El niño que llegó a ser un gran actor. Francisco Rabal

Cada vez que podía, lo mismo en vacaciones que para descansar entre rodajes de películas, se venía a su tierra. Y en Águilas era fácil encontrarlo en dos sitios clave.

Le gustaba sentarse en un banco junto a la “Pava de la balsa”, que es una fuente que hay en el centro de la Glorieta, la plaza más popular de la ciudad, porque decía que por allí pasaba muchísima gente y a él le gustaba hablar con todo el mundo.

Y disfrutaba pasando largos ratos en la explanada del puerto charlando con los pescadores que allí, cerca de sus barcos, cosían y reparaban las redes. Siempre llevó por bandera su humildad y su convencimiento de que nadie es más que nadie.

Y por eso, tanto en su tierra como en otros lugares de España, además de los premios por sus películas y series de televisión, le dieron todas las condecoraciones que se pueda imaginar: fue el primer actor que recibió el Premio Nacional de Cinematografía, lo nombraron Hijo predilecto de la Región de Murcia, le concedieron la Medalla de Oro de la Ciudad de Murcia y hasta, por expreso deseo del actor, se desplazó a Águilas el ministro para entregarle la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.