El niño que llegó a ser un gran actor. Francisco Rabal

 

Fue entonces cuando su madre, su hermano y él emprendieron viaje para vivir de nuevo todos juntos.

Aquella salida de Águilas, en tren, y cargados con lo más elemental y necesario –la poca ropa que tenían, un colchón y unas cuantas ollas y sartenes–, fue uno de los momentos más tristes que Paco recordaba de su infancia. Nunca olvidó la imagen de su abuelo, con el pañuelo al aire mientras el tren pasaba frente al molino en el que había trabajado su madre.

Donde primero vivieron fue en Braojos, un municipio muy pequeño de lo que entonces se conocía como la sierra pobre de Madrid. Después, conforme iba avanzando la obra del ferrocarril, fueron cambiando de pueblo. Y en uno de ellos, de apenas veinte vecinos, recordaba Paco sus primeras lecturas gracias a una biblioteca que llevaron las Misiones Pedagógicas, que eran unas agrupaciones encargadas de difundir y llevar la cultura hasta los rincones más perdidos y olvidados de la geografía española.