La tristeza de la vida
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
mientras que las almas lloran por su pérdida.
Los pájaros escriben el relato de la muerte
y el agua se esconde de los demonios.
El campo huye del silencio
y las nubes y la lluvia cogen el poder de la vida.
Villaescusa Sánchez, David.
La maldad
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
cuando en el inframundo el demonio está pidiendo ojos para comer.
Al mismo tiempo, yo estoy sobrevolando entre algodones
y tú estás devorando un plato de chuches envenenadas
por las nubes que quieren descargar toda su ira acumulada.
La gente quiere los libros de la vida, para aprender cómo conseguir llegar al poder máximo.
Villaescusa Moreno, Raúl
La oscuridad
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
Las tumbas brillan por las personas que hay en su interior.
La luz se escapa por el hueco del esqueleto, mientras que los cuervos vuelan sobre la neblina.
Aquella noche negra y oscura daba mala espina.
El cementerio con las flores marchitas y las cruces con las letras oxidadas.
Verdejo Albero, Laura
El dolor
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
Mientras que el sufrimiento corre por los huesos,
los gusanos se comen el dolor.
Algunos mueren por la tristeza que llevan encima
y otros comen sin parar.
Los cuervos van hacia la soledad;
los peces de color azul, hacia la tristeza.
El arcoíris ya no sale y solo llegan nubarrones de color negro.
Las nubes están tristes porque lloran sin cesar.
Sánchez Perona, Paula
Día oscuro
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
los perros vienen a hacerlos brillar con su orina.
El perfume de las señoras mayores inunda el cementerio de un agradable olor, pero los pájaros se mueren al olfatearlo.
Un álbum de cromos aterriza en la cabeza de un señor calvo,
aunque los niños estaban tristes porque a ellos se les había volado.
Sánchez Muñoz, Lorena
Sombra y gloria
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
la noche brilla con sus estrellas pagadas,
y los cielos se vuelven verdes al enmascarar nuestros errores.
Las ruedas aprenden solas,
los tigres desaparecen al ver sus miedos dibujados en los sueños,
incluso los otoños se esconden entre las hojas.
Parece que los planetas hablan consigo mismos,
y que los enemigos han vencido,
porque el silencio y el gris siguen convirtiendo cada gota de sangre en una pesadilla.
Todo da vueltas,
llueve cada vez que una lágrima se derrama,
los escarabajos intentan descifrar los misterios de la naturaleza
y, sin embargo, los relojes disfrutan viendo el tiempo pasar.
Pero la alegría no ha muerto en vano,
quedamos nosotros, enamorando las almas perdidas,
y aunque solo por un instante los recuerdos nos guían hacia el vacío,
nuestros más profundos deseos consiguen alejar a la muerte de la vida.
Sáez Jiménez, Sofía
La noche de todos los días
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
pero sufren mucho más cuándo la oscuridad de la noche se acaba.
También en el despertar de las alfombras
y, sobre todo, con el amanecer del sol resplandeciente.
Se les acaba el llanto cuando la noche vuelve a caer día tras día.
Rufete González, Lucas
La vida tal y como es
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
mientras se cubren por el manto de césped fresco, mojando los brillos de los árboles.
El tronco de caoba negro ha caído encima del fuego
del cáliz azul haciendo retumbar todo las casas de la aldea.
Todos se preguntan por qué ahora se tiene que acabar este hilo rojo
que recubre sus cuerpos, juntándolos en un paso,
que se siente como mariposas reposar en las rocas de la playa
junto con la arena de ese reloj que gira al sentido de los planetas al salir la luna de oro,
que ilumina hasta la más mínima nebulosa de arco iris
y de libros rodeando los agujeros negros,
que se parecen al negro de los ojos de ese monstruo de la cama,
arrastrando las sábanas por todo el suelo gris con capas de rosa,
recubierto por azúcar de amor.
El amanecer hace ver la furia que hay por dentro de las cosas que creíamos que eran perfectas.
El árbol de la vida muere, junto a los animales que hay a su lado,
como el mal lado del faro, iluminando esas pequeñas islas llenas de palmeras, con sus ramas de cocos.
En su interior es donde nacen los sentimientos escondidos que nunca salen a la luz del sol; solo de la luna.
Porque en ese momento es donde las cosas brillan por las estrellas que inundan todo el cielo de destellos,
al igual que el collar de perlas reposando en el fondo del más oscuro rincón del mar.
Mientras el puerto está lleno de gente, el monstruo de la arena llora
y con sus lágrimas crea más océanos,
pero siendo iguales de solitarios como siempre,
pareciéndose al sentimiento de morir, frío y oscuro,
recordando esas ideas que rodean la cabeza, de donde no pueden escapar.
Muñoz González, Irene
Creación de un nuevo mundo
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
durante una tarde oscura y llena de angustia.
Las flores brillantes van decayendo entre espinas y malas hierbas,
mientras la espesa neblina se lleva todo a su paso,
creando un mundo sin nada alrededor;
solamente un par de granos de arena uniformes y solitarios.
Moreno Ruiz, Aarón
El terror de los cementerios
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
los esqueletos lloran por los gusanos que recorren sus muñecas.
Las monjas bailan la música procedente de las libretas tocando zapatos.
La violenta brisa mueve la tierra de las tumbas,
mientras que las flores se marchitan por el agua de los árboles.
Los espantapájaros corren despavoridos por los pájaros de color rosa.
La iglesia se convierte en un sitio tenebroso,
por las enredaderas que la envuelven en su alrededor.
Melgar Pinar, Rocío
Susurro de los muertos
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
mientras el silencio caminaba con el frío y la tímida brisa,
que disfrutaba y se reía de la desdicha de sus víctimas.
Las hojas bailaban una danza oscura
y las gotas pisaban los nichos de piedra barata que simulaba mármol.
El panteón más grande gritaba a la libertad de los vivos,
porque el sepulturero barría las lágrimas de los sauces.
Mateo Campillo, Paula
La muerte de los soles
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
mientras los faraones rompen las velas por ver la luz
y los pájaros vuelan en círculos sin presa alguna;
los delfines lloran por el trabajo que nunca realizaron.
La lluvia salada que cae de los ojos,
mientras la emoción que lo crea deja enfermos a los más vigorosos y saludables.
Cuando los soles se encierran entre sí, los pájaros dejan de volar.
Las estatuas ya no veían, los faraones ya no rompían velas y todo se marchitaba con forma de desamor.
Honrado Ayllón, Alejandro
Paradero de la luna
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
mientras los no vivos duermen sin poder respirar en esa cápsula de madera.
Cuando sale el sol, la luna se marcha,
sin decir adiós ni cuál es su paradero.
Los espíritus hartos están de preguntarle al sol dónde se fue la luna y cuándo volverá.
Giner Egidos, María del Mar
Un mundo oscuro
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
porque las flores se marchitan buscando sol,
los pájaros se beben el agua de la fuente roja con olor a amor,
las botellas de vino se rompen en pedazos por la falta de la ternura que desprende el sol,
y las hojas del árbol de la luz se caen como si estuvieran en el angustioso otoño.
García Noguera, Melania
Destruir y crear
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
Con el dolor cubierto de luz, evolucionan hasta un plano astral donde los dioses son como trozos de papel.
Por tanto, se someten a una lenta muerte, pero la propia agonía les sana de la misma forma que las estrellas curan a los planetas.
Los huesos se levantan formando un nuevo universo a partir de escritos antiguos creados por agujeros negros.
Sin saber que la maldición continuará sobre las nubes,
crean ciudades frágiles sin conocer las consecuencias.
García González, Adrián
Independencia de ojos
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
a la vez, el pájaro que recorre los corales marinos,
arde en el extremo ártico por los grandes planetas.
Pero ese mismo día, el alemán se fue a Indonesia.
¡Qué desgracia, porque ese día eran las elecciones argelinas
en Saturno!
Así que el pez extraterrestre proclamó su independencia.
García Castejón, Pablo
Los sentimientos de esa mirada
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
envueltos en esa mirada tan oscura que desprendían,
con una melodía aterradora que llenaba mi cabeza de notas musicales llenas de miedo.
Escolar Martínez, Inés
La arquitectura sensible
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
las personas observan con inquietud,
y las aves excretan en ellas sin piedad.
Las gárgolas sueñan con poder volar,
mientras los pilares rezan por no desprenderse cuando el techo ejerce su fuerza;
el suelo es aplastado por cuantiosos pies.
Los rascacielos contemplan la belleza de la anochecida ciudad,
los palacios alardean de grandeza,
y las pequeñas casas de humildad.
Cuevas Jiménez, Esteban
Las noches llorosas
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
al igual que las personas sonríen en la luna brillante con los ojos llorosos.
Cuando las montañas gritan, los aviones saltan por ver a la luna cantar.
Los muertos salen de los ataúdes para sonreírle a los cementerios.
Cascales García, Ángel Antonio
El río de la felicidad
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
y las brujas hacen hechizos con las lágrimas de los muertos.
Mientras el río contaminado se obstruye y no deja pasar a la felicidad,
que con todos sus esfuerzos intenta llegar al alma.
Y no lo consigue: cae en desgracia y es liberada por otra alma.
Campos Pellicer, Ricardo
Las lámparas inventoras
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
las viejas mansiones sufrían sin los modernos cargadores;
los pececillos suplicaban clemencia
y nuestros balcones se ahogaban por ver el mar.
Esa espaciosa jaula aguardaba miles de secretos.
Mientras que los viejos perros morían agonizando
y las personas renacían en los atardeceres,
aquellos cuadernos eran muy parlanchines
porque su líder, Antonio Albertus, les cantaba viejas melodías.
Cuando los vientos arrastraban los relojes, era que había llegado la hora.
Ballesteros Tornel, Paco
Los pájaros
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
Los pájaros se asustan por el ruido que hace el bosque intentando espantarlos.
Cuando escuchan a los lobos hambrientos en busca de su nueva presa.
Solo se podían alimentar de insectos y nunca llegaron a ver a los asustados pájaros.
Álvaro Boulahia, Sara
La vida ajetreada de los animales
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
cuando el elefante dormido aparece sorprendido y confuso al ver que no está en la madriguera.
Las hienas aplauden al león que les quitó el poder;
las luciérnagas aúllan como lobas deseando su pastel de frambuesa.
Todos aterrorizados por esa noche de Halloween maravillosa que les esperaba.
La luna no aparecía; se le acabaron las pilas.
El gigante se despierta de su sueño profundo bajo las hojas del cerezo.
El tigre blanco se camufla sobre el manto de hojas grises.
La cebra se posa en una rama del árbol.
Después, el pájaro carpintero muerde la carne fresca tirada en el suelo de la dulce selva africana.
Alacid Mayor, Andrea
Las camisas
Las estatuas sufren por los ojos con la oscuridad de los ataúdes,
Interinamente la luna se esconde entre las estrellas
que no paraban de plañir sin cesar,
entristecidas porque las camisas pierden el compás de su labor,
y empiezan a extrañar las olas de aquella playa donde se resguardaban de la tristeza.
Mientras, vivían grandes momentos junto a esas ondas de harina cargadas de alegría.
Al separarse de las camisas, no podía recibir momentos como los que hubo en aquella playa.
Y empezó a caer en la melancolía recurrente de esa pérdida tan grande al despedirse de ellas.
Abellán González, Antonio