
Calentamiento
La historia de hoy comienza con una pequeña gata, que no sabía que era una gata. Ella quería hacer todas las cosas como las demás personas, pero no lo conseguía. Así que estaba muy triste, todo el día con el rabo entre las piernas, yendo de allá para acá. Un día una pareja de niños llamados Miguel y Sara, encontraron a la gata y le preguntaron qué le pasaba. Ella les dijo que nada le salía bien, y que no podía bailar, jugar o saltar a la pata coja.
Los niños se quedaron pensativos reflexionando acerca de cómo podrían ayudarla y entonces se les ocurrió. -Vamos a hacerle entender que ella no puede hacer esas cosas, no porque le pase algo malo, sino porque no es una persona. Así que vamos a hacer que se dé cuenta de que no es como nosotros, pero que eso no quiere decir que sea peor, sino diferente. - Le dijo Sara a Miguel.
-Linda gatita, quédate muy atenta y observa lo que hacemos para que luego lo puedas hacer tú- dijo Miguel. Los niños se pusieron uno enfrente del otro, uno iba nombrando las diferentes partes de la cara y el otro se las señalaba. (Los alumnos se ponen en pareja frente a frente. Uno dice una parte de la cara y el otro miembro de la pareja se la señala. Cuando se hayan señalado cada pequeña parte de la cara, se cambian los roles).
Continuaron nombrando el resto de las partes del cuerpo y señalándolas.
Después de estar muy atenta, la gata pensó: ¿dónde está su cola? ¿Por qué tienen tan poco pelo? ¿Dónde están sus zarpas? ¿Tienen 5 dedos?...
Poco a poco la gata se fue dando cuenta de que, efectivamente, su cuerpo no era así, pero aún tenía dudas. Así que los niños propusieron otro juego. El juego de las esculturas. (Siguen por parejas y hacemos el juego del escultor y escultura: un niño pone en una posición su compañero, modelando su cuerpo (escultor) y este tiene que mantener el equilibrio en esa postura al menos un minuto (escultura). Luego se cambian los roles).
Parte principal
La gata se percató de que esas posturas tan complejas no puede realizarlas y se pone más triste. Al percibir lo que pasaba, Miguel y Sara les propusieron que saltaran todos juntos a ver hasta dónde llegaban (saltamos con los pies juntos hacia delante). Y la gata se dio cuenta de que saltaba mucho más lejos que sus amigos.
Entonces le propusieron saltar todos a la vez y ver cuánto de alto llegan (saltamos lo más alto que podamos) y la gata les volvió a ganar. Finalmente, le pidieron que realizara una carrera con ellos (realizamos carreras de un lado a otro de la sala). Pero la gata nuevamente les venció.
- ¿Ves la cantidad de cosas que puedes hacer y nosotros no? No pasa nada por ser diferente, cada ser es único y especial. - dijo Sara.
- La gata se dio cuenta de que llevaba razón y añadió: -Además puedo ver en la oscuridad y trepar ¿Qué tal se os da a vosotros? - (hacemos como que trepamos paredes). - Sí que va a resultar que soy especial-. Dijo la gata.
- ¡Sí que lo eres! -le respondieron a coro Sara y Miguel - pero hay cosas que no puedes realizar igual que nosotros y otras sí. Por ejemplo: ¡Todos podemos bailar! (Les ponemos música para que bailen libremente por el espacio o les damos libertad para que hagan su paso de baile favorito sin música.
- Ahora te vamos a enseñar algunos juegos de humanos, vamos a jugar a llevar la pelota entre dos sin usar las manos-. Dijo Miguel. (Se ponen en parejas y tienen que llevar la pelota de un lado a otro de la sala usando diferentes partes del cuerpo. Primero con la frente, luego usando las barrigas, después los mulos. A continuación, la espalda y, finalmente, los pies).
- Mira, ahora vamos a saltar llevando con nosotros el balón, aunque no lo hagamos tan lejos como tú-, dijo Sara. (Primero saltarán con el balón entre los tobillos, luego entre las rodillas y, finalmente, con el balón entre las manos, que están colocadas en la espalda).
- ¡Guau, estoy impresionada! -, dijo la gata, - ¿Sabéis otra cosa que puedo hacer? Sé mantener muy bien el equilibrio y andar por sitios muy estrechos sin caerme-.
- ¡Andá, nosotros también podemos hacer eso! - dijo Miguel. (Andamos por encima de un banco suizo sin caer, por encima de una cuerda, o de unos bloques).
- ¡Míranos, nosotros también podemos mantener el equilibrio de otra manera más divertida! - dijo Sara. (Cogemos la pelota y nos la colocamos encima de la cabeza y la mantenemos ahí sin utilizar las manos. La posamos encima del dorso de la mano, en el empeine del pie, nos la colocamos encima de la espalda y andamos sin utilizar las manos). Vuelta a la calma
- ¡Qué bien lo habéis hecho! - dijo la gata- Hoy he aprendido una gran lección, todos somos iguales, pero diferentes, y cada uno tiene unas cualidades que lo hacen único y especial; no hay seres mejores, ni peores, simplemente, todos somos diferentes y podemos aprender mucho unos de otros y así complementarnos y ayudarnos.
- Mejor será que tomemos un descanso y nos relajemos, después de esta gran aventura, al más puro estilo de los humanos, - dijo Sara. (Nos acostamos en el suelo por parejas y nos hacemos pequeños masajes el uno a otro usando la pelota para hacer círculos en el cuerpo del compañero. Primero, uno está tumbado en el suelo y la pareja le pasa la pelota por los pies, gemelos, muslos, culete, espalda, un brazo y, luego, el otro, realizamos círculos). Después cambiamos los roles. Finalmente, dibujamos lo que más nos ha gustado de la sesión.
Ficha técnica.
- Objetivos:
- Reconocer las partes básicas del cuerpo.
- Aumentar la coordinación motriz.
- Perfeccionar el equilibrio.
- Mejorar la expresión no verbal y la socialización.
- Mostrar interés por los cuentos motores.
- Edad recomendada:
- 4, 5 años
- Tiempo estimado:
- 50 minutos
- Unidad didáctica sugerida:
- El cuerpo humano
- Los juegos o juguetes
- Valor trabajado:
- Quererse a uno mismo, valorarse y respetarse
- Materiales:
- Pelotas
- Banco suizo
- Cuerda
- Bloques
- Altavoz con música
