El teatro en los tiempos del coronavirus

César Oliva Bernal

Profesor de Interpretación ESAD Murcia

2020 ha sido un año especialmente catastrófico para las Artes Escénicas, y no solo en nuestra Región de Murcia. Las Artes Escénicas parecen haber tocado fondo. Aunque hablar de la crisis del teatro no es algo nuevo, la situación producida por la Covid-19 ha golpeado sin piedad este sector: teatros cerrados, espectáculos cancelados, producciones suspendidas, compañías en quiebra, etc. Desde el Reino Unido a EEUU conocemos historias de compañeros que incluso han tenido que dejar sus apartamentos y volver a sus pueblos natales pues las perspectivas de trabajo a corto plazo son mínimas. Esto es especialmente duro en una profesión donde se tarda años en darse a conocer y tener una cierta estabilidad. Productores, directores, técnicos, diseñadores, actores, personal del teatro en general, todos los profesionales del sector han visto sus ingresos cortados de golpe. Aunque se han realizado intentos por parte de las compañías para, al menos, aprovechar parte del dinero invertido (sobre todo a través de iniciativas online), estos no han tenido una repercusión económica relevante para aliviar los ingresos de los profesionales. Es muy probable que muchas de las compañías no puedan recuperar su actividad a corto y medio plazo, especialmente con las estrictas medidas de reducción de aforo debido al distanciamiento social que se están aplicando.

Pero comencemos por el principio. Desde el 14 de marzo en el que el estado de alarma detuvo la actividad económica en nuestro país, las artes escénicas apenas han podido levantar cabeza y recuperar su deseada y, sin embargo, precaria normalidad. Quién nos iba a decir que este año echaríamos de menos la inestable situación de la última década de una profesión que ya fue duramente golpeada por la crisis de 2008 y que ha sido continuamente desatendida por las administraciones (salvo apoyos puntuales de algunas instituciones y teatros que han favorecido coproducciones y que haya una programación estable en algunos municipios). Si el teatro en la Región ha sobrevivido estos diez últimos años ha sido por el entusiasmo, la imaginación y el desgaste de los artistas.

Es cierto que, a pesar de las desdichas, desde hace unos años se vienen dando algunos pasos (lentos pero firmes) que pretendían dar un impulso a las artes escénicas en nuestra Región. Entre ellos destacamos sobre todo la creación de un circuito profesional de las artes escénicas, las ayudas a las producciones y giras, las coproducciones con teatros municipales y la creación de un Plan Estratégico1. En este sentido, ha sido fundamental el diálogo de los diferentes colectivos de artistas con las administraciones regionales que deben entender la importancia de la inversión en cultura y educación para el beneficio de la sociedad. Circunstancias como las actuales nos hacen comprender que, sin el apoyo del gobierno, es difícil que el teatro subsista. Merece la pena recordar que, durante los meses de confinamiento, todas las familias hemos estado consumiendo cultura, arte, teatro, cine...

Pero como parece que siempre se puede estar peor (y en la profesión teatral, que tiene una increíble capacidad de adaptación, esto no es nada nuevo), la crisis de la Covid-19 ha dado un nuevo golpe a nuestro sector y el panorama es aún más triste si cabe.

En primer lugar, es de entender la situación excepcional provocada por la pandemia y el miedo inicial por parte de las administraciones para hacer frente a un virus desconocido. Hasta ahí se pueden comprender las estrictas medidas tomadas por el Estado y los gobiernos regionales para intentar frenar el virus y no colapsar nuestro mermado sistema sanitario. No obstante, han pasado ya meses desde que se adoptaran las primeras medidas y algo más sabemos del maldito virus. Sabemos, por ejemplo, que dicho virus no ha impedido que una Vuelta a España entre en pueblos confinados. Sabemos que las escuelas y colegios han mantenido su actividad con cierta normalidad dentro de las medidas exigidas. Sabemos que no ha habido contagios producidos en teatros ni cines, que obedientemente han tomado las medidas adecuadas y han convertido a este sector en uno de los espacios más seguros que existen. Lo que aún no sabemos es por qué, a día de hoy (porque esto de las medidas cambia de la noche a la mañana) desde las distintas administraciones se siguen poniendo trabas a la Cultura e impidiendo que salga a flote.

En segundo lugar, cabe destacar que, en lo que al teatro respecta, el miedo no procede de la sociedad, cuyos miembros han demostrado en este primer trimestre que son capaces de salir a la calle y llenar las salas si se les permite. El espectador de a pie no tiene miedo de entrar al teatro, y es ilusionante ver que muchas funciones en el Romea o en el Circo (por poner ejemplos de teatros de nuestra ciudad) así lo confirman, llegando a ocuparse al máximo el aforo permitido por las autoridades sanitarias.

Sin embargo, la situación es muy preocupante para los artistas y compañías de la Región. MurciaaEscena hizo balance sobre las pérdidas producidas por el confinamiento estimándolas en unos 336.0002 euros. Se cancelaron alrededor de ciento cincuenta representaciones, aplazándose muchas de ellas. Con el objetivo de paliar las pérdidas del sector y defender intereses comunes, MurciaaEscena y las diferentes asociaciones de las artes escénicas (Unión de Actores de la Región de Murcia, Asociación de Directores de Escena y Asociación de Dramaturgos de la Región de Murcia), han creado la Mesa de las Artes Escénicas de la Región de Murcia3, constituida entre el gobierno regional y miembros de cada una de las asociaciones. En estas reuniones, se ha advertido de la situación insostenible en la que se hallan los profesionales y se han reivindicado medidas que permitan la supervivencia de nuestro sector como profesión bajo el lema: "la cultura es segura".

En esta línea, en nuestra Región, ha habido movilizaciones que han sacado a la luz la necesidad de trabajar todos en una misma dirección: apoyar la cultura como motor imprescindible de la sociedad. Desde las distintas asociaciones de los sectores de las artes escénicas han estado organizando charlas y encuentros para enfrentarse a la desesperada situación laboral y al incierto futuro que nos espera. Estas reuniones han servido no solo para tratar temas tan importantes como la gravedad de la actual crisis para las artes escénicas, sino fundamentalmente para llamar la atención de las administraciones y de la sociedad y reivindicar así nuestro sector.

Ciertamente, estas actuaciones han tenido eco en algunas administraciones, que se han sensibilizado a la situación desastrosa de las artes escénicas y han ayudado con diversas medidas, como la prestación del paro extraordinario para artistas por parte del Ministerio de Cultura4. Pero si no queremos que estas medidas5 se queden en meros parches, sino que sirvan para hacer despegar definitivamente al sector del pozo en el que se encuentra (y en el que no olvidemos que ya se encontraba antes del virus), las administraciones deben hacer frente a los problemas reales con los que estamos tropezando, como son, sobre todo, la paralización de las programaciones, la probable reducción de unos presupuestos culturales ya exiguos y la disminución de aforos.

Imagen 1: Manifestación de las Artes Escénicas en la Región defendiendo la "cultura segura". Fuente: Joaquín Gómez. Eldiario.es

En lo que a las programaciones se refiere, aunque algunos ayuntamientos han tratado de mantener su agenda cultural, la situación actual ha llevado a los políticos a tomar medidas que afectan gravemente a las compañías. Si, como ya hemos señalado, la situación de las artes escénicas era precaria de por sí, la cancelación de bolos, los cambios de fecha o la reducción del aforo son medidas que han terminado de dar la estocada definitiva a un sector que precisamente ha demostrado estar haciendo las cosas con rigor y cumpliendo las regulaciones sanitarias impuestas para prevenir el virus. Para las artes escénicas es imprescindible que se sigan programando funciones y que se cumplan los compromisos. En este sentido, es de agradecer que desde el Instituto de las Industrias Culturales y las Artes6 (ICA) se indemnice a las compañías por los bolos que no han podido realizarse del Circuito y de "Noches al raso"7, según lo que les corresponda por contrato. Como nos informan desde la Asociación de Directores DEmurcia, "esta es una medida sin precedentes, que no se repite en ninguna otra Comunidad Autónoma"8.

Es de advertir que el sector cultural es uno de los más perjudicados porque plantea problemas muy específicos que ni siquiera han sabido ser tratados antes de la crisis sanitaria. De hecho, esta crisis solo evidencia la fragilidad económica del sector, que sigue aferrado a un sistema de producción procedente de épocas donde había una mayor cantidad de dinero público destinado a la Cultura, y la precariedad laboral de sus profesionales, que siguen expuestos a la falta de trabajo, a la temporalidad del mismo y a unas condiciones impensables en otras profesiones: ensayos que no se pagan (o se pagan mal y tarde), bolos que no salen (y cuando salen se pagan mal y tarde), etc. Esto es especialmente notable en el gremio de los actores y actrices, que representan quizá el eslabón más débil de la cadena, pero también en otras profesiones como directores y técnicos. Lamentablemente, ambas evidencias (el sistema de producción arcaico y la precariedad laboral) están estrechamente relacionadas la una con la otra porque, en la situación en la que nos encontramos hoy, una compañía difícilmente va a poder hacer frente a los gastos de una producción y dar condiciones dignas a sus trabajadores. Esto unido a la actual escasez de producciones y la disminución de bolos desde marzo de 2020 repercute fatalmente en el actor que ahora no solo no tiene un salario mínimo para vivir de su profesión, sino que ha estado varios meses sin ingresos y ha perdido las funciones programadas este último trimestre.

Pero más allá de la crisis a la que nos enfrentamos, ambas evidencias solo dejan entrever una conclusión última proveniente ya de una situación pre-Covid: nuestros políticos, en general, siguen dejando de lado la atención a la cultura como actividad esencial y necesaria de un pueblo. Desgraciadamente, esta situación a la que está expuesto el actor no va a cambiar hasta el desarrollo final del Estatuto del Artista, que ya ha sido retrasado en multitud de ocasiones, y, claro está, no es una prioridad ahora mismo. Los pronósticos más pesimistas apuntan a que la preocupación actual del gobierno está en solucionar la crisis sanitaria y que, con la necesidad económica, se recortará de otras partidas más accesorias, según su criterio, siendo la cultura la cuerda más floja. Sin embargo, ahora comprobamos que es más necesario que nunca que el actor tenga unas garantías sociales para dedicarse a su profesión como cualquier otro trabajador. Necesitamos un modelo que ayude al actor a vivir de una profesión que no le permite trabajar con la misma continuidad que otras. Por poner un ejemplo, si un actor en Murcia tiene la suerte de trabajar todos los fines de semana un par de funciones a 100? por función, podrá llevar a su casa 800? al mes. ¡Pero es que no hay ningún actor en Murcia que trabaje todos los fines de semana! Por eso el actor necesita ser visto dentro de las especificidades de su sector para tener unas garantías para desempeñar su profesión con dignidad. En este sentido, el concepto del actor de vida alegre, que sirve para poner copas o helados, sin ingresos mínimos mensuales y al que no se le da de alta, debe ser superado para poder desempeñar su trabajo en condiciones9. No obstante, los más optimistas queremos pensar que esta crisis a la que nos enfrentamos nos va a llevar de una vez por todas a hablar de estos temas y modificar de raíz elementos estructurales que llevan años enquistados.

Por otra parte, una situación como esta nos enseña la importancia de estar unidos. En nuestra profesión, donde aparentemente se impone la competencia y el individualismo, estamos observando que la lucha conjunta da más frutos. Para eso es necesario a veces anteponer el interés colectivo al propio. En una Región como la nuestra, uniprovincial y sin ayudas culturales importantes, es necesario mantener la unidad ante la clase política. La pasión, el talento, la creatividad, la formación, son requisitos que no faltan en los artistas de esta Región, donde, por añadidura, disfrutamos de espacios de ensayo y exhibición, de una Escuela Superior de Arte Dramático, una Universidad que históricamente ha demostrado su amor por el teatro y con un Aula de Teatro que es referente nacional. ¿Qué nos falta entonces? En Murcia, como en cualquier provincia que no sean las grandes capitales como Madrid o Barcelona, debe existir apoyo político porque no es un sector sostenible con los ingresos de taquilla, al menos hasta que cambie la forma de pensar de nuestra sociedad, en la que el espectador no está acostumbrado a pagar en taquilla lo que realmente cuesta un espectáculo.

Es obligado mencionar las negociaciones con el gobierno regional y en concreto con el ICA para desarrollar el Plan CREA10, para lo cual se ha reunido con los distintos sectores de las Artes Escénicas de Murcia para recoger medidas para paliar la crisis. Estas medidas deben hacer frente a diversos ámbitos como son por ejemplo: ayudas a la producción y a giras para reducir los efectos del estado de alarma sobre las compañías y compensar las diversas restricciones de aforo a las que el sector ha sido condenado; aumento de presupuestos para el Circuito; ayudas para pagos de intereses en los préstamos; desarrollo de proyectos escénicos destacados en el ámbito de la creación, nuevas formas o tecnologías; ayudas a creadores escénicos de la región ante la falta de ingresos; teatro grabado y/o en streaming que permita mantener a los espectadores en el hábito de consumo cultural; campañas formativas y culturales que permitan a los artistas y técnicos de la región seguir activos en el panorama actual; ayudas económicas para poder cumplir con las medidas impuestas por las autoridades, etc.

Pero no todos los problemas que la Covid ha evidenciado son económicos, aunque quizá sí sean los más graves. Debemos reconocer también que, en lo que a la parte artística se refiere, la crisis de la Covid-19 está cuestionando algunas de las características específicas de las artes escénicas. En primer lugar, el teatro dispone de una parte ritual que solo tiene sentido en comunidad, con los otros, esos otros de los que las medidas sanitarias intentan apartarnos y protegernos (hemos visto eslóganes ciertamente orwelianos como "staying apart keeps us together"11, cuya traducción es algo así como: "permanecer separados nos mantiene unidos").

Más allá del palo económico que conlleva la reducción del aforo, para los actores no es igual un teatro lleno que uno a un tercio o a mitad de su aforo. No importa tanto el número de espectadores como el hecho de sentirlo lleno. Un teatro de 100 localidades lleno es mucho más acogedor que uno de 700 con solo 150 o 200 espectadores. Además, los gestores deben lidiar con decisiones complicadas para que la reducción de aforos permita la exhibición de espectáculos sin perjudicar a las compañías que no pueden jugársela ya a taquilla. Recuperar un aforo del 100% con las medidas de seguridad adecuadas para que el público acceda con plena confianza es un requisito inmediato para la supervivencia del teatro.

Por otra parte, las medidas de seguridad actuales hacen inviable la representación teatral tal y como la conocemos. Las mascarillas y la distancia de dos metros con el partenaire van en detrimento de la verosimilitud del espectáculo (a no ser que esas sean las mismas circunstancias dadas en la ficción). La necesaria búsqueda de nuevas formas en la que nos encontramos tiene una misión casi imposible a la hora de sustituir el hecho escénico tradicional por el de esta "extraña normalidad".

Aunque en general los profesionales del teatro están concienciados de la situación, es evidente que no es fácil compaginar el cumplimiento de las medidas con los requisitos de su profesión. Por una parte, en las actuales circunstancias, los actores necesitan trabajar con un mínimo de seguridad, como cualquier otro profesional, y un actor que exija que se respete la distancia de seguridad por estar al cuidado de alguna persona de riesgo, obliga al director y a sus compañeros a considerar los movimientos y acciones de sus escenas. Pero por otra parte, los actores necesitan tocarse, agarrarse, besarse, cosas que no pueden realizarse a distancia. El uso de pruebas rápidas, la toma de temperatura, la higiene personal pasan por ser las únicas medidas posibles del teatro si quiere seguir vivo. Aunque se exploren territorios nuevos, incorporando tecnología, eliminando actores o poniendo distancia con los espectadores, las medidas de seguridad en el escenario no pueden condicionar el espectáculo teatral.

Imagen 2. Asamblea DeMurcia mayo 2020. Fuente; Facebook DeMurcia.

Precisamente la tecnología es un elemento que está sirviendo para paliar algunos de estos inconvenientes anteriormente expuestos y uno de los más favorecidos en las nuevas iniciativas surgidas de la crisis. La incorporación de lo virtual y telemático frente a lo presencial ha abierto nuevas vías que hacen llegar la actividad teatral a otros públicos que quizá no abrían asistido al teatro pero que ahora puede disfrutarlo en casa como una experiencia diferente. En los meses de confinamiento, donde las medidas tomadas por el Gobierno paralizaron toda actividad profesional en las artes escénicas (además de otros muchos sectores) y, por tanto, las vidas de sus trabajadores, la ausencia de actividad presencial en escuelas, escenarios, patios de butacas, etc., llevaron a todos los que nos dedicamos a esto (actores, directores, profesores, productores, gestores, etc.) a buscar nuevas formas de supervivencia en prácticas alternativas, refugiándonos de la noche a la mañana en un espacio hasta hora poco explorado por las artes vivas: el teatro virtual. Diferentes canales y plataformas han permitido seguir dando clase o exhibiendo espectáculos de diferentes formatos que han hecho posible no perder por completo la interacción con el público.

Dentro de este contexto, y dada la imposibilidad de ensayar y realizar un proceso creativo de modo presencial a causa de las medidas sanitarias impuestas, desde DREM y DEmurcia acordaron organizar encuentros abiertos al público a través de videoconferencias, con invitados de ambas asociaciones, donde poder discutir acerca de esta situación extraordinaria que afecta a tantas áreas de las artes escénicas: dramaturgia, proceso de creación, representación, etc12.

En este sentido, el Teatro Villa de Molina ha ofrecido la emisión de los espectáculos programados con motivo del 51 Festival de Teatro de Molina de Segura a través de la plataforma Vimeo para mantener la reducción de aforo impuesta. Además, también se ha podido asistir al foro virtual organizado en torno a los espectáculos. Este es solo un ejemplo de actividades que se están organizando para mantener vivas las artes escénicas.

No obstante, y para concluir, debemos subrayar que el teatro online o las grabaciones de espectáculos se oponen por definición a la presencialidad que necesita el teatro. Las proyecciones de trabajos grabados, la emisión de obras en streaming, la proliferación de talleres virtuales, conferencias y foros online, por muy beneficiosas que hayan sido para sostener viva la actividad cultural, deben ser consideradas siempre formas complementarias pero nunca sustitutorias. Sirva esta reflexión como llamada de atención, pues se observa ya una cierta preferencia por parte de algunas instituciones por dar prioridad a las actividades telemáticas incluso en el contexto de las artes escénicas. Queremos pensar que las razones aducidas surgen de la buena fe para que no se paralice el sector ante la suspensión de compromisos presenciales para evitar riesgos sanitarios. Sería muy desalentador que el desarrollo y el uso cada vez más extendido de estas prácticas excepcionales propiciaran la transformación de una de las características más definitorias y esenciales de las artes escénicas: su presencia viva.

Imagen 3. El taller de 4º "Bondad y cobardía", dirigido por César Oliva Bernal, participó en el Festival de creación joven Estrenarte en formato presencial y online, de acuerdo con las medidas sanitarias como consecuencia de la pandemia de la Covid-19.


1 MurciaaEscena, UARM, DREM y DEmurcia presentan el Plan Estratégico de las Artes Escénicas de la Región de Murcia. (25 de septiembre de 2018) Recuperado de https://www.eldiario.es/murcia/cultura/murciaaescena-uarm-drem-estrategico-escenicas_1_1921965.html

2 Las empresas de artes escénicas de la Región, al borde del colapso. (22 de marzo de 2020). Recuperado de https://murciadiario.com/art/20309/las-empresas-de-artes-escenicas-de-la-region-al-borde-del-colapso

3 Las Artes Escénicas se unen en la Región en una Mesa para reclamar el apoyo de las administraciones. (23 de abril de 2020). Recuperado de https://www.eldiario.es/murcia/artes-escenicas-region-mesa-administraciones_1_5898035.html

4 Real Decreto-ley 17/2020, de 5 de mayo, por el que se aprueban medidas de apoyo al sector cultural y de carácter tributario.

5 La red española de teatros, auditorios, circuitos y festivales (s.f.) 52 medidas extraordinarias para afrontar las consecuencias de la crisis sanitaria provocada por el covid-19 en el sector de las artes escénicas y la música. Recuperado de https://www.redescena.net/redaccion/2020/04/52MedidasCovidArtesEscenicasMusica.pdf

6 CARM (27 de octubre de 2020) Cultura convoca las ayudas de artes escénicas y música para giras nacionales e internacionales. Recuperado de https://www.murcia.com/cultura/noticias/2020/10/27-cultura-convoca-las-ayudas-de-artes-escenicas-y-musica-para-giras-nacionales-e-internacionales.asp

7 "Noches al raso" ha sido una iniciativa del Plan CREA para apoyar a las industrias culturales y facilitar que los ayuntamientos programaran espectáculos profesionales de la Región de Murcia en espacios al aire libre durante el pasado verano.

8 Información aportada en la Mesa de las AAEE. 

9 Fuentes, J.A. (10 de abril de 2020). Actores y actrices en Murcia, frente al abismo laboral y las "devastadoras declaraciones del ministro de Cultura". Recuperado de https://www.eldiario.es/murcia/cultura/actores-murcia-devastadoras-declaraciones-cultura_1_2263965.html

10 ICA (s.f.) CREA. Plan de impulso a las industrias culturales y creativas de la Región de Murcia. Recuperado de http://www.icarm.es/ica/docs/PRESENTACION_PLAN_CREA_DF.PDF

11 Victorian Government (s.f.) Staying apart keeps us together. Recuperado de https://www.vic.gov.au/media/14574 el 1 de diciembre de 2020.

12 Así surgió el encuentro Teatro en tiempos del confinamiento, organizado entre DREM y DEmurcia, y la serie promovida por DREM, El teatro continúa, que consistió en unas grabaciones en vídeo de textos de los dramaturgos de DREM dirigidos por directores de DEmurcia.