigua con Hartmann y Psicología con Erich Jaensch, sucesor de Cohen; María comenta que a la lectura de la Crítica de Natorp asisten treinta alumnos, la mitad mujeres, y que se trata de una actividad libre, sin matrícula ni reconocimiento académico, lo cual le produce una honda emoción y declara: “Cada día estoy más contenta de mi estancia en Alemania. Un año aquí valen (sic) por 10 en España —He dicho mal, porque la labor de aquí es insustituible”5. María quiere trasladar ese espíritu de aprendizaje desinteresado a España y extenderlo entre los jóvenes para que no estudien “sólo por el título”. Tiene treinta y dos años y después de haber ejercido como maestra y de darse a conocer como conferenciante, disfruta de las lecciones de los filósofos alemanes y aspira a difundirlas en España, como hace Ortega, su maestro. Permanece en Alemania durante el verano, estudiando las escuelas de Berlín, mientras no se solventa el espinoso problema de su destino en la Escuela Normal de Cádiz, que no le atrae de ninguna manera. El asunto se soluciona cuando la JAE la nombra agregada del Departamento de Filosofía Contemporánea del Centro de Estudios Históricos, dirigido por Ortega, a partir de noviembre de 1913. Colabora también con el Instituto Internacional, donde da clases de Pedagogía y Moral práctica; este contacto resultará muy fructífero cuando se establezca la Residencia de Señoritas, puesto que el Instituto Internacional, a través de María, encontrará la manera de sostener su obra educativa, y la Residencia la forma de asentarse y expandirse (Vázquez Ramil 2012: 167-182).

En el curso 1914-15 María de Maeztu es agregada a la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio y se encarga de las clases de Geografía en la sección de alumnas. El 29 de enero de 1915 María consigue el traslado a la Escuela Normal de Maestras de Álava, con un sueldo anual de tres mil pesetas; se acerca así a su madre, ante la incertidumbre de no consolidar su posición en Madrid. Aprovecha, además, para terminar la carrera de Filosofía y Letras en Madrid, obteniendo el premio extraordinario de licenciatura en la sección de Filosofía. Y en medio de tanta actividad continúa con su tarea de conferenciante, y así el 27 de febrero de 1915 pronuncia en el círculo de obreras del Comité Femenino de Higiene Popular una conferencia sobre “La necesidad de la asistencia de los niños a la escuela”.

Entre 1908 y 1915 María de Maeztu aparece estrechamente vinculada a la JAE; por tanto, no extraña que cuando se proyecta abrir un Grupo Femenino de la Residencia de Estudiantes, sea María la elegida.

2.3. María de Maeztu y “su” obra: la Residencia de Señoritas de Madrid

En 1910, dentro de su obra de renovación de la vida universitaria española, la JAE abrió una Residencia de Estudiantes en Madrid que fue un éxito inmediato. Inicialmente establecida en dos hotelitos de la calle de Fortuny, la demanda de plazas obligó a pensar en edificios nuevos, cuya construcción comienza en 1913 en los Altos del Hipódromo, bajo la dirección del arquitecto Antonio Palacios. A partir de ese momento la JAE decide aprovechar los edificios de Fortuny para ampliar la obra residencial a un grupo de niños internos, a cuyo frente ha de estar Luis Álvarez de Santullano, y a un grupo de mujeres. ¿Y quién puede dirigir este último? María de Maeztu poseía una sólida formación pedagógica y filosófica, estaba muy vinculada a la JAE y a sus actividades, poseía el respaldo de Ortega, y era conocida por sus numerosas conferencias de divulgación en diferentes lugares de España. Por tanto, parecía una elección inevitable.

En reunión celebrada por la Junta en junio de 1915 con objeto de planear las actividades académicas del curso siguiente, se decide abrir un grupo femenino similar al universitario y exclusivamente masculino de la Residencia de Estudiantes y se añade:

Al frente de este grupo debe colocarse una persona familiarizada con los problemas pedagógicos y con las escuelas femeninas, de cultura intelectual superior, de prestigio entre el profesorado, conocedora de las instituciones semejantes extranjeras y que por su edad y su entusiasmo pueda sin embargo vivir en relación de intimidad con las alumnas.

La Junta ha creído que debe confiarse esta misión a la señorita Doña María de Maeztu y Whitney6.

María de Maeztu figura al frente de la Residencia de Señoritas cuando ésta abre sus puertas a principios de octubre de 1915; su nombramiento oficial es por R. O. de 1 de febrero de 1916. Por R.O. de 7 de marzo de 1916 se adjudica a la directora de la Residencia una remuneración anual de cinco mil pesetas.

Los inicios de María como directora fueron complicados, pues había que comenzar de la nada. Contaba con los edificios de la calle de Fortuny, y existía el modelo de la Residencia de Estudiantes, pero se destinaba a varones y universitarios; la empresa de María era arriesgada, aunque en la Junta tenían plena confianza en su viabilidad. Los problemas pequeños son a veces los más acuciantes y con ellos tropezó María, que necesitaba a una persona para organizar la “casa”. Como aún no había organigrama dentro de la Residencia de Señoritas, decide recurrir a una amiga para que la apoye y sugiere a Castillejo el nombre de Rafaela Ortega, la hermana de Ortega y Gasset, que colaborará con la Residencia en diferentes etapas, no de forma regular, sino atendiendo a las peticiones puntuales de María, gran amiga suya. Superados los tropiezos iniciales, la Residencia de Señoritas avanza año a año con paso seguro y se consolida como una institución educativo-residencial modélica y única. Con ella avanza también la directora. En 1918 la JAE crea el Instituto-Escuela7 como centro experimental y encarga la dirección de la sección primaria a María de Maeztu, en reconocimiento a su originaria dedicación al Magisterio y a sus extensos conocimientos pedagógicos; desempeñó el cargo hasta 1934. En estos años, además de realizar las arduas tareas de organización y asentamiento de la Residencia de Señoritas y de la sección preparatoria del Instituto-Escuela, María pronuncia conferencias en diferentes puntos de España.

2.4. Entre política y pedagogía

Además de atender a sus cargos en la Junta para Ampliación de Estudios y de seguir punto por punto el funcionamiento de la Residencia, María de Maeztu participó también en actividades políticas: en octubre de 1927 Primo de Rivera la designa, junto con otras doce mujeres, para formar parte de la Asamblea Nacional inaugurada el 11 de noviembre (Vázquez Ramil 2014: 10); aceptó el puesto porque lo consideraba un primer paso en la afirmación de los derechos políticos de la mujer española, que en ese momento aún no tenía derecho a voto.

El acercamiento de María de Maeztu al régimen primorriverista y su colofón, el gobierno Berenguer, es notorio. Por R.O. de 13 de junio de 1930 es designada representante del gobierno español en la Federación Universal de Asociaciones de Estudiantes que se celebra en París del 24 al 28 de junio. Y en septiembre de 1930 es nombrada vocal del Consejo de Instrucción Pública, la única mujer en el alto organismo de asesoramiento del Ministerio de Instrucción Pública. Pionera en tantas cosas, es también de las primeras españolas que se dedican a la docencia universitaria: el 1 de octubre de 1932 es nombrada por cuatro años prorrogables auxiliar temporal de la cátedra de Pedagogía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. La asignatura encomendada a María de Maeztu era la de Didáctica especial y problemas actuales de Educación (Universidad de Madrid 1935: 188).

El 20 de septiembre de 1934 María de Maeztu presentó la dimisión de su puesto de directora de la sección preparatoria del Instituto-Escuela y se centró en sus clases de Pedagogía en la Facultad de Filosofía y Letras y en la dirección de la Residencia de Señoritas, en ese momento una obra amplia en la que se alojaban trescientas mujeres estudiantes de diferentes carreras y que organizaba actividades culturales de gran relevancia, como las conferencias, veladas y conciertos a cargo de intelectuales y personalidades de prestigio (Vázquez Ramil 2015a: 330).

3. El feminismo de María de Maeztu: pensamiento y práctica

Como hemos visto, la actitud de María de Maeztu fue la de una mujer que se esforzó por superarse y por vencer dificultades y que llegó a unos niveles de relevancia social indiscutibles durante los años veinte y treinta, hasta el corte dramático de la guerra civil. Su pensamiento, como el de su hermano mayor Ramiro, que ejerció indudable influencia en ella, se tiñe muchas veces de voluntarismo, al que no es ajeno la figura singular de su madre, Juana Whitney, de origen inglés, que luchó por sacar adelante a sus hijos sola y que regentó un centro de educación femenino.

3.1. Bases y expresión del pensamiento feminista de María de Maeztu

El marco familiar es el fermento en el que germina María, abocada en un primer momento al magisterio como opción de supervivencia propia y de auxilio a la economía familiar. Sin embargo, fue más allá y en la escuela bilbaína de la calle de Cortes realizó una labor encomiable que no pasó desapercibida y que le granjeó las simpatías de unos y las críticas de otros. Desde joven se acostumbró a luchar por lo que creía y también a expresarlo en público, como lo demuestran sus actividades de conferenciante y divulgadora. Naturalmente, y tratándose de una maestra, sus primeras disertaciones y sus artículos iniciales se referían a la escuela y sus carencias; pero pronto se centró en un aspecto que le interesaba de forma especial, la educación de la mujer y su acceso a todas las profesiones. Y así, en abril de 1909, cuando ya había disfrutado de una pensión de la JAE en Londres, diserta en la Extensión Universitaria de Oviedo sobre “La cuestión moral en Inglaterra” y sobre “Feminismo”; las conferencias son glosadas por un joven Federico de Onís8, quien con cierta condescendencia afirma: “He aquí una ventaja que no pueden negar las feministas: disponen siempre de un público numeroso formado en gran parte por mujeres” y más adelante puntualiza lo acertado de la actitud de la conferenciante en la segunda disertación: “Puso en ella María de Maeztu toda su alma femenina, y en este sentido estuvo incomparable […] Su enorme cultura no ha venido a matar en ella lo femenino (como ocurre a tantas otras mujeres)” (Onís 1909: 29).

En diciembre del mismo año participa María en el Congreso de Primera Enseñanza de Barcelona con una ponencia titulada “Aptitud de la mujer para los estudios superiores”, muy oportuna porque en ese momento el acceso de las mujeres españolas a la Universidad estaba condicionado a la aprobación de las autoridades académicas y, por tanto, era escaso. El acceso sin trabas legales es sancionado por la Real Orden de 8 de marzo de 1910, al derogar la Real Orden de 11 de junio de 1888 que obligaba a las mujeres que quisiesen estudiar en establecimientos universitarios a pedir permiso a la Superioridad (Flecha 1996: 92). La cuestión le tocaba de cerca, puesto que ella misma había iniciado su vida profesional como maestra a los 18 años, para ir superándose y completando su formación con los estudios de Filosofía y Letras, demorados en el tiempo por otras ocupaciones, la especialización en la Escuela Superior del Magisterio de Madrid, y las pensiones en el extranjeros concedidas por la JAE entre 1908 y 1913. En ese sentido es un ejemplo de superación y por ello se identifica tan estrechamente con la Residencia de Señoritas, a la que convierte en un centro que ofrecía a las mujeres estudiantes o deseosas de cultura las facilidades que ella no había tenido.

En junio de 1913 María de Maeztu, que en ese momento estudia en la Universidad de Marburgo, publica en la revista barcelonesa Estudio el artículo “Desde Alemania. Feminismo” (Porto Ucha; Vázquez Ramil 2012: 167-182).), en el que expone su visión sobre el movimiento feminista en un momento crítico, cuando la Women’s Social and Political Union realizaba violentas campañas a favor del voto femenino en Gran Bretaña y cuando la cabeza visible del movimiento sufragista inglés, Emmeline Pankhurst, pronuncia en Connecticut su famoso discurso “Freedom or Death”. María de Maeztu denuncia a quienes se burlan de las sufragistas, que no son solo hombres, sino también muchas mujeres temerosas de perder el amparo masculino y de verse abocadas a un mercado de trabajo competitivo e implacable, y así dice: “El mayor obstáculo que se ofrece al feminismo no lo presentan los hombres, sino las mujeres, aquellas para quienes la emancipación económica resulta, no una idea liberadora, sino una promesa de esclavitud” (Maeztu 1913: 416). Para ella el feminismo surge entre las mujeres de clase media, puesto que las “mujeres del pueblo” trabajan codo a codo con los hombres y sus demandas son las que defiende el movimiento obrero, y las mujeres de clase alta, privilegiadas, pretenden preservar su vida fácil y cómoda. Y en este punto expone las características del feminismo español, mucho menos politizado y combativo que el anglosajón; según Shirley Mangini (2001: 93), se trataba de “un feminismo de base, cuya primera y más esencial meta era según la burguesía un imprescindible movimiento pedagógico masivo para las mujeres españolas”, línea en la que se inscribe plenamente María de Maeztu.

Tal vez la definición más conocida del feminismo de María de Maeztu sea la expresada en el artículo “Lo único que pedimos”, escrito originariamente en 1917 e incluido por Gregorio Martínez Sierra en su libro La mujer moderna, editado en 1920 (Porto; Vázquez Ramil 2015: 221-223). Se trata de un texto breve y contundente, de ahí su éxito, sobre todo las primeras frases:

Soy feminista: me avergonzaría de no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar, como persona, en la obra total de la cultura humana. Y esto es lo que para mí significa, en primer término, el feminismo; es, por un lado, el derecho que la mujer tiene a la demanda de trabajo cultural, y, por otro, el deber en que la sociedad se halla de otorgárselo.

El artículo fue escrito al final de la Primera Guerra Mundial, que supuso un vuelco importante en la situación de las mujeres europeas, las cuales, durante el conflicto, se habían incorporado masivamente al mercado laboral. María de Maeztu reitera los argumentos expresados en el artículo que en 1913 había publicado en la revista Estudio y afirma que los mayores enemigos del feminismo no son los hombres, sino las propias mujeres, bien por temor, bien por egoísmo, y afirma que el medio para superar los obstáculos es la educación; por ello, cuando milite en organizaciones feministas, lo hará para defender la educación de las mujeres, y más concretamente la educación superior, puerta de acceso al mundo profesional.

3.2. Militancia activa en agrupaciones feministas

Cuando María asume la dirección de la Residencia de Señoritas, en septiembre de 1915, ve la ocasión de plasmar su ideario feminista en la práctica, proporcionando a las mujeres recursos para acceder a la enseñanza superior y crear “un tipo superior específico de cultura femenina”, articulado precisamente por “las muchachas de nuestras clases medias” (JAE 1925: 378). Al mismo tiempo, milita en agrupaciones feministas de carácter burgués que reivindican el sufragio femenino y la igualdad de derechos civiles; y así es de las primeras en inscribirse en la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), fundada en 1918 por María Espinosa de los Monteros e Isabel Oyarzábal de Palencia, y en la que también militaron Victoria Kent y Clara Campoamor.

Impulsa también en la Juventud Universitaria Femenina9, creada en 1920, de la que es nombrada presidenta; el fin de esta asociación era facilitar el acceso de las mujeres a la educación superior y a todas las profesiones (Vázquez Ramil; Porto Ucha 2015: 210); el nombramiento de María de Maeztu como presidenta no es casual dado el peso de las residentes entre las primeras asociadas. La Juventud Universitaria conecta con la International Federation of University Women, creada en Londres en julio de 1920; pero la Federación Internacional sólo admitía mujeres con carreras universitarias concluidas, y por ello en enero de 1921 nace la Federación Española de Mujeres Universitarias, presidida asimismo por María de Maeztu y con sede en la Residencia de Señoritas de Madrid (IFUW 1921: 16); ejerce como secretaria la doctora Elisa Soriano Fischer, oftalmóloga y primera médica española de la Marina Mercante. Dado el escaso número de mujeres licenciadas o doctoras en este momento, las afiliadas son escasas hasta mediados de los años 20 y los nombres tienden a repetirse, siendo el de María de Maeztu el más recurrente, junto a la doctora Elisa Soriano.

El 4 de julio de 1921 acude a la reunión de la International Federation of University Women que se celebra en la London School of Medicine for Women y pronuncia el discurso “The Higher Education of Women in Spain” (Porto Ucha y Vázquez Ramil 2015: 210-220) donde da cuenta del largo proceso de incorporación de las españolas a los estudios universitarios, cuya sanción oficial, como hemos visto, data de 1910. En el interesante discurso, de una lucidez indiscutible, María analiza la evolución del sistema educativo español y el carácter secundario de la educación de la mujer hasta el siglo XX, cuando en ciertas capas de la sociedad se asume la conveniencia de preparar a las mujeres para actividades profesionales en un mundo cada vez más complejo; la carrera femenina por excelencia era la del magisterio, corta y económica y con resultados tangibles, “since both custom and the law agreed in leaving primary education chiefly in the hands of women” (Porto Ucha; Vázquez Ramil ٢٠١٥: ٢١٥). La incorporación de la mujer a carreras superiores es constante, alentada, como señala María de Maeztu, por el ejemplo de la Residencia de Señoritas de Madrid, que ofrece a las estudiantes alojamiento, clases complementarias y becas, y por la Junta para Ampliación de Estudios, que otorga pensiones para ampliar estudios en el extranjero. La incorporación a la International Federation of University Women se justifica por la experiencia de otros países, capaces de prestar consejo y ayuda a las mujeres que desean desarrollar carreras profesionales10.

El 19 de julio de 1922 María de Maeztu asiste a la conferencia bianual de la Federación Internacional que se celebra en el American University Women’s Club de París. En la reunión se tratan las dificultades que las mujeres universitarias encuentran a la hora de incorporarse al mundo laboral, y se señalan los problemas que surgen en países latinos, concretamente en Francia, Italia y España, reacias al asociacionismo, del que se dice: “It is a temperamental obstacle, an instinctive preference for individual rather than group activity” (IFUW 1922: 10). En el caso concreto de España, las mujeres acuden sin problemas a la Universidad, pero “it is difficult for them to find profesional openings afterwards”.

Uno de los fines esenciales de las asociaciones pertenecientes a la Federación Internacional de Mujeres Universitaria es el de fomentar el intercambio de estudiantes entre los países miembros, y al efecto se constituye en 1920 un Comité de Becas presidido por María Goyri de Menéndez Pidal e integrado por María de Maeztu, la doctora Trinidad Arroyo de Márquez, José Castillejo en nombre de la JAE y Zenobia Camprubí, esposa del poeta Juan Ramón Jiménez, en calidad de secretaria (Vázquez Ramil 2015b: 272). La política de intercambios fue un éxito, y en el caso de la Residencia de Señoritas, se gestionó a través de convenios con una serie de colleges femeninos estadounidenses, como Smith, Bryn Mawr, Wellesley o Barnard.

En agosto de 1923 María de Maeztu aprovecha un viaje a Estados Unidos para asistir a la reunión del Congreso de la American Association of University Women en Portland (Oregón).

La actividad de María de Maeztu en la Federación Internacional de Mujeres Universitarias fue intensa hasta 1925; también fue destacada la labor de otras asociadas españolas, como Victoria Kent o Clara Campoamor, quien representa a España en el Congreso que la IFUW celebra en Viena en 1927.

El XII Congreso Internacional se reunió en España en la segunda quincena de septiembre de 1928; los actos congresuales tuvieron lugar en Barcelona, Sevilla y Madrid, y la sede oficial de los mismos fue la Residencia de Señoritas, donde se alojaron la mayoría de las congresistas (Vázquez Ramil 2001: 277). El Congreso fue ampliamente reseñado en la prensa de la época; de especial interés es el artículo publicado por Clara Campoamor en la revista madrileña Estampa y titulado “Mujeres de 30 países visitan España”.

La rama internacionalista del movimiento feminista español giró en los años veinte en torno a la obra de María de Maeztu y la Residencia de Señoritas y sirvió, sobre todo, para estrechar lazos de intercambio con Universidades extranjeras, especialmente norteamericanas, pues eran líderes en todas las actividades de la IFUW. No obstante, el número de afiliadas españolas fue escaso; en 1928 la Juventud Universitaria Femenina Española tenía sesenta y ocho afiliadas, mientras que la IFUW reunía a 48.568 mujeres (Vázquez 2001: 277).

3.3. El Lyceum Club, lugar de encuentro de intelectuales y burguesas

En abril de 1926 María de Maeztu promueve, junto a un grupo de mujeres, una asociación o círculo de reunión, el Lyceum Club Femenino; María se ocupa inicialmente de la presidencia. El fin de esta sociedad era: “Defender los intereses morales y materiales de la mujer, admitiendo, encauzando y desarrollando todas aquellas iniciativas y actividades de índole exclusivamente económica, benéfica, artística, científica y literaria que redunden en su beneficio” (Lyceum Club 1929: 2).

Colaboraron en la creación del Lyceum Isabel Oyarzábal Smith, Victoria Kent, Zenobia Camprubí, Helen Phipps, Amalia Galinizaga, María Martos de Baeza, Carmen Monné de Baroja, entre otras mujeres muy conocidas en la sociedad de la época11; el Club constaba de siete secciones promotoras de otras tantas actividades: social, musical, artes plásticas e industriales, literatura, ciencias, internacional e hispanoamericana; la primera sección se encargó de revisar la posición legal de la mujer y de crear guarderías para hijos de trabajadoras; las restantes de promover conferencias, veladas, sesiones cinematográficas y cursos: García Lorca habló en sus salones de “Imaginación, inspiración y evasión en poesía”, Manuel García Morente de “El espíritu filosófico y la feminidad”, Unamuno leyó su drama Raquel encadenada, y Rafael Alberti provocó un monumental escándalo al presentarse vestido de payaso para dar una conferencia insólita “Palomita y galápago (¡No más artríticos!)” (Alberti 1978: 282-289); otros, como Jacinto Benavente, hicieron gala de una misoginia incurable negándose a hablar “a tontas y a locas”. El Lyceum reunió a un grupo de mujeres de la burguesía madrileña y a algunas extranjeras; la presidencia efectiva fue desempeñada por María Lejárraga, esposa de Gregorio Martínez Sierra, dadas las múltiples ocupaciones de María de Maeztu, y la secretaría por la eficaz Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jiménez (Aguilera 2011: 65-90).

La presencia de María de Maeztu en el Lyceum Club era obligada dada su relevancia como directora de la Residencia de Señoritas y sus contactos con la Federación Internacional de Mujeres Universitarias; no obstante, ocupó el puesto solo dos años y como figura representativa, pues la verdadera presidenta del Lyceum fue Isabel Oyarzábal12, quien ocupó el puesto desde 1928 hasta 1934. En el Lyceum se reunían las esposas de los intelectuales más destacados de la época13 (Ortega, Marañón, Martínez Sierra, Juan Ramón Jiménez, Pérez de Ayala, Besteiro, Casares Quiroga, Azaña…), un buen número de extranjeras que vivían en Madrid e incluso títulos nobiliarios; era un lugar agradable, de buen tono, instalado en la Casa de las Siete Chimeneas, en un entorno refinado y exclusivo.

Shirley Mangini (2006: 126) resalta la importancia del Lyceum Club como lugar que permitió a las mujeres desarrollar “una vida social y cultural de convivencia entre mujeres”, demostrar sus talentos en un foro propio y proponer cambios en su situación social y jurídica. En todo caso, la presencia de María de Maeztu en los salones del Lyceum fue relativamente escasa, dadas las muchas ocupaciones que debe afrontar en esa época, aunque los vínculos personales con muchas de las asociadas eran fuertes.

4. La última vuelta del camino

María de Maeztu realizó no pocas actividades pero su dedicación preferente, la que centró las restantes, fue la dirección de la Residencia de Señoritas; hizo de ella su casa, como habían hecho antes los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza con su obra, y la amplió desde unos orígenes modestos (treinta mujeres en dos hotelitos) a una entidad digna, muy semejante a un college de estilo americano, cosmopolita y abierto a mujeres de diferentes países.

Su estrella, como la de tantos otros, cambiará de signo con la guerra civil: en octubre de 1936 es ejecutado en Aravaca Ramiro de Maeztu, el hermano predilecto; María sale entonces de Madrid y se dirige a Francia, para entrar desde allí en la España nacional. En septiembre de 1936 María presenta su dimisión como directora de la Residencia de Señoritas.

Durante la guerra María no ceja en su actividad docente y de conferenciante en el extranjero, en Estados Unidos, en Chile, en Uruguay y en Argentina, donde se le ofrece una cátedra en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, al tiempo colabora en el diario La Prensa.

Estos años son de dolor y de profunda reversión ideológica: María de Maeztu, muy afectada por el drama de la guerra civil, se considera heredera de su hermano Ramiro y propagadora de sus ideas imperiales.

Tenía intención de regresar definitivamente a España, pero la muerte la sorprendió en Mar de Plata el 7 de enero de 1948. Su cadáver fue trasladado a España y sepultado en Estella el 9 de febrero de 1948.

Fuentes primarias

Documentación del Archivo de la Residencia de Señoritas de Madrid (ARSM), en depósito en la Fundación Ortega y Gasset-Marañón de Madrid.

Archivo de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (Archivo JAE), accesible en: http://archivojae.edaddeplata.org/jae_app/JaeMain.html

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1 María de Maeztu, “Historia de la cultura femenina en España”, conferencia pronunciada en el Centro Gallego de Montevideo el 24 de julio de 1926.

2 Archivo JAE: Expte. JAE/90-39, p. 7.

3 Archivo JAE: Expte. JAE/90-39, pp. 13-14.

4 Archivo JAE: Expte. JAE/90-39 (p. 41). Carta de María de Maeztu a José Castillejo (Marburg, 17 de febrero de 1913).

5 Archivo JAE: Expte. JAE/90-39 (p. 45). Carta de María de Maeztu a José Castillejo (Marburg, 15 de abril de 1913).

6 ARSM. Comunicación de Santiago Ramón y Cajal, presidente de la Junta, al Ilmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes; Madrid, 12 de junio de 1915. CAJA: Residencia (sección Bullón-Maeztu).

7 R.D. de 10 de mayo de 1918; en el Instituto-Escuela las enseñanzas se distribuían en nueve grados: los tres primeros correspondientes a la sección primaria y los seis restantes a la secundaria. María de Maeztu se ocupó de la dirección de la sección primaria, auxiliada por María Goyri, esposa de Menéndez Pidal, una de las primeras universitarias y primera doctora en Filosofía y Letras.

8 El ovetense Federico de Onís estuvo vinculado a la JAE desde los inicios, como María de Maeztu, con quien mantuvo una cordial relación profesional durante años. Al igual que María, Federico recibió el magisterio de Unamuno y Ortega; la correspondencia entre ambos fue fluida, cuando Federico de Onís desempeñaba el puesto de director del Instituto de la Españas en Estados Unidos.

9 María de Maeztu ocupa desde 1926 la vicepresidencia de la Juventud Universitaria Femenina, encargándose de la presidencia la doctora Elisa Soriano. En 1929 asume la presidencia de la entidad la abogada Clara Campoamor, quien imprime un sello más social y reivindicativo a la entidad, reclamando activamente el derecho al sufragio (Maillard 1990).

10 En 1921 forman parte de la Federación Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, España, Francia, India, Noruega, Suecia y Holanda, y están pendientes de incorporarse Australia, Checoslovaquia, Finlandia, Italia, Nueva Zelanda, Rumanía y Serbia.

11 Puede verse una recreación del Lyceum en el libro de José Antonio Marina y Mª Teresa Rodríguez de Castro, La conspiración de las lectoras, Barcelona, Anagrama, 2009.

12 Isabel Oyarzábal Smith (1878-1974) fue una conocida articulista, casada con el intelectual Ceferino Palencia. Muy cercana a María de Maeztu, dio varias conferencias en la Residencia de Señoritas. Secretaria del Consejo Supremo Feminista de España, durante la República fue nombrada ministra plenipotenciaria en las Naciones Unidas. Murió en México. Entre sus obras destaca I Must Have Liberty (1940) (Vázquez 2012: 251).

13 Ello dio pie a que lo bautizasen como “el club de las maridas”, con tono ácido.

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