Talleres de escritura surrealista. Jugar a escribir poemas (en 2º ESO). Antonio Albertus Morales (coord.)
Tercer poema: diálogos entre pintura y poemas

Relato significativo del proceso didáctico (III)

“y dejando paso al verde y denso líquido del destino.” Este es el último verso del poema de Sofía, que he colocado en último lugar, para cerrar este tercer bloque de poemas. ¡Me parece “soberbio”!

Han vuelto a pasar otras dos semanas. Y ya estaba advirtiéndoles a mis poetas que debíamos volver “al tajo”. E ideé otra fuente de inspiración. Les dije que el surrealismo no solo se desarrolla en la literatura, sino que habrá que descubrir en la pintura formas de contar, de expresar sentimientos que se dejan llevar por lo irracional. A estas alturas, el lector de estas palabras ya habrá descubierto que mi propósito no es dar a conocer teoría, autores o rasgos. Mi verdadera intención es que los alumnos sigan teniendo ganas de escribir, de hacer poemas. Sé que no debo abusar de la benevolencia de mis discentes. Sé que, si los sigo motivando a buscar algo diferente, puedo conseguir una “nueva entrega”. ¡La pintura, claro! Mirar un cuadro puede ser una solución. Entonces menciono a un genio que no me dejará en la estacada. Digo Dalí, pero también les incito a que busquen otros autores y presenten alguna obra con la que podamos dialogar. Yo tenía una solución, en caso de que no llegaran propuestas por parte de los alumnos. Y la verdad que así, en plural, no llegaron. Pero otra vez vino a “socorrernos” Adrián. Era el miércoles, 19 de octubre de 2022. Y la hora, sorprendente: apenas habíamos salido de clase o se esperó un poco en la salida, porque eran las 14.33 h. Su mensaje decía:

“No se cual es el autor ni el nombre del cuadro por lo que te lo mando por gmail”

Le pongo las tildes correspondientes al verbo y al interrogativo y le contesto:

“Me gusta, Adrián”.

Reconozco que no lo había visto en mi vida ni sabía quién era el autor. La imagen del cuadro me la mandó en el primer mensaje, pero, a su juicio, no se veía bien, por lo que me remitió una nueva y un mensaje que decía:

“La otra imagen no se ve bien, esta sí.”
Os dejo el cuadro, que seguro que queréis verlo.

Ilustración 1: Sunrise by the ocean (Amanecer junto al océano) (Vladimir Kush, 2000)
Ilustración 1: Sunrise by the ocean (Amanecer junto al océano) (Vladimir Kush, 2000)[1]

Un día después, el jueves 20 de octubre, a las 12.57 h. me pongo en contacto con el grupo. Mi mensaje dice:

“Hola, chicos.

Os remito el documento que nos va a servir para realizar el tercer poema surrealista. Como os dije, para este tercer poema, "la fuente de inspiración” va a ser un cuadro que ha propuesto nuestro compañero Adrián.

Vamos a la creación, chicos.
Saludos”.

Y ya lo creo que se pusieron. El primer poema, que era de Pablo, me llegó por la tarde, a las 16.21 h. El “subidón” fue grande, por varios motivos: la rapidez de la respuesta y el compromiso, porque, por si acaso aparecían síntomas de fatiga, esta vez les dejé más tiempo para recibir sus respuestas: hasta el fin de semana siguiente, o sea, hasta el 29-30 de octubre. Pero, sobre todo, porque esto me hacía sentir que seguían divirtiéndose con este juego de “hacer poemas surrealistas”. Y todavía algo más. Solo os adelanto el título de este poema de Pablo que me quitaba algunas dudas. Después os explico, pero escuchad:

“Lo que se empieza, se sella con tierra en las manos”

¿Qué os sugiere el título? Volved a mirar el cuadro y decidme si, solo el título, no es ya un poema en sí mismo.

Reflexión que me hice: con un cuadro van a tener que provocar la écfrasis, es decir, poner palabras a las imágenes. Además, es posible que indirectamente se vuelquen en “desarrollar explicaciones a las descripciones”. Y, posiblemente, olviden cierto sentido y propósitos anteriores, como hacer versos que sean metáforas y que esas metáforas se vayan continuando a lo largo del poema, a través de la invención y el juego con el lenguaje. Pero al título del poema de Pablo le siguieron dos versos que me llenaron de satisfacción, pues me desmentían y alejaban mis miedos:

Era un caluroso día de noche.
Los pájaros se sentían los gladiadores.

¿Acaso se ha perdido frescura? ¿Hay síntomas de que la creatividad se esté agotando? ¿Es posible que la imagen se haya impuesto a la insolencia bien entendida, al atrevimiento o al descaro de decir lo que te apetezca sin que digas “fotográficamente” lo que la imagen muestra? Los versos anteriores creo que desmienten todo. Y, además, tres versos más, los tres siguientes, para descubrir que el surrealismo seguía muy vivo:

El grandioso huevo eclosionó por el llanto de las vacas
y los humanos, asustados, se llevaron toda el agua que pudieron,
ya que no sabían cuándo volverían a casa.

Por eso, como escribe Sofía en el último verso de su poema de esta tercera entrega, que se llama “El ciclo permanente”, ya solo me quedaba esperar los frutos de la imaginación de mis alumnos, que lentamente irían llegando, como los anteriores, a mi bandeja de entrada “y dejando paso al verde y denso líquido del destino”.


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