Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 4. Artistas, mujeres de teatro y espectáculo

Leni Riefenstahl, la cineasta del III Reich

Salvador Pla Pérez

Universidad de Valencia

Montserrat Siso Monter

Universidad de Educación a Distancia

Resumen: Leni Riefenstahl, cineasta y amiga personal de Adolf Hitler, fue la elegida por el gabinete de propaganda comandado por Goebels, para realizar una serie de documentales sobre el III Reich, con la finalidad de mostrar al mundo la grandeza y la pureza de la raza aria.

A través de varios documentales, de los que se conservan solo dos; El triunfo de la Voluntad y Olimpia y mediante la utilización del ideal artístico de belleza, la artista, logró unos documentos propagandísticos de una calidad excepcional, donde todas las imágenes están previamente estudiadas y medidas, consiguiendo una calidad estética exquisita a la vez que abrumadora. Las imágenes representan el hombre ideal, sano, deportista, invencible, es una oda al culto de la belleza, mientras la mujer aparece estereotipada como un elemento sumiso dependiente del hombre.

Resaltaremos como el arte pasa a estar al servicio del mal, y como Leni Riefenstahl asimiló el modelo masculino para conseguir sus objetivos.

Palabras claves: Cine propagandístico; III Reich; Modelos femeninos y masculinos; Asimilación; Ideal de belleza.

Jamás puede lograrse la nacionalización de las masas por la acción de procedimientos a medias o por la simple observancia de un llamado punto de vista objetivo; esa nacionalización solo es posible por obra de un criterio intolerante y fanáticamente parcial en cuanto a la finalidad perseguida.

Adolf Hitler, Mi lucha [Ed. Cart., Ávila, 1937, pp 177-179]

Corría el año 1919, Europa acaba de sufrir el mayor horror de la historia de la humanidad. La Primera guerra mundial deja una Europa asolada por las bombas, la pobreza y la miseria y todo ello servirá de excelente caldo de cultivo para el nacimiento de los movimientos totalitaristas que se producirán solo unos años después en países como Alemania, Italia y España.

Alemania fue la gran perdedora de esta guerra y se le impusieron duras sanciones económicas que se agravaron con la gran crisis surgida en EEUU al caer en picado la bolsa en 1929, ello motivó que Estados Unidos retirara toda la ayuda exterior y Alemania entrara en una notable recesión. Una población humillada con grandes dificultades económicas encontró en la persona de Adolf Hitler al salvador de la nación aria, pero para que esto se produjera, se necesitaba de un órgano de propaganda que enalteciera la figura del führer.

El cine, al igual que ocurrió en la Rusia soviética, se convertirá de la mano de Goebbels (ministro de propaganda del tercer Reich) en el instrumento más utilizado por el movimiento nazi para su exaltación y será una actividad cultural a la que el partido de Hitler otorgará una gran importancia. Para su control absoluto, Goebbels y el partido, ejercerán un control estatal total sobre la industria cinematográfica y promulgarán una ley de censura que les permitirá controlar los guiones y las películas antes de ser visionadas por el público general.

En este trabajo, se pretende poner de relieve, la utilización por parte del partido nacional socialista alemán, del cine como una herramienta de propaganda visual capaz de “hipnotizar” a las masas por medio de filmografías, cuya metodología y estructura ha sido estudiada y manipulada hasta el último detalle para tal fin, revolucionando todas las formas establecidas de la estética cinematográfica hasta el momento.

La encargada de llevar a cabo semejante tarea no será otra que la cineasta de origen alemán Leni Riefenstahl quien se convertirá de alguna manera en los ojos del tercer Reich. Aprovechando todos los medios económicos y tecnológicos que el partido Nazi pone a su disposición realiza una serie de películas documentales que exaltan y enaltecen el poder de la raza Aria y la imagen del que será el nuevo Mesías (el nazismo tuvo mucho en común con la fe irracional de las religiones) de la nueva Nación europea: Adolf Hitler.

En primer lugar, es importante conocer algunos datos biográficos de Leni Riefenstahl. Nació en Berlín el 22 de agosto de 1902 y falleció el 10 de septiembre de 2003 a la edad de 101 años, lo que la convierte en historia viviente del siglo veinte. Sus 101 años de vida le sirvieron para romper muchos esquemas, así como para aportar al mundo del cine significativas e importantes innovaciones técnicas y formales aunque su vida se ha visto marcada por su vinculación, colaboracionismo con el partido Nazi y la ascensión de Hitler al poder. Entre su filmografía destacan principalmente por su carácter propagandístico del Tercer Reich sus documentales El triunfo de la voluntad y Olympia dos películas que fueron premiadas y ensalzadas en todo el mundo.

Aunque sus comienzos artísticos fueron como bailarina, una lesión la apartó de esta práctica a lo que contribuyó también la visualización de la película El acorazado Potemkin de Eisenstein ya que a partir de entonces decidió dedicarse al cine, primero como actriz y después como directora.

En 1932 dirigió su primera película Luz azul, un filme de montañismo (los preferidos por Hitler) en el que ella era la protagonista y directora a la vez. Esta película fue premiada en la muestra de Venecia y Hitler poco antes de llegar al poder, tras visionarla quiso conocer personalmente a la directora.

Durante esos años, muchos cineastas tuvieron que expatriarse, entre ellos, Fritz Lang pero Leni, de la mano del doctor Goebbels (ministro de propaganda del partido nazi y gran amigo de Adolf Hitler) pasó a ser la cineasta mejor valorada del nuevo régimen. El impacto que causó Hitler en la actriz fue motivo suficiente para que Leni aceptara la realización de dos documentales que marcarán de por vida su carrera cinematográfica. El que se rodó en Nuremberg con motivo del VI congreso del partido nazi que se publicaría en 1936 El triunfo de la voluntad y el realizado con motivo de las olimpiadas de Munich de 1936 Olympia publicado en 1938. Leni representó al cine alemán lo que Albert Speer a la arquitectura del tercer Reich.

Con la caída del partido nazi y el final de la segunda Guerra Mundial Leni fue juzgada varias veces por colaboracionismo y adhesión al partido nazi pero salió indemne de todos los juicios alegando que ella no conocía los exterminios que se estaban llevando a cabo, que pecó de ingenua y que su relación con el partido era simplemente profesional.

La película El triunfo de la voluntad fue aclamada en todo el mundo tras su estreno, cosechó premios en Alemania, Venecia y finalmente en París. Se trata de un documental que recoge los actos del VI congreso del partido nazi en Nuremberg del 5 al 10 de septiembre de 1934 cuando Hitler acaba de acceder al poder. Es un documental estéticamente cuidado hasta el último detalle donde algunas escenas fueron rodadas más de cincuenta veces hasta llegar a la versión definitiva. Hitler, debido a su corta estatura siempre fue filmado en contrapicado para engrandecer su figura, mostrando en algunos planos la imagen yuxtapuesta del Führer con la del Águila Imperial. Un año después Hitler fue nombrado personaje del año por la revista Times. En 1935 era una película de obligada visión en todos los colegios alemanes.

La filosofía estética del nazismo debía ser racial-nacional-popular y, sobre todo, apologética y aproblemática, tenía que rechazar por fuerza a las problemáticas y cosmopolitas vanguardias del primer tercio de siglo (Gubern 2012: 216).

Aunque Leni siempre defendió que su cine era apolítico, El triunfo de la voluntad es un monumento estético, con magistrales puestas en escena de la turba nacional socialista, de sus líderes y de sus símbolos. El Águila imperial, la esvástica con la cruz gamada, las runas germánicas de las SS. La figura de Hitler es fotografiada a veces a contra luz, para que su perfil aparezca rodeado por una aureola. Como efectúa el saludo fascista con la mano hacia atrás, en cierto momento la luz se refleja en ella cual depósito de energía divina (Mera 1975: 27).

Este film debía servir para mostrar al partido nazi, unido después de la noche de los cuchillos largos, donde murieron asesinados algunos oponentes a Hitler. Había que demostrar que la sangrienta purga no había dividido al partido nazi, que el partido y el ejército eran un solo cuerpo cuya sangre era bombeada por el corazón del Führer. Difundir la imagen y las voces de los líderes nazis e impresionar a las audiencias extranjeras era otro de su cometido. Por su parte Barsam señala que los dos objetivos prioritarios del film fueron la glorificación del partido y la deificación de Adolf Hitler (Mera 1975: 28).

El documental Olympia fue rodado en 1936 durante las olimpiadas que se celebraron en Berlín. Fue un encargo personal de Adolf Hitler a su cineasta preferida Leni Riefenstahl y su estreno se produjo dos años después en Berlín con motivo del cumpleaños del Führer el día 20 de abril de 1938.

Olympia es una película de tres horas y media de duración que consta de dos partes: “Festival del pueblo” y “Festival de la belleza”. Su autora, defiende en sus entrevistas desde los años cincuenta que la película fue comisionada por el Comité Olímpico Internacional y producida por su propia compañía y hecha pasando por encima de las protestas de Goebbels cuando en realidad esta película fue encargada y financiada por el partido nazi. La compañía a nombre de Leni Riefenstahl se creó porque no convenía que el partido apareciese como productor.

En Olympia, Leni produce en el espectador una hábil evocación de la épica grecorromana, (sobre todo espartana), el culto al cuerpo, haciendo referencia a los orígenes arios de los alemanes. Con tomas muy estudiadas acompañadas de una excelente banda sonora, primeros planos de esculturas de la antigüedad griega que combina con desnudos cuerpos atléticos, en su mayoría de hombres, como de algunas mujeres, en un juego erótico de luces y sombras capaz de cautivar al más exigente de los espectadores. Son atletas que compiten por ser los mejores, por estar en lo más alto de la raza humana y como no, son Arios.

Algunos de los métodos técnicos utilizados en el documental han pervivido hasta nuestros días, se hizo construir una cámara para grabar tomas subacuáticas en los saltos de trampolín, se hacía arrastrar en un carrito para grabar corriendo al lado de los corredores, se excavaron grandes hoyos para poder filmar los saltos de longitud desde abajo. Todo hubiera sido perfecto en Olympia de no haber conseguido un atleta de raza negra llamado Jesse Owens ganar cuatro medallas y echar por tierra las mentiras acerca de la superioridad de la raza aria que Hitler tanto pregonaba.

Jean Clair en su libro La responsabilidad del artista nos propone una mirada crítica que vaya más allá de un simple análisis formalista y que incluya una visión política y social que contextualice a la autora y a su obra en la sociedad y el momento y que a su vez se le exijan responsabilidades. No olvidemos la relación que los partidos de ultraderecha tuvieron con los movimientos de vanguardia, el partido nazi con el expresionismo y el Fascismo italiano con el Futurismo. (Aznar et al. 2011: 224). Lo que para Clair supone una comunión entre la modernidad artística y el totalitarismo político para Adorno supone el fin de la poesía después de Auschwitz o lo que es lo mismo, el fin del arte (Adorno entiende que después de la utilización que hacen los nazis del arte y al estado de degeneración que llega la raza humana, ya no tiene sentido ese mismo arte; por lo que hay que partir de cero, empezar de nuevo).

También Rosalind Krauss nos propone otro tipo de mirada en el Inconsciente óptico. Una mirada no solamente formalista, en contradicción a la de Clement Greenberg, sino una mirada no retiniana que apele a la materia gris, que vaya más allá de las estudiadas imágenes que nos muestra Leni en la pantalla, que la traspasen y lleguen al fondo de la cuestión, es decir, a la manipulación que Leni hace de estas imágenes para hipnotizar al pueblo alemán y presentar al partido nazi y a su líder Adolf Hitler como el Salvador de la nación alemana. Para ello el partido dispone de un sólido aparato iconográfico y propagandístico donde las imágenes jugarán un papel fundamental de carácter persuasivo y cautivador a la vez que anestésico.

Hitler fue un pintor y arquitecto frustrado, lo que le llevó a querer ejercer una arquitectura mayor, la de una Nación Superior y única basada en la belleza y en la pureza de una raza, la Aria y con él arrastró a toda una nación al desastre y entre otros a su cinematógrafa Leni Riefenstahl.

Leni Riefenstahl aportó una estética nueva al cine, pero como nos recuerda Jean Clair en La responsabilidad del artista ¿no habría que pedirle también una responsabilidad política a Leni? ¿Acaso justifican sus excelentes documentales que durante diez años de comunión si no adhesión al partido nazi mirara hacia otro lado ignorando el genocidio que estos estaban llevando a cabo? ¿Fue una casualidad que Leni se decidiera por el tema del alpinismo y montañismo o sabia de la pasión de Hitler por ello?

Según Susan Sontag, Leni Riefenstahl era una verdadera embustera, ya que a lo largo de su carrera artística, intentó por todos los medios disponibles a su alcance, intentar desvincularse del nazismo al que tan unida estuvo durante el periodo que duró el tercer Reich (Sontag 2007: 213). Sontag nos muestra que Leni realizó cuatro películas con argumento no ficticio y no dos como ella ha afirmado desde los años cincuenta y como repiten casi todos los que tratan de exonerarla. La victoria de la Fe en 1933, que celebraba el primer congreso del Partido Nacional Socialista. Luego llegó el Triunfo de la voluntad en 1934 al que siguió ¡Día de la libertad! ¡Nuestro ejército!, un corto documental de dieciocho minutos para el ejército en 19٣5 que muestra la belleza de los soldados y de ser soldado para el Führer y Olympia en 19٣8. Todas ellas fueron encargos personales de Adolf Hitler, amigo personal de la directora.

En el Triunfo de la voluntad por mucho que Leni defienda que es un documento histórico, hay un mensaje muy claro: el Führer es el Partido, es el Estado y es la Nación como diría su mano derecha en el discurso final Rudolf Hess. Y toda la puesta en escena de la película se estudió hasta el último detalle por parte de la dirección del partido y de la cineasta.

Por otro lado Leni representó en estos dos films un modelo de hombre sano, deportista un hombre ideal, invencible, es una oda al culto de la belleza, mientras la mujer aparece estereotipada como un elemento sumiso dependiente del hombre. Las imágenes nos muestran a jóvenes deportistas felices al servicio del Führer, la fotografía tiene como fin mostrar que no hay mayor felicidad que servir a Hitler. El triunfo de la voluntad es una oda a la felicidad que representa este servicio, las imágenes de jóvenes jugando y descansando en los campamentos, contrastan con las imágenes de las mujeres, sumisas, sonrientes, tranquilas desfilando, vestidas con los tradicionales trajes. Es decir Leni nos muestra lo que se espera de cada uno, hombres vigorosos, fuertes y alborotadores y mientras las mujeres son bonitas y dóciles, refleja lo que se espera que cumpla cada sexo.

Por otro lado el peso de estos documentales recae en figuras masculinas, la participación de las mujeres es anecdótica, aparecen como simples acompañantes. Es una exaltación de la masculinidad al servicio del III Reich. Unos documentales realizados por una mujer siguiendo el patrón establecido por directores masculinos.

Ante todo lo anterior cabría preguntarse: ¿es el paso del tiempo quien borra el contexto histórico social en el que fue creada dejando al aire solo la obra de arte? ¿Seguirán dentro de cien años asociando las obras de Leni Riefenstahl al partido nazi, o solo la valoraran por su trabajo? Está claro que hoy nadie pide responsabilidades políticas a Tiziano por ser el pintor de Carlos V y Felipe II, quienes en nombre de la cristiandad llevaron la guerra por medio mundo, ni tan siquiera a alguien tan cercano en el tiempo como a Salvador Dalí (Fascista reconocido y defensor del régimen franquista).

Estamos de acuerdo con lo que dice Roman Gubern en “La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas”, donde defiende que se pueden admirar las películas de Leni Riefenstahl sin sentir simpatías nazis, tal como se pueden admirar las obras maestras del cine soviético sin tener convicciones comunistas, del mismo modo que se puede gozar con los textos del marqués de Sade sin ser necesariamente sus lectores sujetos sádicos (Gubern 2005: 275).

Aunque arte y poder han ido de la mano a lo largo de la historia y seguirán haciéndolo, no sería bueno para la humanidad que la historia de Leni Riefenstahl se repitiera en un futuro y al igual que Jean Clair, y Susan Sontag, deberíamos reclamar a la artista su parte de responsabilidad ya que su obra ayudó en gran manera al establecimiento en el poder del partido nazi y en consecuencia a todos los horrores cometidos por éstos.

Bibliografía

AZNAR, Y.; GARCÍA HERNÁNDEZ, M.A.; NIETO YUSTA, C. (2011): Los discursos del Arte Contemporáneo. Madrid: Ramón Areces.

BERTOHOLD Hinz (1978): Arte e Ideología del nazismo. Valencia: Fernando Torres.

CLAIR, Jean (2000): La Responsabilidad del artista. Las Vanguardias entre el terror y la razón. Madrid: Visor La balsa de la medusa.

GUBERN, Roman. (2005): La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas. Barcelona: Anagrama.

MERA BARSAM, Richard (1975): Filmguide to “Triumph of de Will”. Canada: Fitzhenry& Whiteside Limited.

SONTANG, Susan (2007): Bajo el signo de saturno. Fascinante Fascismo. Barcelona: Debolsillo .

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