Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 2. Pensadoras y filósofas

El conocimiento jurídico de Emily Jane Brontë

Ana Pérez Porras

Universidad Pablo de Olavide

Resumen: Brontë denuncia las irregularidades legales a las que se ven sometidos los personajes femeninos de su novela por el marco jurídico imperante en la época, destapando la realidad a la que tenían que enfrentarse miles de mujeres casadas en materia referente a la propiedad de bienes y custodia de los hijos. Amparándose en el marco de la legalidad vigente en el periodo en el que transcurre la historia, y acompañado de la casualidad, Heathcliff se vale del sistema estrictamente patriarcal proporcionado por el marco del Derecho consuetudinario para retar, a través de la corrupción y venganza, a la sociedad que se ha atrevido a excluirlo. El personaje logra adueñarse de todas las propiedades de la novela, gracias a los personajes femeninos y a las leyes vigentes de la época.

Palabras clave: Emily Brontë; Mujeres victorianas; Matrimonio; Cumbres Borrascosas; Derechos legales de las mujeres; Patriarcado.

1. Emily Brontë y el marco legal en los albores del Diecinueve

El siglo XIX poco a poco empieza a padecer los efectos de la rápida industrialización que sufre el país, junto con el asentamiento a marchas forzadas de la población en las ciudades. Dos factores decisivos para la evolución y el crecimiento económico y social de Inglaterra, que van acompañados de diversas modificaciones importantes en el ámbito legal y que por primera vez se muestran favorables, aunque de manera esquiva, hacia la figura de la mujer casada, un hecho que provoca el resquebrajamiento de la sociedad profundamente patriarcal instaurada hasta el momento. En palabras de Mitchell, “The nineteenth century brought not only a threefold growth in population and changes wrought by urbanization and the industrial revolution, but also major alternations in the law” (1988: 200). No obstante, para entender el por qué de toda una serie de reformas legales, en concreto, las relacionadas con materia de herencia y primogenitura, es fundamental aclarar el funcionamiento del sistema legal inglés.

Para mediados de este siglo, Inglaterra se constituye de manera inequívoca como la primera nación industrial del mundo y como tal, experimenta de forma inexorable toda una serie de cambios sociales, políticos y económicos y culturales entre otros muchos. El único fin que se persigue con este hecho no es otro que el de poder adaptarse así a las necesidades reales de una nueva época, en cuyo reciente orden social queda aún por definir la posición legal de la esposa fuertemente marcada por el lugar subordinado que el Derecho consuetudinario le concede ante el marido “In the eyes of the law at the moment of their marriages women virtually ceased to exist as separate individuals. All their personal property including money, jewellery, clothes and personal articles became the property of their husbands to do with as they pleased” (Wroath 1998: 9).

Desde tiempos inmemorables, y no solo en la sociedad inglesa del XVIII y XIX, el hombre ha ejercido siempre su dominio a través de la herencia, el apellido y el matrimonio, y por consiguiente, a través de la tierra. El rol tradicional de la mujer se ve afectada en cuestiones referentes al matrimonio, divorcio, custodia de los hijos y titularidad o propiedad de bienes entre otras muchas causas, contribuyendo a modificar los derechos y responsabilidades de la mujer casada en su esfera privada y como ciudadana pública. Por tanto, un adecuado estudio del contexto desde el punto de vista legal de la sociedad de Brontë, que mostraremos a continuación, nos permitirá entender la situación de desamparo sufrida por la mayoría de las mujeres casadas en lo referente a materia legal, tal y como afirma Moya:

[…] la mujer casada se convierte desde el matrimonio en una esclava ante la ley en todo cuanto se refiere a sus bienes, sus hijos y a su misma persona. Hasta 1884 el marido tiene derecho sobre la persona misma de la mujer. Siguiendo la doctrina del Derecho Consuetudinario (Common Law), el matrimonio convierte al marido en propietario de todos los bienes de la mujer, a cambio de lo cual se obliga a protegerla y a satisfacer sus necesidades. El estatuto de la esposa en cuanto a los derechos sobre los hijos habidos en el matrimonio es también discriminatorio para la mujer (2011: 24)

La vida de Caroline Norton (1807-1877), nieta del conocido dramaturgo Richard Brinsley Sheridan, se puede contemplar como una ilustración perfecta de las condiciones draconianas que el derecho consuetudinario imponía a la mujer casada: Ante todos estos desagradables acontecimientos, Caroline Norton1 alza su voz recurriendo a polémicos escritos en los que denuncia la deplorable situación que vive desamparada por la ley de su país. La separación de sus hijos impuesta de manera obligada por su marido es la causante definitiva de la lucha infatigable que lleva a cabo para modificar la ley y que obtiene sus frutos en el verano de 1839 cuando el Parlamento aprueba la Infant Cutody Act2 (Wroath 1998: 139): “For the first time in English law, a mother was given the right to apply to the courts in respect of her children” (Wroath 1998: 16). De acuerdo con la misma, toda madre que demuestre no haber cometido adulterio puede obtener la custodia de los hijos menores de 7 años de edad, además de visitas periódicas a los hijos menores de dieciséis. Sin lugar a duda, la notoriedad del caso Norton junto con la nueva ley subraya el desamparo legal al que queda expuesta la mujer casada y abre todo un debate parlamentario en el país, en el que por vez primera se someten a estudio las leyes referentes a la propiedad de las esposas dentro de los límites legales del matrimonio.

2. La expropiación de Wuthering Heights y Thrushcross Grange

Brontë conocía las dificultades y privaciones que el Derecho consuetudinario imponía a la mujer casada respecto al tema del patrimonio de bienes, y más aún, que tratara un tema tan candente y polémico en su momento, un lastre que la sociedad victoriana arrastraba desde siglos atrás3. Debido al conocimiento del campo legal que la autora muestra en Wuthering Heights, es bastante probable que diera por sentado que la mayor parte de sus lectores era consciente del trasfondo judicial que se trata en la misma.

El lector se enfrenta a una venganza que no sólo embrutece más aún si cabe la naturaleza maquiavélica de este personaje, sino que además le sirve de ayuda para apropiarse de todas las posesiones existentes en la novela, en concreto, Wuthering Heights y la perteneciente a la familia Linton, Thrushcross Grange4. Heathcliff se muestra absoluto conocedor del marco legal con sus palabras, como en el momento en el que en alusión a su propio hijo le recrimina a Nelly “I feared I should have to come down and fetch my property, myself---You’ve brought it have you? Let us see what we can make of it” (II, 6, 118).

Cuando Brontë escribe Wuthering Heights, la legislación referente al cuidado de los hijos se ha modificado en 1839 con la Infant Custody Act5, incluyendo ciertos cambios que favorecen la figura de la madre, no aplicables a la novela porque la época en la que se desarrolla la historia comprende otras fechas previas (1771-1803). Por tanto, se puede afirmar que la forma de proceder que la autora emplea para exponer el marco legal tiene un doble efecto ante los ojos de los lectores actuales: puede pasar desapercibida si estos desconocen tanto el contexto jurídico de la época victoriana como el del reinado de Jorge III, en cuyos años se desarrolla Wuthering Heights, o bien puede servir para enfatizar la exactitud del conocimiento legal que hace Brontë.

Un conocimiento que un jurista de principios del siglo pasado, al someter a examen el procedimiento legal por el que Heathcliff se apodera de todas las propiedades en la novela, definió como “[…] deep, and accurate; not only accurate but, amazingly, accurate not for the 1840s (when the novel was written) but for the time in which the events of the novel occur – (1771-1803)” (Lloyd 1982: 309).

A la muerte del señor Earnshaw, aunque no parece mención explícita de testamento, los bienes raíces comprendidos por la casa y las tierras pasan a manos de Hindley, su único heredero y el mayor de los hermanos, convirtiéndose así en el nuevo señor de Wuthering Heights. Estamos en un periodo en el que ante la ausencia de testamento, lo primero que se hace es recurrir a las reglas de primogenitura para conceder al hijo mayor todos los derechos sobre los bienes inmuebles de la familia. En este contexto, Hindley se convierte en el elegido para mantener la continuidad dinástica y terrenal de los Earnshaw, relegando a su hermana Catherine a un segundo plano6. Así, Heathcliff se convertirá en el usurpador que arrebata todo aquello que por ley no le corresponde: “Heathcliff dedicates a good deal of his life and energy to breaking people, to taking his revenge on a family by taking away its birth right and by forcing it, particularly its female member, to be completely dependent on him” (Lloyd 1982: 304). En esta ocasión, un mayor número de personas se ve involucrado en las artimañas de Heathcliff, quien descarga su rencor y odio hacia la segunda y tercera generación de la novela, haciendo partícipes de sus planes a Isabella Linton, a la joven Cathy (hija única de Catherine y Edgar Linton) e incluso su propio hijo Linton Heathcliff7.

El Derecho de primogenitura se basa en la idea de legar en cada familia las tierras o bienes raíces al hijo mayor, en lugar de dividirlas entre todos los hermanos. El origen de ceder los bienes inmuebles se remonta a la época Normanda, cuando la Corona fomenta en sus súbditos la idea de ceder sus tierras y posesiones a la figura de un único hijo y heredero. Ya en el siglo XIX lo que se busca es que las propiedades referentes a los bienes raíces se leguen a una sola persona, de manera que las tierras no se puedan dividir, manteniendo así a la vez, no sólo el nombre, sino también la gran finca familiar. De este modo, las posesiones van a parar a manos de un único heredero, en lugar de dividirlas entre los demás miembros familiares. En cualquier caso no hay que olvidar que en los siglos Dieciocho y Diecinueve, los conceptos que definen la posición legal de la mujer se basan todavía en la ley patriarcal romana, la cual confiere la existencia legal exclusivamente al cabeza de familia, es decir, al hombre8.

En la novela, Wuthering Heights, Mr. Linton asegura sus bienes inmuebles con la continuidad dinástica de Edgar, su único varón y a quien lega sus bienes raíces con carácter vitalicio. De este modo, y de acuerdo al Derecho de primogenitura, se continúa con la supremacía del hombre sobre la mujer en una sociedad en donde la mayoría de los campos, el varón primogénito ocupa siempre un lugar prioritario sobre sus hermanos en materia referente a bienes inmuebles. A la muerte de Edgar Linton, las propiedades quedan limitadas a sus descendientes varones para poder continuar con la cadena sucesoria familiar, pero desgraciadamente, Edgar no tiene descendencia masculina, sino una hija, Catherine Linton, motivo por el que la situación se complica. En el posible caso de que Edgar no llegue a tener un heredero masculino, su hija queda relegada a un segundo plano en favor de Isabella Linton, quien presumiblemente posee lo que se reconoce como life interest9, un usufructo de la pertenecía cuyo derecho vitalicio sobre el mismo inmueble está limitado a sus descendientes, que son los que poseen el derecho en expectativa al dominio de dicha propiedad, en este caso de Thrushhcross Grange.

3. Isabella Linton

La tensión familiar que se respira en casa de los Linton alcanza su máxima expresión en el momento en el que Isabella10, que cuenta con sólo diecinueve años, huye con Heathcliff a escondidas de su familia con la intención de casarse con él11. Con este matrimonio, Isabella Heathcliff se convierte en una adquisición más de marido, al perder toda la independencia legal de la que se goza como femme sole o mujer soltera bajo el Derecho consuetudinario, dando lugar a una femme covert, una mujer casada cuya existencia legal queda anulada por completo como explica Blackstone en la siguiente cita: “By marriage the very being or legal existence of a woman is suspended, or at least is incorporated or consolidated into that of the husband, under whose wing, protection and cover she performs everything, and she is therefore called in our law a femme covert12. En circunstancias diferentes, si su matrimonio con Heathcliff hubiera contado con el beneplácito familiar, es bastante probable que se hubiera producido un acuerdo materializado en un marriage settlement o convenio prematrimonial (Kaplan 2008: 187). Se trata de un documento legal de uso frecuente entre las clases sociales más poderosas, y que exime a la mujer casada de las leyes del Derecho consuetudinario que convierten al marido en el único poseedor y beneficiario de las posesiones13. El propósito de estas capitulaciones o contratos prenupciales realizados bajo el Derecho de equidad es garantizar el disfrute de las posesiones entre los dos cónyuges, y la manera en la que se dividen las pertenencias entre los hijos a la muerte de ambos. De manera especial, se persigue asegurar que bien una parte, o bien todas las posesiones que aporta la mujer al matrimonio, ya sean bien estos bienes muebles o inmuebles –pertenezcan única y exclusivamente a ella–, conociéndose como separate estate o separate property, es decir, bienes privativos que no necesariamente tiene que controlar, pero que sí le van a proporcionar las mismas ventajas y derechos que si se tratara de una mujer soltera. No obstante, y a pesar de la clase social a la que pertenecen los Linton, en el caso concreto de Isabella no existe posibilidad alguna de contemplar un acuerdo de este tipo, puesto que su enlace con Heathcliff se produce a escondidas de su familia. Por lo tanto y de acuerdo al Derecho consuetudinario, tras el matrimonio entre ambos Heathcliff no sólo se convierte en el dueño de todos los bienes muebles que Isabella aporta a esta relación, sino que también se convierte en el administrador de los posibles bienes raíces y las rentas generadas de los mismos que su mujer pueda recibir durante el matrimonio.

En el transcurso de casi dos meses en los que nada se sabe de esta nueva pareja, parece que la ilusión atisbe de nuevo en el hogar de los Linton. Catherine, está embarazada, y ello supone albergar una esperanza ante la posible llegada de un heredero varón. Si así sucediera, el legado de la finca y las tierras de Thrushcross Grange se asegurarían pasando al primogénito tras la muerte de su padre Edgar Linton, y evitando que Heathcliff se convirtiera en su propietario. Al menos de este modo, nos lo aclara Nelly al comentar, “[…] we cherished the hope that in a little while, Mr. Linton’s heart would be gladdened, and his lands secured from a stranger’s gripe, by the birth of an heir” (I, 13, 305). En cualquier caso, los momentos de felicidad y dulce espera que se viven en Thrushcross Grange contrastan fuertemente con la vida que lleva Isabella Heathcliff en la casa de Wuthering Heights, su nuevo hogar conyugal. Es allí donde nada más llegar descubre el verdadero comportamiento y las intenciones de su marido: “[…] he says he has married me on purpose to obtain power over him” (I, 14, 342), valiéndose de ella hasta el punto de manejarla a su antojo como si se tratara de un mero objeto de intercambio, usada brevemente para una vez alcanzado el objetivo final de adueñarse de las propiedades de su hermano Edgar, arrojarla sin miramientos de ningún tipo. Esto sí, siempre dentro de los estrictos límites de la ley que Heathcliff no pretende quebrantar bajo ningún concepto para no facilitarle a su esposa la oportunidad, por mínima que esta sea, de reclamar una separación entre los dos. Aprovechándose de esta nueva situación, Heathcliff se proclama “legal protector”, a la vez que afirma tener la obligación de “Isabella now; and I, being your legal protector, must retain you in my custody, however distasteful the obligation may be […]” (I, 14, 342).

Una afirmación que nos obliga recordar que aunque la historia se desarrolla en una época anterior a la era victoriana, es un claro reflejo de la sociedad patriarcal que rodea a Emily Brontë, en donde el marido disfruta de todo el poder y la autoridad que le confiere el hecho de ser el cabeza de familia. Una vez instalada en Wuthering Heights, Isabella deja atrás la vida llena de esplendor y comodidades a la que estaba acostumbrada en su residencia de Thrushcross Grange. El denigrante cambio de Isabella Heathcliff la convierte en la antítesis del ideal de mujer que proclama a los cuatro vientos el ideal de mujer que proclama a los cuatro vientos la era victoriana, y que responde al patrón de la ferviente esposa dedicada a su marido e hijos en cuerpo y alma. Sin embargo, la paciencia de la joven tiene un límite y tras poco más de diez días de estancia en la casa de Wuthering Heights, se arma del valor suficiente y escapa aterrorizada de las garras de su opresor14.

Mientras tanto y tras a desafortunada llegada de Isabella a su nuevo hogar, los hechos que se suceden en Thrushcross Grange parecen inclinarse de manera favorable hacia la persona de Heathcliff, perjudicando a su vez al joven Edgar Linton. Dos horas antes de la muerte de su mujer y para sorpresa de todos, Catherine Linton da a luz a su única hija. Este nacimiento pone fin a la posibilidad de mantener intactas todas las propiedades familiares en el caso de que la criatura hubiera nacido varón, convirtiéndose en ese supuesto en el primogénito y por tanto, en el único heredero de los bienes raíces de padre de acuerdo al Derecho de primogenitura. En cualquier caso, y puesto que la disposición sucesoria establecida por Mr. Linton favorece a su hija Isabella, en el caso de que su hijo Edgar no tenga descendencia masculina, el nacimiento del nuevo vástago no garantiza la continuidad dinástica del patrimonio del joven matrimonio Linton.

Tras unos trece años instalados en algún lugar cercano a Londres, la muerte sorprende de manera repentina a Isabella y la apacible y discreta vida que hasta entonces lleva su hijo Linton Heathcliff da un giro inesperado y se ve doblegada a la voluntad de Heathcliff. Ignorante de la existencia de su padre, el pequeño Linton Heathcliff de doce años es recogido por su tío Edgar que lo traslada a Thrushcross Grange, pero la mala fortuna los acompaña y el mismo día de llegada a la casa, Heathcliff reclama de inmediato la presencia de su hijo como si de una propiedad se tratase, sabiendo que su arraigada idea de posesión junto con sus exigencias están amparadas por el Derecho consuetudinario. Un detalle que pasa desapercibido por completo al lector actual si este, como ya se ha explicado con anterioridad, no está familiarizado con el sistema legal vigente de la época, ya que como recuerda Rubinstein en su iniciación al Derecho inglés, “Según los principios del Common Law, hoy día bastante olvidados, el padre es el tutor legítimo (legal guardian) de su hijo hasta la edad de 21 años y en teoría tiene un derecho de guarda sobre él” (Rubinstein 1956: 251).

Una vez desaparecida Isabella, y con la idea fija de obtener la casa de Edgar Linton, Heathcliff recurre esta vez a dos jóvenes pertenecientes a la tercera generación. Por un lado, se encuentra Linton Heathcliff, su propio hijo; por el otro, Cathy Linton, la hija de Edgar y Catherine. Aunque llama poderosamente la atención el comportamiento de Heathcliff con respecto a su hijo, sus palabras cobran sentido si se enmarcan dentro de las leyes amparadas por el Derecho consuetudinario, bajo las cuales recordemos que el padre es el único responsable y encargado de la guardia de la custodia de su hijo.

En la época en la que se desarrolla Wuthering Heights y hasta finales del siglo Diecinueve, el hecho de contraer matrimonio entre primos y hermanos como ocurre aquí con Cathy y Linton se trata de una práctica habitual, además de ser legal. Por si todo ello no fuera suficiente y ante la enfermedad que está a punto de acabar con la vida de Edgar Linton, el apremio de Heathcliff por llevar a cabo dicho enlace responde a la necesidad de hacerlo antes de que se muera su hijo Linton Heathcliff, para así poder obtener la tan ansiada propiedad de Thrushcross Grange, arrebatándole a Edgar Linton todas sus posesiones. En esta situación tan drástica, Cathy Linton no tiene más remedio que recurrir a la abnegación personal si desea volver ver a su progenitor con vida y sucumbe enseguida a la propuesta de matrimonio que tiene lugar durante su cautiverio. Teniendo en cuenta que “Marriage was for centurias one of the most common mechanisms for the transfer and redistribution of property and capital” (Stone 1977: 22), este nuevo enlace afianza una idea del vínculo matrimonial como mera transacción económica y social en una sociedad en donde, como ya se ha explicado con anterioridad, la adquisición de los bienes terrenales supone un importancia suprema.

De acuerdo al Derecho consuetudinario y al no haber firmado ningún contrato prenupcial bajo el Derecho de equidad, con este matrimonio convenientemente forzado Heathcliff asegura para su hijo Linton los bienes muebles pertenecientes a Cathy. Haciendo uso de las palabras del jurist William Blackstone, puesto que “In law husband and wife are one person, and the husband is that person” (Vicinus 1977: 4). Mientras tanto Edgar Linton empieza a contemplar la posibilidad de modificar su testamento, con idea de especificar el disfrute de las pertenencias a las que puede tener acceso única y exclusivamente su hija Cathy con carácter vitalicio y sus sucesivos descendientes en el caso de tenerlos. Testigo mudo de las acciones maquinadas por Heathcliff y consciente de la ambición sin límites de este, Edgar Linton está decidido a salvar la previsible desintegración de las propiedades familiares e intenta evitar por todos los medios posibles que sus posesiones terminen en manos de Heathcliff. Para ello, la mejor forma de hacerlo es acudiendo a un fiduciario, por lo que manda llamar al abogado, como nos informa una vez más Nelly:

However he felt his will had better be altered –instead of leaving Catherine’s fortune at her own disposal, he determined to put it in the hands of trustees, for her use during life; and for her children, if she had any, after her. By that means, it could not fall to Mr. Heathcliff should Linton die (II, 14, 188).

Con el propósito de Edgar de recurrir a la figura del fiduciario o fideicomisario, Brontë da muestras de nuevo del amplio conocimiento jurídico que posee al hacer uso en su novela de un procedimiento legal relativamente nuevo que surge a mediados del S. XVII nuevo que surge mediados del S. XVII. Amparado por el Derecho de equidad y desconocido para el Derecho consuetudinario, el concepto de fideicomiso se guía por el principio de acuerdo al cual, “although a person could not hold property, it could be held for his or her benefit by a trustee15” (Vicinus 1977: 104). Y esto es lo que pretender Edgar: fijar la manera en la que se van a administrar los ingresos obtenidos de sus rentas para el beneficio de su hija bajo un acuerdo firmado previamente, en el que la persona fiduciaria esté obligada a cumplir los términos del mismo, o en el hipotético caso de ausencias de términos específicos, defienda las propiedades en función de las instrucciones de la esposa. Desafortunadamente, el abogado que espera, Mr. Green, nunca llega a tiempo a Thrushcross Grange para llevar a cabo la elaboración del fideicomiso porque “He had sold himself to Mr. Heathcliff, and that was the cause of his delay in obeying my master’s summons” (II, 14, 252).

Con esta acción, Heathcliff se anticipa una vez más a los acontecimientos, soborna al abogado de Edgar Linton y tiene la oportunidad de apropiarse de los bienes de los Linton de una forma legal. Al morir Edgar Linton, y ante la inexistencia de primogénito varón por su parte, los bienes raíces comprendidos por la casa familiar y las tierras pasan de manera inmediata a Linton Heathcliff, su sobrino y marido de su hija, que de acuerdo a la ley se convierte en el nuevo arrendatario y dueño de Thrushcross Grange. No puede olvidarse el papel tan insignificante que la mujer casada desempeña dentro del sistema legal amparado por el Derecho consuetudinario, donde sus existencias sólo se considera cuando se tiene como punto de referencia la figura masculina, representada por el marido. Por esta razón, y puesto que al no existir firmado ningún tipo de capitulaciones matrimoniales en el momento en el que Cathy y Linton contraen matrimonio, todas las posesiones que Cathy aporta a esta enlace pasan de manera automática a manos de su nuevo propietario, su esposo Linton Heathcliff. Haciendo uso del proverbio que afirma “A woman, in law, belonged to the man she married; she was his chatel” (Basch 1974: 17).

Cathy, privada como está de posesiones y amigos, se convierte a la muerte de progenitor en un bien mueble más a disposición de Linton, que se erige en el nuevo heredero de Thrushcross Grange aunque solo por el breve periodo de cinco semanas en el que sobrevive a su tío. Tras la muerte de Linton Heathcliff, el estado civil de viudez del que goza Cathy le hace recuperar su anulada identidad legal, situándola al mismo nivel y con los mismos derechos sobre temas referentes a la propiedad que cualquier otra mujer soltera o divorciada, siendo de nuevo reconocido bajo el Derecho consuetudinario como feme sole. Al enviudar Cathy Heathcliff, y según la ley vigente en el momento en el que se desarrolla la historia, se encuentra cono total potestad para percibir con carácter vitalicio lo que se conoce en inglés con el nombre de dowry16, y que no es más que el usufructo de aproximadamente un tercio de las leyes de la propiedad del marido sobre los cuales puede ejercer de manera libre su propio control. Sin embargo, se debe tener en cuenta que cuando se publica Wuthering Heights en 1848, una ley que a efectos de la propiedad vulnera la protección legal de cualquier mujer viuda, al conceder al marido la posibilidad de suprimir, mediante documento jurídico, la anterior costumbre de legar a la esposa la parte proporcional de los bienes que le correspondan tras su muerte. No obstante, aunque cuando fallece Linton Heathcliff en 1801 todavía no se ha aprobado esta nueva ley parlamentaria, parece que Brontë se sirve de ella para que Heathcliff pueda conseguir los bienes propiedad de los Linton17. Heathcliff demuestra una vez más saber conseguir el máximo partido de situaciones extremas, y aprovechando los últimos días de vida de su hijo y amparándose de modo parcial en el marco de la legalidad, logra conseguir su objetivo final: la finca y las restantes pertenecías de Thrushcross Grange gracias a la prueba irrefutable del testamento que deja escrito su hijo Linton.

Heathcliff went up once, to show her Linton’s will. He had bequeathed the whole of his, and what had been her moveable property to his father. The poor creature was threatened, or coaxed into that act, during her week’s absence, when his uncle died. The lands, being a minor he could not meddle with. However, Mr. Heathcliff has claimed, and kept them in his wife’s right, and his also—I suppose legally, at any rate Catherine, destitute of cash and friends, cannot disturb his possession (II, 16, 316).

Como bien muestra esta cita con la que Nelly informa de la última voluntad de Linton, Cathy Heathcliff queda privada de recibir cualquier tipo de herencia por parte de su marido. Teniendo en cuenta que Brontë utiliza la ley que permite a los menores de edad la posibilidad de testar, Heathcliff utiliza este privilegio que la ley confiere a su hijo para inducirle, o más bien obligarle a que disponga no sólo de sus bienes muebles, sino también de los que han llegado a él gracias a su prima Cathy. La joven queda excluida de su derecho de reversión de todos los bienes muebles que ella ha aportado de manera personal a su matrimonio. En cuanto al tema referente a la cesión de los bienes raíces, al ser Linton Heathcliff menor de edad no puede disponer de ellos a su libre albedrío. Por este motivo, su padre reclama las tierras de Thrushcross Grange haciéndose responsable de su administración y mantenimiento. No obstante, la manera con la que Heathcliff consigue apropiarse de ellas es ilegal o injusta, puesto que por ley, en ningún momento le llegan a pertenecer a pesar de reclamarlas no sólo como tutor legal de su hijo sino también “in his wife’s right” (II, 16, 316).

Bien es cierto que de acuerdo al Derecho consuetudinario que regula el matrimonio de Heathcliff e Isabella, Heathcliff como cónyuge supérstite de su esposa tiene derecho, de acuerdo al denominado curtesy of England, al usufructo sobre los bienes raíces de Isabella tras su muerte. En cualquier caso, puesto que Isabella jamás disfruta en vida de bienes raíces pertenecientes a su familia, Heathcliff no puede reclamar como suyo ningún derecho vitalicio sobre la propiedad de Thrushcross Grange No obstante, aprovecha la dramática situación en la que se encuentra Cathy Heathcliff para hacerse con la finca seguro de que “[…] at any rate Catherine, destitute of cash and friends, cannot disturb his possession” (II, 16, 318).

En cualquier caso, el poder económico y social que Heathcliff consigue sobre estas dos familias tras la usurpación de los bienes raíces de ambas no representa el triunfo absoluto de su venganza, puesto que aún queda una incógnita bastante importante por despejar. Se trata de nada menos que de la situación personal de Heathcliff con respecto a sus propiedades y del futuro incierto que tras su muerte va a aguardar a Cathy Linton y a Hareton Earnshaw. Recordemos que tras los últimos fallecimientos de Edgar Linton y pocas semanas después con el de su hijo, Heathcliff termina por adquirir los bienes muebles de la familia Linton, que se suman a los ya logrados más de quince años atrás y pertenecientes en su momentos a los Earnshaw de Wuthering Heights. Sabemos pues que Heathcliff es el acreedor hipotecario de Wuthering Heights, además de estar de manera equivocada e ilícita, en posesión de la casa de Thrushcross Grange, arrendada a Lockwood con idea de obtener el máximo beneficio posible. En esta situación en la que el deseo de dominio y poder anhelado por Heathcliff desde su adolescencia cobra mayor significado que nunca, parece que las más de dos décadas de luchas y enfrentamientos entre él y las familias Earnshaw y Linton han minado su ambición personal. Por primera vez, su modo violento de proceder y su carácter agresivo parecen sufrir un inesperado cambio. Además, es destacable mencionar la tranquila resignación que Heathcliff demuestra tras años de ardua hostilidad en los que se ha visto inmerso desde su primera llegada la casa de Wuthering Heights. Además, se le une el hecho de no haber dejado aún por escrito su última voluntad con respecto a sus bienes, tanto raíces como bienes muebles, a los que ha consagrado de manera fidedigna años de esfuerzo hasta lograr hacerse con ellos. Por esta razón, Heathcliff pretende aprovechar ahora el extraño estado de tranquilidad y sosiego en el que parece encontrarse y le comenta a Nelly la idea que ronda su mente, que no es otra sino la de llamar al abogado para fijar su testamento:

“I wish to make some legal inquiries of him, while I can bestow a thought on those matters, and while I can act calmly. I have not written my will yet, and how to leave my property, I cannot determine! I wish I could annihiliate it from the face of the earth” (II, 20, 404).

Sin embargo, la muerte le sobreviene por sorpresa sin haberle dado tiempo a dejar por escrito la partición de sus bienes. Con este hecho, Brontë permite al lector la posibilidad de contemplar todo un amplio abanico de posibilidades, en el que entran en juego Cathy y Hareton, los únicos descendientes genealógicos directos y vivos que representan a los Linton y a los Earnshaw respectivamente.

Tras la muerte de Heathcliff y al no poseer parentela conocida de ningún tipo es de suponer que el Estado, conforme manda la ley, debe gestionar todos los bienes pertenecientes a Heathcliff, y por tanto encargarse de manera personal de su herencia. Si así fuera, tanto los bienes muebles como los inmuebles irían a parar a las arcas del Estado. La única diferencia radica en el léxico empleado en relación a cada uno de ellos: los bienes muebles quedarían considerados como bona vacantia, es decir bienes vacantes (Alcaraz 2005: 93) sin dueño reconocido, mientras que los bienes inmuebles, también por falta de herederos conocidos, caerían en reversión. Por tanto, siendo conscientes que tras la muerte de Heathcliff el devenir de los acontecimientos sucedidos en Wuthering Heights se interpreta como meras conjeturas afianzadas por las palabras de sus personajes, es de suponer que los dos jóvenes recuperan las respectivas propiedades de sus familias.

4. Conclusión

Brontë refleja en sus personajes femeninos las irregularidades legales a las que se ven sometidas por el marco jurídico imperante en la época, descubriendo la cruda realidad a la que tenían que enfrentarse miles de mujeres casadas en materia referente a la propiedad de bienes y a la custodia de los hijos. Finalmente, hemos pretendido mostrar los importantes y decisivos cambios que se introdujeron en el campo legal inglés para mejorar las condiciones de la mujer, y en especial, de la casada. Se debe tener en cuenta que en la época victoriana, los miembros de determinados grupos sociales recurrían a la seducción con el propósito de obtener beneficios personales. En este caso concreto podemos afirmar que Isabella, aunque perteneciente a la burguesía, se asemeja al estereotipo de “fallen woman”, más característico de las mujeres de la clase trabajadora, en cuyo caso la seducción por parte del hombre iba acompañada en general de un embarazo. De este modo, la imagen convencional de la mujer ideal cuyo ámbito se reduce a la casa en donde desempeña el rol de esposa y madre no se cumple en esta unión, en la que hasta identidades y grupos sociales que representa cada uno parecen invertirse. Heathcliff no sólo es capaz de vengarse del sistema que lo humilla, sino que logra también sobrevivir a él y alcanzar el éxito al que aspira al expropiar las pertenencias de la familia Earnshaw y Linton. La dominación la ejerce a través de la propiedad, ya que los medios de producción están representados por la tierra. De esta forma, haciendo uso de acuerdos vinculados con la propiedad, recurriendo a la expropiación de tierras, valiéndose de dos matrimonios de conveniencia –el suyo con Isabella y el de su propio hijo con Cathy –junto con determinadas leyes relacionadas con la temática de la herencia, Heathcliff desafía abiertamente a la ley, al igual que se vale de ella para materializar su venganza.

Bibliografía

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1 No se debe olvidar la notable repercusión política, social y legal del caso Norton en la Inglaterra de finales de 1830 y de buena parte de la década siguiente por el escándalo que supuso a toda una nación enfrentarse a los escritos de una mujer perteneciente a la clase social alta que denunciaba públicamente el tratamiento abusivo del hombre hacia su esposa bajo la aquiescencia legal. Caroline Norton, perteneciente a una familia de rancio abolengo, se casa a la edad de 19 años con el ilustrísimo George Norton. Como era de esperar conforme a la ley establecida, todo el patrimonio que recibe de sus padres pasa a manos de su marido, que se convierte en la única figura legal existente el matrimonio digna de administrar los bienes. Tras varios años de peleas y maltrato físico, el matrimonio Norton se separa en 1836 dando comienzo a una campaña campal entre ambos cónyuges. Ese mismo año, el señor Norton demanda sin éxito alguno a Lord Melbourne, por entonces Primer Ministro, acusándolo de haber incurrido en adulterio con su todavía mujer conforme a la ley. Caroline se enfrenta al hecho de que como mujer casada, y por tanto, persona inexistente desde el punto de vista legal, no puede comparecer en defensa propia. Por si todo ello no fuera suficiente, el señor Norton se niega a pasarle una asignación económica a su todavía mujer, y la señora Norton, que sigue conservando el apellido de su marido, se ve obligada a labrarse su propio camino para sobrevivir económicamente y así poder mantener a sus tres hijos.

2 En 1838, y tras la presión mediática y social del caso Norton, se presenta un proyecto de ley en el Parlamento, solicitando para las madres la custodia de los hijos menores de 7 años. La Cámara de los Comunes aprueba el nuevo proyecto de ley, pero se encuentra con la oposición de la Cámara de los Lores. Un año más tarde, ambas Cámaras aprueban la nueva ley sobre la custodia de los hijos menores de edad.

3 Quizás, debido al desconocimiento o a la falta de interés por comprender el intricado sistema legal del Diecinueve, y el correspondiente al periodo en el que se desarrolla la historia de Wuthering Heights, un gran número de críticos e investigadores no ha sabido valorar en su justa medida la cuestión de la herencia y los entresijos legales de la novela, y se han encargado de fomentar y mitificar la figura de Brontë como una escritora ausente y aislada del momento histórico que le tocó vivir.

4 Los enfrentamientos entre los diversos miembros de ambas familias duran 25 años. La muerte del señor Earnshaw en octubre de 1777 (I, 5) marca el inicio de esta rivalidad, ya que tras este desagradable suceso, Hindley regresa a la casa de Wuthering Heights decidido a conseguir separar a su hermana de Heathcliff. Como consecuencia de este hecho, se empiezan a producir una serie de enfrentamientos entre Heathcliff y el resto de los personajes de la novela. Unos enfrentamientos que continuarán en sucesivas generaciones por parte de las dos familias y a los que sólo la muerte del propio Heathcliff en mayo de 1802 pone fin.

5 Permite a las mujeres divorciadas o separadas que puedan demostrar no haber cometido adulterio durante su matrimonio, solicitar la custodia de los hijos menores de 7 años. Hasta la fecha, el padre gozaba del derecho absoluto para la guardia y custodia de los hijos, disfrutando de total impunidad para llevárselo sin el consentimiento de la madre, con independencia de los motivos de la separación. No obstante, si ocurría al revés, el padre podía exigir su derecho de disfrute a un tribunal de justicia encargado de aplicar el Derecho consuetudinario, en donde no se tenía en cuenta ni el carácter violento del padre, ni la excelente reputación de la madre.

6 No obstante, Catherine debe recibir de manera equitativa junto con su hermano los bienes muebles de la casa, que a su vez casada con Edgar Linton, pasan a disposición de su marido al convertirse este en dueño y administrador de los mismos de acuerdo al Derecho consuetudinario.

7 Todos estos personajes desempeñan un papel decisivo y de extrema importancia para Heathcliff, quien consigue acceder al dominio de Thrushcross Grange por medio de ellos y gracias al sistema legal vigente.

8 Sólo en el caso excepcional de la muerte del cabeza de familia sin descendencia masculina, y por disposición legal conforme al Derecho consuetudinario, los bienes se legan de manera equitativa entre las hijas en el caso de haberlas.

9 Usufructo, derecho vitalicio (Villalón; Martínez Barbeito 2003: 477)

10 Heathcliff corteja a la hermana de Edgar, Isabella, con el propósito de adueñarse de la herencia de los Linton. El protagonista consigue seducir a Isabella y fruto de esta unión nace su hijo Linton. Catherine muere la misma noche que da a luz una niña, que también contraerá el nombre de Catherine (en la novela aparecerá repetidas veces como Cathy.

11 Se debe tener en cuenta que según la ley vigente en la época en la que se desarrolla la historia, hasta 1823 los jóvenes menores de veintiún años no pueden contraer matrimonio sin el consentimiento de sus padres, o en su defecto, sin el beneplácito de la persona encargada de su tutela. Un hecho que supone un acto de rebeldía por su parte con fatales consecuencias para todos los miembros de su familia, y en especial para ella misma.

12 “Mujer casada, mujer que se halla bajo la potestad o autoridad del marido” (Alcaraz Varó 2005: 267).

13 “A married woman, considered as under the authority and protection of her husband, and (formerly, in English common law and United States law) as having no separate legal identity or rights to her own property; opposed to feme sole” (OED).

14 Puesto que al no haber firmado acuerdo prenupcial alguno entre Heathcliff e Isabella, su matrimonio se rige bajo las leyes del Derecho consuetudinario según las cuales, la esposa no puede tener una residencia legal diferente a la del marido, bajo ningún concepto.

15 “El trust como conjunto de bienes que constituyen un patrimonio afecto a un fin determinado por voluntad de la persona que lo constituye, es una de las instituciones jurídicas más características del derecho inglés; en un trust el fideicomisario –trustee– es el dueño jurídico de los bienes del fideicomisario, mientras que el beneficiary, es el dueño en equidad o administración” (Alcaraz 2005: 504).

16 “Dote, bienes dotales” (Alcaraz 2005: 222).

17 En cualquier caso, la intromisión de Heathcliff en la relación marital de su hijo y de Cathy es una vez más la causante de que los acontecimientos vayan por derroteros bien distintos, perjudicando aún más si cabe la situación personal de Cathy Heathcliff al no llegar a percibir beneficio alguno de su recién estrenado estado civil.

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