El niño que llegó a ser un gran actor. Francisco Rabal

Francisco Rabal murió el día 29 de agosto de 2001, precisamente cuando venía de recoger, en Canadá, uno de los premios más importantes por todo su trabajo. Iba a bordo de un avión. Se quedó cerquita del cielo.

Los directores, los actores y actrices, y los amigos dijeron de él cosas tan bonitas como que “fue un ser humano fuera de serie”, “un gran amigo con un corazón tan grande que se le salía del pecho”, o que “es una parte importante de la historia del cine español”.

Y los periódicos lo despidieron con frases como “Adiós al maestro de actores”, “El cine pierde a su estrella”, “La grandeza de un hombre” o “Una leyenda del cine español”.

Sus cenizas fueron llevadas hasta Águilas, a la Cuesta de Gos, donde, ante más de cinco mil personas, fueron enterradas a la sombra del mismo almendro bajo el que él se recordaba jugando cuando apenas tenía cuatro o cinco años. Y no faltaron los cantos y trovos para despedirlo en su Águilas natal:

Tu última voluntad
fue quedarte entre los nuestros.
Aquí descansan los restos
de don Francisco Rabal.

Una vida de cine la de este murciano universal, Francisco Rabal Valera. O Paco Rabal, como a él le gustaba que lo llamaran, y como se le recuerda con mucho cariño y admiración..