Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 2. Pensadoras y filósofas

Lo femenino en la ensayística de Rita Cetina Gutiérrez, escritora mexicana del siglo XIX

Claudia Adriana López Ramírez - Alicia Verónica Ramírez Olivares

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Resumen: En 1870, el carácter estratega y el ingenio literario de Rita Cetina Gutiérrez, escritora yucateca, la lleva a ser la mujer idónea para fundar una sociedad, dirigir una escuela y una revista para señoritas del mismo nombre: La Siempreviva, siendo ésta la primera publicación “escrita por mujeres y para mujeres”, tal como lo rezaba su encabezado. Por tanto, es de nuestro interés mostrar cómo Rita Cetina “prueba la pluma” en la ensayística, así forma parte de esa “locura” que llevó a las escritoras de nuestro país y de otras regiones a conformar la imaginación literaria femenina del siglo XIX. Por lo que analizaremos dos ensayos publicados en la revista; los cuales nos permiten resaltar además de lo femenino, ciertos elementos que trastocaron el discurso de lo masculino, haciendo que la escritura de Cetina se distinguiera por despertar en otras mujeres el interés por consolidar las bases que la escritora meridana forjó y cuyo legado se transformaría en acciones concretas y definitivas en beneficio no sólo de la mujer yucateca, sino de la misma mujer mexicana.

Palabras clave: Escritura femenina; ensayo, educación, mujeres, siglo XIX.

1. Introducción

Rita Rosaura Cetina Gutiérrez, escritora mexicana nacida en Mérida Yucatán en 1846 y cuya época de esplendor fue durante el periodo de la república restaurada hacia 1870. Una mujer, cuya voz literaria había permanecido en la obscuridad de los repositorios del Archivo General de Yucatán. Hoy es una escritora que busca insertarse en la Literatura Hispanoamericana a través de las investigaciones y estudios que hemos venido realizando basados en sus manuscritos inéditos y la obra que plasmó en la revista La Siempreviva, de la cual fue directora y colaboradora. A Rita se le ha reconocido por su gran labor como promotora y gestora de la educación femenina, logrando no sólo acercar al conocimiento a sus congéneres ya que su legado logró forjar y cimentar las bases del feminismo en la península de Yucatán, tomando forma con la realización del Primer Congreso Feminista en 1916. Por lo que nuestras investigaciones son un aporte a la literatura femenina en México e Hispanoamérica, ya que podemos decir que nuestros estudios son pioneros en el acercamiento a su vasta y completa obra literaria.

Para comenzar diremos que los datos biográficos que a continuación presentamos son otra de las aportaciones que proponemos en nuestro trabajo, ya que desde 1908 que Rodolfo Menéndez de la Peña realizó el boceto biográfico como homenaje póstumo, no se había realizado una biografía completa y actualizada basada en un arduo trabajo de archivo e investigación. De esta manera, anotamos brevemente lo más sobresaliente de su vida y obra para pasar a nuestro objetivo primordial que es presentar el análisis de dos ensayos los cuales formaron parte del corpus de la revista, “escrita por mujeres y para mujeres”, que lleva por nombre La Siempreviva.

Rita Cetina fue hija de Don Pedro Cetina y de Doña Jacoba Gutiérrez, sin embargo su padre muere en sus acciones militares, dejándola sin el respaldo paterno tan importante para esta época. Así, lo que parecía una situación desafortunada fue lo que la acercó al conocimiento, ya que Don Domingo Laureano fungió como su tutor dándole la instrucción privada como profesora. A los diecisiete años de Rita fueron parteaguas tanto en su vida personal como literaria, ya que comienza a escribir sus primeros ensayos poéticos, los cuales los plasmó en un álbum personal, donde el amor filial y fraterno son el tópico más recurrente.

En 1866, a Rita Cetina se le reconoce ya como poetisa al presentar en público una composición dirigida al Coronel Daniel Traconis después de regresar triunfante de una batalla en Tihosuco donde libró a la población de un grupo de mayas rebeldes. Este hecho, marcó la plena aceptación del patriarcado para que una joven talentosa participara en el proyecto literario y así entrar por la puerta grande al ámbito de las letras y posteriormente incluirla también en el proyecto educativo para las mujeres.

De tal forma que su presencia se hace más evidente en espacios como las Veladas Literarias en Yucatán, donde tuvo oportunidad de darle voz a sus poesías. Por ejemplo, Cetina publica un discurso alusivo a la Batalla del 5 de mayo de 1862 en Puebla, precisamente en la conmemoración de este hecho, un 5 de mayo pero de 1869. Según Menéndez de la Peña en el boceto biográfico, Rita ocupa la tribuna en la conmemoración de este suceso en los años 69 y 70 donde “su lira de oro conquistó la más hermosa celebridad en el corazón del pueblo” (Ménendez 2011: 23). Así, observamos como la escritora meridana va ganando terreno en lo que antes fue territorio plenamente masculino.

1870 fue un año de suma importancia en la vida de Rita Cetina Gutiérrez. En un lapso muy corto de tiempo se encontraba organizando y dirigiendo tres proyectos: una sociedad, una escuela y una revista. Lo primero que surge es la sociedad, ésta da origen a dos proyectos más ambiciosos, una escuela de instrucción primaria para niñas pobres y la publicación de una revista dirigida por mujeres para mujeres. Las tres compartiendo el mismo nombre, La Siempreviva, y el mismo fin: “la educación de la mujer por la mujer” . Así el 3 de mayo de 1870, se inauguraba la escuela, y el día 7 del mismo mes salía a la luz el primer número de la revista.

2. Rita Cetina Gutiérrez y sus ensayos

Definitivamente, la extensa obra literaria de Rita Rosaura Cetina Gutiérrez nos permite proponerla como una de las escritoras decimonónicas que puede ser un referente para conocer y reconocer la imagen femenina de las últimas décadas del siglo XIX y también a través de su escritura identificar su postura crítica en un contexto androcéntrico. Para ello, a través de su narrativa, en específico de sus ensayos podemos apoyarnos y mostrar sus aportaciones y sobre todo cómo con su sutil, pero aguda pluma comenzó a mover ciertos paradigmas y estructuras bastante arraigadas y perfectamente establecidas por un colectivo que no precisamente estaba conformado por mujeres.

La narrativa de Rita Cetina la podemos ubicar en el corpus de la revista La Siempreviva. En esta publicación ubicamos su novela, dos cuentos, tres narraciones de carácter didáctico y cinco ensayos. Estos últimos fueron publicados en diferentes números de la misma1 bajo un mismo tenor: la condición femenina. Así, desde el título de los mismos podemos observar la transversalidad temática, la cual podemos sintetizar en palabras clave tales como: mujer, emancipación, ilustración, virtud y equilibrio, entre otras. Por tal razón, en este apartado nos detendremos a analizar dos ensayos publicados en La Siempreviva bajo la perspectiva de la lente femenina de Margarita Dalton Palomo en Mujeres Diosas y Musas y los preceptos teóricos de Susana A. Montero Sánchez en La construcción simbólica de las identidades sociales.

Una interesante aportación que propone Susana Montero en la obra citada es la idea de “una tríada femenina romántica” (Montero 2012: 91-103). Cuando la autora refiere, lo que en sus palabras llama “la imagen femenina nacional”, nos dice que la mujer decimonónica se puede visualizar de tres maneras, en primer lugar presenta al “ángel del hogar”2, término que fue de uso común en la época y que por bastante tiempo fue el apelativo de la mujer cuya acción se reducía al espacio doméstico. De los aspectos que Montero resalta de tal constructo son: la indefensión, la hermosura, la levedad, la pureza y la tendencia a un no-lugar determinado desde el hombre y su espacio. Así tal estereotipo romántico se reflejó también en la literatura nacional3 y que, va sufriendo ciertas transformaciones, dando paso a la siguiente figura: la heroína. Montero, habla de “apuntar hacia otra dirección” lo cual permitiría ir deconstruyendo el discurso hegemónico y deshabilitando el ideal femenino, característico del “bello sexo”. Si bien en este momento nos estamos enfocando al tratamiento de los ensayos de Cetina, podemos decir que ella pasó por esta transición, el de la “heroína”. Como lo mencionamos anteriormente, cuando Rita ocupa la tribuna por primera vez, lo hace con un visible y notable tono heroicista. Enaltece el valor y el triunfo de las fuerzas militares en la “guerra de castas” con un poema titulado “A los que sucumbieron en Tihuosuco”. Así, al margen de las ovaciones dirigidas a los hombres victoriosos, en el orden de lo simbólico se muestra como una mujer heroína al tener el valor, en primer lugar, de salir del espacio privado a uno público y en segundo porque su voz se escucharía ya en un espacio abierto, esto le permite afianzarse de un lugar, antes exclusivo de la sociedad masculina.

En tercer lugar, Montero nos menciona que “la mujer ilustrada vino a ser el producto más representativo del discurso liberal decimonónico” (Montero 2012: 95). Además de apoyar en el proyecto de modernización nacional.

Por principio de cuentas, el ensayo que abre la serie de cinco que fueron publicados en diferentes momentos, representa el sentir y la perspectiva respecto a la función que se le había encomendado a Cetina, en otro término: en su papel de directora y redactora del primer periódico escrito exclusivamente por mujeres y dirigido a mujeres. Así, la escritora peninsular toma el altavoz del colectivo femenino. Ahora ella se dirige a ella con la voz expansiva y representativa de sus congéneres. Tremendo papel se le encomendó a Rita. Observamos que al inicio de su discurso pareciera como si le temblara la voz, como si la seguridad tambaleara en esas primeras líneas dirigidas al sector femenino:

Al proponernos hoy trasladar al papel nuestras ideas acerca de un asunto tan importante como es el de la emancipación de la mujer, no tenemos más objeto que esclarecer más nuestras creencias sobre esta cuestión; aunque ya muchos ilustres y distinguidos escritores hubiesen tratado de ella detenidamente (Campos 2010: 5).

En un aparente acto genuflexivo, en otras palabras, en una falsa humildad al referirse a “ilustres y distinguidos escritores”, ella se otorga la voz, pero ahora escrita. Abre paso a sus creencias que no son particulares, sino de muchas otras al anotar un “nuestras”. Así, a partir de este momento Rita rompe la barrera del silencio y la marginación, pese a que los avances en estos tenores son paulatinos pero con paso firme. Aún no hay una ruptura y/o transgresión muy palpable a lo establecido a lo que parece exclusivo de la sociedad masculina.

La voz del ensayo muestra un tono parecido al que ella tomaba en la tribuna, un espacio donde las palabras fluían, pero el viento permitía que se perdieran en él. Ahora no, ahora esas palabras quedarían impresas por siempre y para siempre. Gracias a su palabra escrita podemos conocer y reconocer el eco de aquella escritura, espejo del pensamiento de la mujer decimonónica en la figura de Rita Cetina.

Lo interesante de la propuesta de Cetina en este ensayo es que ella conoce las limitaciones de ellas. Sabe que el camino es largo y sinuoso, esto lo observamos en las siguientes líneas:

Poco o nada conseguiremos, toda vez que tan esclarecidos talentos la han discutido ya, considerándola bajo diferentes formas. Sin embargo, nosotras aunque débiles, no omitiremos explanar nuestra opinión en este asunto (Campos 2010: 6).

Estas líneas nos manifiestan la reafirmación de ciertos patrones impuestos de una manera sutil y hasta podríamos decir amorosa por el contexto androcéntrico, en este sentido la debilidad forma parte de las cualidades inherentes a ellas. En otras palabras, la mujer ha creído y ha tomado muy en serio su debilidad como parte de su ser femenino. La fragilidad la han acompañado en casi todo el recorrer histórico hasta ese momento.

Basta con citar algunas líneas de José María Vigil en el prólogo a La mujer mexicana para comprender que el discurso de lo masculino se encargaba de reiterarlo “porque según su flaqueza femenil están más propincuas a caer y suceder grandes males con sus yerros” (Vigil 1977: LXXI). Además la debilidad, se entiende más allá del sentido físico; su “debilidad” o “flaqueza” la hacen un sujeto vulnerable a claudicar. Este planteamiento nos remite al discurso cristiano, en específico al génesis. Donde Eva, la mujer, es débil ante la tentación y de endeble criterio; sucumbe fácilmente al pecado y donde lo más grave es que arrastra al hombre a la perdición y por consecuencia al castigo. De ahí que resulta fácil entender porque Cetina muestra inseguridad en su palabra, por lo que teme “hablar” de más y atropellar de manera simbólica el sentir y pensar masculinos.

El siguiente párrafo desarrolla la idea plasmada en el título: “la emancipación de la mujer”. El cual consideramos es la parte medular del ensayo. La aportación relevante en este apartado es que Rita, muestra valor y energía en sus ideas y sobre todo en la redefinición del término emancipación ya que observamos un nítido tinte femenino, es la clara la visión de una mujer que tiene referente el del discurso de lo masculino; si bien de una manera sutil y de cierto modo humilde decide expresar su propio concepto:

La emancipación de la mujer como nosotras la entendemos, no separa a esta moralmente del dominio del hombre, ni puede dar jamás el resultado de la abdicación de los sentimientos más nobles y más puros de su alma; y si con ansia la deseamos, es porque quisiéramos verla libre de las preocupaciones que sin cesar las circundan, haciéndola vivir en la ignorancia y constituyéndola por lo tanto en un ser excesivamente desgraciado (Campos 2010: 6).

El tono excusativo, definitivamente es una constante en el discurso de la escritora. El “como nosotras la entendemos”, de alguna manera es una frase aclaratoria, su palabra no es dogma, tal vez como pudiera serlo el discurso masculino. Es un “yo lo veo de este modo”, así que tú, hombre, puedes no estar de acuerdo. Dadas las características de la mujer decimonónica, vista como el “ángel del hogar” esto pudo resultar muy atrevido y definitivamente causar incomodidad en un terreno predominantemente androcéntrico. Así que no es de dudar que enseguida, después de la breve pausa reitera el compromiso moral con el hombre, el cual es dominado por él. Además plantea que la ignorancia es la desgracia de la mujer, podemos leer entre líneas que se refiere a la ignorancia de la ciencia, del arte, era bien sabido que se le instruía en aquellos aspectos que podían formarla como mejor esposa, madre, hija. Para ello basta recordar que era muy común en las revistas de la época ofrecer artículos sobre economía doméstica para continuar con el adiestramiento de mujeres “virtuosas”: “[…]

Pertenece a nuestra ama de casa de cuidar de los vestidos de su marido y tenerlos siempre dispuestos […] También deberá ocuparse de los incesantes cuidados que reclamarán sus hijos; cuidados que no deben confiarse a manos extrañas más que en el caso de absoluta necesidad. […] No creáis que por eso no puede descansar nunca; una vida bien empleada basta para todo, y hay en ella lugar tanto para los placeres como para el trabajo […] (La Aurora 1870: 28).

Recordemos que antes de La Siempreviva, las revistas para “el bello sexo”, como ellos solían decir a las mujeres eran dirigidas y escritas por hombres. Aún en La Aurora. Semanario para señoritas donde Rita, Gertrudis y Cristina colaboraron, la línea del periódico fue, indudablemente, continuar con la idea de fijar y marcar el comportamiento de la mujer, dejándole el espacio de lo doméstico.

La religiosidad fue un aspecto inherente a la vida cotidiana y la mentalidad de la mujer decimonónica. Dios, de alguna manera representaba la máxima autoridad dentro del patriarcado. Y en este ensayo, aludir a la divinidad resultaba una manera muy sutil de justificar sus requerimientos: “Dotada por la Providencia de facultades intelectuales como el hombre, quisiéramos verla colocada al nivel de éste, dividiendo con él sus trabajos material y mentalmente” (Campos 2010: 5).

Bajo la cortina religiosa, Cetina ubica a la mujer y al hombre en el mismo tenor. Nos parece sumamente relevante que la idea expuesta anteriormente rompe con la estructura androcéntrica. Propone una ubicación paralela entre los géneros a partir de la división del trabajo; entendiéndolo como el deconstruir la línea divisoria entre los roles que jugaba el binario, hombre y mujer, en la sociedad de ese momento. “Dividir los trabajos material y mentalmente” refiere definitivamente a que ella ocupe los espacios exclusivos del hombre y ejercite su mente tanto como él y éste a su vez colabore con las tareas asignadas a su género hasta ese entonces.

Ambos fueron dotados por él, de inteligencia, razón y sentimientos: ambos fueron dotados del libre albedrío. ¿Por qué tenerla sumida en la ignorancia y emplearla solamente en el trabajo material? […] Queremos pues, deseamos con ardor que la mujer se ilustre, para que abarcando su inteligencia todos los conocimientos del hombre, pueda indagar y descubrir como él los secretos arcanos de la naturaleza. […] Negando a la mujer la ilustración, educándola simplemente para ama de gobierno, no se tendrá derecho nunca a exigirle que sea buena, que sea virtuosa. Nadie puede dar lo que no tiene. […] (Campos 2010: 5).

Rita Cetina con el estandarte del discurso religioso protege el suyo. En otras palabras, plantea las cosas de tal forma que pareciera que lo que escribe no lo piensa ella, simplemente traslada al papel lo que “Dios” a dicho y hecho. Ambos están conformados de la misma manera, aquí la “debilidad” se ha difuminado para presentar a una mujer con las mismas aptitudes y capacidades del hombre. Cetina, astutamente ha borrado aquel mito del génesis donde la mujer surgió místicamente de la costilla del hombre y por ello siempre se había encontrado subordinada a él, como fragmentación de él. Aquí, la escritora meridana trastoca y juega con el discurso cristiano, de hecho lo manipula para defender y proteger sus palabras, que para su momento pudieron incomodar a más de uno.

Defender la ilustración de la mujer es la principal demanda y preocupación de nuestra escritora. Reconoce y conoce que sólo por la vía de la educación ésta, puede ocupar el lugar que desee y además de tener la libertad de elección en todos los ámbitos de su vida:

Para conseguir la rehabilitación de la mujer no hay más que un medio: la ilustración. Désele pues, la instrucción necesaria, cultívese su razón, su inteligencia, para que pueda con libertad tender su vuelo y colocarse en la misma posición que el hombre (Campos 2010: 6).

En este fragmento, observamos palabras clave que Cetina manejará como discurso permanente en sus ensayos, pero sobre todo en su quehacer diario. En su papel de profesora buscó siempre instruir a la mujer más allá de las nociones de economía doméstica, además de estar a la vanguardia en cuestión educativa, asimismo en el programa de estudios de la escuela a su cargo logró que se incorporaran aquellas áreas que hasta entonces fueron objeto de estudio de los varones4, esta búsqueda incluía insertar sus congéneres en la educación superior, lo cual no fue visto con buenos ojos por parte de la institución masculina, por lo que el fin primordial de instruirla fue con el objeto de que ésta se viera reflejada no en ella, sino en la conformación y formación de “buenos ciudadanos” (hombres).

Así, a manera de exordio termina con la siguiente idea: “Lo que buscamos y deseamos es el equilibrio en el espíritu; la unión completa de la familia, de la sociedad sin menoscabo de la dignidad de ninguno de sus miembros” (Campos 2010: 6). La escritora yucateca, desde sus primeras participaciones en la vida y espacio público, mostró un claro activismo a favor de la mujer. Sin embargo, el equilibrio fue un tinte en su escritura, a pesar de que vemos ciertas transgresiones y trastoques, por ejemplo al efectuar cierta manipulación de las ideas judeocristianas; no pretendía derrocar la figura del hombre y en su lugar colocar la de la mujer; su propuesta iba más bien en un sentido de justicia y equidad, propone paralelos y dejar de lado la subordinación.

Otro ensayo que definitivamente es una gran aportación a la configuración de la mujer de las últimas décadas del siglo XIX es el que Rita publica en el número 7 del Año I de la misma revista el 5 de agosto de 1870 titulado “La mujer en el siglo actual”. A manera de introducción, ella anota la condición femenina de la “antigüedad”, o sea, plantea características de sus congéneres que no del todo pertenecían al pasado.

La mujer, mirada en la antigüedad únicamente como el simple adorno de una casa, viviendo sepultada en las tinieblas de la ignorancia y la esclavitud del oscurantismo, era considerada como uno de los seres más abyectos de la naturaleza, y sensible, es decirlo aún ella misma se creía incapaz de ilustración y cultura (Campos 2010: 25).

El título expresa de manera muy clara el tratamiento que le da al ensayo, en otro término, el objetivo es hablar de la mujer “actual”, refiriéndose así a la decimonónica. Lo interesante del tema es que Rita por antonomasia refiere al papel de sus congéneres de todo el siglo XIX, que ya para ese momento (1870) se encontraba en las últimas décadas. Es bien sabido que en realidad, la condición femenina apenas para este tiempo comenzaba a modificar su estructura y es aquí donde observamos una gran aportación de Rita desde una mirada de lo femenino. El título es una fuerte aseveración, la “mujer actual”; así Cetina ocupa la “actualidad” a modo de herramienta para proponer una configuración diferente de la mujer. La “mujer actual” ya no es la de la antigüedad, y es aquí donde adquiere una carga simbólica, es decir, en el pasado ella fue vituperada, ahora a través de su escritura la reivindica, la coloca en otro nivel, en otro espacio. Rita no habla de avance o progreso de sus congéneres, habla desde la firmeza, da por sentado el rol de la mujer “actual”. Tal afirmación, en ese momento comprometía no sólo a la mujer5 (las lectoras) también a los lectores de la época. Aun cuando estaba directamente dirigida a las mujeres, la revista estaba bajo la lupa de la institución masculina y pese a que ésta fue quien abrió la puerta a la participación femenina, pero bajo su administración y vigilancia6. Rita manifiesta con palabras muy fuertes la condición femenina de la antigüedad: “Sepultada en las tinieblas de la ignorancia y la esclavitud del oscurantismo” (Campos 2010: 25). Resulta ser una aseveración muy fuerte, ya que esta ignorancia de la que habla Rita, no sólo refiere a la falta de conocimiento por parte de ella, sino a la ignorancia por parte del mismo patriarcado de no reconocerla como un ser humano dotado de la misma inteligencia y capacidad de desarrollo que el varón. Pensamiento cuya base es el discurso judeocristiano, el cual plantea que la mujer se formó a través del hombre y como una necesidad para su sobrevivencia; así ella forma parte de ese desdoblamiento, no es mujer por sí misma, sino es a partir de otro. Asimismo, habla de la esclavitud del oscurantismo, para Rita el haberla privado de la luz del saber hace que su apreciación refiera al símil de la privación de la misma libertad, la presenta como víctima del oscurantismo por no haber tenido la oportunidad de participar en la divulgación de la cultura y la transmisión del progreso. No obstante, el adjetivo que más muestra el sentir y pensar de Rita respecto a la condición femenina es la palabra “abyecto”, cuyo término en el siglo XIX refería a lo envilecido y humillado7. De acuerdo a su apreciación, la mujer formaba parte de “los seres de la naturaleza” más despreciados, tanto es así que ella se había asumido así misma como un ser incapaz de cultivar la cultura y el conocimiento.

En el segundo párrafo menciona a “una mano protectora” la cual levanta a la mujer caída por la vejación de tiempos pasados para conducirla a las puertas que la alejarán de la ignorancia y del espacio cerrado, el cual ella hace referencia al decir que la mujer era “un simple adorno de una casa”.

Otra aportación de Rita, sumamente importante e interesante en este ensayo, es el intento de romper con el discurso hegemónico; en otro término, la institución masculina había permitido el acceso a la educación de la mujer, no tanto por una legítima intensión de instruirla para sí y por sí, sino dado el contexto de construcción de nación se pretendía que ella formara “buenos ciudadanos”.8 Por lo cual, la sociedad patriarcal no consideraba de su interés instruirla más allá de la profesionalización de la educación, actividad que era reconocida en ese entonces como una continuidad del papel materno adjudicado a ella. Asimismo queremos decir que el género femenino veía muy lejano la posibilidad de pisar los dinteles universitarios; por ello decimos que Cetina se atreve a mencionar lo que sucedía en otros lugares del mundo, en específico en Poughkeep Sic donde trescientas o cuatrocientas mujeres habían logrado graduarse en medicina:

En un periódico de Méjico hemos visto que en Poughkeep Sic, ciudad de los Estados-Unidos, existe un colegio de niñas fundado en 1861, por un americano llamado Mr. Matero Vassar, e incorporado a la Universidad de Nueva York, del que han salido de “tres a cuatrocientas jóvenes doctoras que ejercen la medicina en los diversos estados de la Unión, y una de ellas en Nueva York, tiene una clientela que le produce anualmente más de diez y seis mil pesos fuertes (Campos 2010: 26).

Definitivamente, Rita considerando su momento histórico (para muchos el umbral de la modernidad) se empoderó del espacio que le había sido otorgado para expresar el anhelo de la superación femenina a través de su mismo desarrollo personal, por lo que en su escritura vemos como al hacer suya la pluma de una manera hábil y plasmando sus propias ideas va mostrando una escritura más madura, ya que dado el contexto hegemónico (político-clerical) debía mantener la línea establecida. Estas cualidades de Rita Cetina la llevaron a ocupar cargos importantes que favorecerían la emancipación de sus congéneres, por lo que se le asigna la dirección no sólo de la revista, también de la escuela que llevaba el mismo nombre y posteriormente la del Instituto Literario de Niñas.

Más adelante, en su escrito reconoce a la mujer ilustrada de tiempos pasados, alaba el autodidactismo y de alguna manera es un autoreconocimiento, por lo que podemos recordar que su primera instrucción fue autodidacta y después logra ser profesora cuando la formación se adquiría de manera privada9. Si bien, como lo menciona Piedad Peniche en Rita Cetina, La Siempreviva y el Instituto Literario de Niñas la educación de esta escuela iba dirigida al género femenino de clase social media, ella hace hincapié en la educación de la mujer pobre y le reconoce el esfuerzo por ilustrarse a pesar de las carencias (Peniche 2015: 53).

Pese a que a Cetina sólo se le ha encomendado fomentar y promover la instrucción de sus congéneres, en su discurso muestra un carácter incluyente; plantea que el engrandecimiento de los pueblos sólo puede conseguirse con el estudio, además vemos de manera muy clara la influencia del positivismo, corriente filosófica que permeó durante el porfiriato.

En los últimos dos párrafos podemos reconocer la mirada amplia y abarcadora de la escritora con respecto a la difusión de la educación. En principio, convoca a la mujer a cultivar la mente para lograr la conformación de su propia nación, comparándola con otras naciones10. Enseguida habla de una hermandad la cual logrará “tejer las guirnaldas de la patria” (Campos 2010: 25) y cierra con broche de oro, enalteciendo a su lugar natal: “No serán nunca vanos nuestros esfuerzos, pues si a pesar de ellos no logramos el engrandecimiento de la Península yucateca, tendremos el placer de verla siquiera colocada al nivel de las naciones ilustradas” (Campos 2010: 25). El poder de la palabra de Rita llegó a diversos espacios, por tanto la revista no sólo circuló localmente, desde los estados vecinos, Veracruz y Tabasco; así como el centro del país, situación que motivo a otro grupo de mujeres, entre ellas “las violetas” seguir el camino de “las siemprevivas” (apelativo otorgado por la sociedad patriarcal) pioneras del periodismo escrito por el género femenino en nuestro país.

Por último decidimos incluir en nuestro análisis por la propuesta de su contenido un artículo que publica Rita Cetina también en la revista. Éste se publicó el miércoles 5 de abril de 1871 en el número 32 del Año II, el cual tiene por título ¡BIEN POR ELLOS!

Aquí cabe la pregunta: ¿Por qué incluir un artículo en este apartado? ¿Cuál es la relevancia del mismo para distinguirlo de otros más que también fueron por publicados por Rita? Pues bien, lo relevante e interesante de esta nota es que rompe de alguna manera con la temática y las receptoras habituales de la revista y de acuerdo a la perspectiva que hemos planteado para nuestro análisis, en otras palabras, distinguir y resaltar los elementos del discurso de lo femenino en la escritora yucateca, no podíamos dejarlo pasar de largo.

Rita Cetina ocupa la voz que le ha conferido, en primer lugar el ser colaboradora de la revista y en segundo lugar, su papel de directora de la misma, lo cual la empodera y muestra un tono con autoridad y fuerza. Lo que queremos decir es que usa este texto para reconocer el talento masculino. Causándonos asombro, pues habitualmente en el momento de la escritora; el hombre, como actor y actuante en un contexto hegemónico, era quien tenía la facultad e instrucción para enaltecer y/o otorgar reconocimiento tanto a los logros y alcances femeninos como a sus congéneres. Basta con recordar algunos pasajes del periódico “La Aurora. Semanario de las señoritas”, a manera de claro y vasto ejemplo de lo mencionado:

Queremos ofrecer al bello sexo un libro que distribuido por entregar, a fin de hacerle accesible a todas las fortunas y de proporcionarle al suscritor la manera más cómoda de adquirirlo […] que comprenderá una escogida colección de artículos literarios y composiciones poéticas debidos a los más distinguidos escritores naciones y extranjeros, cabiéndonos la satisfacción de poder contar en el número de colaboradores a las ilustradas, simpáticas y amables Señoritas Cristina Farfán, Gertrudis Tenorio Zavala y Rita Cetina Gutiérrez, que de tan merecido concepto gozan en la república literaria por sus bellas y sentidas composiciones con que habremos de embellecer las páginas de La Aurora (La Aurora 1870: Introducción).

Es posible observar en la anterior cita, el reconocimiento que hace la institución masculina a las colaboradoras de la revista donde se enaltecen aspectos como la simpatía, la amabilidad, adjudicadas al “bello sexo” aspectos considerados la esencia del deber ser de la mujer en el siglo decimonono y que en palabras de Margarita Dalton son cualidades femeninas que constituyen las bases para la construcción del “discurso de lo femenino”368 . Dejando sólo el adjetivo de “ilustradas” para distinguir su conocimiento. Cabe resaltar que en este mensaje introductorio, si ponemos atención, “las simpáticas señoritas” forman parte del universo masculino: “cabiéndonos la satisfacción de poder contar en el número de colaboradores a las ilustradas, simpáticas y amables Señoritas Cristina Farfán, Gertrudis Tenorio Zavala y Rita Cetina Gutiérrez” (La Aurora 1870: Introducción). Así, las tres poetas fueron “incorporadas” al número de colaboradores. Así ya formaban parte del universo masculino; ganando y apropiándose de espacios antes exclusivos del androcentrismo.

No obstante, la lente de Rita se mostró más abarcadora. La escritora maneja la inclusión de una manera concéntrica. Inicia aludiendo a la patria: “Cuan grato es mirar la patria en que se ha mecido nuestra cuna […] Cuán grato es, repetimos, mirarla aproximarse ya a un grado superior de ilustración” (Campos 2010: 87). En esta imagen, habla de un todo, resalta el nacionalismo, objetivo de muchas y muchos que tomaban la pluma en esa década. También, mira hacia adelante; hablando ya de la ilustración impulsada aún más por la influencia del positivismo. En el siguiente apartado, enaltece a su tierra: Yucatán. Primero plantea las dificultades por las que ha pasado para lograr la tan anhelada modernidad:

Yucatán, esta tierra bendita por la Providencia, que a pesar de verse siempre amagada por mil disenciones políticas, y lo que es más sensible todavía, por la interminable guerra de castas que hace ya veinte y tres años largos que la aflige, no desmaya un instante en el proyecto de colocarse al nivel de los pueblos más civilizados del mundo. Fiel en su propósito, avanza cada día alagando la noble idea del engrandecimiento (Campos 2010: 87).

Recordemos que el problema social de la guerra de castas fue una constante en su obra ya que desde los veinte años toma la tribuna para reconocer el valor del grupo militar en combate.

A manera de conclusión decimos que observar la evolución del contenido del discurso de Rita Cetina Gutiérrez resulta muy interesante. Su participación en la revista La Siempreviva, definitivamente fue medular para alcanzar las expectativas puestas en la publicación. Cetina, muestra una gran habilidad en su escritura, aun siguiendo los lineamientos de otras publicaciones dirigidas por hombres. La Siempreviva, llegó captó la mirada de las lectoras meridanas, también de otras mujeres interesadas en ocupar la pluma como medio de expresión de la mujer decimonona y aunque de manera no explícita, también atrapó la atención de la institución masculina.

Todas y cada una de las publicaciones de Rita, trátese de poesía, novela, ensayo, cuento, artículos didácticos; definitivamente nos permiten rescatar bastantes ideas sobre el género femenino de las últimas décadas del siglo XIX. A través del discurso de Cetina, bien podemos configurar la imagen femenina de este siglo, así sus planteamientos nos permiten comprender las acciones de sus congéneres años más adelante, pues dejó un profundo legado que fue trasplantado en tierra fértil para bien de la mujer yucateca y por ende de la mujer mexicana.

De esta manera, lo abordado en este trabajo se escribió con toda la intención de hacer ver con otros ojos la escritura de Rita Cetina, sin dejar de reconocer su gran labor como educadora, puesto que en su discurso aún hay muchos elementos meritorios de análisis que pueden ser revisados con la mirada desde lo femenino o cualquier otra perspectiva dada la riqueza de su producción literaria.

Bibliografía

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ESTRADA ZENEA, Ildefonso (1870) La Aurora. Semanario de las señoritas. Ildefonso Estrada Zenea. Mérida Yucatán. Fondo Reservado de la Biblioteca Yucatanense, Mérida Yucatán.

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MONTERO SÁNCHEZ, Susana (2002) La construcción simbólica de las identidades sociales. Un análisis a través de la literatura mexicana del siglo XIX. México. Plaza y Valdés.

PENICHE RIVERO, Piedad (2015) Rita Cetina, La Siempreviva y El Instituto Literario De Niñas: Una cuna del feminismo mexicano 1846 – 1908. México D.F: Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.


358 Los ensayos de Rita Cetina Gutiérrez fueron publicados en diferentes números de la revista de la siguiente manera:

* LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER. Año I Mérida, jueves 19 de mayo de 1870. Núm 2

* LA MUJER EN EL SIGLO ACTUAL Año I Mérida, viernes 5 de agosto de 1870 Núm 7

* LA MUJER Año I Mérida, lunes 17 de octubre de 1870 Núm 11

* LA MUJER Año II Mérida, jueves 3 de agosto de 1871 Núm 30.

1 Susana Montero menciona que la figura del “ángel del hogar fue la que logró mayor desarrollo y peso a lo largo del siglo a nivel discursivo, o sea, los rasgos de la etapa romántica se prolongaron hasta la literatura nacional y la lírica modernista. Nos pone como ejemplo la imagen femenina en las obras de Manuel Carpio y la poesía de Amado Nervo. En cuanto a mayor peso, nos explica que tal figura expresó “una correspondencia más profunda con el orden patriarcal, con el dogma católico y con la reactualización que tuvo lugar durante este lapso del reparto genérico más tradicional de roles y jerarquías sociales” (Montero 2012: 93).

2 Recordemos que el mismo Altamirano propuso hablar de una literatura nacional a partir de su propio proyecto donde se buscaba promover la escritura de los autores del momento, tales como Vicente Riva Palacio, Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, etc. De ahí que además de pretender forjar una literatura nacional también promovió una literatura inclusiva, buscó abrir la puerta a todo escritor aún con ideologías contrarias, buscó la participación activa de la mujer. Probablemente conveniente a sus intereses, sin embargo esto permitió que mujeres como Rita Cetina participarán de la conformación de la república de las letras, dando paso así a la mujer ilustrada.

3 Cabe recordar que el positivismo ya permeaba para la época, por lo que la inclusión de la ciencia en los programas de estudio fue general en todo el país.

4 Piedad Peniche Rivero en RITA CETINA, LA SIEMPREVIVA Y EL INSTITUTO LITERARIO DE NIÑAS menciona: “Así los conservadores yucatecos, demandando religión y tradición sólo concedían educación de adorno a las mujeres para ellos, predestinadas exclusivamente a la vida doméstica. Su modelo era la mujer cristiana que sustentaba la Iglesia católica a través de su revista La Caridad (1868- 1911)”. Se sugiere profundizar en el tema revisando el texto antes citado.

5 Anotamos este comentario porque basta recordar que en publicaciones anteriores el acceso a las participaciones eran reguladas por la institución masculina. Además, al contar con el apoyo económico de Manuel Cicerol, gobernador en turno, debía seguir los lineamientos marcados por ellos para beneficio de los intereses políticos del momento.

6 De acuerdo a la definición del diccionario histórico de la RAE, abyecto significa humillado, envilecido, rebajado.

7 Melchor Campos menciona: “Ahí donde el constructo machista de género diferenciaba al hombre habitando la esfera de la inteligencia y la mujer el mundo de las costumbres, si ellos reclamaban educar a las mujeres, era con el propósito de instruir a la futura mujer-madre para formar “buenos ciudadanos” hombres (Campos 2010: XXIV).

8 Es importante recordar lo que ya se ha planteado en el capítulo segundo de esta investigación, correspondiente a la biografía de Rita Cetina, en otras palabras, ella obtiene el título de profesora de manera oficial cuando ya es directora y docente del Instituto Literario de Niñas como ejemplo para alentar a las alumnas a seguir sus pasos y continuar con la labor de instruir a la población, trátese de mujeres y hombres.

9 En el momento histórico de la escritora meridana, la mirada se volvía hacia Europa como el modelo a seguir, situación que se potencializó durante el porfiriato.

10 De acuerdo a lo que Margarita Dalton Palomo propone por discurso de lo femenino se entiende todo lo que se refiere a la categoría mujer: alusiones directas o indirectas a la naturaleza de la hembra de la especie humana, formas de clasificación sexuada en el pensamiento abstracto, asociaciones figurativas, metáforas, formas o modos de expresión que excluyen a la mujer. (Dalton 1996: 21)

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