Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 2. Pensadoras y filósofas

Visibilización de las pioneras del psicoanálisis en México

Irene Aguado Herrera - Andrea García Hernández

Universidad Nal. Autónoma de México. FES Iztacala Psicología

Resumen: La condición de marginalidad y subordinación de las mujeres es una constante en la historia, como efecto de la configuración de género, de la simbolización de la diferencia sexual que construye un conjunto de prácticas, ideas y discursos. A partir de ésta se ha adjudicado a la mujer un lugar caracterizado por la dependencia y la invisibilidad. El ámbito educativo y de producción del conocimiento y el ejercicio profesional no ha sido la excepción, de ahí que sea importante visibilizar a las pioneras en las diferentes disciplinas y en las diferentes regiones. El objetivo de este trabajo es visibilizar a las pioneras del psicoanálisis en México en el periodo que va de 1950 a 1970.

Palabras Clave: Pioneras; psicoanálisis; México; educación superior; Dolores Sandoval.

1. Introducción

En 1926, S. Freud en el texto denominado: Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?1 cuestiona las legislaciones emitidas en Austria y Francia en las que únicamente se autorizaba a los médicos para ejercer el psicoanálisis, argumentando tanto la particularidad del tipo de trastornos a los que se orienta el trabajo psicoanalítico como de la formación que se requiere a fin de sostener este tipo de dispositivo. Ante lo que rotundamente señala que los médicos no tienen en que fundar sus aspiraciones de exclusividad en este campo. No obstante las objeciones y argumentos desarrollados por el fundador del psicoanálisis en diferentes asociaciones psicoanalíticas se estableció como criterio para ser admitido en la formación y posteriormente ser reconocido como psicoanalista tener el grado de médico. La adopción de este criterio tuvo muchas consecuencias en la configuración de las primeras generaciones de psicoanalistas, entre ellas la exclusión o inclusión minoritaria y marginal de las mujeres; situación que aunada a la condición de marginalidad y subordinación de las mujeres como efecto de la configuración de género. A dado como resultado que la versión de la historia del movimiento psicoanalítico hecha por los hombres se caracterice por una mayoritaria y una monótona presencia masculina como reflejo fiel del lugar de dependencia e invisibilidad que se ha adjudicado a la mujer. De ahí que sea importante que desde la perspectiva de género se realice una revisión tanto del proceso de institucionalización del psicoanálisis en Mëxico como de la historia que sobre este se ha hecho, con el objetivo de visibilizar a las pioneras y sus aportaciones en las diferentes regiones. En este caso el objetivo es visibilizar a las pioneras del psicoanálisis en México en el periodo que comprende de 1950 a 1970, particularmente Frida Zmud Simkin, Dolores Márquez de Sandoval y Raquel Goldberg Berman2 por haberse destacado al crear y presidir asociaciones psicoanalíticas dedicadas a la trasmisión de esta teoría y a la formación de psicoanalistas, así como por haber escrito artículos y libros en esta misma área de conocimiento.

Para ello procederemos a:

– Caracterizar el lugar de la mujer en el ámbito de la educación superior en México en el periodo definido.

– Caracterizar el lugar de las mujeres en el surgimiento y el proceso de institucionalización del psicoanálisis en México.

– Caracterizar y analizar la trayectoria y aportaciones de las autoras señaladas a partir de una revisión biblio – hemerográfica.

2. Mujeres y educación superior en México

La incursión de las mujeres en México a la educación superior se remonta a la época del porfiriato y se ha acompañado de una u otra forma a la creciente incorporación de éstas al mercado laboral. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX “había un puñado” de mujeres profesionales en medicina, abogacía y química3. Fue a partir de 1910, momento en el que se inagura la Universidad Nacional Autónoma de México que de forma manifiesta se faculta a las mujeres para ingresar a las escuelas profesionales (Cosío1985). Pese a este avance, durante el periodo revolucionario y posrevolucionario la presencia femenina en las instituciones de educación superior era baja y el ingreso seguía siendo restringido a pesar de que como lo señalan Alvarado y Becerril de acuerdo con las leyes de Instrucción Pública de 1867 y 1869, no existían impedimentos formales que prohibieran a las mexicanas matricularse en la Escuela Nacional Preparatoria y, una vez acreditados dichos estudios, optar por alguna de las escuelas profesionales existentes. La mayoría de las estudiantes estaban inscritas en enfermería o ingresaban a la Escuela Normal para Maestras, ambas opciones educativas y profesionales caracterizadas por el servicio y el cuidado y en consecuencia socialmente vistas como extensiones de lo establecido y promovido como propio de lo femenino.

Hacia el último tercio del siglo XX la escolarización de las mujeres apuntaba hacia la ilusión de una igualdad de oportunidades, en gran medida debido tanto a las transformaciones sociales como al proceso de masificación de la educación superior. Sin embargo se siguió manteniendo y reproduciendo la segregación ocupacional, una de las causas principales de desigualdad entre los sexos.

A partir de la segunda mitad del siglo XX se dio lugar a un incremento sostenido y consistente de la matrícula femenina de tal suerte que actualmente podemos hablar de la existencia de una igualdad. Conforme a los datos presentados en el Anuario de la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Enseñanza Superior (ANUIES) para el año de 1971 algo más del 20% del total de la población escolar femenina se localizaba en la facultad de Filosofía y Letras, aproximadamente el 17% en Medicina y el 9.2% en Odontología, el 13 % a Comercio y Administración y el 12 % a Derecho, 2% en arquitectura y 0.4% en Ingeniería (ANUIES, 1970).

3. Caracterizar el lugar de las mujeres en el surgimiento y el proceso de institucionalización del psicoanálisis en México

A partir de la fundación en 1910 del Manicomio General conocido como La Castañeda y de que la psiquiatría se comienza a impartir formalemente en 1926 dentro de la carrera de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, surgé un interés por acceder a un saber acerca de los llamados trastornos mentales, el cual va a influir para la posterior institucionalización no sólo de la psiquiatría sino del psicoanálisis en el país.4

En 1923 se comienza a publicar la traducción de la obra de Freud en español, lo que multiplica su influencia en los centros intelectuales de América Latina y promueve una inquietud que pronto se trasnformó en definitivo “movimiento” psicoanalítico (Dupont, 2012). En 1924 en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, hubo una generación de maestros como el Doctor Mesa Guitierrez y el Doctor Francisco Miranda, interesados en el estudio de los desórdenes mentales y adeptos a las lecturas de Sigmud Freud y Pierre Janet. El interés de ambos maestros de la Universidad tuvo influencia sobre algunos alumnos como el Doctor Guevara Oropesa quien realizó una tesis en 1923 con el título de “Psicoanálisis”. Tesis que tiene como tema central la concepción de las enfermedades mentales y que se fundamenta en la teoría freudiana y en la presentada por Pierre Janet. Para esta época también se había incrementado el interés y una mayor difusión del psicoanálisis mediante diversos artículos en los que se hace referencia a Sigmund Freud y el psicoanálisis y que fueron publicados en la Revista MEDICINA.

En la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX en México, la influencia francesa fue decisiva en la ensañanza y en la práctica de la medicina. La fuente de conocimientos sobre neurología y psiquiatría francesa, llegaron al país mediante las enseñanzas directas de algunos médicos quienes iban a estudiar a Francia o Alemania y de la información escrita en las revistas y libros especializados provenientes de dichos paises, siendo imperecederas las huellas de algunos médicos franceses como el psiquiatra Jean Martin Charcot y el psicólogo y neurólogo Pierre Janet y Sigmund Freud, entre otros. Posteriormente dos acontecimientos históricos independientes en circunstancias pero simultáneos en tiempo, la Revolución Mexicana y la Primera Guerra Mundial, cambiaron de manera breve y progresiva la influencia francesa en la medicina mexicana después del primer tercio del siglo XX. Por lo que fue necesario que se adoptaran nuevos conceptos, teorías y prácticas de la medicina proveniente de Estados Unidos de Norteamérica (Pérez, 2010). Según Cárdenas (1976) a pesar de la cercanía de la nueva influencia, la escuela médica francesa siguió siendo predominante a principios del siglo XX, por no decir casi única y rigió dentro de las aulas mexicanas como predecesora de la angloamericana. Esto es importante porque la visión e interpretación que se dio al psicoanálisis en Europa, Estados Unidos de Norteamérica y posteriormente en Argentina va a tener un impacto en la fuente de referencia, pertenencia e identidad de los psicoanalistas mexicanos. La formación que recibieron en Estados Unidos de Norteamerica algunos médicos mexicanos para ser psicoanalístas, estaba marcada en algunos aspectos por diferencias respecto a la formación que se daba en Europa y Argentina, que fue hacia donde migraron otros. A partir de 1952 los médicos mexicanos que regresaron a México después de haberse formado en Estados Unidos o en Argentina como psicoanalistas y afiliados a la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) fundaron la Asociación Psicoanalística Méxicana (APM) en 1957.

En 1951 se crea en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) una especialización en psicoanálisis confiada más tarde a la Sociedad Psicoanalítica Mexicana (SPM). Así, para la década de los setentas existía una hegemonía y monopolio en el psicoanálisis en México ya que para ser reconociodo como psicoanalísta se tenía que ser miembro de la SPM, quien tenía como fuente de referencia el pensamiento del sociólogo, psicólogo social y psicoanalista Erich Fromm o de la Asociación Psicanalítica Mexicana (APM) que reconocía la obra de Sigmund Freud como base y fundamento de su formación, de su trabajo y producción. Aunado a esto, para ser reconocido como psicoanalista se tenía que ser médico-psiquiatra ya que tanto la APM, filial de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) no aceptó psicólogos hasta aproximadamente 1974. Por tanto, pretender ser psicoanalsita implicaba necesariamente el pasar por la Facultad de Medicina para después comenzar una formación psicoanalítica que poco tenía que ver con su anterior formación.

Para comprender el surgimiento y el proceso de institucionalización del Psicoanálisis en México también es indispensable considerar a la psicología porque tomará el relevo de la medicina en su relación con el espectro psicoanalítico. En 1973 la Psicología que formaba parte de la Facultad de Filosofía y Lertras en la UNAM se autorizá como facultad independiente. Para ese momento existían dos grupos psicoanalíticos: los “ortodoxos” afiliados a la API y los seguidores de Erich Fromm. Para formar parte del primer grupo se debía estudiar medicina y para formar parte del segundo grupo se tenía que ser doctor en psicología clínica (Agazi,1986). La plantilla docente de la facultad de Psicología que ahí impartía psicoanálsis, dejaba ver a sus alumnos que si querían formarse como psicoanalistas debían de preparase en el APM o en la SPM. Era evidente que la formación para psicoanalistas les era vedada en aquellos años a las personas especialistas en psicología (Berman 2012).

Esta situación provocó el cuestionamiento y crítica del monopolio detentados por estas dos instutuciones. De ahí que se gestaran dos instituciones que propusieron alternativas y la aparición de actores y actoras dentro del proceso de institucionalización de psicoanálisis en el país. Nos referimos a la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica (AMPP)5 fundada por el Dr. Santiago y Ramirez antes de abandonar el APM y por seis psicólogas. La otra institución es el Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo (AMPG posteriormente AMPAG)6, fundada en 1967 por José Luis González Chagoyán, Frida Zmud Simkin y Gustavo Quevedo.

La Asociación Mexicana de Psicoterapia quedó constituida en septiembre de 1964. La formación de psicoanalistas no médicos se inició inmediatamente con la primera generación que estaba formada por las fundadoras que fueron: Raquel Berman, Felisa Poveda, Vidalina Ramos, Frida Rosenberg, Dolores Márquez de Sandoval y Beatriz R. Del Valle. Es este el primer grupo de mujeres que se aboca a formar analistas que no necesariamente fueron médicos sino psicólogos clínicos. Tanto Dolores Sandoval y Raquel Berman habían sido invitadas a formar parte de la APM por el Dr. Santiago Ramirez y después de tres años y medio se les dijo que no podían seguir la formación porque no eran médicos.

“Se nos había estado utilizando para echar a andar la Asociación que carecía de infraestructura […] a la Dra. Berman la rechazaron y a mí no se me contestó habiéndoseme dicho que mi aplicación no había sido referida” (Sandoval 2012:134)

La AMPP fue la primera asociación en México en que las mujeres asumieron roles de liderazgo desde sus inicios y en la que se ofreció formación psicoanalítica sistematizado dirigida también a mujeres. Estas pioneras se interesaron por el discurso freudiano y se adentraron a confrontar ideas de Freud sobre la feminidad, lo que las llevó a escribir sobre el tema del impacto de la cultura mexicana sobre el desarrollo psicosexual de la mujer, la relación con el hombre, la ruptura de pareja, la complicidad de la mujer con el machismo, la relación madre-hija y el mito de la maternidad (Berman 2002). En su condición de mujeres no médicas y no organizadas dentro de un grupo de poder legitimado institucionalmente, tuvieron que abrir brecha en todos esos referentes simultánemanete. Algunos psicoanalistas de la APM exigieron a las candidatas el “no uso del diván”, y la “no interpretación de la tranferencia” (Berman 2012) puesto que no eran médicas. Cabe recordar que les llamaron s

“Las Viudas de Freud, Las Señoras o simplemente Las Arquímedes.7 Lo de Viuda se refería seguramente a la situación de viuda en nuestra cultura: mujer desprotegida, sin hombre, sin poder. Representa la imagen del desamparo. Lo de Amazonas llevaba el mensaje contrastante de mujeres fálicas, guerreras, masculinizadas. El de Señoras seguramente aludía al origen burgés de algunas de nosotras y la implicación de poca seriedad profesional que conlleva”. (Berman 1999: 30)

Dolores Márquez de Sandoval (1992) señala que la AMPP no nació bajo la paternal protección y estricto control y supervisión de los psicoanalistas considerados “ortodoxos”. Las relaciones con la Asociación Psicoanalítica Mexicana eran bastante complicadas debido a que algunos miembros de esa Asociación tuvieron a bien formar el primer Consejo Consultivo de la AMPP e impartir las primeras cátedras con bastantes limitaciones en cuanto a la capacidad de poder ejercer el psicoanálisis como tal. Llegó a tal grado la situación complicada entre la APM y la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica, que el año de 1970 todos los miembros de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, que en ese entonces formaba el Consejo Consultivo de la Institución a excepción de las Dras. Berman y Sandoval, renunciaron en masa sin dar ninguna explicación a lo que en ese momento estaba ocurriendo. Quedaron únicamente prestando ayuda a la Asociación los doctores Santiago Ramírez, Fernando Días Infante y Raúl Bellon. Así que miembros de la APM sólo ayudaron a la AMPP pero ésta no emanó directamente de la APM.

La AMPP tiene varias modalidades de la Asociación Psicoanalítica Mexicana en el sentido de que siguió la línea ortodoxa freudiana ya que algunos de los programas tienen semejanza con la de dicha APM ya que no podría ser de otra manera sí querían formar psicoanalistas con los elementos mejores que los que se contaban en ese momento, y porque debían de aprovechar la experiencia que otros Institutos les ofrecían en el campo de la enseñanza y práctica del psicoanálisis.

La otra institución que nace a partir de la lucha por el monopolio y administración del psicoanálisis en México es la Asociación Mexicana Psicoanalítica de Grupo (AMPAG). El Dr. José Luis González Chagoyán, quien es uno de los tres fundadores de la Asociación, señala la tensión que se generó a partir de la fundación del AMPAG con la APM.

Después de una serie de vicisitudes como, por ejemplo, que los compañeros de la AMP veían con muy malos ojos y con mucha angustia, como suele verse, la formación de la psicoterapia grupal. Tenían la idea de que íbamos a abaratar el psicoanálisis, de que íbamos a dejar que por la puerta de la cocina a la larga entraran personas al psicoanálisis que estaba tan celosamente cuidado. (Dupont 1997:143-145)

Los orígenes de esta Asociación, está vinculado también a la intervención institucional en el Monasterio de Santa María de la Resurreción en el estado de Morelos por parte de la Dra. Frida Zmud Simkin, el Dr. Gustavo Quevedo y el Dr. José Luis González Chagoyán. Estos tres analistas a petición del prior (en ese entonces) Gregorio Lemercier comenzaron una terapia colectiva con los monjes del monasterio ya que comprendió a partir de que él se analizará individualmente con el Dr. Gustavo Quevedo, tras recomendación del Dr. Santiago Ramírez, que podría ser útil para los monjes ser analizados. (Agazzi 1986)

Así, para 1955 ya había tres grupos para formar psicoanalistas. El primero los considerados “ortodoxos”, el segundo los seguidores de Erich Fromm y el tercero el conformado por psicólogos (Sandoval 2012.), en donde ubicamos a las mujeres.

4. Trayectoria y aportaciones de Frida Zmud Simkin, Dolores Márquez de Sandoval y Raquel Goldberg Berman

Frida Zmud Simkin nació el 6 de marzo de 1914 en la Asunción Paraguay, en 1931 se traslada a Buenos Aires y se casa a los 18 años. Por exigencia de su padre y alentada por su esposo estudia la carrera de medicina. En 1945 tiene una crisis depresiva lo que la lleva a consultar al psicoanalista Teodoro Schossberg, lo que la lleva y “descubrir” el psicoanálisis y decide que esa es su verdadera vocación.

Visita México por primera vez en 1953. En 1956 inicia su formación analítica en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Entre sus compañeros de estudio había varios médicos mexicanos que estaban haciendo su formación psicoanalítica ahí y que a su regreso fundaron la APM, entre ellos Gustavo Quevedo y José Luis González Chagoyan. Con sus compañeros de seminario se “engancha” para venir a México a fundar la APM y empieza a trabajar con los primeros psicoanalistas mexicanos. Ella es la primera mujer psicoanalista en México quien cubría con el requisito de ser médico y con una formación psicoanalítica con Rascovsky, Langer, Garma, Cárcamo, Racker, Grimberg, Baranger Cesio, Aberastury, Liberman, Rodrigué, y Pichón Riviere. Por lo que su formación incluía tanto el trabajo individual como con grupos.

En 1961 con Quevedo lleva a cabo un proceso grupal de intervención psicoanalítica en el Monasterio Benedictino de Santa María de la Resurrección ubicado en Cuernavaca Morelos, México; durante cuatro años y que fue continuada fuera del convento por tres años más. Esta experiencia se ha convertido en un punto de referencia fundamental del trabajo grupal en México. En la que por otra parte la Dra. Frida Zmud, “sería la primera mujer en escuchar los secretos de los monjes”. (Cabrera 1996: 151). Dio cuenta de esta experiencia grupal en el Congreso de Baviera en 1971: Sublimation and Creativity (Sublimación y creatividad en una comunidad religiosa). [Dynamische Psyquiatrie Internationale Zeitschrift für Pyiquiatrie und Psychoanalyse].

Otras publicaciones fueron: Complemento y Continuidad entre la técnica de Freud y Klein y Cómo ayudar y comprender mejor al adolescente en conflicto en Sexo, violencia y drogas. También fue un miembro fundamental en la AMPAG como presidenta, secretaria, y tesorera además de ser directora del Instituto y pionera en la formación de psicoanalista de grupo. En palabras de Agustín Palacios (citado en Litmanovich, 2010) “los inicios de la AMPAG fueron cobijados por ella y no sería la que es sin su entusiasmo, su coraje y su dedicación” (Litmanochich 2010: 317)

A la Dra. Dolores M. de Sandoval viajó de Monterrey a la Ciudad de México para continuar sus estudios universitarios y entrenarse como terapéutica psicoanalítica. Ya en la Ciudad de México realizó su entrenamiento analítico y dos posgrados en psicología. Pertenecía a una generación de mujeres que por un lado cumplían con roles femeninos tradicionales pero al mismo adquiría identidad propia fuera de estos roles al estudiar. Desde temprana edad quiso estudiar, aspiración que para su generación era la excepción y no la norma. El deseo por estudiar se manifestó cuando ella tomo la decisión a los 16 años de irse a estudiar a un Colegio en Estados Unidos. (Berman 2002)

En el año de 1946 por motivos de índole personal tuvo el primer contacto con el Dr. Santiago Ramírez. El estaba recién egresado de la Escuela de Medicina pero ya con muchas inquietudes en relación con el psicoanálisis, aunque aún no se formaba en Argentina. El Dr. Ramírez le indicó que necesitaba un tratamiento psicoanalítico, el cual aceptó con bastante agrado y grandes expectativas ya que le interesaba mucho los aspectos psicoanalíticos pero aún no había tenido la oportunidad de adentrarse en ellos. La carrera original de la Dra. Dolores M de Sandoval era de Maestra Normalista y más tarde Maestra en Literatura Española. Su primer contacto con el psicoanálisis se lo debe a uno de sus hermanos quien le regaló unos libros de Sigmund Freud, los cuales verdaderamente le apasionaron. Estos libros fueron: “Los sueños” y “Los actos fallidos”.

Durante este primer tratamiento analítico con el Dr. Santiago Ramírez, el cual fue una especie de experimentación para él y para ella, y que duró de 1946 a 1948, fue interrumpido porque él se fue a Argentina a formarse como psicoanalista ya que en México no había una formación seria en este aspecto. En 1952 el Dr. Santiago Ramírez regresó a México y volvió a ser su paciente durante tres años que fue cuando él le dio de alta después de lo cual perdieron un poco el contacto. Para entonces y debido a las inquietudes de la Dra. Sandoval y a la influencia del Dr. Santiago Ramírez ingresó, primero en el Hospital Dr. Manuel Gea González como Jefe del departamento de Rehabilitación del mismo en donde trató de aplicar los pocos conocimientos psicológicos que para entonces ya había adquirido en la Facultad de Filosofía y Letras en la carrera de Psicología. Gracias a los conocimientos adquiridos y a su experiencia en el Hospital se publicaron tres artículos suyos en la Revista Mexicana de Tuberculosis que versaban precisamente sobre la Psicología del Tuberculoso. Al regreso del Dr. Ramírez de Argentina la introdujo al Hospital Infantil como Supervisora Psicóloga en donde en 1953 conoció a la Dra. Raquel Berman con quien inmediatamente se inició una amistad que considera sumamente valiosa.

En 1957 se fundó la APM y la llamaron junto a la Dra. Berman para que formaran parte de la estructura que aún no tenía esta Asociación, es decir, durante tres años y medio la Dra. Berman, el Dr. Díaz Infante, la Dra. Carolina Lujan (especialista en pruebas psicológicas), Graciela Solís y la Dra. Sandoval estuvieron trabajando haciendo pruebas y viendo pacientes, supervisados por los Doctores que habían fundado el A.P.M. recibiendo al mismo tiempo seminarios diarios de dos horas en el local de esa asociación para darles los conocimientos teóricos necesarios. Después de esos tres años y medio se les comunicó que no podían seguir dentro de la formación, o lo que fuera la situación en la que estaban, porque no eran médicos, y que el único que iba a quedar en la primera generación de la A.P.M era el doctor Fernando Díaz Infante dado que sí lo era. Ningua protestó por lo que, evidentemente era muy anormal, tal vez porque no se sentían con una categoría internacional, ni siquiera nacional suficiente para aspirar a ser psicoanalistas estaba detentado por los médicos. La Dra. Sandoval señala (1992) que no puede explicar de otra manera su pasividad frente a tal abrupto y tan poco razonable, sin comprender que se les había estado utilizando para echar a andar una Asociación que carecía de infraestructura.

Mientras tanto, la Dra. Dolores M. de Sandoval tomó un consultorio y empezó a trabajar como psicoterapeuta sin soñar siquiera que podía ser psicoanálisis lo que estaba haciendo, a pesar de que en su fuero interno tenía la seguridad de que estaba siguiendo los lineamientos que se le habían dado durante tres años y medio en la A. P. M. Fue una de las seis fundadoras de la Asociación Mexicana de Psicoterpia (1965) y egresada de dicha asociación con su trabajo clínico de admisión a la AMPP se intituló Cólera y Ternura. De 1965 a 1967 fue la primera presidenta de esta Asociación y durante este tiempo, se encargó de defender y dar cabida a las personas con estudios en psicología y otras disciplinas humanistas para que pudieran incursionar en el psicoanálisis y la terapia psicoanalítica. En tres ocasiones fue relecta como presidenta en los siguiente periodos: 1967-1969, 1977-1979 y otra vez en 1979. Durante 1973 fue Coordinadora de la Comisión de Divulgación para posteriormente ser tesorera durante 1980-1982, tiempo en el que se dio la oportunidad de comprar un inmueble en la calle de Arquímedes como sede de la Asociación. La Dra. Sandoval hipoteco su departamento para prestar el dinero, que junto con las aportaciones de las otras personas miembros permitió comprar el piso.

Dolores Sandoval escribió sobre la mujer en México, sobre el sadismo masculino, la mentira y sus efectos en la personalidad, la psicodinamia de la familia mexicana, sobre el divircio interminable, los miedos de la contratrasnferencia en el psicoanalista, la derrota de la omnipotencia del analista, la ética profesional, sobre los criterios de la selección de los candidatos, y sobre la histora de la AMPP. Señala la Dra. Berman que los trabajos escritos de Dolores Sandoval no son leídos con frecuencia en los seminarios impartidos por la AMPP (Berman 1999). Murió en 1998.

Raquel Goldberg Berman de origen judío polaco migra a México a causa de la segunda guerra mundial, casada con el industrial Enrique Berman y madre de Sabina Berman psicóloga y dramaturga mexicana. Ella junto con otras cinco mujeres funda la AMPP después de haber sido rechazada su inclusión en la APM por no ser médico. Junto con Dolores Márquez Sandoval ha sido un pilar en el impulso y consolidación de dicha asociación, impulsando la formación, investigación y difusión del psicoanálisis y del trabajo grupal desde el psicoanálisis.

En diversas publicaciones ha dado cuenta del trabajo clínico que ha realizado con distintos dispositivos: individual, de pareja, de familia y grupal; partir del cual ha desarrollado temáticas no sólo de interés desde el psicoanálisis sino ligadas a la realidad mexicana. Entre las que resaltan los textos “Llegar a ser mujer” (20019, Un tipo particular de Edipo Femenino (2002), Solo hija de su padre (2003) y La hija guardiana (sin publicar), producidos en el trabajo grupal de investigación “Actualizaciones teórico clínicas en psicoanálisis”; en los cuales desde una perspectiva crítica a la propuesta freudiana analiza la estructuración subjetiva de la mujer y el efecto que en ella tiene la relación padre – hija, así como el machismo. (2008): “Adicción sexual” Imagen Psicoanalítica”

En 1985 ante la muerte y destrucción consecuencia del sismo que sacudió a la ciudad de México un gran número de personas afectadas requirieron de atención psicológica, demanda que fue atendida por diferentes grupos y asociaciones, entre ellas la AMPAG. Quienes sostuvieron un proceso de intervención terapéutica grupal de crisis, a diez años de distancia Berman y Raquel (1995) en el texto “Confrontación con la muerte durante el desastre provocado por el temblor de 1985: Reflexiones a 10 años de distancia”, analizaron las reacciones de los grupos y de las terapeutas ante el desastre.

Otra línea de investigación desarrollada por Bergman se ubica en la vertiente histórica en donde se pueden ubicar el ensayo sobre un personaje pionero y “olvidado” en la historia del psicoanálisis Sandor Rado, así en 1998 publica “Heresy”: Sandor Rado y el movimiento psicoanalítico”. Su otro tema de interés es dar cuenta de la historia de la asociación por ella fundada en sus publicaciones de 2011 y 2012 “History of the Mexican Association for Psychoanalytic practice, training and Research y “Breve Historia de la Asociación Mexicana para la Práctica, Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis (AMPIEP).

Por último también se encuentra el análisis que realiza sobre las características y el efecto del liderazgo de personajes sociópatas (Berman, 1997).

5. Análisis y Conclusiones

Para nosotras es relevante visibilizar la presencia femenina en el psicoanálisis en México y por ello, nos dimos a la tarea de incluir y recuperar parcialmente sus huellas, sus voces y sus actoras. Con este trabajo intentamos resignificar su participación en el pasado y recuperar su presencia allí donde fueron excluidas en un primer momento. Lo que nos permite llegar a un cierto orden de conclusiones y líneas a seguir investigando:

El integración del corpus de la investigación se realizó a partir de la búsqueda y análisis bibliográfico hemerobibligráfico y biblioweb implicó una serie de dificultades debido a que el material es de difícil y restringido acceso, a lo que hay que agregar que existe mucho material no publicado y por tanto no se ha permitido por ahora el acceso para su consulta. Además de que hay información que no está organizada ni sistematizada.

Con relación a la situación en prevaleciente de la mujer en la educación superior en México cabe subrayar que no obstante que no existía una norma legislativa que impidiera su acceso, existía un mandato implícito sostenido y transmitido socialmente para mantenerlas dentro del ámbito privado- doméstico o bien limitada su acceso sólo a ciertas carreras o profesiones consideradas adecuadas. Lo que de hecho hace que la incursión de las mujeres a diferentes ámbitos del conocimiento y profesional haya sido tardío, tortuoso y minoritario, siendo el psicoanalítico uno de estos casos. Ya que al establecer el criterio de la formación médica previa a la formación psicoanalítica excluía de manera implícita a un amplio sector, dado que la carrera de medicina se configuraba fundamentalmente de hombres, blancos / criollos y con recursos económicos.

Respecto al proceso de institucionalización del psicoanálisis en México dimos cuenta que estas mujeres psicoanalistas que hemos mencionado en este escrito no estuvieron ausentes, sino más bien fueron invisibles ante la mirada de los psicoanalistas y siguen estando invisibles por ejemplo en los trabajos escritos sobre la institucionalización del psicoanálisis ya que las referencias a ellas son marginales.

Cabe señalar la ambivalencia respecto a las primeras psicoanalistas no médicas que se hace patente al incluirlas primero para su posterior excluirlas, al impulsar para la creación de la primera asociación psicoanalítica para no médicos lidereada por mujeres y al mismo someterlas a la tutela y supervisión permanente de los varones que tenían el dominio hegemónico de la APM.

El lugar marginal y devaluado que se les asigno se hace patente al acotarles su área de intervención al ámbito grupal, su forma de intervención, su denominación y hasta el nombre de la asociación. Ya que asignarles como campo de estudio y formación “lo grupal” implicaba ceder un campo desprestigiado, devaluado y no reconocido tanto que era considerado abaratar; además de que se les impusieron tres limitantes / condicionantes: no usar el diván, no interpretar en transferencia y no utilizar el término psicoanálisis sino psicoterapia psicoanalítica.

Continuar con esta investigación es un reto en la producción del conocimiento en general y para nosotras en particular, porque hasta ahora sólo hemos dado una visión general.

Acerca de la trayectoria a aportaciones de las tres autoras revisadas podemos señalar a pesar de los obstáculos sorteados a más de 60 años el balance es favorable en más de un sentido ya que:

Lograron la apertura de un campo teórico de investigación y de práctica no sólo a las mujeres sino también a personas de otros ámbitos profesionales fundamentalmente de las ciencias humanas.

Consolidaron una institución que a la fecha es un referente fundamental en el abanico psicoanalítico mexicano y en el liderazgo femenino.

Transformaron un campo desprestigiado en un nicho de estudio e intervención fundamental para el desarrollo teórico y práctico del psicoanálisis, ocupándose entre otras tareas relevantes en dar cuenta de la historia de la asociación fundada por ellas.

Han trabajo y promovido el estudio de temas no sólo importantes en el campo de estudio de la subjetividad en general sino para la realidad mexicana en específico.

Han incursionado y promovido formas de intervención para poblaciones desfavorecidas y en situaciones de crisis.

Bibliografía

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1 Lego o profano alude a todo aquel ajeno a la profesión médica.

2 Los nombres más comunes de las autoras y como aparecen en sus publicaciones son: Frida Zmud, Dolores de Sandoval y Raquel Berman.

3 Hasta 1910 había dos dentistas, cinco médicas, una abogada y una química. Entre las que se ubica a Margarita Chorné y Salazar que en 1886 presenta su examen profesional como dentista, Matilde Montoya que recibió el título de Médico Cirujano en 1887, María Sandoval Zarco quien se titula de abogada en 1889. Cabe resaltar que las mujeres que accedieron a una profesión lo hicieron teniendo maestros particulares y debido a sus altos recursos económicos.

4 Es en 1952 que los programas de enseñanza de neurología y psiquiatría se separan y se convierten en disciplinas independientes y posteriormente se establece el primer curso formal de adiestramiento en Psiquiatría con reconocimiento de la Escuela de Graduados de la UNAM.

5 La AMPP a partir del año 2000 hasta la actualidad es la Asociación Mexicana para la Practica, Investigación y Enseñanza del Psicoanálisis AMPIEP.

6 Cambia su nombre de AMPG a AMPAG por presiones de la APM en 1968).

7 Las Arquímedes hacía referencia a que la sede de la Asociación se ubica en la calle de Arquímedes de la colonia Polanco de la Ciudad de México, cuyas características es ser una de las colonias más caras y con una población predominante judía.