Inteligencia emocional e intensidad emocional en el juego motor
I
MARCO TEÓRICO
2. INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EDUCACIÓN

Como hemos podido constatar, el desarrollo de programas educativos que contemplen el trabajo de la (IE) se hace cada vez más patente. Según Elías, una forma de desarrollar la inteligencia emocional en el ámbito escolar es mediante programas de educación emocional; estos programas deberían iniciarse en las primeras etapas de la vida y realizarse de forma intencional y sistemática (Elías, 2011:45). Además, el mismo autor puntualiza que la metodología más utilizada como recurso didáctico entre otros muchos, es el juego con la finalidad de suscitar la competencia emocional y ofrecer al niño la posibilidad de experimentar emociones (Elías, 2011:46).

• Origen y concepto de la inteligencia emocional.

Para Jiménez y López-Zafra (2009), el concepto (IE) es un constructo psicológico que ha sido conceptualizado de forma diferente según los distintos autores, constituyendo el campo de los descubrimientos más recientes en la investigación de las emociones, y se refiere a la interacción adecuada entre emoción y cognición, que permite al individuo un funcionamiento adaptado a su medio (Salovey y Grewal, 2005).

El concepto de IE, relativamente nuevo, aparece a finales del siglo pasado y tiene como precursora la teoría de Thorndike (1920) sobre la inteligencia social. Thorndike lo identifica como una habilidad para comprender a los demás y actuar sabiamente en las relaciones humanas. Además de la inteligencia social, contempla otros dos modelos de inteligencia: la abstracta, que sería la habilidad para manejar ideas; y la mecánica, como la habilidad para manejar y entender objetos.

Pero sobre todo, estos antecedentes se centran en la obra de Gardner (1998) Inteligencias múltiples: la teoría en la práctica.  Gardner comenzó a valorar la idea de que indicadores de inteligencia, como el cociente intelectual, no garantizan el éxito en nuestra vida cotidiana y no explican la capacidad cognitiva de los sujetos al no tener en cuenta ni la inteligencia interpersonal ni la inteligencia intrapersonal. Desde esta teoría, Gardner muestra una configuración multidimensional de la inteligencia poniendo de manifiesto el carácter funcional de esta, y señala que la inteligencia se exterioriza de diferentes formas, dependiendo del contexto del sujeto (Ferrándiz, Prieto, Ballester y Bermejo, 2004).

Este carácter multidimensional lo agrupa en ocho categorías o inteligencias: inteligencia lingüística, inteligencia lógico-matemática, inteligencia espacial, inteligencia corporal-kinética, inteligencia musical, inteligencia intrapersonal, inteligencia interpersonal e inteligencia naturalista.

Por tanto, Gardner ya habla de inteligencia interpersonal o la capacidad para percibir y establecer distinciones en los estados de ánimo, las intenciones, las motivaciones y los sentimientos de otras personas. Esta incluiría también la habilidad para responder de manera efectiva, a partir de esta comprensión, a las diferentes situaciones que se dan en las relaciones interpersonales.

Y de la inteligencia intrapersonal, es decir, del conocimiento que se tiene de uno mismo y la habilidad para adaptar las acciones a partir de esa comprensión, incluye tener una imagen precisa de las propias capacidades y limitaciones; tener conciencia de los estados de ánimo propios, las intenciones, las motivaciones, los temperamentos, los deseos, la capacidad de autodisciplina y la autoestima.

Pero no sería hasta 1995 cuando dicho concepto tuvo una gran repercusión social, sobre todo debido a la gran difusión que tuvo la obra de Goleman (1995) Emotional intelligence.

En nuestro país, el concepto que más difusión ha tenido en el contexto educativo ha sido precisamente el modelo mixto de IE de Goleman. Para Fernández-Berrocal y Extremera (2002), dicho fenómeno tiene que ver más con razones de marketing y publicidad que con la argumentación científica.

Entre las definiciones del concepto más ampliamente aceptadas en la comunidad científica, se encuentra la de Mayer y Salovey (1997), en cuyo modelo se considera la IE como una habilidad mental específica.

La inteligencia emocional implica la habilidad de percibir, valorar y expresar emociones con precisión; la habilidad de acceder y generar sentimientos para facilitar el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y conocimiento emocional; la habilidad para regular emociones que promuevan el crecimiento intelectual y emocional. Fernández-Berrocal y Extremera (2002:4). Por otro lado, Ferrándiz, Hernández, Bermejo, Ferrando y Sáinz (2012:310): señalan que El modelo de Bar-On (2000, 2006), resulta interesante en la medida que combina habilidades cognitivas propias de las definiciones de IE como habilidad, con facetas o disposiciones emocionales relacionadas con la IE como rasgo.

Estos proponen el término de inteligencia emocional-social (IES) haciendo referencia a ella como un conjunto interrelacionado de competencias, habilidades y facilitadores emocionales y sociales que determinan cómo nos entendemos y nos expresamos, cómo entendemos a los demás y nos relacionamos con ellos, y nos enfrentamos a las demandas del día a día (figura 6).

figura 6

Figura 6. Elaboración propia a partir de los componentes de la IE según el modelo de Bar-On (1997). Mural urbano de Julien Malland en Paris. https://streetartnews.net/2015/08/seth-globepainter-creates-new-mural-in_13.html

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