Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 1. Ensayistas y Literatas

Las mujeres toman la palabra: nuevas voces en la novela histórica italiana

Pablo García Valdés

Universidad de Oviedo

Resumen: Resulta innegable que las mujeres han sido silenciadas en la historia y por la historia. Los cronistas han excluido de sus escritos los nombres y las hazañas de grandes personajes que por razones histórico-sociales se consideraban marginales. Por este motivo, las autoras contemporáneas han hundido sus narraciones en las raíces del pasado para sacar a la luz la condición de las mujeres y reivindicar mediante sus escritos un nuevo orden historiográfico. La novela histórica, por su carácter híbrido entre objetividad y subjetividad, real y fantasía, se ha constituido en uno de los subgéneros literarios más remarcables para revisar y reinterpretar la historia oficial, destacando las vivencias de aquellos personajes que por su condición fueron silenciados u ocultados. Ahora serán las escritoras contemporáneas quienes rescaten del olvido estas figuras.

Palabras clave: Novela histórica; Escritoras italianas; Literatura contemporánea.

1. Supuestos teóricos

Como afirma Navarro Salazar, «si hay dos palabras que han viajado juntas a lo largo de la historia estas son, sin duda, mujer y silencio» (2006: 194). Tanto las autoras como las lectoras, sabedoras de la condición de las mujeres, se muestran cada vez más ávidas por conocer su pasado y, así, dignificar a aquellas mujeres que han sido silenciadas, olvidadas y apartadas de la memoria colectiva, además de aportar la visión de las mujeres a los acontecimientos pasados y establecer puentes de conexión con su presente más inmediato.

Con la novela histórica se pretende reconstruir un pasado sin mujeres o en el que la presencia de estas aún resultaba débil, marginal o excepcional. No obstante, la tarea no se antoja sencilla, pues las autoras se encuentran ante archivos fecundos de interrogantes y ante la ausencia de fuentes fidedignas para la reconstrucción del pasado, bien porque no existen fuentes oficiales que narren objetivamente los hechos, porque las mujeres han sido relegadas a un segundo plano o porque las propias mujeres, por falta de formación, no han podido contar su propia historia. Es por ello que los hechos históricos analizados han de pasar inevitablemente por el filtro de la pluma de las escritoras, pues resultaría imposible conocer la verdad absoluta.

Los obstáculos que presenta la versión oficial de los hechos se salvan por una toma de conciencia que engloba todos los estudios. Únicamente con la modernización de los estudios historiográficos1, la aparición de los postulados feministas, y con ellos la ginocrítica2, y una evolución de la sociedad han dado lugar a una revalorización de la narrativa histórica como instrumento de análisis para el estudio de la historia de las mujeres.

Anunciaba Ciplijaukaité (1988: 17) que las autoras contemporáneas ya no sentían la necesidad de contar o de contarse, pero parece claro que «la mujer necesita que se hable y se escriba sobre ella y por ella misma, es decir, sin filtros ‘políticos’ o partidistas que distorsionen su imagen» (Bel Bravo 1998: 7). A todos estos factores ha de unirse la renovación de los géneros literarios tradicionales, el interés de las propias mujeres por analizar el pasado como reflejo de su presente y, en consecuencia, de las nuevas tendencias editoriales, que han privilegiado y aumentado el número de publicaciones de temática histórica en vista del marcado interés general.

La narrativa histórica constituye, por tanto, un instrumento de análisis y concienciación que va más allá de los límites propiamente literarios. Según Ciplijauskaité (1988: 123), las causas del éxito de este fenómenos son múltiples, por un lado considera que el esplendor del género está directamente relacionado con la incursión y afirmación de la mujer en los estamentos sociales, por lo que surge el interés por analizar el silencio de épocas anteriores y mostrar que la mujer siempre ha tenido un lugar en las sociedades, aunque pasara desapercibido. Para esta autora, una de las grandes consecuencias de este hecho es el enriquecimiento de perspectivas, lo que ha comportado el auge de nuevas voces.

Las autoras contemporáneas han hecho un gran esfuerzo documental y recreacional para sacar de las entrañas de la historia los intentos de emancipación que las mujeres han perpetrado, pues queda patente que a lo largo de toda la historia de la humanidad se han dado múltiples casos de mujeres que han reivindicado su derecho a la libertad, al libre pensamiento, criticando la sociedad y los acontecimientos históricos que les ha tocado vivir, oponiéndose a las convenciones establecidas y proporcionando nuevos caminos por recorrer. Se trata de mujeres que han provisto a la historia de formas alternativas de vivir y de reconfigurar un modelo femenino diverso al establecido.

Tanto autoras como lectoras miran al pasado para destapar la condición de las mujeres, una condición que sumía en la marginalidad y la sumisión por el mero hecho de ser mujeres. Conscientes de esta interioridad sufrida durante siglos, las contemporáneas han abogado por mirar al pasado no con nostalgia, sino como punto de partida de su reivindicación. Para ello, a través de la literatura se ha favorecido la «arqueología feminista»3, es decir, contribuir en la reconstrucción, reinterpretación y redescubrimiento de todas aquellas mujeres que han sobresalido en sus respectivos campos.

Se produce, pues, una plena identificación que presupone una nueva alianza semiótica entre lectora, autora y protagonista, en la que la obra literaria se presenta como un elemento de interacción. El papel de la autora será el de proporcionar los recursos necesarios al lector para que este resuelva la relación que se puede establecer entre dos imágenes, entre la oficial y la que emana de la propia narración. Para ello, se deben completar las analogías que se establecen, determinar y entrelazar los fragmentos que se proporcionan, rellenar los espacios vacíos y desarrollar un vínculo entre lo objetivo y lo subjetivo, entre el pasado y el presente. Las autoras no pretenden describir meros hechos de carácter histórico, sino dejar a la interpretación del lector buena parte de lo expuesto.

Se pretende constituir una doble vertiente, por un lado, despertar en el lector el interés por contrastar la presente condición de las mujeres comparándola con la que se describe en las novelas y, por otro, individualizar algunos hechos y juicios anclados en el presente que guardan relación con los que durante siglos han permanecido en las luchas y reivindicaciones de la historia de las mujeres (D’Ambrosio 2013: 120). Como afirma Fioravanti, «il romanzo storico è importante per due motivi nei confronti della storia, anche distanti tra loro: il primo perché bada al senso della storia, il secondo perché ci fa rivivere il passato non attraverso la ricostruzione degli eventi come nella narrazione storica, ma attraverso il vissuto dei protagonisti» (2006: 74-75).

Surge así un tipo de narración entre autobiografía y autorretrato en el que las protagonistas relatan en primera personas sus propias vivencias y bajo su óptica nos hacen partícipes de su rechazo a la sociedad en la que se integran, denunciando las injusticias y la discriminación que padecen. Se trata de un nuevo punto de vista sobre los acontecimientos que no se habría ofrecido hasta el momento. Según Ciplijauskaité, este es el aporte más destacado de las autoras en este campo, pues «transmiten la historia desde una perspectiva subjetiva, femenina, no tomada en cuenta antes, que presta más atención a la vida interior que a los acontecimientos públicos. La historia sigue siendo el eje estructural, pero es historia filtrada por una conciencia individual» (1988: 27).

2. Escritoras de narrativa histórica en Italia

Parece unánime establecer I promesi spossi de Manzoni como origen de la novela histórica el italiana, aunque es preciso mencionar que han sido muchas voces de mujeres las que han cultivado y revalorizado este género, aportando su propia visión de la historia y dotando de características especiales a la historia de la literatura.

2.1. Precursoras e impulsoras del género histórico

La obra de Manzoni, cuya publicación ha marcado un antes y un después en el género histórico en Italia, no se entendería sin el preciado caldo de cultivo que llevaron a cabo un conjunto de escritores y escritoras que con sus obras han contribuido a asentar las bases literarias del género en la península. Todo ello tuvo lugar durante un periodo histórico que había adquirido unas características peculiares en el país.

Reyes Ferrer (2015) sostiene que para entender este caldo de cultivo habría que mencionar la producción literaria de escritoras como Diodata Saluzzo Roero con Il castello di Binasco, obra en la que la violenta muerte de Beatrice di Tenda adquiere un protagonismo especial al tiempo que nos proporciona un espacio y una descripción del ambiente histórico que viven los protagonistas y de las duras condiciones de vida que sufrían. En la misma línea se puede situar la novelística de Enrichetta Caracciolo Forino con I misteri del chiostro napolitano, una escritora que ha ganado su lugar en la historia literaria por su denuncia contra la condición de represión que padecían las mujeres, la lucha por la emancipación estableciendo como telón de fondo la questione meridionale. También Luigia Codemo ha ganado su espacio en esta clasificación, sus escenas literarias constituyen un espejo de la cotidianidad de las mujeres más humildes, así como ciertas alusiones al caldo de cultivo de las guerras resurgimentales. Como afirma Reyes Ferrer, tampoco nos podemos olvidar de la labor desarrollada por Cristina Trivulzio di Belgioioso o Carolina Invernizio, quienes no cesaron en la lucha de reivindicar de mejores condiciones para las mujeres.

Dando un salto temporal para acercarnos a finales de siglo xx y a los albores del xxi, podemos mencionar el trabajo de escritoras como Elsa Morante y su obra La storia (1974), pero también Anna Maria Ortese en Il porto di Toledo (1975) o Il cuore borghese (1972) de Francesca Sanvitale. En los años sucesivos este género continuará vigente en autoras como Maria Bellonci con Rinascimento privato (1985) o Marta Morazzoni con La ragazza col turbante (1986). En los años 90 destaca Dacia Maraini y su Lunga vita di Marianna Ucrìa (1990) y también Mariangela Cerrino con I cieli dimenticati (1992), que constituye la primera novela de una trilogía sobre los etruscos. Significativa será la obra L’arte della gioia (1996) de Goliarda Sapienza, ambientada en los primeros años del siglo xx, cuya protagonista es una “casanova” que disfruta de una libertad inusual para una mujer de la época. Digna de mención también es Maria Orsini Natale con su Francesca Nunziata (1996) o Maria Antonieta Macciocchi, quien ha desarrollado una gran labor en favor de la dignificación de la imagen de la mujer a través de obras como La donna “nera”. Consenso femminile e fascismo (1976), Di là dalle porte di bronzo. Viaggio intellettuale di una donna in Europa (1987), Le donne secondo Wojtyla (1992), Cara Eleonora. Passione e morte della Fonseca Pimentel (1993) o L’amante della rivoluzione (1998).

2.2. Nuevas voces en la novela histórica italiana

Entrados ya en el nuevo milenio, asistimos al exordio literario de un gran número de autoras que han dotado de vitalidad a géneros tradicionalmente monopolizados por voces masculinas, a los que han añadido una nueva significación y expresividad, adaptándolos, así, a sus exigencias. Es por ello que la narrativa que desarrollan las mujeres adopta rasgos diferenciales frente a lo estipulado en la tradición literaria.

Una de las grandes escritoras italianas que han luchado por la dignificación de las mujeres es Edgarda Ferri, quien ha compuesto una amplia variedad de obras en las que rememora la vida de las grandes mujeres de la historia, como María Teresa de Austria (Maria Teresa. Una donna al portere, 1996), Juana la Loca (Giovanna la Pazza, 1997) o Catarina de Siena (Io, Caterina, 2003), entre otras. De entre su producción literaria queremos destacar Letizia Bonaparte (2005), una obra que protagoniza la figura de la madre de Napoleón Bonaparte. Edgarda Ferri nos relata la vida de una mujer que se casa a temprana edad con su tío, Amadeo de Saboya. Madre de ocho hijos, su destino está ligado al de su hijo más notable, Napoleón Bonaparte. La novela nos revela la historia de una mujer fuerte, rebelde y siempre rodeada de polémicas. Otra obra destacable es L’ebrea errante (2001), que narra la vida de Gracia Mendes, una judía de origen portugués que recorre varios rincones de Europa ayudando a las comunidades judías que huían de la inquisición, hasta que termina en Italia, primero en Venecia y luego en Ferrara.

Ildegarda. Badessa, visionaria, esorcista (2004) es una obra de Claudia Salvatori en la que se recrea la vida de Hildegarda de Bingen, una religiosa alemana del siglo xii. Además de por su actividad monacal, destaca por su interés en ámbitos como la literatura, la música, la filosofía, la lingüística o la cosmología. La novela se centra en la lucha contra los paradigmas, pues Hildegarda, a pesar de que por su condición estaba destinada a permanecer en la sombra, se convierte en una mujer que está llamada a liderar el destino de la Iglesia con el apoyo de numerosos fieles que ven en ella un modelo a seguir. La protagonista representa también un reflejo de la lucha por tener voz en el seno de la Iglesia y de la política, donde las batallas que se libran acaban con la aclamación popular de su santidad, un reconocimiento oficial que solo le llegará en el 2012, cuando el papa Benedicto xvi la nombra Doctora de la Iglesia. Hildegarda es, sin duda, una de las mujeres más relevantes de su época, pero cuya voz ha sido acallada.

Otra mujer memorable que ha hecho historia es Elena Lucrezia, la protagonista de Illuminata (2000), una obra de Patrizia Carrano que rememora los logros de la primera mujer con estudios universitarios. La protagonista rechaza con diez años el matrimonio para centrarse en el cultivo del intelecto. Se trata, por tanto, de una pionera que rompe con los estamentos sociales, puesto que a las mujeres solo aguardaba la vida matrimonial o la eclesiástica. Sin duda, Elena utiliza los libros y el estudio como su refugio del mundo.

Siguiendo en el mundo académico podemos mencionar Prima delle Quiete (2003), de Elena Gianini, una obra que se centra en la figura de Italia Donati, una joven olvidada por la colectividad social pero que en la época constituyó todo un referente. Aun proviniendo de una familia humilde y analfabeta, Italia logra convertirse en maestra gracias a la ayuda de un profesor. Su historia es la de la emancipación, la independencia, la ruptura de las barreras sociales establecidas y una lucha incesante por defender a su familia, aunque todo ello pese a la barrera de los estamentos establecidos, las envidias y la incomprensión por una gran parte de la sociedad. La autora ha querido rescatar un personaje de una época singular para la igualdad de la mujer, finales del siglo xix. Respecto a su figura, serán significativas las palabras de Matilde Serao en un artículo sobre la condición de las mujeres que optan por la emancipación en la época pese a las «odiose calunnie inventate da un pretendente respinto, spesso un loro superiore…», palabras que también están recogidas en la obra.

Antonella Cilento ambienta su obra Lisaro o il piacere infinito delle donne (2014) en la ciudad de Nápoles, en el siglo xvii. Lisario Morales es una joven marcada por una historia peculiar. Muda por un fallo en una intervención quirúrgica, y por tanto privada de la comunicación, se refugia en la lectura y en la escritura de cartas a la virgen María. Pese a ello, es una historia de la liberación sexual, como se intuye en el título, de una joven que rompe con su destino para embarcarse en nuevas aventuras, especialmente de los roles sexuales establecidos para ambos géneros. No se trata de un libro centrado exclusivamente en el placer de las mujeres, sino que se constituye como un estudio de la represión y la inoperancia sexual de una época.

La vida de Nannerl Mozart ha sido la de un talento y una voz acallada. Por ello, Rita Charbonnier recrea en La sorella di Mozart (2006) a partir los escasos documentos que han llegado a nuestros días, apenas unas cartas, la historia de una mujer que ha permanecido en la sombra eclipsada por la obra y el talento de su hermano, W. A. Mozart. En pleno siglo xviii, se nos hace partícipes de la vida una joven y de su pasión por la música de mano de su padre y su hermano. Su historia es un reflejo de la lucha por abrirse paso en el mundo de las artes y por ansiar el merecido reconocimiento a su labor.

Centrada en el Renacimiento encontramos la obra de Daniela Pizzigalli, una periodista comprometida con la reescritura de la historia de las mujeres. Sus obras están dedicadas a personajes singulares de la historia lombarda, especialmente de Milán. De este modo, recobran vida mujeres como la duquesa Bianca Maria Visconti en La signora de Milano (2000), la marquesa de Mantua Isabel de Este en La signora del Rinascimento (2001), la reina Cistina de Suecia en La regina di Roma (2002) o la pintora Sofonisba Anguissola en La signora della pittura (2003). También podemos encontrar la vida de Cecilia Gallerani en La dama con l’ermellino (2003), título que procede del cuadro homónimo de Leonardo da Vinci, donde aparece la joven que fuera amante de Ludovico Sforza. Entre sus libros también encuentran su espacio Veronica Gambara en La signora della poesia (2004) o la comprometida Clara Maffei, en L’amica (2004), quien reunió en el salón de su casa a las personalidades más importantes del Risorgimento italiano, o la viajera Carla Serena en Il viaggio del destino (2006). Como se puede apreciar, las obras de Pizzigalli tienen otro denominador en común, se trata de obras que relatan la vida de mujeres comprometidas con la época que les ha tocado vivir. Además, son mujeres con gran formación en las artes, bien porque se interesan por los estudios artísticos o porque actuarán como mecenas de los artistas más punteros del momento.

En La lunga attesa dell’angelo (2008), Melania Mazzucco nos transporta a la Venecia del Renacimiento en un periodo marcado por las guerras y la peste. En ese ambiente vivía el pintor Jacomo Robusti, más conocido como Tintoretto, y su hija ilegítima, Marianetta. La obra constituye un homenaje a una mujer subversora llena de energía, así como a una pintora que ha tenido que sortear los obstáculos de un largo camino para abrirse paso en el mundo del arte. La obra representa también un viaje de la protagonista por diversas fases llenas de éxitos y fracasos, desde cambiar de identidad disfrazándose de hombre hasta convertirse en una mujer libre de prejuicios y con una plena realización artística. Sin duda, Mazzucco nos hace partícipes de las vivencias de un personaje singular ligado de manera especial a la vida y destino de su padre.

En la misma época que esta novela se ambienta La sposa normanna (2004) de Carla Maria Russo, una autora que ha centrado su producción literaria en el género histórico publicando títulos como Il cavaliere del giglio (2007), ambientada en las luchas entre güelfos y gibelinos en la Florencia del siglo xiii. Lola nascerà a diciott’anni (2009), que nos trasporta al Milán de los años 40 con la guerra y el fascismo como telón de fondo, y en donde se describen las condiciones de las diferentes clases sociales a través de la historia de amor de dos jóvenes. Por su parte, en L’amante del Doge (2010) la protagonista, Caterina Dolfin, es una joven veneciana de familia noble, pero en clara decadencia económica, que decide abandonar a su marido para convertirse en amante del Doge. Otra de sus obras será La Regina irriverente (2012), en la que Leonor de Aquitania, una joven que hereda de su padre el ducado, se ve obligada a casarse con el segundo hijo del rey, un joven educado en ámbito monástico. Por último, La bastarda degli Sforza (2015), obra en la que la protagonista es Caterina, hija ilegítima del tirano Galeazzo Maria Sforza, una mujer que rompe con todos los estereotipos de la época al armarse de valor y luchar contra sus detractores para proteger a sus hijos. La obra de esta escritora está respaldada por una fuerte documentación y recreación histórica, fruto de su pasión por la verosimilitud y por las historia de las mujeres. Como se puede apreciar tras un simple análisis de la semiótica de los títulos literarios, se vislumbra la posición secundaria de las mujeres en la historia, ya sea como hermana, hija ilegítima, amante o esposa por obligación.

Una de las autoras más comprometidas en la reescritura de la historia es Adriana Assini. La italiana pretende con su obra arrojar luz sobre acontecimientos del pasado de mano de la vida de mujeres que han existido realmente pero cuya historia ha sido ignorada, malinterpretada o distorsionada. Assini se muestra comprometida a rehabilitar la memoria de todas las mujeres. Así, podemos encontrar en su producción obras como Un sorso di arsenico (2009), donde la protagonista, Giulia Tofana, es una traficante de veneno en la ciudad de Palermo en la época de la dominación española. Cuando las muertes y la caza de brujas se convierten en una amenaza para ella, decide trasladarse a Roma, donde se rodea de las élites del momento. Allí reanudará su labor y se sentirá libre para seguir sus propios deseos e instintos, mientras intenta burlar su penitencia. Otra obra significativa dentro de la producción de Assini es Le rose di Cordova (2007), donde una esclava mora nos guiará por la vida de Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, una figura histórica que ha despertado el interés de muchos escritores por descubrir la verdadera historia de su vida, puesto que se la ha visto como una mujer anticonformista, entregada y un ejemplo de ruptura con los estereotipos que le corresponderían por su género y su posición social. Su vida es un ejemplo de subversión, de sufrir la soledad, la incomprensión y la traición de su propia familia. Assini intentará dignificar la vida de la reina al tiempo que reescribe la historia.

3. Las protagonistas

No cabe duda que uno de los mayores intereses de la narrativa actual es el hecho de que las mujeres tomen la palabra y sean ellas mismas las que participen activamente en la reescritura de la historia. Por este motivo, las mujeres han optado por personajes femeninos para protagonizar las historias narradas, es decir, para que sean estas mismas, a través de sus palabras o hechos, quienes narren sus vivencias al lector.

Las protagonistas constituyen un reflejo fehaciente de un modelo de comportamiento que pone en crisis los principios en los que se fundamenta la sociedad coetánea. Con su modo de pensar y actuar desafían la tradición establecida y proporcionan modelos alternativos de pensamiento y actuación de modo subversivo. Se constituyen, al mismo tiempo, en referentes de nuevas corrientes de pensamiento. Según Bobes Naves:

Las novelas, según la crítica de «imágenes de mujer», presentan personajes femeninos cuyo modo de ser y de actuar responde a condicionamientos sociales, a circunstancias familiares y a educación personal, en total coherencia, aunque en sí mismos sean injustos y los desenlaces de las situaciones responden a unos códigos éticos que se identifican con los tradicionales de una sociedad machista, admitidos en forma dogmática. (1994: 22)

Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones serán vistas como locas, excéntricas o personajes alejados del dritto cammino, un alejamiento que queda patente en las crónicas, bien como mujeres malditas o como locas, o quizás, más aún, negando a la posteridad la voz que en su día tuvieron. Las protagonistas, lejos de rehuir y volver a la senda establecida, luchan con mayor determinación en consonancia con sus pensamientos, por lo que las autoras contemporáneas han visto en ellas el carácter heroico que se les negaba a las mujeres. Todas ellas constituyen un halo de esperanza para la lucha de las mujeres, pues se negaron a vivir con el papel que les ha asignado la sociedad y la historia. Son, por tanto, personajes indispensables para reescribir la historia oficial.

4. Conclusiones

Según afirma Lukács (1966), la novela histórica surge en periodos de transformación y tumultos, es por ello que las autoras actuales han regenerado el género exponiendo el punto de vista de la mujer en la historia. Por todos estos motivos, la novela histórica nace como nexo necesario entre pasado y presente: un pasado que se reinterpreta y un presente que es reflejo del devenir histórico.

Por su parte, este género sirve también como vehículo de expresión para saldar una deuda histórica pendiente de la sociedad con las mujeres, para restablecer las verdades individuales y sociales, y para abrir el debate respecto al papel de las mujeres en la historia y en la sociedad actual. Resulta esencial volver la vista atrás para dignificar la historia de las mujeres, puesto que siempre ha existido una genealogía de mujeres capaces de romper con los estereotipos de género establecidos.

Como se puede apreciar, la vasta producción de las escritoras italianas pone de manifiesto el gran número de voces que utilizan los recursos literarios que ofrece el género histórico como una forma de Querella, revisando la historia oficial y utilizando el pasado como pretexto para sacar a la luz las condiciones de subalternidad y marginalidad de las mujeres a lo largo de la historia.

Bibliografía

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1 La crisis de la historiografía ha repercutido en un nuevo enfoque de análisis. Tradicionalmente se consideraba que el objeto de análisis debía ser las diferentes circunstancias que condicionaban al ser humano, sin embargo ahora será el ser humano en sus circunstancias. Este cambio de enfoque implica la ruptura de la compartimentación tradicional de política, economía, sociedad y cultura, sino que ahora se establece el foco de atención en las historias individuales para completar las líneas trazadas por la historiografía oficial (vid. Bel Bravo).

2 Las autoras contemporáneas contribuyen a delinear una nueva perspectiva epistemológica para la historia de las mujeres. Para ello, individualizan las historias personales de aquellas mujeres que han sobresalido, analizan sus peculiaridades, sus hazañas, sus motivos, proporcionándoles en sus libros un lugar y un espacio de las que eran privas, al tiempo que rompen un silencio que ha durado siglos. A pesar de que la historia no se escribe con personas individuales, estas contribuyen a ampliar el espectro y proporcionan una nueva pieza del gran puzle que es la historia.

3 Se utiliza el término «arqueología» con el sentido descrito por Amado Alonso (1984), aunque la expresión «arqueología feminista» aparece ya recogida por H. Serkowaka (2012: 53).