Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 5. Profesoras y pedagogas

Antonia Maymón por una cultura de acción en favor de la escuela racionalista

M. Belén Hernández González

Universidad de Murcia

Resumen: Antonia Maymón (1881-1959) fue una destacada escritora, activista y pedagoga durante el primer tercio del siglo XX; aunque sus últimos años se apagaron en el olvidado pueblo de Beniaján –municipio de Murcia– en absoluta miseria. Inició su carrera como maestra, formada según los principios de la Escuela Racionalista, pensamiento al que no renunció durante toda su vida, pues sirvió de cauce para múltiples intereses. En este trabajo se ilustran sus logros en la lucha feminista y los principales hitos de su abundante obra, publicada en revistas de forma continuada entre 1918 y 1939 y dedicada especialmente a la educación de las mujeres.

Palabras clave: ensayo, educación, género, anarquismo, naturalismo.

1. El magisterio por vocación

Nacida en Madrid el 18 de julio de 1881, sus padres y abuelos eran aragoneses. Tras unos años en la capital regresaron a Zaragoza, ciudad donde Antonia cursó los estudios de maestra de primera enseñanza en la Escuela Normal Femenina. Allí conoció al que sería su esposo, el maestro racionalista Lorenzo Laguna, con quien se unió muy joven, y junto al cual trabajó en la Escuela Moderna de Zaragoza entre 1908 y 1910, colaborando en numerosas publicaciones del denominado Boletín de la Escuela Moderna. Enseñanza Científica y Racional. Ésta era una publicación mensual en favor de los novedosos ideales pedagógicos traídos de Francia por Ferrer y Guardia, famoso anarquista y controvertido impulsor de la educación progresista a principios de siglo.

Después de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona, la pareja entra en contacto con Josefa López y Teresa Claramunt, libertarias que habían sido desterradas a Aragón por su actuación durante estos hechos. En 1910 Maymón aparece en el comité de redacción de Cultura y Acción, periódico fundado por Manuel Buenacasa (1977); ese mismo año las protestas del grupo libertario en contra de la guerra en Marruecos son perseguidas y por ello se verá obligada a refugiarse en Burdeos. En Francia continuará participando en mítines y acciones de protesta organizadas por los círculos republicanos, socialistas y anarquistas. Volverá a España tras la muerte de su marido, con la amnistía de 1913. A partir de entonces, ya en solitario, dedica todos sus esfuerzos a la educación y la propaganda en torno a las organizaciones sindicales.

Los anarquistas proponían ya desde principios de siglo un modelo de mujer moderno, por tanto en materia de educación entre sus funciones sobresalen: publicar a favor de los postulados racionalistas en periódicos y revistas; presentar conferencias en reuniones propagandísticas, ateneos y mítines; participar en manifestaciones o huelgas; y ejercer como maestras. Antonia como activista libertaria convencida desempeñó intensamente todas es funciones y muy en particular la de maestra racionalista.

En efecto, su trayectoria vital está unida y supeditada a su labor en la escuela y ello explica la gran frecuencia de sus traslados, que responden a los requerimientos de los diferentes grupos interesados en crear colegios racionalistas. En este ámbito la relevancia de su figura era indiscutible: Maymón participó en la fundación de las FAI (Gómez Casas, 2002) y representó el paradigma de la maestra libertaria, enseñando con el ejemplo a los niños de las escuelas y a los adultos afiliados a sindicatos. Entre las misiones que desarrolló para este fin, destaca la publicación de Crónica de escuelas: que hablen los niños (1932), una serie de textos escogidos entre los trabajos de sus alumnos comentados por la autora, donde se ilustra la convivencia en las escuelas modernas. Esta labor se consideraba esencial para mostrar a una sociedad, hasta entonces tradicionalmente católica, que la elección de un colegio laico para la educación de sus hijos implicaba el desarrollo integral de la persona de acuerdo con unos presupuestos morales y de progreso. Sin embargo, en casi todas sus escuelas se topó con fuertes resistencias por parte de los sectores católicos y conservadores, que provocaban enfrentamientos, con la consecuencia de que sus estancias en determinadas poblaciones fueran muy cortas. Ejercerá en la Escuela Horaciana de Sant Feliú de Guixols, y en la escuela racionalista de Terrassa (creada por la Mutualidad Cultural y Cooperativista de Terrasa) y Elda. Ya proclamada la IIª República, la encontramos ejerciendo en las de La Vila Joiosa y en la población murciana de Beniaján, en la escuela creada por el Sindicato Obrero El Progreso.

En esta última residencia, Maymón desempeñó una importante labor social que está siendo revalorizada en los últimos años y que trataremos de ilustrar a continuación. Fundó en ١٩٣٢ los llamados Ateneos anarquistas, lugares de encuentro para la educación política y académica de adultos. Su éxito como oradora en los principales teatros de la ciudad1 le concedió un papel protagonista en la fundación del movimiento Mujeres Libres en 1936.

En un contexto de intensa reivindicación por la igualdad de clases, la pedagogía racionalista, debido a sus numerosos detractores, exigía a los profesores el desarrollo de documentos de difusión social. Por consiguiente, Antonia Maymón se convirtió en una extraordinaria ensayista, como ya tuve oportunidad de comentar en 2014, con ocasión del curso Mujeres de buenas artes, organizado en Mazarrón por la profesora Leonor Sáez. Algunos de sus principales títulos son: Anarquismo y naturismo (1925); Hacia el ideal (1927); Humanidad libre. Esbozo racionalista (1931); y Amamos (1932). Como parte de su programa pedagógico para mujeres, Maymón compuso también tres novelas breves, para la Revista Blanca, tituladas: Madre (1925); La perla (1927) y El hijo del Camino (1931). Todas destinadas a educar a las jóvenes hacia una maternidad consciente; es decir, a fin de subrayar la importancia de formarse para ser capaces de educar a los hombres y mujeres del mañana en un ideal de justicia, higiene e igualdad entre sexos.

Fig.1: Portada de la novela La madre,
suplemento a La revista blanca (1925)

Sus escritos se encontraban hasta hace muy poco dispersados en numerosas revistas libertarias de difícil localización. Hoy finalmente han sido reunidos en su mayor parte en un volumen biográfico titulado Antonia Maymón, anarquista, maestra, naturista, editado por M. Carmen Agulló y M. Pilar Molina (2014)2. De esta producción destacaremos en esta sede una selección de escritos sobre el programa de educación racionalista.

2. La Escuela Moderna según los postulados de Ferrer y Guardia

Al leer algunos de los primeros escritos de Antonia Maymón, advertimos el ardor de sus ideales juveniles, encendidos por fe absoluta en el progreso de los pueblos a través del proyecto anarquista:

¿Puede darse amor más generoso que el difundido por las ideas anarquistas? Cuando se halle establecida la anarquía y todos disfruten la vida según la marca de las leyes naturales; cuando ninguna ciudad ostente placas que no permitan la mendicidad, supuesto que no habrá nadie que le falte lo necesario, habiéndose relegado al olvido esa palabra hipócrita y embustera que se llama caridad, para sustituirla por esta otra: solidaridad; cuando, en fin, todos trabajen para el bien común y no para el particular, y en esta comunidad encuentren satisfechos todos sus anhelos, los hombres se admirarán de ver que hubo una época en que unos cuantos se obstinaban en amordazar a quienes predicaban este ideal de amor social, que mirando al bien de todos comprendía a los mismos perseguidores. (Maymón, 1908).

La ideología anarquista en los primeros años del siglo XX se propagó por toda Europa a partir del convencimiento de que todos los hombres son iguales por naturaleza. La sociedad debe ser instruida en la actividad racional. En vistas de que está demostrado que el poder corrompe a quien lo detenta, una vez educado en el comunismo libertario, el Estado debería ser neutralizado o eliminado por parte del pueblo. Así afirma Maymón en el mismo ensayo: “¡Paso al progreso! Que en su marcha vertiginosa reducirá a polvo los Estados, borrará las fronteras y hará verdadera esta exclamación: ¡Viva la humanidad libre!” (Maymón3, 1908).

Ferrer y Guardia, el más influyente promotor de la Escuela Racionalista, tuvo ocasión de entrar en contacto estas ideas durante su exilio en Francia, entre 1886 y 1901. Anteriormente había militado en las filas del anarquismo, con grandes dotes propagandísticas que más tarde emplearía para la difusión de su pedagogía. En París, además de relacionarse con los principales miembros de la iniciativa pro-enseñanza libertaria francesa4 (Charles Malato, J. Grave, J. Ardoin), comenzó a leer las obras de Max Nettlau, Eliseo Reclus y Proudhon entre otros; mientras daba clases de español para ganarse la vida. Una de sus alumnas, Ernestine Meunié, convencida de su causa, le donó una importante fortuna. Gracias a ello, Ferrer volvió a Barcelona y pudo inaugurar la primera Escuela Moderna en agosto de 1901y publicar el Boletín de la Escuela Moderna, a fin de propagar las nuevas ideas sobre educación en Cataluña y sucesivamente al resto de España.

Fig. 2: Ejemplar del Boletín de La Escuela Moderna (1909)

Ferrer era consciente de que la aplicación práctica de los principios libertarios debía moderar los discursos utópicos del anarquismo inicial, a fin de basar su pedagogía en ideales de progreso más sólidos que las tendencias políticas radicales que habían suscitado el rechazo general. Era necesario conducir el comunismo revolucionario hacia una sociedad libertaria no violenta, fruto de la acción racional e inteligente de la mayoría. Con este propósito, a partir de 1904 refuerza sus relaciones con científicos y profesores universitarios extranjeros, proponiendo una escuela fundamentada en la razón y la experimentación científica incluyéndola en nuevos materiales didácticos (Capelletti, 1980). Para Ferrer, el ejercicio de la razón era el único capaz de enfrentarse a los dogmas religiosos y políticos; de este modo, los niños de las escuelas modernas aprendían que la ciencia era la única maestra de la vida; sólo gracias a ella el conocimiento humano podía abrirse a la realidad, eliminando las distinciones entre la inteligencia de hombres y mujeres desde la infancia: una educación racional, integral, mixta y libertaria; como defiende Ferrer en el ensayo Necesidad de la enseñanza mixta:

Ya se ha mencionado sobre la necesidad de la enseñanza mixta para lograr la igualdad entre los dos sexos: que las/os niñas/os tengan idéntica educación, que por semejante manera desenvuelvan la inteligencia, purifiquen el corazón y templen sus voluntades para que la humanidad femenina y masculina se compenetren desde la infancia llegando a ser la mujer la compañera del hombre. Pero este carácter no basta solo en la educación sino que debe generalizarse a todos los ámbitos de la vida porque si no serán deficientes al no contar con la población femenina. Por ejemplo, el trabajo humano debe ser mixto en lo sucesivo, tiene que estar encomendado al hombre y a la mujer. (Ferrer, 1901:1)

El maestro de la escuela moderna se definía como guía, presentador de las ideas de distintos autores, pero nunca impositor de verdades absolutas. De esta manera, inspirados por la enseñanza de la razón, se proponía la neutralidad ideológica, que posteriormente sería desarrollada en las escuelas de los sindicatos libertarios hasta 1939. Los niños educados según los principios científicos y racionales se convertirían de adultos en los mejores defensores del ideario anarco-libertario. Así lo expresaba Ferrer en uno de sus últimos escritos:

Una obra de razón, de paz y serenidad espiritual, enteramente ajena a las pasiones humanas y a las ambiciones de secta o partido. Es una labor esencialmente pedagógica, que no tiene otra finalidad que despertar la actividad de todas las facultades del niño: debe educar el cuerpo, cultivar la inteligencia y dar personalidad propia a la voluntad; de esta manera se forma el carácter y con ello se forjan los hombres del porvenir, que se guían por convencimiento individual derivado del propio razonamiento. La educación racionalista elimina de la mente del niño todo prejuicio heredado y procura enderezar sus sentimientos por las vías de una moral esencialmente humana preparándole para la noble práctica del altruismo en una sociedad solidarizada. (Ferrer, 1910: 1)

Sin embargo, las escuelas racionalistas fueron perseguidas en Cataluña y Levante en los primos años del siglo debido a la presión católica y conservadora. Antonia Maymón en 1907, cuando Ferrer fue detenido por apoyar la huelga general en Barcelona, escribe un ensayo titulado Necedad humana, aparecido en el número extraordinario de Humanidad Nueva (12 junio 1907: 5-6). Son páginas dedicadas a la educación racionalista, fruto de una revolución intelectual tan radical que: “libra la inteligencia de la niñez de enseñanzas envenenadas y prepara a los hombres conscientes incapaces de prestar sus servicios al engaño de cualquier clase que sea” (Maymón, 2014: 182). Maymón describe a Ferrer como víctima de la necedad humana, más confía en que la enseñanza racionalista seguirá adelante: “Apoyada en la verdad y la razón, dos fuerzas capaces de contrarrestar el fanatismo y la tiranía más absoluta” (Maymón, 2014: 184).

Dos años después, los esfuerzos por difundir los ideales de una sociedad solidaria y racional pusieron a Ferrer en punto de mira del gobierno de Maura, hasta el punto de ser injustamente acusado de promover los disturbios de la Semana Trágica de Barcelona. En un juicio muy polémico5, criticado desde el extranjero por figuras como Anatole France o William Archer, Ferrer fue condenado a muerte en octubre de 1909. En 1932 en el aniversario de la desaparición del pedagogo, Antonia Maymón escribió otro ensayo sobre la educación titulado Racionalismo, publicado en la revista Solidaridad Humana, (nº5, 1 junio:3). En esta ocasión la argumentación de la autora es mucho más amarga: “Los cuervos graznaron satisfechos alrededor del cadáver de Ferrer y su obra; pensaron que muerto él, quedaba también muerta su enseñanza” (Maymón, 2014: 205). Citando a Ramón de Campoamor (“No olvides un instante / que es quedarse detrás no ir delante”), Maymón propone seguir luchando por la educación libertaria, a fin de superar “la abrumadora cortina de la ignorancia”. No hay que limitar los programas a las necesidades del momento, sino dejar abierta la posibilidad de perfeccionarlos según las necesidades del futuro y con ayuda de las ciencias positivas. En sus palabras:

El racionalismo es el horizonte ilimitado ante el cual nadie se siente capaz de decir la última palabra; es la piqueta demoledora de todos los errores y es el tamiz por donde pasan todos los problemas humanos; es la naturaleza manifestándose al hombre, tanto más verdadera cuanto más desprejuiciado se la estudie. (Maymón, 2014: 205).

Recorriendo la historia de la pedagogía, desde Fenelón a Méntor, Maymón llega a las ideas modernas de Rousseau y Pestalozzi. Éste último es tratado también en otros escritos de la autora como un modelo a seguir por sus experiencias educativas con niños huérfanos6; él fue pionero en la pedagogía centrada en el niño, “alfa y omega de todos los sistemas educativos”. Así pues, preservando más la obra que la persona de Ferrer, Maymón describe el camino recorrido desde 1907 a los años treinta, dejando abierta la esperanza de una auténtica regeneración humana a través de la renovación educativa, el medio más eficaz para conseguirla.

3. La educación racionalista para mujeres

Comprometida con la educación racionalista especialmente destinada a las mujeres, Antonia Maymón luchó durante toda su vida por la igualdad de sexos, aunque rechazó el feminismo militante de su tiempo, por enfrentar a hombres y mujeres. La visión igualitaria de la autora era muy distinta, como ahora veremos.

Uno de los pilares de la ideología anarquista era difundir activamente sus ideas a través de la promoción de organizaciones locales, ubicadas en poblaciones estratégicas donde se concentraban las fábricas o centros industriales, a fin de proporcionar una formación tanto a los adultos como a los niños. Antonia, paralelamente al desarrollo de su labor pedagógica, dedicaba todos sus escritos a promulgar la doctrina racionalista en numerosas ciudades del Levante. Ya durante los años veinte era muy conocida por los ensayos aparecidos en las principales revistas anarquistas: Helios, La Revista Blanca, Generación Consciente, Naturismo, Iniciales y Ética. Pero la actividad periodística de la autora a partir de la proclamación de la II República será abrumadora; entre otros, colaboró con las siguientes revistas y diarios: Vida y Trabajo (1932-1934), Tierra y Libertad (1933), Estudios (1934), La Verdad (1931-36), Inquietudes (1934), Tiempos Nuevos (1934), Solidaridad Obrera (1936), Acción Social Obrera, La Protesta (1935) y Mujeres libres (1936) (Agulló-Molina, 2014: 105).

Fig. 3: Algunas de las revistas donde colaboró A. Maymón

En la mayor parte de sus trabajos afronta el tema de la educación, considerado el factor más importante de la regeneración social. Uno de los obstáculos principales es la incultura femenina, en el sentido integral. En el ensayo de tres entregas titulado Regeneración humana de 1921-1922, Maymón subraya la necesidad de la educación física para mujeres y niñas: “no hay que olvidar la ignorancia que en punto de educación física hay en las mujeres”. Teniendo en cuenta que las mujeres tenían a su cargo numerosos hijos, ellas debían ser conscientes de los prejuicios de la falta de higiene en la crianza, así como las nefastas consecuencias del alcohol y el otros vicios que producen enfermedades. “El primer punto a resolver es el de la educación de la niñez, la capacitación de la mujer en el sublime y hoy tan mal cumplido deber de la maternidad” (Maymón, 2014: 185). Para erradicar la ignorancia de las más elementales medidas de higiene y salud, la autora propone el estudio de la maternidad, para aprender nociones de nutrición y del funcionamiento del cuerpo humano, incluyendo los genitales, en esta época considerados tabú. Así mismo, criticaba el uso de corsés, zapatos incómodos y productos químicos que usaba la mujer sofisticada, pues entorpecía el libre movimiento del cuerpo e impedía la actividad física. Desde la infancia, hombres y mujeres debían crecer juntos y sin artilugios que impidiesen participar en el mundo moderno. Que los niños corran y jueguen por espacios abiertos y que la base de la educación sea la salud completa, “sin ella no existen ni el bien, ni la justicia, ni nada”.

Del mismo modo, urge una regeneración humana desde el punto de vista intelectual. Por ello, desde la primera infancia se debe estimular la inteligencia, en lugar de atender exclusivamente al aprendizaje de memoria. Según Maymón, lamentablemente se confundía la instrucción con la educación.

Los padres y maestros quieren ver el resultado inmediato de la enseñanza y están contentos de oír recitar sin punto una lección de cualquier asignatura, sin cuidarse de desarrollar gradual y armónicamente todas las facultades del niño, y mucho menos de acostumbrarlos a formar juicios por cuenta propia, ni a tener voluntad firme y determinada en todos sus actos, dando por resultado a esos seres indecisos, sin voluntad ni raciocinio, que necesitan quien guíe sus actos y les marque el rumbo de su vida. (Maymón, 2014: 187)

Maymón critica la escuela tradicional porque lejos de estimular la inteligencia, acostumbran a los niños a ser rebaño. Otro factor contra el desarrollo intelectual es el mercantilismo, que en lugar de dignificar el amor a la ciencia, premia el estudio para hacer dinero, aupando a profesionales que propagan mentiras. En relación con este tema, en otro artículo sobre educación publicado la revista Mujeres Libres7 en 1936, la autora ataca los libros de lectura de las escuelas españolas de su tiempo. Especialmente los destinados a mujeres, como La buena Juanita, cuya protagonista es una niña estudiosa y llena de virtudes, pero incapaz de distinguirse por sus ideas. Comenta sobre los contenidos de los manuales:

Con estas ñoñeces se inicia la niñez y, como e bien por el bien se ha quedado en el tintero de quien las ha escrito, o por mejor decir, en el cerebro de quien no dio más de sí, todas esperan en la niñez el hada que las llene de alabanzas y bombones; en la juventud, el príncipe que las cubra de oro y diamantes, y en la vejez la muerte que las libre de penas y calamidades […] Los libros siguen de generación en generación con las mismas tonterías. (Maymón, 2014: 213)

También los cuentos infantiles amedrentan al niño, perpetuando las creencias supersticiosas y los acostumbran a cosas absurdas y sobrenaturales. Esos relatos perjudiciales, poblados de brujas y monstruos, deberían ser sustituidos por observaciones reales y racionales. “Otro tanto sucede con esos cuentos en que por arte de birlebirloque, las mujeres se encuentran transformadas en princesas y los hombres en millonarios o herederos de reinos”, afirma en el ensayo Cuentos, aparecido en la revista Floreal (1928) (Maymón, 2014: 200). En cambio, en la realidad existe la aplicación útil de las fuerzas naturales y el necesario equilibrio físico y moral de la sociedad para trabajar de manera digna.

En consecuencia, el tercer factor esencial para la regeneración humana, junto a la educación física e intelectual es la moral, considerada la higiene del alma. Según Maymón, la educación moral comienza antes de nacer el individuo, pues la primera maestra de moral es la madre. La educación escolar corre pareja a la doméstica, y por ello en pos de la disciplina ésta no debería ahogar los sentimientos del niño hasta el punto de hacerle ocultar o fingir sus sentimientos. Se propone, por tanto, una escuela sin premios ni castigos:

El sistema de premios y castigos es una de las cosas que más falsean las ideas de moral de la niñez. Hay que acostumbrar al niño a razonar sus actos y no a ejecutarlos sin reflexión; ni la obediencia ciega al superior, ni la rebeldía sin raciocinio, sino la serenidad del que, razonando sus actos, ni se impone por la fuerza, ni se deja dominar sin razón.. (Maymón, 2014: 190).

Fig. 4: Primera edición de Esbozo Racionalista (1931).

Coartados por el temor o la hipocresía, según Maymón, no es posible aprender moral; para ello es necesario sentir la satisfacción que produce hacer el bien y convencerse de que éste es la única guía de la conciencia, pues todo lo que no sea conciencia propia no es moral.

En el ensayo Esbozo Racionalista, la autora reúne todos los postulados de la escuela racionalista de una manera sencilla y ejemplificadora, abriendo paréntesis para resolver los argumentos con los que la sociedad criticaba sus ideas, y todo ello a fin de dar herramientas de reflexión a sus colaboradores, y sobre todo a las mujeres, puesto que eran necesarias para esta causa nuevas maestras que sirvieran de guía en las escuelas modernas.

4. Años finales

Los años siguientes a la guerra fueron los más oscuros para la maestra racionalista Antonia Maymón. En 1939 fue expedientada y acusada de adhesión a la rebelión; tras un año a la espera de juicio, fue condenada a 12 años de prisión. Sufrió la miseria más absoluta, ayudada solamente por algunos vecinos que le procuraban algún sustento extra. Concedida la libertad condicional en 1945, todavía fue acogida Beniaján, en la casa de unos amigos exsindicalistas; la absolución de la condena llegaría en 19528. Para sobrevivir durante estos difíciles años mantuvo abierta una escuela para hijos de obreros en la Cuesta de las Azabaras, en las afueras del pueblo, muy cerca de la fábrica y de la huerta, como conmemora una calle que ahora lleva su nombre9. Todavía viven muchos de sus últimos alumnos, personas que han dado testimonio de su extraordinaria valía como educadora.

La única fotografía que se conserva de ella es el recuerdo de una de aquellas clases, con niños de todas las edades alrededor de su maestra. Según cuentan los que la conocieron10, era un gusto oírla conversar por la corrección y precisión de su vocabulario. Era corpulenta, austera en el vestir y siempre aseada en su miseria. En el pueblo, a pesar de la vigilancia política, era muy respetada y acudían a ella tanto los pobres, a cambio de ropa o alguna fruta, como otros más acomodados, que deseaban presentarse a oposiciones, ya que Doña Antonia tenía fama de preparar muy bien a los alumnos. Solía abrir todas las puertas y ventanas de la escuela, si algún pajarillo entraba, lo ponía en libertad en la huerta, donde acostumbraba llevar de paseo a sus grupos. Por las tardes hacía un poco de ejercicio y cada día iba a conversar con el sastre Vera, con quien había vivido los tiempos más difíciles.

Fig, 5 Fotografía de Antonia Maymón y su clase, hacia 1938.

De lo poco que se ha averiguado de su vida personal, se sabe que probablemente durante su estancia en Vila Joiosa adoptó a su hijo Manuel. Éste por entonces debía ser ya adulto, porque se le recuerda como ayudante de la escuela racionalista de esa localidad. A su llegada a Beniaján, cuando Antonia contaba ya 50 años, Manuel tenía alrededor de 20 y la ayudaba en la organización de las clases; solía acompañarla en sus paseos y baños matutinos, que siguiendo sus principios naturistas, se daban en invierno y en verano, para gran asombro de los vecinos. Estando ya en Murcia, adoptó a una niña de origen vasco llamada Violeta, la cual permaneció a su lado junto a Manuel hasta 1936. Tras el estallido de la guerra, ambos hijos adoptivos abandonaron a su madre y se fueron a vivir a Madrid, desentendiéndose de su relación, probablemente para salvar la vida. Ninguno de los dos quiso hacerse cargo de la anciana Antonia cuando muy enferma vivía de la caridad de sus amigos de Beniaján. Finalmente ella falleció en el hospital de Murcia –donde había estado recluida dos años– el 20 de diciembre de 1959. Manuel, el hijo del camino al que dedicara la novela La madre, dijo entonces que Antonia no era su verdadera madre. Violeta, requerida por uno de los antiguos alumnos de Antonia (José Cortés), también se desentendió de ella, e incluso quiso darle a éste los libros inéditos de la autora que aún conservaba11.

La vida al final fue ingrata con Antonia Maymón; sin embargo, su obra pedagógica y ensayística ha sobrevivido al olvido. La reciente edición de gran parte de sus libros permitirá estudiar su legado en relación con destacados intelectuales del primer tercio del siglo XX, como Ferrer Guardia, Luigi Fabbri, Federica Montseny, María de Maeztu y otras muchos ensayistas e ideólogas del momento todavía ausentes de nuestros libros de historia. No obstante, lo más extraordinario de la figura de Antonia Maymón es la fuerza de su compromiso ético que consiguió transmitir en las escuelas. De este modo, varias generaciones han mantenido la huella de sus enseñanzas y conservan de ella una forma de estar en el mundo. En los ojos de estos ancianos de hoy, que la conocieron en sus útlimos años, todavía brilla la imagen de su presencia; y con pocas palabras, algún hombre llamado Libertario (rebautizado Emilio) o alguna mujer llamada Luz, sonríen retrocediendo a ese espacio escolar al aire libre, con dibujos de cuerpo humano colgados de las paredes y una maestra abierta y avanzada, que incluso después de una guerra feroz, los dejaba boquiabiertos con sus palabras de solidaridad y armonía entre los pueblos.

Bibliografía

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1 Meses después del estallido de la Guerra Civil se produjo una de sus intervenciones más aclamadas; tuvo lugar en un acto de afirmación anarquista en el Teatro Romea de Murcia el 17 de octubre de 1936. Entresacamos esta reflexión: “Nosotros que hemos pasado la vida predicando la paz y el desarme, diciendo que había que fundir los cañones para con el metal construir armas de trabajo, nos vemos hoy obligados a impulsar a nuestros hijos a que cojan las armas para dar la batalla al fascismo.” Su discurso fue publicado el 18 de octubre en el periódico El Liberal, p. 3.

2 Todas las referencias a los textos ensayísticos de A. Maymón citados en las siguientes páginas se refieren a esta edición. Las autoras, además de proporcionar una biografía rigurosamente documentada de la escritora, han recabado también testimonios de vecinos de Beniaján que la conocieron como maestra. Éstos últimos son muy valiosos para comprender el alcance del proyecto racionalista y la centralidad del debate sobre la educación para la ideología anarco-naturalista.

3 En Humanidad libre, uno de los ensayos de más difícil localización de Maymón, no incluido en la antología de ensayos, aunque citado en el estudio preliminar (Agulló-Molina, 2014: 27).

4 Según explica Solà Gussinyer (1976: 42-43), Ferrer asimiló las experiencias de educación activa e integral iniciadas con las teorías de Proudhon y el orfanato de Paul Robin. Asistió a la creación del comité pro-enseñanza anarquista propuesto por P. Kropotkin en 1898 que reunió a avanzados intelectuales y pedagogos (entre ellos L. Tolstoi). Los postulados de una educación libertaria, integral, racional y mixta avanzaron como respuesta a la carrera imperialista de los estados europeos en África y otras colonias. Desde la crisis colonial de 1898 hasta la Guerra del 14, el debate sobre una instrucción liberadora de conciencias y formadora de hombres y mujeres unidos en una humanidad libre fue central en todos los ámbitos sociales.

5 Se considera probado que Ferrer no estuvo relacionado con los disturbios por los que fue acusado. Sobre esta cuestión se ha reditado una monografía titulada, Juicio ordinario seguido ante los tribunales militares en la plaza de Barcelona contra Francisco Ferrer Guardia, J.J. de Oñaleta (ed.). Palma de Mallorca: Calamus Scriptorius, 1977. En este libro se incluyen todos los documentos generados por el juicio al político y pedagogo.

6 Enrique Pestalozzi (Johann Heinrich Pestalozzi, 1742-1827) fue un pedagogo y escritor suizo, admirador de Rousseau y considerado el principal antecedente de la Escuela Nueva. Dedicó sus esfuerzos a educar a los más necesitados, descubriendo en esta tarea un método de regeneración social. En España sus escritos tuvieron gran influencia a finales del siglo XIX y en consecuencia se fundó en Madrid el Real Instituto Pestalozziano en 1806. Entre los autores españoles admiradores de Pestalozzi, se encuentran María de Maeztu (dedica un tempranísimo estudio al pedagogo –“Desde Alemania, Pestalozzi y su idea del hombre”, en Estudio, I, n.3, marzo 1913, pp. 356-362); Julian Besterio (dedica un extenso ensayo con motivo del centenario de la muerte, aparecido en El Socialista, 17-02-1927. También colaboran: Elisa López Velasco, Rodolfo Llopis y Dionisio Correas). En todos estos ensayos se repite la imagen de Pestalozzi como mendigo que enseña a los mendigos a vivir como hombres.

7 Maymón impulsó la asociación y revista Mujeres Libres en 1936, fruto de la unión con el precedente Grupo cultural femenino de Barcelona (1934). El objetivo era luchar contra las tres formas de esclavitud de la mujer: la ignorancia, el sexo y la procreación.

8 Según Agulló y Molina el año de su puesta en libertad fue 1951; no obstante, en el Archivo General de la Región de Murcia su expediente penitenciario concluye en 1952.

9 La calle Antonia Maymón de Beniaján se encuentra muy cerca de la antigua escuela de las Azabaras. El nombre de la calle fue propuesto por José Cortés, antiguo alumno de Antonia, miembro de la Junta Vecinal del gobierno socialista desde1982.

10 Por mi parte he recogido también testimonios de algunos vecinos de Beniaján que fueron a la escula de Antonia Maymón y aún recuerdan con agrado su carisma. Agradezco las declaraciones de Concepción Pardo, José Vera, Palmiro Ruiz y José Barceló, quien proporcionó tanto a las biógrafas de la autora como a mí, la foto que reproducimos aquí de la maestra y su clase.

11 Se ha perdido también toda la documentación de las actividades del Ateneo Cultural de Beniaján (conferencias, mítines, boletines, etc.), que fue requisada y quizá destruida por el gobierno franquista. No hay en el Archivo de Murcia más documentos relativos a Antonia Maymón que los relacionados con su condena a prisión y su defunción.

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