Juan Francisco Jordán Montés

El Alma en el Limes
(Arte en el Aula)

Renovatio: Material de Trabajo1

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Imagen 0 - Dibujo de Juan Jordán. Parque regional de Calblanque. Costa de Cartagena.




1

Hojas, leve aleteo,

del otoño un preludio;

suave sonido de lluvias,

de tu regreso, augurio.


Suave sonido, menudo, de hojas moribundas, en arboleda de otoño, junto al viejo castillo, epílogo de una etapa, anuncia eclipse. Mas tras el ocaso, sucede el orto de una mañana nueva, después de la noche oscura y el frío del invierno. Hojas yertas que caen, áureas, preludio del oro del amanecer. Cuando renunciamos, nos entregamos; cuando nos negamos a todo, nos reunimos con el Uno; cuando caemos a tierra, Él/Ella nos levanta y somos en Él/Ella. Antes de renacer, entregamos los oropeles de la existencia.

Las hojas de las encinas y su murmullo eran en el mundo clásico oráculos que anunciaban la hierofanía de los dioses, en especial la voluntad de Zeus. Susurro del aleteo de las hojas, anuncio de la presencia del Amante.

Si la brisa cesa, permanecen los aromas que portaba ella, como nave preñada de púrpura o especias. Se aloja la brisa en las entrañas, perdura el recuerdo y la esperanza del regreso, de la restauración, de lo que siempre revive. Pervive la memoria del agua de un manantial, de la lluvia el sonido, de la brea marina, de la palabra del amigo, de la bicicleta de Sonia2, de la caricia del ser querido, de la voz de la amada el sonido, de la presencia de los hijos, del aliento de Dios. Él es capaz de levantar hasta las mismas ruinas muertas de la fortaleza, ajada, yerta, olvidada. donde ya no hay guerras, ni máquinas, ni asedios. Solo silencio.

El rumor de las hojas desvela los misterios, revela los caminos, anuncia el relevo del tiempo. El rumor de las hojas recrea la propia existencia y resucita.


"Existe el camino de la sabiduría y el camino de la ignorancia".

Upanishads. Katha Upanishad, 2: 4

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Imagen 1 - Dibujo de Juan Jordán. Paraje del castillo de La Tercia (Nerpio, Albacete), cerca del nacimiento del río Segura.


"Trae un cántaro de vino y juntos bebamos,

antes de que hagan cántaros con nuestro barro".

Omar Jayam, Rubaiyat: 1*



2

Brizna de brisa colgada

en maceta de mi alféizar.

mas tú, adonada, viento

libre, lejana navegas.


La nostalgia es un mal panal de hiel detiene la mirada, retiene recuerdos y mantiene atado el espíritu. La ventana cerrada aprisiona el aliento. Hasta que destile la miel que diluirá el enclaustramiento.

Porque nunca una verja retuvo el pensamiento, ni una reja contuvo el aire que respira el hombre, ni una cancela separará al enamorado de su amada. Somos almas de viento que navegan entre tormentas, que vuelan entre torres de nubes, que surcan olas de espumas.

El viento de la amada, nunca dominada, es brisa libre; los labios de Aquella que todo ama son sublimes; su beso en la boca da salud y redime.

La planta, el geranio, enredado entre los barrotes de hierro, es el alma del enamorado. La verja metálica no se atraviesa si uno no es aire, sutil, limpio, leve, sin la carga de las ambiciones, sin la sentina de las pasiones, sin la tensión de los cables de las inquietudes. Sólo se sale de la cárcel, de lo caduco y del dolor, tras la renuncia y la anulación de uno en la nada de El/Ella. Así, el enamorado afirma que él es el viento que busca el aroma de la adonada que siempre viaja. Ella visitó, besó y liberó al que permanecía en silencio.

El que permanece al amparo de puerto ficticio, fenece; el que se aventura fuera de sus recintos, abre su ánima, surca rutas y anima a otros espíritus. Movimiento suave y permanente, sin aspavientos, en el vuelo del ave; secuencias de olas serenas que la costa lamen.


"En el cielo no hay motivo de temor: vejez y muerte allí no moran. Los justos se alborozan en el cielo, lejos del hambre, la sed y la tristeza".

Upanishads. Khata Upanishad, 1: 13

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Imagen 2 - Dibujo de Juana María López García.


"Lánzate a amar;

no pierdas este instante".

Omar Jayam, Rubaiyat: 10*



3

Mi Adonada, vieja vela

negra remienda; en blanca

alma restaura, allá

donde tu luz me realza.


El enamorado se aproxima a la orilla, sin mancillar la arena ajena, sin hollar el jardín de la amada, sin levantar el alamud de su puerta o robar la llave de su consola. Sabe que su nave, la de la Amada, pertenece al mar, no a la tierra, ni al que será nada. Su color es el azul marino y así viste su alma.

El amante, aunque permanezca en el destierro, no atierra su alma. Le es lícito contemplar la belleza angelical, cual Moisés la tierra prometida que él nunca hollará, porque no le es permitido tocarla ni con un dedo. Ni siquiera con el deseo.

El amante querría ser el deseo primigenio de un Teseo: un regreso limpio, con vela blanca en su nave, que vuelve a su casa, al Regazo, sin haber traicionado a Ariadna3, la que le liberaba del laberinto y sus hilos. Renuncia y alabanza; nunca un triste lamento. Porque el que se vence, sobre la muerte triunfa.

El que emprende viaje, olvida su techo y su lecho, la seguridad de sus bienes, las cátedras honorables, los tronos venerados, sus libros y sus idilios, sus enredos y sus concilios.

El que viaja, se veja y se atreve, alcanza el ombligo de Él/Ella, y vive.


"El Atman no se alcanza a través del mucho estudio, ni a través del intelecto y las enseñanzas sagradas. Lo alcanzan los escogidos por Él, porque ellos lo escogen a Él".

Upanishads. Katha Upanishad, 2: 23

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Imagen 3 - Dibujo de Juana María López García.


". no sabes adónde irás.

¡Sé alegre!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 11*



4

¿Has olvidado, hermana,

el recuerdo de mis ojos

y la templada tarde de

luminoso equinoccio?


Lamento del amante por su olvido y por su gesto distante, de displicencia ignorante. No es el seductor juego de fingido olvido de la Amada, en apariencia ausente, en esencia siempre un susurro. Es el olvido que el amante teje con los tráfagos de su existencia; es la distancia que traza el propio amante con sus ambiciones y pasiones; es el tiempo que prolonga el amante lejos de su Amada.

Cronos es inmisericorde y tiende a borrar lo vivido, a devorar lo bueno, a justificar lo malo, a pervertir lo alegre, a ensalzar lo triste, a mezclar la derrota y el triunfo. Mas el Amado siempre besa al amante y le besa hasta en el vaho que exhala en el cristal donde bebe.

La serena mirada de la niña hacia el jardín, hacia el huerto de la adonada, mientras mece su pensamiento, únicamente respirando los aromas que de allí se exhalan, enredada su contemplación en la luz exterior, es la alegoría de la mirada del enamorado y del deseo contenido del amante ante el recuerdo resplandeciente de la lejana hermana, del Amado, sutil Amada.

Al final, en la memoria, sólo permanece el color de sus ojos y la luz de su mirada.


¡Despertad! ¡Alzaos! ¡Aspirad a lo más alto y estad en la Luz!

Upanishads. Khata Upanishad, 3: 14

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Imagen 4 - Dibujo de Juana María López García, realizado a pastel.


"¡Oh, corazón! Pues te entristece el mundo,

de pronto el alma pura de tu cuerpo alejas".

Omar Jayam, Rubaiyat: 13*



5

Luna de blanco redondo;

nos miramos desde niño.

Una noche, yo ya ausente,

se eclipsará nuestro idilio.


Lágrimas de luna en noche de lluvia; argénteas dádivas y alabanzas susurran por el agua desprendida de Su regazo de púrpura. Evocación de recuerdos de infancia, cuando el poeta se gozaba en la contemplación del albo satélite en las noches del invierno o del estío, en el silencio de su habitación de niño, o se encaramaba a la azotea con sigilo. Allí se arropaba con su luz, se arrobaba ante el idilio, desde su ventana, desde el viejo tejado o desde la azotea, navío cautivo. Escuchaba cómo estridulaban los élitros de los grillos y veía cómo titilaban las estrellas, luciérnagas nocturnas. Lágrimas y ensoñaciones, cerrados laberintos.

El paisaje se abre en lontananza, entre ásperas estepas austeras de los altiplanos. La luna riela en el espartizal, rueda en las lomas y navega sobre mesetas de areniscas y calizas. Mensaje evocador que rememora años que no regresan.

El árbol, metáfora del amante, del contemplativo, permanece absorto, inmóvil, en silencio, extasiado ante el escenario. El árbol permanece siempre abierto para explorar; libre para rebasar los horizontes. Y ofrece sus maderas convertidas en naves para surcar mares.


"Cuando los cinco sentidos y la mente están aquietados y la razón misma descansa en silencio, entonces comienza la Vía Suprema".

Upanishads. Katha Upanishad, 6: 10

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Imagen 5 - Dibujo de Juan Jordán. Parajes de las estepas entre Hellín (Albacete) y Jumilla (Murcia).


"Bebe vino a la luz de la luna.

que la luna por más que ilumine,

no nos encontrará".

Omar Jayam: Rubaiyat, 2*



6

No aparto mi memoria,

ni escapo, de Tu recuerdo,

porque tu Luz es preludio

del amanecer eterno.


Los seres menudos se refugian incluso en un débil fulgor cuando, inmersos en la oscuridad de la noche y en el silencio, buscan el amparo de la Luz. Seducidos y atraídos por el rostro del astro, sin otro auxilio para sus ojos que Su halo, la Luz del sol se convierte en puerto, puerta, faro, hogar y refugio.

El recuerdo de la Amada es áncora que conserva la inocencia; insufla las velas y abre las alas. El montañero se recluye en silencio, en la ensenada del cielo iluminado.

El semblante rojo se convierte en la alegoría perfecta del Ojo, que ilumina tinieblas y tierra, corazones y empeños. No es la terrible mirada de la Esfinge a la que se enfrenta Edipo4 en inhóspito paisaje. El Ojo del Padre no arrasa; se derrama. No retiene; se entrega. No destruye; yergue y alza. No condena; ilumina. Es un Mar surgido de la noche y sus entrañas. Es puro licor rojo de sangre derramada. Vino que embriaga y que a Sí Mismo se escancia.


"Lo que la mente no acierta a pensar, pero es la causa de que la mente piense.: sábete que solo eso es Brahman, el Espíritu, y no aquello que se adora en este mundo".

Upanishads. Kena Upanishad, 1: 5

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Imagen 9 - Fotografía de Juan Jordán. Sierra de Columbares (Murcia).


"Este mar que emergió de lo oculto.".

Omar Jayam, Rubaiyat: 14*



7

Franja naranja al alba,

anuncia de Tu luz onda;

en horizonte lejano,

Padre, Tu voz es oda y orla.


Amanece. Nimbo anuncio de alegría. La luz del Padre, aunque lejana, se expande desde el horizonte hasta los ojos, y se adentra en el seno de las entrañas, y penetra y se instala en el ombligo del alma.

El fuego de la voz de la Luz se derrama e inunda todo el cosmos; preludio de su llamada, de la Voz que a todos llama.

El agua celeste donde Él camina y se sumerge, como un antiguo Osiris5, es tránsito, bautismo y purificación en los cielos primordiales, cuando no existía el tiempo y sus relojes, ni la gravedad y sus órbitas, ni los espacios y sus distancias.

La inteligencia no eleva, no guía, no alza de las miserias, no espanta los miedos, no alivia el camino, no lima asperezas, no reconcilia. Aunque rezara entre las 28 columnas concéntricas del Templo del Cielo de Beijing, o me arrodillara en sus perfectas terrazas circulares y blancas de mármol, bajo sus tejados de tejas azules, azules cual alas de golondrinas en sol de soslayo. Aunque bebiera el agua del Ganges y bañara mi cuerpo en sus aguas y se rompieran en él las ondas concéntricas de mis errores. Aunque meditara humildemente durante siete semanas bajo el árbol Bodhi, donde Buda alcanzó la iluminación.

Nada me acercaría a Ti, nada, si Tú no vienes y me besas. Solo salva Aquel que ama.

Él está; Él es.


"Él viene al pensamiento de quienes le conocen sin pensar".

Upanishads. Kena Upanishad, 2: 3

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Imagen 1 - Dibujo de Juan Jordán. Sierra del Candil en Hellín (Albacete).


"Los que poseían la ciencia y la sabiduría,

suma de perfección, vela encendida de sus compañeros,

no pudieron hallar la salida de esta noche oscura,

y contaron fábulas y se durmieron".

Omar Jayam, Rubaiyat: 54*



8

Anochece; Tu silencio.

Tiñes de añil el éter

el horizonte, mi mente

y donde está Tu alcazaba.


El castillo se convierte en alegoría del refugio en el seno y abrazo del Padre durante el crepúsculo de la existencia. La esperanza de penetrar en sus umbrales y de ser recibido por Él/Ella, alivia todo el sufrimiento habido de la soledad, en el desamparo, durante las privaciones, en la tragicomedia de los errores, en la tristeza por las omisiones. Tras toda una vida de marcha, el viajero halla por fin la fortaleza por la que suspiraba, los compañones que tanto añoró, la estancia iluminada que deseaba, la amada de ojos glaucos que le aupó hasta las haldas y ojos de Aquel que ve todo y todo Él se torna dádiva.

Una suave brisa que procede del lejano piélago, le reconforta y anuncia, por fin, el regreso al zaguán de su hogar, en paz, a su casa, tan ansiada, sin nada. Libre, porque libremente es amado.

Sin nada en las manos, si nada en la mente, sin nada que arrastrar entre desgarros, sin nada que ofrecer, salvo él mismo, que es ofrenda de sí. Sin nada.


"¿Quién es ese Espíritu en el que hallan descaso todos los demás espíritus?"

Upanishads. Prasna Upanishad, Cuarta Pregunta: 1

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Imagen 8 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación del castillo de Jumilla (Murcia).


"Por el sufrimiento el hombre la libertad alcanza".

Omar Jayam, Rubaiyat: 61*



9

Bajo tus alas las olas

resbalan y se alejan;

entre tus velas, oh Padre,

mi alma transita y navega.


La presencia de lo Eterno se manifiesta en cualquier forma y materia. Las alas de las olas son ahora hierofanía de Su presencia; velas que impulsan hacia Sus moradas; membranas que vibran con Su voz y Su presencia.

El poder que emana del líquido, de las aguas primordiales del inicio del cosmos, es metáfora de la fuente de la vida y del viento del espíritu. El agua se difumina en el aire, se ilumina con la luz solar, entra y está en nuestra sangre. Se agita victoriosa en el alma del enamorado, por encima de la tempestad que convulsiona al océano, sonido primordial del caos, sometido siempre a la Luz.

Sumergido en el Océano, se libera de su nombre, se separa de su cuerpo, se olvida de su tiempo en la tierra, abandona sus libros, desdeña sus avatares, ocluye sus litigios, los devaneos y delirios los torna sencillas semillas de humildad. Cierras sus cuadernos, apaga su ordenador, entrega las llaves de su casa, como un Boabdil de Granada... Su mirada ya no se orienta al mundo, sino al Uno.

El navegante no desea ser un Jasón6 traidor y pusilánime, que olvide a Medea, que solo busque oro y gloria. Desea cruzar a la diosa Hera el río, vestida de harapos y anciana, sobre sus hombros. Desea ser Hilas raptado por las ninfas... Desea ser agua en el Océano.


"Así como los ríos que fluyen hacia el océano hallan su descanso final y pierden su nombre y su forma, así los sabios se liberan de su nombre y su forma, y se adentran en el fulgor del Espíritu Supremo".

Upanishads. Mundaka Upanishad, Tercera Parte, 2: 10

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Imagen 9 - Pintura de Aurora de la Peña Asencio.


"Aunque ante tus ojos adornen el mundo,

en él no te fijes.".

Omar Jayam, Rubaiyat: 69*



10

Emerge franja naranja

en el horizonte añil,

nevada, flores de invierno.

¡Cuán lejano tu jazmín!


Se lamenta el enamorado de la lejanía de la adonada y de los días del invierno, alegoría de la separación por la que transita.

Los días del Bóreas son flores frías, apenas teñidas de color malva por un vago y lejano recuerdo de su presencia. El montañero, inmerso en una nevada, rodeado de bosques silenciosos, entre peñascos ateridos, descubre que el paisaje es distante, gélido, y recuerda el equinoccio junto a la amada, el eterno tiempo junto a su Señor.

Los copos de nieve son los días sin ver a su señora. Añora las flores del jazmín de su jardín, evoca a la ausente, rememora su huerta en primavera cuando mayea...7

Mas la luz del horizonte siempre tañe con el sonido de la esperanza y del encuentro. Aunque hoy esté solo el montañero, solo de amigos, lejos de la amada, ausente de primaveras floridas. siente placer porque en sus entrañas anida Él/Ella, porque se derriten los miedos, se evaporan las ambiciones, se diluye lo transitorio, como fugaz estela de cometa. Se sublima todo en la Nada.

Los copos de nieve son ahora jazmines semejantes a estrellas. ¡Amanece, álzate!


"Brahman está por siempre en ti".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 1: 13

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Imagen 10 - Dibujo de Juan Jordán. Serranía de Alcaraz en invierno.


". ponte en pie cuando amanezca".

Omar Jayam, Rubaiyat: 103*




11

Si pienso en T(t)i, me incendio

y el alma se ruboriza;

si T(t)e olvido, T(t)e llama,

llora y sola se agita.


Fascinación. Contemplo las llamas del Sol, ante las que ardo en silencio. Recuerdo el origen del alma, y añoro el regreso al cálido útero paterno y divinal. Es el fuego que no consume, que no destruye, que no arrasa, como el que contempla Moisés en la zarza. No es el fuego de los incendios forestales, de las bombas milimétricas de la guerra, de las petroleras, de las ruinas y de los oropeles de sus reinos... Es el fuego de agua y aire que arroba, capaz de atravesar tinieblas, de rasgar infiernos, de desvanecer miedos.

La Luz proyectada sobre las ruinas, iluminadas de soslayo, habla de resurrección, de recuperación del esplendor de los hombres y mujeres, de alegría. La luz lava el polvo de lo asolado, reconstruye lo destruido, elimina la herrumbre, fecunda lo estéril, alza al humilde del tiempo caduco. La Luz resucita al dormido, desvanece el sueño del centinela, alivia al que sufre, drapea en las enseñas...

Pero empuja suavemente la duda aquel que nunca sueña: ¿Me besará alguna vez su Voz con la sonrisa de sus labios cuando me reciba? ¿Me acunará de nuevo entre sus brazos, con sus ojos zarcos, o de jade o de ónix? ¿Su Voz, que rinde emperadores y presidentes, y extingue hasta la memoria de los profetas, los verdaderos y los falsos, me llamará y me mecerá otra vez en Su regazo?


"Él es la luz resplandeciente de todas las luces".

Upanishads. Mundaka Upanishad, Segunda Parte, 2: 9



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Imagen 11 - Fotografía de Manuel Sagredo. Las ruinas pertenecen a un viejo cortijo abandonado, en el camino que hay de Sierra a Torre Uchea (Tobarra y Hellín).


"En la rueda del universo es invisible el fin".

Omar Jayam, Rubaiyat: 106




12

De T(t)u presencia ebrio yazgo,

y si visitan y moran

mi zaguán tus lindos ojos,

hasta tu sombra me azora.


Los hombres ebrios de Dios en el desierto ansiaban beber el licor de la contemplación y comer el manjar de la oración. El enamorado, seducido, derrotado, se rinde a la ambrosía del encuentro, inerme, inerte. Y a tanto alcanza el fulgor de su presencia y la luz de su mirada, que permanece anonadado y extasiado en su crepúsculo ante la contemplación de la aurora. Si ella se aproxima o acampa en los aledaños de su campamento, ilumina su camino.

Los ojos de la amada son luz permanente en la singladura del caminante, preludio del Yo que todo abarca. La simple presencia de la amada provoca la zozobra de la seguranza del amante en sí mismo, y le obliga a confiar en el viento aromado de ella, en el puerto perenne de su presencia, en el aliento de su voz.

El enamorado siente temor incluso de pisar los umbrales de su amada y de aspirar sus aromas. Así, se arroba y humilla ante la cercanía de Ella. Espera. Y osa mirarla a la cara; todo le ha sido perdonado y olvidado.


"Que tu rostro brille sobre mí, y que tu amor sea mi eterna protección".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 4: 21

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Imagen 12 - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera.


"Atrapa pronto el vino y el bucle de la amada".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 83




13

Abre la puerta, Amado,

que mis cerrojos me encierran;

coloca, amada mía,

el alamud de tu huerta.


El enamorado nunca se contradice. Es consciente de sus desvaríos y anhelos. Y de sus limitaciones humanas; y de su debilidad. Y de las barreras, cerrojos y escombros que le separan del Eterno. Demanda y suplica al Amado/a que le permita acceder al Paraíso, donde gozar de su presencia, de sus ojos penetrantes, de su silueta evanescente, de su fuerte abrazo.

También sabe de su propia labilidad, de su mutabilidad, de su fragilidad. Así, demanda al mismo tiempo que contenga los impulsos de sus ambiciones, las opúsculos de su orgullo, las tremolinas de su vanagloria, las ondas de sus pasiones... Y que reduzca sus movimientos al del suplicante: una mano tendida, una mirada a los ojos, una lágrima en la mejilla.

La puerta del Paraíso está custodiada por ángeles insobornables, como aquellos querubines del Arca de la Alianza, terribles cual escuadrones de carros del faraón. La única flecha que les atraviesa es la del viento de la Luz.


"Quien le conoce va más allá de la muerte, porque Él es la única senda hacia la vida eterna".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 3: 8

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Imagen 13 - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera.


"Ojalá hacia la no existencia encuentre una puerta".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 165




14

Tu presencia me derrite,

Tu ausencia me intimida;

y aunque el alma te añora,

amarte no sabe, amiga.


La aparición del alba, iluminando las frondas de los árboles, y la presencia de la amada, torna el ambiente en un cálido y ardiente instante; y todo pensamiento es ya evanescente. No hay reducto de nieve o hielo, ni banco de niebla, ni mar sucio, que se resista a su palabra alada, a su voz de trompeta, a la luz de sus ojos. Ni conquistadores, ni políticos, ni intelectuales, ni filósofos, ni teólogos. son capaces de ocultar el Sol. Cautivo y rendido, se entrega el montañero, el árbol iluminado, libre de escarchas.

La presencia del Padre actúa de la misma guisa: anonada, disipa las tinieblas del Averno, abre las sendas, ofrece, enaltece, redime. No importa que no sepamos amar como caballeros; Él sí sabe servir como siervo. Y no hay mejor Siervo que aquel que muere por su criatura.

Ella me sirve, me lleva a su seno, me acuna en su regazo, en la mecedora de antaño me mece y adormece, con su lengua me liba, me besa con su boca en mis labios.


"Él nos conduce hacia su propia felicidad y hacia la gloria de su luz".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 3: 12

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Imagen 14 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la Sierra de Columbares (Murcia).


"No puedo esconder el sol en el barro".

Omar Jayam, Rubaiyat: 128




15

El vuelo de tu pestaña

combó el lejano rumbo

de mi ruta en la sierra;

me arrebató de mi mundo.


Contrastes del Barroco, seductores, propios del alma, abren la mente del enamorado. El sol brota emergente en el horizonte, frente a la laguna, y todo inunda. Es boca y voz, rostro y ojo de Dios, capaz de hablar a todo hombre y mujer, por más que se esconda, recluya o rehúya. Fragua en el agua hierro y alma, vidrio y mirada, palabra y libertad.

La contemplación serena del Ojo es razón suficiente para vivir. Nada se le oculta, nada juzga, nada teme. El viejo montañero y avezado guerrero, se siente seguro bajo el escudo de su mirada, redonda, ónfalo sagrado.

Él no ve al que Ve; pero siente su presencia, la del que todo ve. Siente su compañía, siente su aliento, siente su Ojo. Contempla.

La laguna verde evoca el alma que se oculta en su espejo, pero que es rescatada con la Luz que en ella reverbera. El agua de Siloé es removida y bendecida por el pie del Ángel, por la aromada brisa que impulsa sus alas. El Padre ensalza lo caduco, libera al prisionero, rescata lo mortal. Si el alma deambula encerrada a tientas, es sostenida por Él; si se acuclilla, la yergue; si permanece ensimismada, la zarandea y la hala hacia Él, hacia su seno y reino de paz.


"Lo que el ojo no es capaz de ver, pero es la causa de que el ojo vea (.), eso es Brahman, el Espíritu".

Upanishads. Kena Upanishad, 1: 6

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Imagen 15 - Dibujo de Juan Jordán. Laguna de Oña (Cuenca).


"Bebe vino y coge una flor y contempla.".

Omar Jayan: Rubaiyat: 37




16

Se oye tu voz ¡tan suave!

en corazón sin latidos.

Recuérdame, rememórame;

no se rompa nuestro idilio.


Evocación de la Voz del Amado; añoranza de la música que emana de la amada. Cántico para disfrutar del gozo de la unión entre los enamorados; triunfantes trompetas trepidantes para un corazón que ya no late, ahora arrobado; violines para sublimar la existencia....

¡Álzate, alma mía que viene el Señor del Universo! ¡La Luz se torna presente! Traslúcidas velas suaves, sutiles alas de aves, vientos. ¡Levántate, como un Lázaro!

¡Pero está tan lejos la Amada.! ¡Y yo soy tan pequeño! Distancias desoladas del Taklamakán; etapas de desiertos en Atacama, Sáharas de sed y aridez. Ni la torre de Babel me serviría para rozar con un dedo el cielo. Ni un Eurofigther Typhonn me sacaría de la atmósfera y me libraría. Ni un cosmonauta de Marte me podría relatar tus epifanías.

Tan solo queda al montañero contemplar, contemplar en silencio y quietud la Belleza. Y esperar el aliento del Padre que impulsa y ensalma el alma.


"Busca alcanzar la contemplación silenciosa en Él".

Upanishads. Maitri Upanishad, 6: 23


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Imagen 16 - Fotografía de Ramón Serrano.


"Para el hombre, en este desierto de sal,

tan solo cosecha agonía y tristeza cosecha;

para el corazón partir es gozoso".

Omar Jayam, Rubaiyat: 139




17

Me miran tus ojos ledos,

T(t)u mirada me penetra

y liberan a mi pozo

de las podridas maderas


Por una mirada Suya se alza el que camina, se yergue el que caía, silba el que gemía, sonríe el serio, habla el miedoso... y se atreve a defender al indefenso. Por una mirada Suya es rescatado de su cautiverio, por la voz de la amada. Y se impulsa hasta el infinito.

El montañero no teme la muerte, no le arredra el espacio a recorrer, no le asusta el tiempo, porque sabe que tras el telón de la existencia, del paréntesis del tiempo, de los corchetes de las obras, de los trampantojos de los políticos, y después de los páramos de las estepas, se abren los horizontes del Paraíso, donde la luz invisible no se extingue, donde el sonido melódico siempre perdura, donde el espacio no es mensurable, donde la gravedad es deleite. Llegará a un mundo cuya lontananza no conoce límite, como sucede en los juegos virtuales de ordenador.

El hombre recurre a artilugios, redes y drones de su loable ingenio, pero apenas si atisba lo inmediato y nítido, lo que improvisa al día, lo que late en sus entrañas. El Padre/Madre, en cambio, otea cualquier horizonte, desde todas las perspectivas, desde cualquier ángulo; ilumina las esquinas de los tiempos; escucha y atiende enamorado todos los trinos de sus avecillas. Alcanza toda alma, atrae a todo ser.

Duelo entre los poderosos y deslumbrantes faros de la Humanidad, efímeros efluvios, y la sencillez de la mirada serena de una mujer, de Ella. Imposible contienda entre la engreída tecnología y la astuta humildad de lo femenino.

Nada ante la Belleza; nada ante Ella.


"Si los hombres pensaran tanto en Dios, como piensan en el mundo ¿Quién no alcanzaría la liberación?

Upanishads. Maitri Upanishad, 6: 24



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Imagen 17 A - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera

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Imagen 17 B - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera


"¿Quién conoce lo oculto y su destino?"

Omar Jayam, Rubaiyat: 148




18

Oigo la Voz vigorosa

en el bosque que olea;

respiro, creo, anhelo.

El sonido se aleja.


Rumor de bosque en un rincón de la serranía, semejante al del océano. El montañero contempla el horizonte donde murmura en ondas el mar de árboles, émulos de olas bravías que braman en el ponto. Es otoño y el Sol ha descendido hasta ser cálido y entrañable con el hombre. Casi se puede tocar en el horizonte. Se vuelve muy humano; casi hermano. El Padre habla de múltiples maneras y en infinitas tonalidades, a cada oído, a cada sentimiento, a cada ojo, a cada reducto sensible.

Hay sonidos de banderas invencibles que drapean en el horizonte, cuando Él/Ella despliega sus pendones púrpura y carmesí, elixires de Su voz tronante, con los que exilia miedos y auxilia a sus amigos. El que bien me guarda, acude poderoso y manso, mano de Padre, y entra en mi atalaya y me libera de los asedios del que es insidia, y me alza hasta Sus ojos ledos, La que bien me aguarda. Y en sus estancias me enaltece ante todos durante su visita, alaba lo que alabeado yo dejaba, adama lo que yo mal custodiaba.

Luego, cuando el viento viaja y Ella se aleja, el montañero permanece y queda de nuevo en soledad, envuelto en sus harapos; el viento viaja y se aleja. ¿Quién queda junto a él? ¿Quién le habla en la cima? ¿A quién rememora y evoca? Acuérdate de mí y llévame en Ti, Viento.

¡Me voy contigo, oh Padre, tras tu estela y en sigilo!


"A la salida del sol (.) Tú que concedes la libertad, libérame de mis pecados".

Upanishads. Kaushitaki Upanishad, 2: 7


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Imagen 18 - Dibujo de Juan Jordán. Serranía de Cuenca.


".de la tierra nos alzamos y nos fuimos con el viento".

Omar Jayam, Rubaiyat: 134




19

Surges, curva en la senda,

cual entrañable amiga,

y me besas y me hablas,

tan bella, grácil, tan linda.


Un recoveco del tiempo y un rincón del espacio, es todo lo necesario para la reflexión y el sosiego del espíritu. No hay en la flor del cardo nada grandioso, nada espectacular, nada ingenioso. No es una orquídea, ni un nenúfar, ni una rosa. Pero en él reside la humildad.

El encuentro inesperado, sin previo aviso, es suficiente belleza. Así es el Padre cuando llama a la aldaba de la puerta. Él sonríe y espera, paciente, como atalaya, sin altivez, con la sonrisa en sus ojos. Y admite multitud de formas de abrir la puerta: de par en par, mediante un resquicio, con el pestillo echado, por la mirilla. incluso a través de la ventana, entre las cortinas.

Mas Él también se presenta en multitud de formas, como ante Buda: enfermo, anciano, moribundo, asceta; sano, joven, alegre; o como la pura contemplación de una niña.

Y en Su casa, cuando alguien entra, se sabe que siempre se mueven las volutas del café o del té caliente.


"Yo soy el aliento de vida".

Upanishads. Kaushitaki Upanishad, 3: 2


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Imagen 19 - Pintura de Marta Rodríguez.

".Ya que existes,

sé alegre".

Omar Jayam, Rubaiyat: 116



20

P(M)adre, Tú que oyes vuelo

de ave, escucha plegaria

de quien, fatuo, nada sabe,

pero intuye que le amas.


Sendero de tierra y río de agua, caminos hermanos y paralelos, a ráfagas fundidos, casi siempre separados y mutuamente esquivos. Mas enamorados, con destino en la Luz. La amada es agua sutil, grácil, elegante; el amante es osco, roca tosca, torpe, cautivo del agua, a la que mira con disimulo, y de la que a veces bebe y a menudo olvida.

Tan cerca ambos, tan lejos. tan diferentes. Agua y barro; agua y tierra; agua y aridez. Agua y sierra.

El enamorado se enjuga a veces el sudor con el agua que juega en los juncales, lava su rostro con agua de adelfas, apaga su sed con fuente de madreselvas. Pero regresa, una y otra vez, al camino paralelo de tierra, a la sierra que tanto ama.

Y al fondo, en el horizonte, la Luz. El caminante sabe que el Padre le escucha, siempre, aunque él no vea su rostro. Pero la humildad, el reconocimiento de su invalidez y de su nada, la reclusión en su seno, la renuncia. le elevan. Intuye su salvación.

Canto ante tu puerta, Amigo. Abre a la súplica de mis manos.


"Oh, Señor, déjame acercarme a Ti y acércate Tú a mí, Señor. Permite que lave mis pecados en tus aguas, oh mi Señor".

Upanishads. Taittiviya Upanishad, 1: 4.

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Imagen 20 - Dibujo de Juan Jordán. Valle fluvial del Taibilla en Nerpio.


"Tierra somos todos. ¡Toca el arpa, oh escanciadora!

Viento somos todos. ¡Trae vino, oh escanciadora!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 168




21

Desde que bebí el néctar

del encuentro, T(t)u estandarte

flameó en la mañana

y hacia Ti camino, Padre.


El montañero, luego de contemplar y beber la Creación, tras su noche, permanece ebrio y anonado en las cimas y horizontes que resplandecen.

El invencible estandarte de Dios se despliega con todo su poder en el mundo. Ni los millones de hombres de los ejércitos de China, ni los hábiles cazas británicos, ni los portaviones de USA, ni divisiones de carros de combate, carroña y chatarra al cabo de pocos años, se igualan a una sola de sus sonrisas, a una sola de sus caricias, a una sola de sus banderas cuando amanece; ni en belleza ni en poder.

Mas entonces el mismo montañero duda, porque no sabe si Él/Ella está; si Él/Ella es ante su nimiedad; si el Amado se revela en la luz que drapea en el firmamento. No sabe si el Cielo flamea por él, silencioso senderista, mimetizado en el paisaje. No sabe si le ama a él, que es amante infiel.

No le reconoce, rodeado del mar de brumas urbanas, asediado por las áulicas demandas de la vida, anclado en el puerto seguro de las religiones, varado en las ideologías políticas, auspiciado por las marcas del consumo.

Mas el Viento aletea siempre en su seno; y un deseo de conocer al Salvador, al nuevo Perseo8, el que nos rescata de los monstruos marinos. Yo soy su Andrómeda, porque de mí está enamorado.


"Conóceme".

Upanishads. Kaushitaki Upanishad, 3: 1


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Imagen 21 - Fotografía de Juan Jordán. Amanecer sobre el Quijal de la Vieja (Murcia).


"Unos piensan en el camino de la religión,

otros creen estar en la vía cierta.

Temo que un día se levante una voz:

¡Oh, ignorantes.!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 143




22

Mis labios, tu dulce nombre

decir no saben, amiga;

con mis versos no te beso,

mi hermana, con justicia.


La beldad de su lindo rostro impide, y evita, toda torpe blasfemia que describa la Belleza. Escuchar con la mente sus palabras, arrebata; deleita ver su mirada. Mas el poeta, el enamorado, amante infiel, no es capaz de pronunciar el sagrado nombre de Aquel-Aquella. No se siente capaz para describir su talle, sus donaires, sus lindos donaires, sus dones. Porque lo perfecto es inabarcable; lo sublime no se menciona con palabras; lo excelso es incontenible; lo Único carece de tiempo.

Para no mancillar ni su recuerdo ni su nombre, mejor el silencio y la meditación contenida. Me eres más preciada que los firmes cedros fragantes de Dios en el Líbano, aquellos que tanto anhelaron faraones de Egipto, reyes de Mesopotamia y Salomón y David para su Templo.

Ninguna victoria mía o alabanza vencería la balanza donde se alojan mis pecados9, si Tú no me amaras.


"Cuando un hombre sabe, puede decir la verdad".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 7: 17.


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Imagen 22 - Fotografía de Juan Jordán. Mujer de Azul, adonada; alcázar y ruinas renacentistas de Alcaraz (Albacete).


"Siéntate en el edén junto a un rostro de Paraíso".

Omar Jayam: Rubaiyat: 169.




23

Rompes cual papel cadenas

que me atan al oscuro

abismo y me abres, libre,

Su umbral, amplio refugio.


Sólo con Tu mirada somos libres. Con una palabra Tuya somos redimidos. Con alzar Tu mano, se detiene el universo; con volver a bajarla, se mueve e impulsa. Como Pedro, quebradas las cadenas de las celdas del miedo y de la cárcel de la oscuridad, la luz y el aire penetran en la mirada de la niña.

Todo es inocencia poderosa y alegría en el gesto de la criatura, que mira confiada, con mirada limpia y alegre, a través de los eslabones de metal, Los aparta como si fueran una liviana tela de seda, los mueve como un Sansón incólume las columnas que sustentaban palacios, sostenían templos, alzaban mezquitas, sinagogas, iglesias, silos de muerte, acorazados, multinacionales, casas blancas, bancas, casas rojas, casinos, drogas, mafias. El mismo Google sempiterno en las pantallas de los ordenadores. Sus manos son más fuertes que las de Gilgamesh10 cuando venció al infeliz Huwawa. La inocencia silencia todo.

El caminante quisiera también apartar de sí los hierros que le aherrojan, los cerrojos que le cierran, la herrumbre que le derriba. Además, Sus manos no me atan las alas; no me obligan a calzar sus sandalias; no me miran con mis prismáticos. Ella ve la belleza en mi fragilidad, fortaleza en mi imperfección, esperanza en mis yerros. Él/Ella me espera.


"Ante Él me presentaré, cuando traspase esta vida".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 3: 14

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Imagen 23 - Fotografía de Juan Jordán. Cadenas de la catedral de Salamanca.


"No escuches las palabras

de los que prosperan (.).

Uno a uno

los encumbrados partieron".

Omar Jayam, Rubaiyat: 146




24

No dejes que me aleje

de tu añorada sonrisa;

si te olvido por nada,

regrésame, A(a)mada mía.


La sonrisa es un espléndido antídoto contra la tristeza del tiempo, en la soledad del caminante y ante la desolación de los páramos. El hombre y la mujer siempre se enamoran de la sonrisa del otro. Es la enseña del amor, el emblema de la mutua confianza. La sonrisa que se traza espontánea en el rostro de los buenos hombres, de las buenas mujeres, es un regalo de generosidad. Quien no sonríe, se reserva para sí su dicha, sus dones y sus mundos. Quien no sonríe, no comparte, lo bueno y lo malo, de su ser. Quien no sonríe, no navega.

El recuerdo de la sonrisa de la amada, provoca ardiente sed en el amante. Por ello, la Samaritana ante Cristo dice "Dame de tu agua". Y el Amado repite enamorado: "Dame de beber". Y así, ambos, se besan y se dan de beber mutuamente, embriagados de néctar, remedio que alivia de las fatigas en los senderos de la montaña; que amansa los trajines de los tráfagos cotidianos de la vida común; que aminora los daños del devenir cotidiano.

La sonrisa es la caricia de la Luz.


"Voy al Espíritu de vida y de los cielos, por su gracia".

Upanishads. Chandogya Upanish 3: 15

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Imagen 24 - Fotografía de Juan Jordán. Adonada, la que sonríe, en la sierra de Alcaraz (Albacete).


"Me eres muy querida, mi amada.".

Brihad-Aranyaka Upanishad, pág. 246




25

Una Amiga tiene mi alma

que en soledad visita,

cuando la tormenta arrecia

y se siente, ay, cautiva.


El montañero contempla el mundo tras la ascensión, en la soledad de la sierra, sin comunicación, aislado en un peñasco del río, donde no hay ningún contacto, ni del satélite, ni del móvil, ni de antena, ni de onda. Es la soledad en el silencio que sana.

No hay lluvia que sacie su sed, ni río que colme su pensamiento, ni viento que enjugue sus recuerdos. La rememoración de la presencia de la A(a)mada, impregna la atmósfera y las rocas; el recuerdo de sus ojos glaucos, le eleva sobre sus limitaciones; el sonido de su risa y la estela de su sonrisa, le aúpan de su miseria; la turgencia de sus senos le eleva sobre las cimas.

El recuerdo de su sonrisa vale más que el tesoro de Agamenón, llanto por Micenas; que el oro de Cortés o de Pizarro, sus esbirros; que todo lo que de naufragios custodian los océanos.

Sabe que alcanzará el Edén un día de lluvia. Espera atravesar un río que le permita acceder al Paraíso, tras el puente de la esperanza; intuye que volará un día en las estelas de cirros que flotan en el aire, como los ángeles.

Epifanía de lo sagrado en la montaña. Lo invisible se torna verdadero.


"Cuando el alma ve a Dios, se libera de toda atadura".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 1: 9 y 2: 15

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Imagen 25 - Dibujo de Juan Jordán. Paisaje de Letur, Albacete, sobre el río Segura.


"Un poco de pan, un poco de agua, la sombra de un árbol

y tus ojos.

Ningún sultán más feliz que yo; ningún mendigo más triste".

Omar Jayam; Rubaiyat: 72b




26

Yazgo yerto en la montaña,

me recorres con tus labios,

me abres, me besas, gimo.

Me abraso en Tu abrazo.


La contemplación de la montaña, metáfora y sede del Padre, redime, alivia, sosiega. Y si el viento, hálito de la Luz, besa el rostro y el pecho sudoroso del montañero, su presencia se vuelve íntima, acogedora, seductora.

Siempre habrá un Sinaí, en la vida del hombre y de la mujer, desierto de tránsito. Y un Gelboé donde llorar las derrotas. Y un Gólgota, aridez durante el ascenso, donde entregar las llaves. Pero la esperanza de ascender hasta la cumbre del Tabor, de luz resplandeciente, de blanco inmaculado, de paz permanente, alivia todo dolor, todo miedo, toda desesperanza.

Ni todos los imperios del mundo a cambio de un sorbo de Tus labios; toda mi existencia por un suspiro de Tu aliento; todo mi ser por una ráfaga marginal de Tu mirada.


"La meditación es en verdad más elevada que el pensamiento. La tierra descansa en meditación silenciosa; y las aguas, las montañas, el cielo y las alturas parecen hallarse todos en meditación".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 7: 6


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Imagen 26 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la sierra de Moratalla (Murcia), cerca de la Casa de Cristo.


"Un trago de vino viejo mejor que un territorio nuevo".

Omar Jayam, Rubaiyat: 156




27

Muerto al tiempo terreno,

aguardo Tu lluvia, única

agua que el alma desea

hasta la jornada última.


La lluvia, que todo moja y empapa, es siempre tiempo de paz, de remanso, de quietud. Recuerdos de infancia sin infamias; de juventud enamorada; de senectud serena. Recuerdos amables de la adonada. La lluvia impregna hasta el alma. El paseo tranquilo bajo los lienzos de agua, el sonido de sosiego de los regajales, la reflexión pausada entre los árboles, la figura de paseante entre la quietud de los reflejos.

Buscamos con prisas y vértigos, siempre anhelantes, sin aire en el pecho, jadeando, exhaustos por el consumo, ateridos por las pesadillas de aquel de gélidas manos, ahítos de ansias que nos inventamos y creemos. La lluvia que exuda el Padre no es la de las flechas de fuego y bronce que cae sobre los argonautas en la isla de Ares; es lluvia de agua, sencilla y mansa.

La Lluvia halla al caminante, le hala a Sí, le habla y le envuelve, le besa con labios de agua, con quedas palabras. Silencio en el caminar.


"Él envuelve el universo entero y ama todo en silencio".

Upanishads. Chandongya Upanishad, 3: 14

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Imagen 27 - Pintura de Aurora de la Peña Asencio.


"Por más que miro a uno y otro lado,

el río del Paraíso es el que veo en el jardín".

Omar Jayam: Rubaiyat: 169




28

Amiga, me aguardabas

durante siglos. y esquivo

te olvido y me alejo.

Lamento por el camino.


Al montañero todavía le queda un largo sendero de ascesis, de peña en peña, jalonado de cumbres sucesivas, continuos retos que van asaltando la existencia. El montañero no mira nunca hacia arriba, obsesionado con la victoria, con el miedo de no poder alcanzar la cumbre, o ansioso por saber cuánto le falta. Tal actitud sería signo de derrota y de desconfianza, en sus fuerzas y en la ayuda de la Providencia, que siempre está presente. Nunca sabrá cuánto se escribe y cuándo se sellará su omega.

En cambio, sí contempla de vez en cuando el valle, hacia abajo, su alfa, para comprobar cuánto ha avanzado o subido. Es señal de esperanza, de fortaleza, de superación permanente. Y de gratitud ante el Tiempo.

A veces, es verdad, a causa de los requiebros del camino, las tentaciones de la vida, o el cansancio, convertimos la existencia en un laberinto de aparentes atajos, de recodos intimistas y excluyentes, de falsas mesetas de descanso. El ojo avizor, la mente diáfana, los horizontes azules, nos avisan, en cambio, de las falsas apariencias, de los espejismos, de los callejones sin salida.

La mente permanece vigilante, oteando al Padre en la lejanía, como jalón de referencia. Sabe el montañero que llegará hasta Él. No conoce el cuándo ni le corresponde establecerlo, porque ningún viviente dilata su tiempo. Pero sí le pertenece al montañero, como diría el esclavo Epicteto, la manera de manejar las velas, el mando de su timón, la alegría que derrama, la paz que ofrece en su existencia.


"Vagaré por este mundo hasta alcanzar la liberación; entonces iré y llegaré a mi Casa".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 6: 14

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Imagen 28 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la sierra de Somosierra.


".no hay regreso; cuando te vas, no vuelves".

Omar Jayam: Rubaiyat: 160.




29

Hay días que me visitas,

en ruinas mi fortaleza,

como huésped entrañable

y Te tornas en mi sierva.


La visita del Amado es capaz de restituir el esplendor de un imperio hundido, de restaurar las ruinas de una casa y de resucitar a los muertos. Cuando Ella nos visita en casa, nos sirve con un beso, nos ofrece caricias, nos escribe poemas. Su presencia se derrama cual suave primavera en las entrañas del viejo montañero, el que suspiraba por su regreso.

El Visitante no es nunca el atendido. El visitado es el que es aliviado, el que es sanado. Porque el Amado se hospeda en la casa del cansado, del que se levanta, del arrepentido, del enfermo, del inválido, del ciego. El que reposa no es el que viene de viaje y en apariencia halla remanso en el camino. Reposa el que acoge, el que recibe, el que quiere que se acerque el Visitante.

Inquietud del siervo al ser servido, porque el Amado y Enamorado le sirve con esmero, amorosamente. Tanto que muta y muda en sirviente del amante. No importa que la casa donde se hospeda esté desvencijada, que la atalaya se halle en ruinas, que al puente derruido le falten arcos, que el alcázar inservible de gentes esté vacío, que la alcazaba abandonada de toda hueste ida. El siempre lava los pies sucios, besa en la boca, acaricia, mima, mira. Y nos eleva hasta su trono de roca, hasta el mismo cielo.

A veces la única gratitud es escribir un simple y único verso de alabanza. Una aleya. El Padre se complace con un oh; más que con un ay.


"Es verdad que el cuerpo es mortal (.), pero también es la morada de Atman, el Espíritu de la vida inmortal".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 7-12

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Imagen 29 - Dibujo de Juan Jordán. Castillo de Mula (Murcia).


"Ahora que el rosal de tu felicidad

está en flor

¿Por qué no está en tu mano

la copa de vino?"

Omar Jayam, Rubaiyat: 9




30

¿A quién preguntar, (A)amada,...

por tu sombra y tu estela,

en mi olvido prendido,

desterrado de mi tierra?


El que permanece en su hogar, quizás, añora tierras vírgenes por explorar y conquistar. Acaso, al contrario, el aventurero, anhela el reposo sereno de la casa íntima.

Si el Amado regresa, las lágrimas recorren las mejillas del que añora su vuelta y toca los pies del Caminante, aunque sea infiltrándose como un impertinente entre amigos y desconocidos. Besos y lágrimas de mujer son incontenibles para la bondad del Padre. No es capaz de resistir a la súplica de lo Femenino, cuando le baña y acaricia sus pies, en silencio y sin pronunciar una sola palabra, como la de Magdala, con lágrimas.

Si Tú regresas, arrepentido yo de mi olvido, besaré tus huellas e izaré por Ti mis enseñas, Y si me lavaras los pies, mojaré de lágrimas Tus manos poderosas. No hay reposo ni paz en los desfiles de los Diez Mil de Persia. No hay perdón ni frutos bajo los Cinco Mil dragones del Templo del Cielo de Beijing y sus terrazas blancas de perfecta armonía, cuando los emperadores dioses allí oraban. No hay seguranza en los augurios sobre juventud y salud en los templos del consumo y sus anuncios. Todo son nieblas.

Mas en Ti sí descanso cuando me visitas. Mi casa con aire del Ponto oreas, con aromas de tomillo, alhábega y ajedrea, con delicias de azahar, jazmín y azucenas.


". los cielos, los seres y los dioses. todo descansa en el Alma".

Upanishads. Brihad-Aranyaka Upanishad, 2: 4

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Imagen 30 - Fotografía de Juan Jordán. Paisaje de la Sierra de la Cresta del Gallo (Murcia), en el Quijal de la Vieja.


"¿Qué alivio buscas en lo existente, amigo? ¿Y en qué/p>

pensamientos vanos dejas el alma y el corazón contritos?"

Omar Jayam: Rubaiyat: 100




31

El Amado se desvela

de luz en breve destello,

y abre sus puentes y umbrales

a equinoccio eterno.


El puente dorado por la última luz de la tarde, cuando los vencejos rasgan el aire, es al tiempo, anuncio y alegoría de reencuentro del amante con el Amado, a través de la puerta de la Luz. Mas también, presagio de distancia por la ruina y decrepitud de las piedras, por la fugacidad del arco iris, del puente Bifröst de los nórdicos, aquel que unía temporalmente el mundo terrenal (Midgard) con la morada de los dioses (Asgard).

Sobre el tapiz terreno de las frágiles y pasajeras obras humanas, y a través del tamiz del velo de las nubes, puente etéreo, se filtra siempre la áurea luz divina, que otorga belleza a lo caduco, trascendencia a lo perecedero, inmortalidad a lo efímero. Puente de Luz frente a puente de piedra. El arco dorado del puente es opuesto a lo opaco de los fuertes y sus murallas. Los puentes saltan; los muros inmovilizan. Las ventanas orean; las saeteras encierran.

Las palabras no describen la sutileza del tiempo, ni la belleza de un encuentro, ni la fugacidad de una mirada. El Puente salta sobre todo espacio y sus fronteras, rebasa todo tiempo y sus eras, viene y visita toda alma. El alma del ser humano es su transeúnte predilecto, hijo que regresa a la Casa de las estancias infinitas, a la casa donde no existen espacios.

¡Es la hora del regreso a través del Puente!


"Hay un puente entre el tiempo y la Eternidad, y ese puente es Atman, el Espíritu del hombre".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 4.1

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Imagen 31 - Fotografía de Manuel Sagredo. Vía romana y Puente del Diablo (Férez, Albacete).


"Es la hora del alba ¡Levántate, oh hijo amado!".

Omar Jayam: Rubaiyat: 110




32

Si no me embriago, amada,

de tu presencia, ¿Qué bebo

que colme y calme la sed?

Por amarte, me entrego.


El sol rojo amanece, alegoría de la gota de licor de la eternidad, de la ambrosía que sacia toda necesidad, de la ebriedad del alma ante el Ojo. El paisaje se inunda de vino bermejo y miel derramada. Compartir saliva divina en los labios, es la más excelsa muestra de cariño y de amistad por parte del Amante. Y la mejor de nuestras esperanzas.

Tu presencia ilumina hasta el último recoveco de la oscuridad. Cuando escancias tu vino nuevo en mi vaso, como viejo amigo que comparte tiempo, mesa y fuego, y luego añoro Tu aliento aromado, Amante fiel, Aquel que brinda por el enfermo, pese a sus enredos. Yo sé que romperás un día mi cántaro y derramarás mi vino añejo, turbio de viejas maderas que se pudren en su seno. Mas entonces, derramado en tierra, me sublimarás como hombre libre y una sierra de encinas y sabinas brotará en mi desierto, y mis estepas se cubrirán de praderas, y mis ramblas serán arroyos. Cumplirás tu promesa y me alzarás en la Casa donde no existe el tiempo, en la casa de infinitas estancias.

¡Amaneces en mí, oh Vino!


"Hay un espíritu que es puro y que está más allá de la vejez y de la muerte, más allá del hambre y de la sed y del dolor. Ese es Atman, el Espíritu que habita en el hombre".

Upànishads. Chandogya Upanishad, 8: 7


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Imagen 32 - Fotografía de Juan Jordán. Sierras de Los Mamelones y de Altaona (Murcia-Cartagena).


"¡Levánteme yo y un vino puro beba!".

Omar Jayam: Rubaiyat: 124




33

Tiñe de negro la túnica

de la noche mi sendero;

mas tu recuerdo se torna

luz que desvanece el miedo.


El recuerdo de la Amada torna valiente al pusilánime, al guerrero le devuelve el coraje, y a todo hombre y mujer la esperanza de la victoria. La noche es vencible, la noche es efímera, la noche es caduca. La luz surge siempre de las entrañas y anima el esqueleto de los árboles desnudos. Una sola imagen de ella, de la Luz, es capaz de transformar la noche en alba. El velo de la oscuridad se rasga en el fuego del alba, con la Luz, en el parto de la Aurora.

Se abren las ventanas y las puertas de la Casa donde no hay rincones oscuros, ni alfombras sucias, ni cortinajes ajados. No quiero dormir en la Ciudad Prohibida de Beijing, ni vivir en el Salón de la Armonía Suprema, ni beber del Río del Agua Dorada, ni rezar en los templos de Angkor. Me vale dormir a tu vera, ver la Luz de Tus ojos.

¡Despiértame, Padre!


"Quienes ven la Luz, se internan en la vida eterna".

Upanishads (pág. 261)

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Imagen 33 - Fotografía de Juan Jordán. Amanecer en la Sierra del Parque Regional del Valle de la ciudad de Murcia.


"¡Deja el sueño y levántate y bebamos vino!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 123




34

Un día nuevo otórgame,

Amada; o un baile nuevo

concede al que te espera,

porque sin ver Tu faz, muero.


Súplica de un nuevo amanecer y de un día más para gozar de su mirada y para concluir otro poema de alabanza; o para recibir de ella una carta; o para recibir al teléfono una llamada; o para bailar con Él/Ella un valls. No hay mayor complejidad en la sencilla petición.

Lo mutable y mortal, sometido siempre a mudanza, propone una prórroga breve, concisa, de despedida. Una última aurora, envuelto en la melodía y armonía del cosmos; en la música celeste que generan los astros cuando giran; en la canción que entonan las selvas cuando crecen.

El montañero no escucha nada, porque sus oídos son mortales, humanos, terrenos; pero ve danzar a su hurí, a su ángel que viste de azafrán, almizcle, ámbar e incienso. No capta la música del universo, pero intuye que existe, porque a menudo lo invisible que lo visible es más cierto.

Ella danza y canta con voz inaudible para él que contempla arrobado, inválido ante la Belleza, ignorante ante la Verdad, anonadado ante la Bondad.

¡Baila delante de mí, con áureas ajorcas! ¡Baile Contigo, Amada!


"Cuando hombre ve el Atman (.), a Dios, al Señor de lo que fue y de lo que será, pierde todo temor".

Upanishads (pág. 261 de la versión de Juan Mascaró).

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Imagen 34 - Fotografía de María Pilar Poyatos Romera.


"¿Quién tiene esta osadía?"

Omar Jayam,

Rubaiyat: 141




35

No atravesé el puente,

mi señora. Si cruzara

su calzada, pereciera.

Me contengo, mi adonada.


Ante la quietud nocturna del puente de luz, al montañero le basta la serena contemplación de la Amada, que aguarda en el extremo opuesto de la calzada de luz. Nada le importan las fortalezas de antaño, ni anhela alcándaras ajenas, ni ansía almunias de recreo. Al enamorado le es suficiente contemplar los ojos de la amada. Ni el mausoleo de Taj Mahal en Agra ("Lágrima en la mejilla del tiempo", según Rabindranath Tagore), ni la mezquita de La Meca, ni la Ciudad Púrpura Prohibida de Beijing, El gozo no requiere oropeles, guerras, imperios.

Pero el montañero no cruzará el último puente que le uniría a su señora, tan cercana, a apenas un instante de marcha. La calzada de luz está inconclusa, porque el montañero todavía está sucio, calza barro, ve turbio, escucha con distorsiones, juzga, no juega, no cree. No merece, todavía, caminar por la calzada del puente: se piensa héroe, como Diomedes; se sueña filósofo, como un Séneca; se enreda en política, cual si fuera un Pericles.

Mas el día que rebase el puente, hacia la Yanna (Jardín del Paraíso en el Islam) y alcance sus fuentes de alcanfor y jengibre, recuperará la imagen musical de la amada, y no perecerá; el día que se aleje por la calzada del Puente, perderá hasta el recuerdo de su vida en la Tierra. Mas vivirá eternamente.

¡El día que camine sobre el Agua, envuelto en la Luz.!


"Para quien cruza el puente entre el tiempo y la Eternidad, la noche es como el día, porque en las moradas del Espíritu, la Luz es sempiterna".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 4.1.

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Imagen 35 - Fotografía de Manuel Sagredo. Nocturno en el embalse de Camarillas (Hellín, Albacete).


"¿Hasta cuándo estaré en la angosta cárcel de la existencia?"

Omar Jayam, Rubaiyat: 165




36

Si mi dedo tu agua turba,

pierdo, amada, tu imagen;

si el agua contemplo quedo,

surges ante mi estandarte.


El enamorado sabe que si perturba la quietud del agua, donde reside su amada, con un solo dedo y hasta con el pensamiento, perderá su imagen de beldad y de inocencia, porque en la agitación de las ondas no hallará reposo su conciencia, ni alivio su mente, ni paz su espíritu. Si profana la imagen del espejo del agua, se turbará el rostro de ángel, se deformará el perfil, se dislocará la figura. No quiere ser un sacrílego Acteón ante Diana, desnuda en sus aguas; ni un Narciso que se enamora de su reflejo en el líquido y rechaza a la ninfa Eco. La cautivadora imagen en la que la avecilla duda de si sumergirse o no en el agua, contemplando su quietud, su propia belleza, es perfecta alegoría.

Pero también es verdad que no es posible conocer lo inabarcable, con mente limitada, con reducidos sentidos, con corazón oprimido y primitivo. No es posible ir más allá de la frontera del Agua.


"¿Cómo conocer a Aquel que todo conoce? ¿Cómo conocer al Conocedor?"

Upanishads. Brihad-Aranyaka Upanishad, 2: 4.

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Imagen 36 - Fotografía de Alonso Torrente Rodríguez.


"Toma la copa y la jarra,

¡oh corazón amante!,

y siéntate, sin más,

junto al arroyo del oasis".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 166




37

Si exploro torpe e impaciente,

el Cosmos se me aleja;

si permanezco inmóvil,

en mí se aloja Ella.


A veces los proyectos calculados al milímetro, los avance tumultuosos, las fuerzas pletóricas. conducen al desastre; o con buena voluntad a la nimiedad. Mas la sobriedad lacedemonia, la humildad, el conocimiento de los límites. todo ello guía hacia la sabiduría, porque son actos de generosidad.

La sabiduría no es conocer, seducir, acumular, proclamar, declamar como un Demóstenes, conquistar como un Gengis Khan, razonar como Confucio o Platón. La sabiduría es contemplar. Y derramar lágrimas, ofrecer agua, regalar sonrisas, abrir abrazos, llamar con las manos. La sabiduría no es saber; es ser.

A veces surge un oasis de paz, agua limpia en medio de la turbamulta, de la velocidad, de las ansiedades, de las arenas ardientes. donde Él, palmera de miríadas de dátiles, se manifiesta a sus criaturas; donde por ellas Ella se derrama por cien acequias; donde todas anidan en las entrañas de Una.

Ella es. Y está más allá del pensamiento humano. Y está aquí, más profunda que el suspiro de un padre por su hija. Ella está; yo soy por Ella.


"Entonces, en la misma región del cielo, divisó el dios a una mujer de refulgente hermosura. Era Uma, la Sabiduría divina".

Upanishads. Kena Upanishad, 3: 12.

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Imagen 37 - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera.


"Como un Edén es el oasis

y habla poco del río"

Omar Jayam, Rubaiyat: 169



38

Suspira al alba el alma,

desterrada deambula.

Mas espera alegre, trémula,

Voz de la Amada, desnuda.


El montañero se aleja de su alcazaba, donde un día vivió y se recluyó. Abandona todo por ver el rostro de la Amada, por ver sus ojos de esparver. Abandona armas de acero, maderas de caoba y cedro, de marfil cetros.

La contemplación del Paraíso es motivo suficiente para contener las ansias, disciplinar los impulsos, renunciar a los supuestos derechos. Y aunque obremos con el preciado oricalco en la Atlántida, o por más que construyamos torres de Babel en Babilonia, o por más que vigilemos y levantemos murallas en torno a la imperial y costera Constantinopla o ciñamos de mocárabes la Alhambra., el tiempo bárbaro arrebata hasta el aliento.

Mas ver los ojos de la amada, suple todo empeño, limpia todo empaño, erradica toda turbiedad. Y levanta las ruinas y las reconstruye; y lo que eran enemigos, como Roma y Cartago, los convierte en aliados en concordia.

El enamorado abandona el mundo y todas las fortalezas construidas por él, para vivir junto a ella/Ella, en inequívoca señal de renuncia final, sin retorno.

Divaga el espíritu, evoca el alma, rememoro la Casa.


"¿Quién pone nuestra mente a divagar? ¿Qué impulsa a la vida a emprender viaje?"

Upanishads. Kena Upanishad, 1: 1

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Imagen 38 - Dibujo de Juan Jordán.


"Fui rey en tiempos

y tuve cáliz de oro;

ahora soy el cántaro

de todo ebrio".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 159




39

De Eolo banderas lábiles,

reinan ruinas en tierra

y el tiempo esculpe y escupe

obras breves, sombras, hebras.


La observación de un viejo castillo, mimetizado en el roquedo, perdido en la sierra, olvidado en el tiempo, intrascendente en la historia, restos efímeros de Cronos y de Hares, permite la reflexión de la inutilidad del esfuerzo humano, si no se acompaña del aliento del Padre. Lo efímero, lábil, frágil, regresa al Eterno. El tiempo se devora, aniquila y desaparece, consumidas sus propias criaturas, como un Saturno de Goya. Pero el Eterno las asume, recupera y reviven en Él, aunque hayan perecido bajo la espada de Marte.

El montañero permanece impasible en su espíritu, ante la contemplación serena de las ruinas, ante la destrucción de las obras, hebras de los hombres, porque intuye y hasta sabe que en el nuevo mundo todo renacerá. Es inútil el lamento por el tiempo transcurrido, porque todo al final será eterno. Hasta el tiempo.

Mediante la contemplación su mirada será luz para sí y para otros.


"Aquellos que viven con pureza y fe en la soledad del bosque, que poseen sabiduría y paz y no anhelan posesiones terrenales, esos atraviesan (.) las puertas del sol, hasta el lugar de la morada suprema, donde el Espíritu está en Eternidad".

Upanishads. Mundaka Upanishad, 2: 11

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Imagen 39 - Dibujo de Juan Jordán. Ante el castillo de Benizar (Moratalla, Murcia).


"Veneno son las penas de este mundo

y el vino el antídoto"

Omar Jayam, Rubaiyat: 158




40

Si camino de Tu senda

al margen, voy vagabundo;

si respiro cerca de Ti,

no existen miedo o mundo.


El castillo y la vía son alegorías perfectas. Si el peregrino se desvía en las sirtes de la oscuridad, pierde el rumbo y camina en el destierro, exiliado de su hogar, como un Odiseo11 de su Ítaca. Si permanece en la Luz, aunque sea en los márgenes, legítimos siempre, resplandece su rostro, se ilumina su obra, existe una estrella en su senda. De ser vagabundo y desheredado entre las sombras, uno se convierte en astro leal alrededor de la Luz, en el océano del cielo. De ser centinela que anhela el alba, se transforma en luz y él mismo es luz que ilumina.

Añoranza del regreso al Origen, a la Casa donde a los azores no hay grita, sino sonrisas; ni miradas airadas, sino enamoradas; ni humo de guerra, sino volutas de té y café y hierbabuena, con canela y miel y sus aromas.


"Allí está el océano de la vida, el refugio supremo, el país de la inmortalidad donde no existe el miedo (.) Es el final de camino".

Upanishads. Prasna Upanishad, Primera Pregunta, 10

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Imagen 40 - Fotografía de Manuel Sagredo. Castillo de Jumilla (Murcia).


".en el mundo no reside la morada nuestra".

Omar Jayam, Rubaiyat: 127




41

Mírame, Padre, no olvides

del aire liviano mácula,

mi relámpago efímero,

y álzala hasta tus, ay, aulas.


La vieja y sobria torre y su pequeño templete, párvulo remedo de la orgullosa Babel, es sinónimo de senectud, de cansancio, de los trabajos permanentes de Herakles12. Pero también de atalaya invencible, de firmeza, de persistencia. Faro de Hércules.

La torre es alegoría que expresa el deseo de ser rememorado, de ser alzado, de ser aupado por el Padre. Él no olvida nunca a la más menuda o ínfima de sus criaturas, hasta su última molécula y cabello. Él la ensalza y eleva ante sus ojos, en su ciudad y en su cielo.

La torre refulge con la luz de sosquino de la tarde, porque hasta la roca se sonroja, y es como semblante de doncel o de doncella ante la Mirada que todo inunda, ante la Mirada que todo alcanza, ante la Mirada que todo ama.

Las nubes de tormenta no presagian ruina, sino tronante victoria, lluvia de fecundación, porque del agua derramada, la vida.

¡Tuya es la victoria!


"El Espíritu lo llenó todo con su resplandor. Él es incorpóreo e invulnerable, puro e intacto por el mal".

Upanishads. Isa Upanishad, 8


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Imagen 41 - Fotografía de Juan Carlos Lorente. Torre de la iglesia de la Asunción (Hellín, Albacete).


"¡Oh, corazón,

no te entristezcas

por este mundo viejo!"

Omar Jayam,

Rubaiyat: 102




42

Si callo, brota tu nombre;

si me escondo, Tú me encuentras;

si me alejo, me alcanzas;

si yazgo yerto, me elevas.


Fluye el río, ríe el agua y tu sonrisa me colma y me calma el alma y la deleita. Quietud de cirros, mansedumbre de tarde equinoccial. Inmóvil ante el meandro, en el arco fluvial donde conocí a Olga, la de ojos de esparver13.

Era yo esclavo y me manumitió, me redimió de mis silencios, me liberó de mis miedos, me abrió tierras inéditas donde escribir retazos, donde dibujar bocetos.

Vino una tarde, cansado el que rememora, y me dijo "Tengo sed", y me pidió agua para beber de mi pozo, al que creía seco. Y comencé a sacar de él, porque ella me lo pedía y decía, páginas y bocetos, dibujos y versos, y nuevas sierras y nuevos cielos. Entonces le pedí yo a Ella que me diera de beber.


"Él es el Señor, el que otorga las bendiciones (.), en el que reside la paz perfecta".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 4: 11


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Imagen 42 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación del río Mundo en Liétor (Albacete).


"Para alegrar el corazón, solía yo beber;

junto a mi corazón estás y ya no bebo".

Omar Jayam, Rubaiyat: 131




43

Estás de mí más cerca que

mi cuerpo de mi alma, Padre;

mas siento que el cosmos frío

nos separa. No te tardes.


El campanario de la ermita, rasgando el éter, alude a la proximidad espiritual entre la criatura y el Creador. Lo que en apariencia es abandono en medio de la amenaza de tormenta, se trueca en permanente y fuerte Árbol. Lo que en apariencia es columna frágil por estilizada, se torna soporte recio, Saeta engarzada en el cielo. Lo que en apariencia es inestable caña, se vuelve palo mayor en nao Victoria, capaz de cruzar en solitario cualquier hemisferio. El ave valiente, apenas visible, pese a su soledad y acaso desamparo, cruza en solitario los cielos de la tempestad, al resguardo del ala de su Señor.


".el alma humana vaga dando vueltas (.), pensando que Dios está lejos. Mas cuando el amor de Dios desciende sobre ella, encuentra entonces su propia vida inmortal".

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 1: 7


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Imagen 43 - Fotografía de Manuel Sagredo.


"Todo sufrimiento suma;

toda calma resta".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 38




44

Brotan mil fuentes hermanas.

Todas se unen en el Todo,

y el que es Luz de las aguas,

fecunda todos los ojos.


Los múltiples surtidores de agua que surgen y se elevan esplendentes, confluyen como lluvia en la atmósfera de Luz, la que fecunda los pensamientos y alivia las fatigas de los caminantes. Multitud de caóticos hontanares revelan la diversidad de los pensamientos, de los anhelos, reunidos en el que siempre mana, la Fuente de todo.

Transcurren los siglos y los milenios, las naciones y los imperios, y las mil aguas fluyen y se suceden en el tiempo, mutan en apariencia en los juegos de reflejos y se sumergen de nuevo, tras alzarse por un instante al cénit, en el Seno.


".como el agua pura que, lloviendo sobre agua pura, se vuelve una y la misma, así también se vuelve (.) el alma del sabio que conoce".

Upanishads. Isa Upanishad, 4: 15


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Imagen 44 - Fotografía de Juan Jordán.


"Hubo una gota de agua y se fundió en el mar".

Omar Jayam, Rubaiyat: 97




45

Limes lejano, eterno,

y océano que es abismo.

¿Donde encontrar nave

que alcance Tu destino?


La marina sirve de reflexión sobre la profunda y ancha infinitud de la lontananza añil del océano, siempre anhelada con la vista, nunca alcanzada con las manos; ni siquiera con los sueños. El límite del Mar permanece lejos, pero próximo, de la arcilla que alaba al que todo sabe y todo ama, y le añora, ancilla14 enamorada de su Señor.

La esterilidad de las blancas dunas de ardientes arenas, apenas pobladas por plantas austeras y xerófilas, párvulos opúsculos, contrasta con la imagen de quietud y fecundidad azul del mar que se abre en amplios horizontes. Sed de agua eterna; sed de ser.

Los cirros que se suceden en el cielo, escala hacia el infinito, nos acercan al Padre, a veces en apariencia tan indiferente, tan lejano, tan insensible. Siempre brota el deseo de regresar al Abrazo del cual nos desprendimos un día. Somos pasajeros de regreso en el tren que conduce al Regazo.


"Busca conocer a Aquel del cual provienen todos los seres, por el cual todos viven, y al cual todos retornan".

Upanishads. Taittiriya Upanishad, 3: 1-6


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Imagen 45 - Marina al óleo de la pintora. Ascensión Pérez Sánchez.


"Sabes que el tiempo

del ciclo terrenal

es viento que

pasa raudo.

Trae vino".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 99




46

Escuché en la montaña

Tu Voz, alcé la vista.

Caminé serena y alegre,

ascendí hasta Tu Cima.


La niña que encarna la inocencia, avanza segura con una espiga de esparto. Austeridad de Esparta y belleza de Atenas aunadas. Perdida en apariencia, en la soledad, ella camina con paso seguro, firme, espontáneo, porque sostiene en su manita la Espiga. El arado es alegoría del pasado, del recuerdo pesado que se arrastra en la tierra y que nos aferra; la espiga es la llamada de la liberación del espíritu. De ser sedentaria y somnolienta, el alma despierta y se hace peregrina. No hay miedo.


"Yo soy el alimento que come el que come el Alimento".

Upanishads.Taittiriya Upanishad, 3: 10, 6


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Imagen 46 - Fotografía de Juan Jordán.


"Sé alegre;

no te aflija lo que existe,

ni lo que no existe".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 102




47

El sonido y eco de tu voz

mudó mi faz y desnudo

dormí en tus aledaños,

al amparo de tu umbo.


La Naturaleza se torna templo, puerta y puerto. Es donde el caminante habla con el Padre, con la familiaridad entrañable de los amigos. Los árboles son custodios del sendero, vigilantes atentos de los peligros, compañeros en las horas de marcha. Ni el escudo de Aquiles15, el que destruyera Troya, con todo el cosmos en su redondel; o el del poderoso Heracles; o el de Eneas16, el que fundara Roma, me protegerían tanto como Tu mano, Dios de dioses.

El paisaje rojo de vino de las areniscas de la serranía contribuye a mantener la hierofanía. No es el licor que Circe ofrece a Ulises, que bestializa a sus hombres. Es el Alma de las almas que está dentro y está fuera; es la circunferencia y es el centro; es el motivo de felicidad. El/Ella se enamora de los que ríen, de los que a otros sonríen, de aquellos que el vinagre del dolor lo convierten en vino de concordia y alegría.

Aunque no sé si te quiero, Padre, brindo hoy por ti, con mi vino agraz, y por tu obra, en esta tarde de primavera.


"Está en la tierra y en las aguas y en las rocas de las montañas. Él es Verdad y Poder".

Upanishads. Katha Upanishad, 5: 2


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Imagen 47 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la serranía de Cuenca.


".si te entregas al vino, sé alegre".

Omar Jayam, Rubaiyat: 116.




48

Jesús, acoge mis manos

y apriétalas fuerte. El agua

me zozobra y no querría

olvidarte en mi nada.


Lo que ante el Padre es calma y quietud cósmica, para el ser humano es tempestad y caos. Aún en un día calmo, el viejo montañero ruega puerto en las manos del que le Ama. No sabe caminar sobre las aguas; no es guía ni de sus propios senderos; nos es sino laberinto de Minos en medio del caos. La Luz riela en la superficie y otorga a los hombres y mujeres la paz, en medio de la inmensidad, hasta la más lejana lontananza.

Ni los puertos de Tiro, Siracusa, Cartago o Cádiz servirían de refugio; ni sus atarazanas de seguranza; ni sus reyes y flotas de apoyo. Solo Tu Luz es puerta, nave y corona de laurel.

El horizonte no es el Infinito. En nuestras limitaciones el limes no abarca toda la historia humana. El Infinito rodea y ama los horizontes de cada hombre, de cada mujer. El Infinito es el horizonte.

Aunque no haya tierra, el Agua nos sustenta; aunque no exista ya tierra, el Aire nos sostiene; Él/Ella nos toma de la mano y nos extrae de las tinieblas del abismo y nos saca del agua de las tormentas.


"Todas las cosas encuentran la paz definitiva en su Ser más profundo, el Espíritu: la tierra, el agua, el fuego, el aire, el espacio (.), la vista, el oído (.), la mente, la razón (.), el pensamiento, la luz interna (.) y hasta la vida."

Upanishads. Prasna Upanishad, 4ª pregunta, 8.


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Imagen 48 - Fotografía de Juan Jordán. Mar Mediterráneo en Murcia.


"Como el agua de vida resucita, bebe".

Omar Jayam, Rubaiyat: 108




49

Ven a mi memoria, Padre,

si recuerdo días idos;

despiértame, si no veo

Tu presencia en mi navío.


Los reflejos que rielan en la superficie de la albufera, guiños de la Luz en el Océano, son señales de Su presencia permanente en toda superficie y circunstancia, en el pensamiento y en el sueño. Multitud de destellos, de pueblos, de rutas.

En apariencia la Luz es sutil, inestable, transitoria. Pero la Luz es lo único que permanecerá sobre los reinos y las ruinas, los papeles y los metales, las pantallas y las artes, las campañas y las compañías, las mafias y las multinacionales, las naves y los mensajes, Internet y las aventuras en Marte.

Solo Él/Ella es visible cuando le miramos, le evocamos y apelamos su presencia. Él/Ella es el ave que suave nos eleva y lleva hasta su reino, el reino de mil estancias. No hay caminos; Él/Ella es el camino.


Él está más allá del tiempo y del espacio (.) y es visto por quienes le aman"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 6: 5


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Imagen 49 - Fotografía de Juan Jordán. Albufera del Mar Menor (Murcia).


"Todos los seres pretenden recorrer el camino

del conocimiento. Le buscan unos;

otros afirman que le encontraron.

Mas una voz clamará un día: No hay camino."

Omar Jayam, Rubaiyat: 77b




50

Embelesado ante T(t)u

herbolada y sutil flecha,

no soy capaz de eludir

el sonido de tu estela.


Un tren atravesando veloz la noche en una estación abandonada y la estela que deja tras su paso, es moderna metáfora del vuelo de la flecha que arrebata y anonada al enamorado. Es de noche, noche cerrada y profunda, pero la presencia de la Luz, y de sus sonidos, crea, ineludiblemente, caminos inalterables, visibles, trazados con el fuego del amor en la oscuridad. La Voz atrae y seduce; la Palabra crea y moldea.

Ni diamantes de cristal, ni rubíes de sangre, ni esmeraldas de harenes, ni zafiros colgados en medallas, ni petróleo de esclavistas de mujeres, ni coltán de esclavos inocentes y limpios, para la microelectrónica, las telecomunicaciones y la industria aeroespacial.. Todos son granos de arena sucia ante la Luz. Todos son opacos y ciegos ante Tu Ojo. Todo será limpio ante tu mirada de compasión, enamorada.

La estela de luz es la senda hasta Su Puerta eterna. Su estela de luz recorre las estaciones de cada alma. ¿Querrán subir a Su Tren todas las almas? ¿Querré subir yo cuando se detenga ante mí? ¿El viejo cowboy dejará sus praderas y desiertos y adoptará un Pegaso y unos nuevos horizontes iluminarán su mirada?


". Él constituye la senda única hacia la vida eterna"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 6: 14


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Imagen 50 - Fotografía de Manuel Sagredo. Estación abandonada de Las Minas (Hellín, Albacete)17.


"Para el hombre, en este desierto de sal,

tan solo agonía y tristeza cosecha".

Omar Jayam: Rubaiyat: 139




51

La que hiriome en silencio

pecho, mirada y hasta alma,

me dejó abandonado.

y abanderado del alba


Caminaba en la noche oscura, pero la oscuridad se trocó en alba cuando me halló la adonada, luna en la noche. Selene rueda grácil, elegante, sobre colinas y bosques. Montañero y sombras se desvanecen en el horizonte y se diluyen en las aguas de los almarjales. Evocación de Él/Ella.

Vuelo del satélite, heraldo de la divinidad. Lamina la nostalgia del que iba a la deriva, perdida su senda en el éter, porque ella amanece en el horizonte, más bella que la tumba roja de Humayun de Delhi, más poderosa que la fortaleza roja de Agra, la del rey Akbar.

No hay templos, ni sinagogas, ni iglesias, ni mezquitas, ni sitiales, ni tiaras, ni vestimentas, ni columnas, ni arcos, ni cúpulas. donde reposar mi inquietud. No hay más templo que el alma donde Él/Ella reside por siempre, donde habla, donde acaricia, donde besa. Y son mis entrañas.

Sólo Él/Ella, la Luz, que rula y riela, la Luz que navega sobre todo tiempo y que ilumina todo espacio.


". el Espíritu proyecta la sombra de la vida."

Upanishads. Prasna Upanishad, Tercera Pregunta, 3


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Imagen 51 - Fotografía de Juan Carlos Lorente. Embalse de Camarillas (Hellín, Albacete).


"¿Qué vale más? ¿Hacer

examen de conciencia sentado

en una taberna

o prosternarse en una mezquita con

el alma ausente?"

Omar Jayam: Rubaiyat, 3b




52

Si yo te evoco, recuerdo

Tu Beso de mejilla, néctar

que tu bel rostro escancia,

miel que me derramas lenta.


Niña ante la cancela de lo Eterno. Mirada inocente y profunda de la niña, atravesando la verja, alegoría del abismo entre el cielo y la tierra, iluminado su rostro, suavísima sonrisa italiana. Toca con la yema de sus dedos, manos abiertas, la luz divina, celaje de azulada aura, estampa magnífica reflejo del encuentro del alma con su Amado. La mirada de la niña aúna; la meditación sosegada otorga serenidad feliz.

Serenidad ante Él/Ella.


". del Creador toman vida infinidad de seres, y a Él retornan de nuevo"

Upanishads. Mundaka Upanishad, Segunda Parte, 1


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Imagen 52 - Fotografía de Juan Jordán.


"¡Cuán mísero el corazón

que no sabe amar, que no puede

embriagarse de amor!

Si no amas

¿cómo comprenderás la luz

que ciega del sol y

la suave claridad lunar?

Omar Jayam, Rubaiyat: 10b




53

Entre Tus alas, yo trémulo,

me hablas y me sonríes,

y mis máculas perdonas.

Regreso, libre de sirtes.


La montaña flota entre las nieblas, alegoría del alma. Nave varada en bajíos de nieblas y entre cayos de manglares; ave que emprende vuelo y busca el Aire y se confía en sus manos etéreas, vientos del Edén. Él, entonces, me alza a Sí y me eleva hasta sus ojos sin reclamarme nada del pasado extinto: ni faltas, ni pecados, ni yerros, ni sendas torcidas, ni retorcidos argumentos, ni alambiques de excusas, ni proyectos fallidos... No quiere nada de eso, sino mis besos y mis embelesos.

A cambio de mis arrumacos y de mis lágrimas y de mis gemidos, de mi sola presencia, me ofrece el cosmos entero, libre de toda ancla que vara, de toda cadena que aherroja, de todo garfio que aprisiona.

Nostalgia del Edén. La montaña nave se ilumina con Su Sonrisa, con la Luz de su Ojo. La roca se torna nave, y la nave ave en el aire, y el aire Luz. La Luz que todo perdona, que todo ama.


"Él es el Dios de la luz (.). Anhelando la liberación, acudo en busco de refugio a Dios, quien por su gracia revela su propia luz."

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 6: 15 y 16


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Imagen 53 - Fotografía de Juan Jordán. Sierra de Los Mamelones y La Atalaya (Murcia).


"Inútil es tu tristeza. ¿Qué hay después de la muerte?

La nada o la Misericordia".

Omar Jayam, Rubaiyat: 23b




54

Eres leal atalaya

en mi torrejón de sierra,

fiel custodio de mi tiempo,

limpio guardián de mi herencia.


Las rocosas atalayas se convierten siempre en refugio del montañero arqueólogo, tras recorrer mil senderos, tras alcanzar cien cimas. Los reducidos espacios rocosos se convierten en puertos seguros en el mar de vientos, en islas de reposo para Odiseo y su Penélope; en jalones de referencia en el deambular por la vida de un Eneas, errante, migrante, ciego ante el amor de Dido.

Ni las murallas de Roma, o de Bagdad la Circular o de Constantinopla o de Beijing contuvieron a sus demonios, ni a sus invasores. Eran viejas y ruinosas, alzadas tras ruindades, fatuas inservibles. Solo Tú eres mi Alcazaba, fortaleza inexpugnable, inmaculada ante todo daño y miedo, porque resides en mí. Mi Alcazaba, tan elevada que eres ajena a cualquier inmundicia; tan limpia que eres libre de cualquier declive; tan sublime que nadie te alcanza, mas a todos alzas.

El Padre, que viene al encuentro, se convierte en guardián de nuestra vida, en insobornable defensor y visitador de nuestros derechos de herederos eternos, en poderoso protector de nuestra lealtad. Mientras todos dormimos en el virtual Mátrix, Él ronda en el adarve, atalaya lontananzas y vela en la Eternidad. No hay miedo porque él está con nosotros.


"Al final de los mundos, todo duerme; solo Él está despierto en la Eternidad"

Upanishads. Maitri Upanishad, 6: 17


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Imagen 54 - Fotografía de Juan Jordán. Sierra de Villares y de Columbares (Murcia).


"En los monasterios, sinagogas y mezquitas se refugian los temerosos del infierno. Pero el hombre que conoce la grandeza de Dios, no cultiva en su corazón las malas semillas del terror y de la súplica".

Omar Jayam, Rubaiyat: 24b.




55

Me rescatas del naufragio

de mi nave tan guerrera.

otrora; hogaño Argo

que beso y abrazo ruega.


La menuda y silenciosa silueta rocosa del castillo, perdida en el horizonte, azotada por miríadas de nubes y tormentas, erosionada por siglos, testigo de decenas de batallas y escaramuzas, solitaria, casi apagada la llama de su esplendor extinto, es alegoría de la vetusta nave propia, menuda, indefensa, con frecuencia sin brújula y hasta sin timonel. La ruina de la nave Argo, la de Jasón, impotente y traidor al amor de Medea, es reconstruida por el viento de Dios, en sus astilleros y atarazanas donde sus ángeles trabajan y el héroe descansa.

Confiamos en periplos de osadías, por refugio tomamos escombros de ladrillos derrumbados, por guías seguimos vientos fatuos, infaustos. Nuestra engreída sabiduría es burda ignorancia; nuestros vacuos deseos, vanidades; nuestros elegantes oropeles adornos de fingida bondad, jirones de harapiento.

La última luz de resplandor de la fortaleza, es también el primer beso de la Luz, en la aurora de su resurrección. La Luz envuelve, acoge, redime y aroma la vieja nave que ha viajado desde la nada hasta la Eternidad.

Tu Luz me ilumina, me levanta, me restaura y me devuelve la belleza primigenia.


"Él envuelve todo el universo y ama todo en silencio"

Upanishads. Chandogya Upanishad, 3: 14


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Imagen 55 - Fotografía de Juan Jordán. Castillo de La Tercia o Taibona (Nerpio, Albacete).


"El mundo inmenso,

un grano de polvo en el espacio.

Toda la ciencia de los hombres,

palabras.

Los pueblos, los animales

y las flores de los siete climas,

sombras.

El fruto de tu constante meditación,

la nada".

Omar Jayam, Rubaiyat: 26b




56

A la zaga de tu huella,

tras Tu beso de mejilla,

sin más brújula ni norte

que tu ejemplo de vida.


La galería cubierta de vegetación, en cuya proa contempla el mar la amada, en quietud y silencio, se transforma en un largo camino de ascesis. Emoción del encuentro. El enamorado teme perturbar la contemplación de la amada ante el mar, de espaldas; y probablemente ni siquiera se acerque, porque le basta, a su vez, la contemplación desde lejos de ella.

Nunca tan corto espacio significó tanto tiempo dilatado, tanta separación. Tentación de llamarla con la voz, de tocar sus caderas, de ver su lindo rostro. ¡Cuánta distancia en apenas unos instantes!18

Suena una melodía de balada. Voz viril que encanta y seduce, un Mark Knopkler en su quietud, Leonard Cohen en su elegancia serena y eterna. Seré polvo enamorado, de Quevedo.


"No es por el amor de una esposa que una esposa es querida, sino por el amor del Alma que habita en la mujer"

Brihad-Aranyaka 2: 4


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Imagen 56 - Pintura de Aurora de la Peña Asencio.


"¡Oh doncella,

oh mi cáliz encantado!

Levántate y dame de tus labios,

antes de que me transforme

en polvo".

Omar Jayam: Rubaiyat: 60b




57

Mi muy Amado Centinela

¡Cuánto te busco y miro

en el adarve! ¡Cuánto

contemplo tu rostro lindo!


Los guerreros de mi mesnada duermen y yo en vano velo en la noche, a la espera de tu regreso, porque Tú custodias mis sueños, vigilas mis miedos, atalayas mi camino.

Ni Carlomagno auxilió mejor a su ejército y a Roldán19; ni el Cid a sus huestes de Castilla. Tú a mi alma desnuda acudes, como un Perseo20 en defensa de su Andrómeda, atada con cadenas, asediada por los monstruos marinos.

Desde la desnuda roca de la atalaya, sin nada, en medio de la soledad, rodeado de silencio, contemplo la proa de la sierra que se adentra en el horizonte. No hay olas, pero Tú eres el Mar; no hay vientos, pero Tú eres las velas; no hay piloto, pero Tú eres la vida y la Luz. Y yo tu Andrómeda. Ven a mí, Padre, y desátame.


"Acudo en busca de refugio en Dios."

Svetasvatara, 6: 18


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Imagen 57 - Dibujo de Juan Jordán. Sierra de Peña Lavada (Hellín, Albacete).


"¡Cuán débil el hombre.!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 129b




58

¡Gózame, Amado, bésame

con los ósculos de tus labios;

y líbame y de mí líbrame

con caricias de tus manos!


Beso enamorado del alma humana con la Madre, captado y raptado a través de la verja, celosía de la existencia, donde una niña se besa con su mamá. La vida teje entre ambos mundos y seres el arrobamiento espiritual, entre el alma y el Amante, que la llama y desea junto a Sí. Ojos cerrados, beso de creación, esponsales para la eternidad.

No desearía allá ser enseñado por maestros como Lao Tsé, al que tanto aprecio; ni por Epicteto o Marco Aurelio, pese a que me convirtieron en hombre. Solo deseo allí ser de Ti.

A través de los ojos de los seres vemos la mirada del Ojo. Por el beso de los labios, somos besados por el Ojo; por el beso de las mejillas, somos acariciados por el Ojo; por la piel de las manos, somos entrañados por el Ojo.


"Lo que ves cuando miráis a alguien a los ojos, eso es el Atman inmortal, más allá del miedo, eso esBrahman"

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 7-12


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Imagen 58 - Fotografía de Juan Jordán.


"Los sabios no te enseñaron nada;

pero las caricias de las sedosas pestañas

de una mujer te revelarán la felicidad".

Omar Jayyam, Rubayat: 105b




59

Si ahíto voy, no me sacio;

mas si yazgo en ayunas

y sin camino, me invitas,

colmas y libras de brumas.


Las gélidas y densas nieblas del frío infierno, invierno en el alma, se disipan lentamente ante la presencia de la Luz.

Entonces, surge y germina la tierra, se abren los caminos, crecen las huertas, brotan manantiales, los regajales fluyen. Olea el océano, los aromas de brea regresan a las ventanas y orean las cortinas y las estancias que estaban vacías y yertas, y yermas de toda vida. Se amplían los horizontes, antes ocluidos.

La Luz es todo, el Camino y la Voz. La Luz femenina siempre estuvo; el Camino siempre está; la Palabra que engendró siempre estará.


"El Espíritu lo llenó todo con su resplandor. Él es incorpóreo e invulnerable, puro e intacto por el mal. Él es el veedor y pensador supremo, inmanente y trascendente. Él situó todas las cosas en la senda de la Eternidad"

Upanishads. Isa Upanishad, 8


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Imagen 59 - Fotografía de Juan Jordán. Paisaje invernal en tierras de Alcalá del Júcar (Albacete).


"El vino, al brindarte su calor,

te libertará de las nieves del pasado

y de las brumas del futuro.

Y, al inundarte de luz,

romperá tus cadenas de galeote".

Omar Jayam, Rubaiyat: 106b




60

Eres mis pies y mis manos,

mi lengua, mi agua, mi vela,

el aire del cual respiro,

la luz que me inunda y enseña.


Las nieblas se desvanecen cuando surge el Rostro. Entonces, en la brisa y en la bruma, brota la lejana silueta de una roca, atalaya menuda, nave del alma, navegando solitaria y sin velas sobre el mar de las nubes. Por un instante el montañero se detiene y contiene la respiración. Se anonada y contempla la creación. Sabe que por muy elevadas que se yergan las montañas a las que él sube, no alcanzarán el éter; pero sabe que él con una sola oración entrará en las entrañas del Padre, sin alas, sin velas, sin atmósferas. Sin estela siquiera, sin más bandera que pensar en Él/Ella.

Si Él me ve; yo le veo. Si Él me ilumina, yo ilumino. Y si despliego y enciendo mi vela, Él la mantiene y sostiene. Porque sin Él/Ella de nada soy capaz, ni de correr sobre las aguas, ni de volar en vientos, ni de saltar entre las olas, ni de cantar alabanzas, ni de perdonar, ni de derramar, ni de entregar, ni de brindar.


".nadie lo ve con ojos mortales. Es visto por un corazón, una mente y unos pensamientos puros. Aquellos que le reconocen, alcanzan la vida inmortal"

Upanishads. Katha Upanishad, 6: 9


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Imagen 60 - Fotografía de Juan Jordán. Amanecer en la sierra de Villares y Columbares (Murcia).


Cada brisa ¿es acaso el aliento de Jesús?

Omar Jayam, Rubaiyat: 13b




61

Sierras dormidas al alba,

vientos del lejano Ponto...

El alma se estremece:

mi Señor viene en el orto.


La serranía se manifiesta en todo su esplendor, cuando se despierta y despereza, toda pletórica de beldad por la Luz que la ilumina, fecunda y resucita, tras la lluvia que ilumina el paisaje. La luz del amanecer bendice.

El alma se despierta, tras la noche en la cima, de su letargo. La brisa que del piélago procede, anuncia la llegada del Señor, con estandartes desplegados y toda su hueste de ángeles en cabalgada.

Astro en rostro en el sendero de las crestas. Sensación de quietud plena, inundado el ser y el ánima toda. Leves deseos de llanto por semejante merced y un gesto de hincar la rodilla en tierra y de inclinar la cabeza y rezar. Surgió Él inesperadamente, sin haber demandado nada; ni esperarlo. Y así desapareció, lentamente, como se aleja la estela del águila cuando, más alta que las cumbres, surca el cielo con dominio y quietud, libre.

Levántate alma, y alaba al que te mira, de ti enamorado.


"De Él proviene el espacio y la luz, el aire, el fuego y el agua, y esta tierra que a todos nos sostiene"

Upanishads. Mundaka Upanishad, segunda parte, 1: 3


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Imagen 61 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la serranía de Cuenca.


"Ha llegado el alba; levántate, hermosa"

Omar Jayam, Rubaiyat: 113




62

Si recuerdo Tus palabras,

huelo aroma de cedro;

si de jazmín yo me impregno,

me miran Tus ojos ledos.


El éxtasis arrobado de la niña, tocando con la yema de los dedos los delicados pétalos de las humildes flores, con la curiosidad humana y divina gracia por bandera, nos muestra que todavía la inocencia persiste en las moradas de los hombres. Y nos manifiesta que Él/Ella reside y palpita en toda vida, en toda roca, en todo aire, en toda agua. Él nos perfuma.

A su vez, el ser humano está obligado a admirar y amar la Naturaleza, a defender la vida de las criaturas, su propia existencia, a prodigar sus abrazos, a expandir sus sonrisas, a reír, a jugar, a hablar.

El simple gesto de la niña, tocar con su yema una flor, es infinitamente más poderoso que apretar botones de muerte y gatillos, que ordenar silencio o señalar con los índices, que amenazar con puños, que insultar con el dedo impúdico...

Inocencia primordial de Adán y Eva en la niña.


".el Espíritu es la suprema morada donde habita todo cuanto se mueve, respira y ve"

Upanishads. Mundaka Upanishad, segunda parte, 2: 1


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Imagen 62 - Fotografía de Juan Jordán.


"Al aliento que transita por tus días,

no lo dejes partir sin alegría"

Omar Jayyam, Rubayat: 86




63

Me avergüenzo, Amado,

ante tus ojos azules,

por la voz que me derramas,

por el nardo con que me unges.


Los días en los que ella, mi ángel, amanece yacente en mi cama y abre sus ojos zarcos cuando despierta y me mira. ¡Oh, esos días! Entonces, el azul tiñe el cristal de las ventanas, inunda las montañas, cubre los bosques, las nubes aroma... Todo es zafiro abarcado por el Padre, todo es impregnado de su presencia, hasta el ángel que vuela.

El tímido camino que avanza como hilo en medio del bosque, es guía para Teseo perdido en su propio laberinto. Acude Ariadna los días en que me rescata de mí, cuando ella despierta en mi lecho, a mi vera, sin que nos separe espada, sin que nos amenace nada.

Hay instantes en el que uno ve la senda que ha recorrido y el breve espacio que le separa ya de la meta.

Todo camino concluye ante la Puerta, toda esperanza, toda obra, toda vida.


"Brahman es la puerta"

Upanishads. Maitri Upanishad, 4: 4


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Imagen 63 - Pintura de Aurora de la Peña Asencio.


"Si injertaste en tu corazón

la rosa del Amor,

no fue inútil tu vida.

Tampoco si trataste de oír

la voz de Dios".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 52b




64

Me amas, Padre, me amas,

me penetras y me colmas.

Si vacilo, eres fuego

que me besa y me comba.


El arco iris es símbolo de la alianza entre Dios y el hombre, desde Noé21. Los árboles desnudos y sedientos elevan sus ramas, súplica, y aguardan Su lluvia prometida, esperanza. ¡Oh, lluvia derramada desde Su mano!

El arco iris es Su puente entre la tierra y el cielo. Tras su calzada, la vida eterna. Surgirán intervalos de silencio, dolorosos paréntesis, hieráticos corchetes. Mas la luz blanca, a través del cristal, se fragmenta; y dilata todos los colores; y les concede vida, alegría, templanza.... Lo que era en tierra tosco hierro, lo lava, incendia, fragua, moldea, templa y realza. Lo que era barro reseco de árido desierto, lo torna maleable y hermoso vidrio de Japón o de Italia.

El Padre a todo ser comba enamorado, toda escalera alabea. El ocho tumbado, el lemniscata, es la vía y órbita sin límite, infinita, perenne, que en Sí se recrea y que a todo envuelve y ama, y en torno a lo que todo orbita.

El arco iris es su Puerta y su Puente. Misterio de su silencio; enigma de su espera, del Analema22 que todo reanuda y restaura, que todo enlaza.


"Cuando se ha cruzado el puente, los ojos del ciego ven, las heridas del herido sanan, y el enfermo se torna libre de enfermedad"

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 4, 1


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Imagen 64 - Fotografía de Juan Jordán.


"¡Señor, Señor, respóndenos!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 112b




65

Si te alejaras de mí,

oh Padre, de tu añoranza

no huyera, ni olvidaría

tus besos que me abarcan.


La Luz rodea y baña hojas y flores cautivas en el jardín. Recuerdo de una presencia siempre añorada, que rescata el alma cautiva sin reclamar nada a cambio. El hombre se adama, se impregna de lo femenino, para sentirse más cerca de su señora. La vegetación no espera nada más que la luz y el agua. Solo puede ofrecer su presencia; y espera todo de la Luz: el color, el aroma, la vida.


"Cuando el alma se halla en quietud silenciosa, se eleva y abandona el cuerpo, y llegándose hasta el Espíritu Supremo, encuentra en Él su cuerpo de luz".

Upanishads. Chandogya Upanishad, 8: 7-12


"Pesa el rocío cada mañana sobre tulipanes, jacintos y violetas,

Pero el sol los libera de su brillante carga".

Omar Jayam, Rubaiyat: 124b


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Imagen 65 A - Pintura de Marta Rodríguez.



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Imagen 65 B - Pintura de Marta Rodríguez.



66

Me amas desde que yo soy

en tu mente; me reclamas

desde que fui concebido

de mi madre en las entrañas.


El pie que emerge de la cuna, sereno, tranquilo, juguetón, confiado, es alegoría del alma que se entrega despreocupada, al Regazo, cuna permanente a la que pronto regresamos, tras "una noche en una mala posada". El pie desnudo del bebé se muestra como marinero asomado a la borda, en navío menudo, sin velas, sin remos, sin brújula, sin cofia, sin sustento. Pero confiado siempre en el Padre que acude al primer vagido. Y nos despierta de nuestra mortaja de sangre y nos alza hasta sus ojos de lapislázuli. Él nos espera.

Descansa, marinero, que Él/Ella boga por ti, que Él guía la nave, que Él te ofrece Su seno. Descansa, que los argonautas reman hoy por ti, los ángeles del Océano. Descansa.


"Dios acabó su obra y descansó, y creó un vínculo de amor entre su alma y el alma de todas las cosas"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 6: 3


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Imagen 66 - Fotografía de Juan Jordán.


"¡Despierta, bienamada!

El sol dora nuestros cálices.

¡Bebamos!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 131b




67

Te pertenezco, soy hálito

de Tu ósculo, sonido

de Tu voz, música párvula.

No me olvides, Amigo.


La nube menuda, sostenida en vilo entre las crestas de las montañas, en medio de la inmensidad del cielo, es emblema del alma en viaje, entre brumas, entre islas; se desvanece casi. Mas siempre va velada por Su mano, Mano creadora que todo abarca y conoce. Lo inestable y fútil es acogido en el regazo de lo eterno e invencible.

La aurora aparece todos los días en la tierra, Iris mensajera y permanente de la esperanza de Aquel que viene a buscarnos y a rescatarnos de las sirtes de aquel que envidia la sonrisa de los hombres, padre de la mentira, para quien nuestra risa es estridencia; nuestra alegría, herida; nuestra concordia afrenta y tambores de guerra.

Él/Ella nos ama y libera del pérfido cizañero, insignificante y sin alma, sin vida en sus ojos de negrura, terrible tumba, sima profunda.

Te canto, Padre, por tu Aurora.


"Él es el creador de todo, nunca creado; conoce todo. Él es pura consciencia, el creador del tiempo, todopoderoso, omnisciente"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 6: 14


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Imagen 67 - Fotografía de Juan Jordán. Amanecer en el Parque Regional del Valle (Murcia).


"¡Una aurora más!

Todos los días descubro el esplendor del mundo

y lamento no poder agradecerle a su Creador".

Omar Jayam, Rubaiyat: 140b




68

La nostalgia del Paraíso,

junto a T(t)i, me libera

del pecado, del encierro

de la galera terrena.


En un valle perdido de la serranía del río Segura se evoca la nostalgia del paraíso, un otoño de sol en soslayo, a la vez que azuza el deseo del reencuentro con la amada y con Dios. La amplitud serena del horizonte, la luz tamizada del equinoccio, las dimensiones humanas de las sierras. anuncian el mundo del Edén, donde todo será quietud y paz.

La pureza y perfecta Luz en la tarde, en medio de la nada, enalteciendo lo sencillo y limpio, supera imperios, rebasa credos, confunde a los sabios de Alejandría o de la Jonia, silencia a los rabinos, rebasa los márgenes de ulemas y ayatolás, escribe glosas indelebles en los tratados y teorías de los teólogos. Inunda y colma universos.


"En la visión de este Dios de amor, hay paz eterna"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 4: 14


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Imagen 68 - Fotografía de Alonso Torrente Rodríguez en Arroyo de Hondares (Sierra del Segura).


"¡Todos los reinos por un cáliz de vino generoso!

¡Todos los libros y toda la ciencia de los hombres,

por un suave aroma de vino!"

Omar Jayam, Rubaiyat: 166b




69

Aletea mi ánima

por tu recuerdo, hermana,

te suspira mi memoria.

Luz del Jinete al alba.


El amanecer en la sierra sorprende al montañero, tras el sueño, recién desembarcado. La luz zafiro y divina le baña como el rocío; y le impregna y rodea, como el recuerdo de la amada. Suave, entrañable, aroma de ausencia.

La sublime presencia de lo sagrado se manifiesta en mil formas y sentidos, desde la silueta de una montaña hasta el sonido y los reflejos de un arroyo; desde el ulular del viento que vuela en las crestas de la noche, hasta el rumor apacible del mar en la orilla; desde los tenues y tímidos trinos de las avecillas, hasta el tronar trepidante de la tormenta.

Arde entonces el alma por Tu presencia. Y todo se desvanece, salvo Tu Luz. Todo yo se anonada ante Ti.


"La materia con el tiempo pasa, pero Dios es por siempre Eternidad, gobernando sobre la materia y sobre el alma"

Upanishads. Svetasvatara Upanishad, 1: 11


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Imagen 69 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la serranía de Moratalla (Murcia).


"Si sueñas que no existes, eres feliz.".

Omar Jayam, Rubaiyat: 135b




70

En vano te busqué en río,

tiempo perdido en monte,

baldío esfuerzo en mar.

Abrí mi pecho de noche

y allí estabas Tú, riendo,

y ella, ángel de tu corte.


Con frecuencia los esfuerzos titánicos por construir, reconstruir, levantar, refundar. conducen sólo al agotamiento, físico y espiritual, del hombre y de la mujer. Por el contrario, el simple gesto de recogimiento mental, de oración, guía hasta la paz. Dios se enamora de nuestra claudicación y renuncias; de los cautivos y rendidos; de los últimos y perdidos.

No se recrea en pirámides de Egipto o de México. No se impresiona por las casas blancas o por las casas rojas. No atiende al drapeo de banderas negras; o de banderas esteladas; o de banderas con sables.

Mas Él nos ensalza hasta Sus estancias. Y allí nos sirve, porque Él se deja seducir por nuestros llantos y nuestras risas; y juega con nosotros en sus campos y umbrales; y nos invita y convida a comer como amigos.


"¿De qué me valen posesiones que no pueden darme la vida eterna? En su lugar dame tu conocimiento, oh mi Señor"

Upanishads. Brihad-Aranyaja Upanishad, 2, 4


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Imagen 70 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la serranía de Cuenca.


"¿Hasta cuándo construiré con adobe en el mar?"

Omar Jayam, Rubaiyat: 21




71

Estréchame en tu seno,

Padre, abrázame fuerte;

con tu beso y mano álzame

del regazo de la muerte.


Las murallas carcomidas y decrépitas de la vieja fortaleza, exhaustas de tiempo, desdentadas y heridas por la guerra, asoladas por el olvido. Los cadáveres de un antiguo cementerio son ahora sus custodios. Más las torres han sido rejuvenecidas por la hiedra, alegoría de Su abrazo y del Paraíso prometido. Son torres, ahora, de vida, vestidas de verde, renaciendo de la guerra y de las contiendas; han bebido del licor del alba.

El Cronocrator, señor del tiempo, asume a todos los seres, ya sean de pétreas corazas, de yelmos hendidos, de escudos tajados, de espadas quebradas. Y los convierte y resucita en árboles de vida eterna.

No éramos antes de sus besos; en Él somos ahora por toda la eternidad. Éramos apenas un atisbo de pensamiento que pronto se olvidaría; somos ahora llama inextinguible de Su fuego. No éramos ni fulgor en lontananza; ahora somos en la Luz que pervive.

Era nada; soy luz23.


"Atman, el Espíritu de visión, es nunca nacido y nunca muere. Antes de Él no había nada; Él es Uno por siempre (.). Él no muere cuando el cuerpo muere".

Unpanishads. Katha Upanishad, 2: 18


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Imagen 71 - Fotografía de Juan Jordán.


"¡Bebe vino!

Te dará

la vida eterna".

Omar Jayam,

Rubaiyat, 43b




72

Entro en mí y Te encuentro;

me pierdo si me expando

o abarco siglo y mundo.

Mas en Tu ombligo Te hallo.


Ombligo, centro sagrado y maternal, sensualidad y mística. Regreso con la mente al Ónfalo; vuelvo a la casa materna de cuyas estancias un día brotó el alma. Ombligo, asiento del alma.

Las montañas (el Tábor, el Sinaí.) son también omphaloi (plural de omphalós) sagrados, reductos de paz, donde es posible la comunicación entre los seres humanos y la divinidad.

El exceso de apertura y la expansión desmedida en los espacios, desembocan en desbocadas cabalgadas sin sentido, que perecen envueltas en el polvo de su propia ambición. Las preocupaciones por el transcurso del tiempo, ocluyen toda alegría y serenidad. Por ello, el alma se recluye en tan reducido espacio ocular, donde medita, reflexiona, ora... Quien se recluye temporalmente en sí, halla la Luz y la Sabiduría.

En Tu ombligo descanso y resido.


"Él es el final del camino. La luz del Atman, el Espíritu, es invisible, oculta en todos los seres. Es vista por los que ven lo sutil."

Upanishads. Katha Upanishad, 3: 12


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Imagen 72 - Fotografía de Pilar María Poyatos Romera.


"Un jardín, una cimbreante doncella,

un cántaro de vino,

mi deseo y mi amargura.

He ahí mi Paraíso.".

Omar Jayam, Rubaiyat: 54b




73

Desterrado de Tu ciudad,

exiliado de los huertos

que anuncian tu camino.

Añoro V(v)uestro regreso.


No es hoy un almendro o un olivo florido el alma que reza24, sino que está cubierta de escarcha en el invierno. No son todavía almendros de primavera, sino árboles con flores de niebla helada. Mas de la luz de la mañana surge la esperanza de la floración verdadera y el anhelo del encuentro con el cálido abrazo del Único Astro.

Su mirada que contempla, derrite todo hielo, alimenta toda llama, como aquella que contempló Moisés25. Sus ojos y palabras, funden el acero que aherroja, abren espíritus enfermos y sepulturas, despliegan caminos en las aguas... Valiente el que quiebra la losa que le cubre y velaba la vista.

Sus oídos que escuchan, alivian el sudor de múltiples jornadas, el duelo de tiempos arduos, los rudos trabajos. Valiente el que se quita la mortaja de su cabeza y amortiguaba las voces.

Él/Ella siempre perdona. Valiente el que acepta el perdón y alza las alas y vuela al alba.


"Cuando se encuentra al Espíritu, se encuentran todos los mundos y se obtienen todos los deseos"

Upanishad. Chandogya Upanishad, 8: 7-12


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Imagen 73 - Fotografía de Juan Jordán. Paisaje invernal en Alcalá del Júcar (Albacete), con el fenómeno meteorológico de la cencellada o nieblas congeladas entre el final de la noche y el inicio del alba.


"Si no sigues el camino del arrebato, no serás".

Omar Jayam, Rubaiyat: 72




74

Eres mi fiel atalaya,

leal vigía de río,

de frontera mi adalid,

por el que siempre suspiro.


La fortaleza en un meandro y sobre los acantilados del río, sirve de reflexión sobre la alcazaba, custodia y seguranza gratuita que otorga el Padre en los momentos difíciles. El ser humano se repliega, se defiende y hasta teme en sus atalayas de sierra. Pero Él es la libertad ante el miedo y sus yermos; ilumina lo pétreo; embellece lo yerto.

El castillo es visible y muestra apariencia de rocosa pervivencia; pero no es invencible. No importa residir en el Himeji de Japón, donde se aúnan belleza y fortaleza, porque toda madera será consumida, todo sillar derruido, toda imagen desvanecida.

Mas Él/Ella, que es invisible, etérea su presencia, es inexpugnable para el Mal.


"No son las cosas que se ven las que deberíamos querer conocer; deberíamos conocer al que ve"

Upnaishads. Kaushitaki Upanishad, 3: 8


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Imagen 74 - Fotografía de Juan Jordán. Castillo de Alcalá del Júcar (Albacete).


"De huríes y palacios, cielo e infierno, olvídate".

Omar Jayam, Rubaiyat: 76




75

Tu Voz suena y reverbera

en planicies y cumbres,

donde anida mi ánima.

Emerges de entre las nubes.


Yacente ante la montaña que navega sobre el mar de mieses, metáfora del Océano. Anclada en tierra, varada en sirtes, ella suspira el Cielo; yo apenas Su recuerdo. Mar de espigas que maduran, oreadas por Su viento, fecundadas por Su luz. Por ella, por la Luz, todas nos levantamos; y suspiramos. Por Ella soñamos.


"El sol es Su luz. Es por la luz del sol que el hombre descansa, prosigue, realiza su trabajo y regresa"

Upanishads. La enseñanza suprema, 1


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Imagen 75 - Fotografía de Juan Jordán. Monte Arabí (Yecla, Murcia).


"Levántate y que no te entristezca el huidizo mundo".

Omar Jayam, Rubaiyat: 138




76

Aunque viejo montañero,

experto en artimañas,

no fío de mis fuerzas,

y recurro a tus mesnadas.


El soldado que se humilla humilde, descabalga, reconociendo su impotencia, fragilidad y lábil fidelidad; se rinde ante el poder y la mansedumbre de Dios. Se entrega, y con él todas sus ambiciones, todas sus desesperanzas y todo el cansancio acumulado en una existencia de guerrero. Se rinde, pero vence; se entrega, pero es recibido como ofrenda y como amigo; se muere de tristeza, pero renace pletórico de alegría. Está en trance y tránsito hacia la lealtad permanente ante su Señor. Lo que ayer fue ego y eco hueco, es hoy espíritu y voz que canta.

El niño que descabalga del caballo de juguete, balancín infantil, es alegoría de esa idea. Todo jinete en su hora final desciende en silencio de su montaña y entrega arreos, armas y alma al Único que ama.


"Él es el principio y el final y la vida de todo. Ríndele adoración en silencio"

Upanishads. Chandogya Upanishad, 3: 14


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Imagen 76 - Fotografía de Juan Jordán. Fotografía tomada en Liétor (Albacete).


"Lámparas que se apagan,

esperanzas que se encienden:

la aurora".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 165b




77

Quebrántame, mi Señor,

alza el río y la sierra,

que camine desterrado,

para que halle Tus huellas.


El enamorado suplica que se levante una frontera infranqueable porque duda de sus impulsos y fuerzas, capaces de atravesar desiertos o de arrasar selvas en busca de su amada. Suplica perderse en la nada, ser ignorado e ignorante; no ser fuerte, ser vencido, para vencerse y ser salvado.

El invernal río es alegoría de la frontera que no se debe rebasar, la tierra de nadie. Estar desterrado permite olvidar la tierra y anhelar el cielo. La pobreza conduce a la exuberancia; la desnudez a la luz; la renuncia a la victoria.

Cuando el Padre guarda silencio, escucho atento a sus palabras; cuando el Padre no me mira, busco sus ojos; cuando ignoro todo, sé a través de Él/Ella. Encuentro entre el Creador y el creado.


"Quienes obedecen la ley del Señor de la Creación, se tornan a su vez creadores.".

Upanishads. Prasna Upanishad, Primera pregunta, 15


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Imagen 77 - Fotografía de Juan Jordán. Río Lobos (Soria).


"Conténtate con saber que todo es misterio:

La creación del orbe y la tuya".

Omar Jayam, Rubaiyat: 141b




78

Ven a mi lecho, mi Señor;

no llames a la aldaba;

cierra mi libro de versos

y besa al que te alaba.


Inocencia del niño ante la puerta, donde llama, y aguarda confiado a que el Padre le abra. Alegoría del encuentro del amado y del Amante. El amado, que ha cerrado los densos libros, que ha desconectado los sonoros altavoces, que ha ocluido los sutiles móviles. visita al Amante. Solo, espera en la entrada, en el zaguán, en silencio, confiado, de Aquel que solo sabe amar.

El Amante le recibirá, como cantaría el Cantar de los Cantares, con perfume de nardo y dátiles; le besará, mientras canta versos; le acariciará, mientras se destila y derrama en su seno, miel, canela y ambrosía.


"Al abandonar todos los deseos que se adhieren al corazón, un mortal se vuelve inmortal, y hasta en este mundo es uno con Brahma"

Upanishads. Katha Upanishad, 6: 14


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Imagen 78 - Fotografía de Juan Jordán..


"Cansado de interrogar

en vano a los hombres

y a los libros.

posé mis labios sobre sus labios.".

Omar Jayam,

Rubaiyat: 134b




79

De Ti nace la victoria,

mi tiempo, mi ala, mi aliento.;

tuya es mi inteligencia,

mis obras, donaires, sueños...


La contemplación de la poderosa sierra, inmersa en luz cenital, nácar pulido por la Luz de azul marino, evoca el final del ciclo que corona las obras humanas.

El montañero desea subir a la montaña para ver y para ser visto, como un Zaqueo que se acerca a la Luz, La victoria del ser humano es siempre desde la humildad de lo ínfimo, en silencio; y siempre sin sangre, libre de maldad, pletórica de donaires, sin malicia. Lo contrario, el ascenso vertiginoso entre ruidos, es destierro y derrota.

El paisaje rocoso, rememoraría las antaño estériles, ásperas y efímeras murallas de las fortalezas medievales. Mas hoy, ante la mirada del que asciende, se evoca transitorio tiempo de ascensión. Los montes son su trono, desde el Sinaí de Moisés al Taishan de Confucio; desde el Uluru al Fuji; desde el Kailash de la India.

El tiempo y el espacio se truecan en las cimas, de súbito, en permanente Paraíso.


"Dejando atrás lo efímero, halla el gozo en el Eterno"

Upànishads. Isa Upanishad, 1


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Imagen 79 - Dibujo de Juan Jordán. Evocación de la serranía de Alcaraz (Albacete)


"¡Bebe en mi boca! ¡Bebe largamente!"

Omar Jayyam,

Rubayat: 134




80

Si escribo de Ti, Padre,

en mis trazos sales ínfimo;

si me hablas, te desvelas

infinito, leal, íntimo.


La imagen de la serranía en un triste crepúsculo describe y señala la desolación del artista o del poeta que trata de describir en vano con todas sus fuerzas la Luz. Siempre quedará empañada, desdibujada, difusa. ajena en todo a la verdad.

Pero la futura cosecha de cereal del Padre, anuncia la eclosión de la vida y el fulgor del amanecer. De lo flexible y efímero, el trigo, surge lo fuerte y eterno, las rocas de las montañas; lo que en apariencia es deleznable, es cuna de fortaleza; de las ondas de las aguas glaucas, emerge y flota la proa de la nave de piedra.

Tras tu estela, un interminable río, como describen con su melodía los de Pink Floyd, un camino sin fronteras ni metas.


"Lo eterno en el hombre no puede morir"

Upanishads. Katha Upanishad, 2: 19


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Imagen 80 - Fotografía de Juan Jordán. Tierras de Caravaca (Murcia)


"Nos diste ojos y permitiste que la belleza de tus criaturas

nos deslumbrase. Nos diste el don de ser felices."

Omar Jayam, Rubaiyat: 112b



Notas:

1 Hay que destacar las continuas alusiones en el libro a la mística del hinduismo (los Upanishads, s. VII-V a.C.) y del sufismo islámico de Omar Jayyam (Rubaiyat, siglo XII d.C.), que se encarnan en las reflexiones contemplativas del autor. Para las citas de la obra de los Upanishads hemos utilizado la edición bilingüe, versión y traducción de Juan Mascaró, publicada en Penguin Clásicos, Barcelona, 2015. Para las citas de Omar Jayyam hemos recurrido a dos versiones. La traducción de Félix E. Etchegoyen, publicada en el Arca de la Sabiduría, de la editorial Edaf, Madrid, 2000 y la traducción y versión de Clara Janes y Ahmad Taherí, publicada por Alianza Editorial, L60, Madrid, 2006. Las citas de esta segunda versión van señaladas con un asterisco e indica el nº de orden que aparece en la citada edición; las citas de la primera versión van marcadas con dos asteriscos e indican igualmente el nº de orden de aparición en el texto.

2 Del griego: "La que es sabia". Un cariñoso abrazo tras un paréntesis de décadas. Siempre te conservé en la memoria, a pesar de no habernos conocido.

3 Para los más pequeños hay preciosas ediciones: GARCÍA HERRERA, A.: Teseo, Ariadna y el laberinto del Minotauro, Weeblobooks, Madrid, 2017, con ilustraciones de Cristina Vaquero. O bien Ariadna y Teseo. Un frágil hilo de amor, Laberinto, Madrid, 2011, de Chiara Lossani e ilustraciones de Octavia Mónaco. Anne-Catherine Vivet-Rémy: Teseo y el Minotauro, Akal, Madrid, 2004.

4 Para los más pequeños: Anne-Catherine Vivet-Rémy: Edipo, Akal, Madrid, 2004.

5 Para los más pequeños: Beatrice Bottet: Isis y Osiris, Akal, Madrid, 2003.

6 Para los más pequeños: Magali Wiener: Jasón y el vellocino de Oro, Akal, Madrid, 2003. James Riordan: Jasón y los argonautas, Vicens Vives, Barcelona, 2006, con ilustraciones de Jason Cockcroft.

7 Lamento, Madalen, aquella tarde que no acudí a la cita y no te rescaté, cual mal caballero; o mejor: no fui rescatado. Pese a todo, desde mi epílogo, nunca te olvidé y mis días se tejieron con hilos de tu recuerdo.

8 Para los más pequeños: González Blasco, L. A.: Perseo y Medusa, Weeblebooks, Madrid, 2018, con ilustraciones de Cristina Vaquero. Ferry Luc: Perseo y la Gorgona Medusa, Editorial Panamericana, 2018, con ilustraciones de Poli Didier.

9 Alusión al Juicio de Osiris. Según la tradición del antiguo Egipto, en la ceremonia de la Duat, el alma del difunto era conducida por el dios Anubis hasta el tribunal de Osiris. Ante su mirada se depositaba el corazón del hombre o de la mujer en el platillo de una balanza y se comparaba su peso con la pluma de la diosa de la verdad, Maat, expuesta en el otro platillo. Si el corazón del difunto era menos pesado que la pluma de Maat, la persona era salvada porque se demostraba que había sido justa y honrada, y vivía eternamente en los campos de Aaru, el Paraíso. Si su corazón corrupto pesaba más que la pluma de Maat, era condenado y devorado por un ser híbrido de cocodrilo, león e hipopótamo. Perdía la inmortalidad. Para los más pequeños, Beatrice Bottet: Isis y Osiris, Akal, Madrid, 2003.

10 Para los más pequeños: Jesús Maire Bobes: Gilgamesh, el sumerio, Akal, Madrid, 2012. Yiyun Li: Gilgamesh, Anagrama, Barcelona, 2013. Tristán Torres: Gilgamesh y la fuente de la vida, Hidra, 2014.

11 Para los más pequeños, Anne Catherinne Vivet-Rémy: Los viajes de Ulises, Akal, Madrid, 2003. Rosemary Sutcliff: Las aventuras de Ulises. Historia de la Odisea, Vicens Vives, Barcelona, 1998, con ilustraciones de Alan Lee.

12 Para los más pequeños: Anne Catherine Vivet-Rémy: Los trabajos de Hércules, Akal, Madrid, 2003. James Riordan: Los doce trabajos de Hércules, Vicens Vives, Barcelona, 2009.

13 Gracias por aquel encuentro en el río Mundo, providencial tarde de primavera y del que nacieron Poesía en el Paisaje, Alcaraz y la muy entrañable Puertas de Castilla.

14 Del latín: esclava, sierva.

15 Para los más pequeños, Alicia García Herrera, Aquiles, el primero de los héroes, Weeblebooks, 2017, con ilustraciones de Cristina Vaquero.

16 Para los más pequeños, Penélope Lively: En busca de una patria. La historia de la Eneida, Vicens Vives, Barcelona, 2014.

17 Cerca siempre de tus ojos zarcos con el pensamiento, Dama del Volcán, con la que me bañaba en las aguas del Mediterráneo.

18 En agradecido recuerdo de Ángela, en aquel pasillo del Alcántara, por donde te alejabas, mañana de estío, hacia otro destino.

19 Para los más pequeños: Valpierre: Cantar de Roldán, Akal, Madrid, 2006. Josefina Careaga Ribelles: El Cid, Akal, Madrid, 2011.

20 Para los más pequeños, Perseo y Medusa, Latin Books International, 2012. Tristán Torres: Perseo y la cabeza de Medusa, Hidra, 2017. Luc Ferry, Perseo y la Gorgona Medusa, Panamericana, 2018, Ilustraciones de Didier Poli.

21 Para los más pequeños, Walker, K. M: y Boumphrey, G. M.: El arca de Noé, Juventud, Barcelona, 1994. Vicente Muñoz Puelles, El arca y yo, Anaya, 2013.

22 Analema (del griego): trayectoria en doble curva entrelazada, en forma de ocho, que traza imaginariamente la posición del Sol en el firmamento, observado el astro todos los días del ciclo a la misma hora y desde el mismo punto geográfico.

23 De modo parecido se expresaba el faraón de Egipto: "Yo era como Ra, cuando sale al alba" (Inscripción de la batalla de Kadesh): NAYDLER, Jeremy: El templo del cosmos. La experiencia de lo sagrado en el antiguo Egipto, Atalanta, Girona, 2018, pág. 182. Sobre la Luz ver San Juan de la Cruz: MORENO RODRÍGUEZ, Mª I.: Llama de luz en la noche. Comprensión de la experiencia de la luz y de la oscuridad en san Juan de la Cruz, Monte Carmelo, Burgos, 2015. LÓPEZ-BARALT, Luce: El sol a medianoche, Trotta, Madrid, 2017.

24 Este capítulo es un homenaje al poeta murciano Antonio López Baeza (10-1-2019), quien escribió esto, que es magnífico: "Hay en mi tierra un milagro/ que hace enmudecer al cielo. ¡El almendro florecido/ en el corazón de enero!".

25 Para los más pequeños, Moisés, el libertador, Nebrija, Madrid, 1979. Bruno Doucey, Moisés, Akal, Madrid, 2003.

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