Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 3. Activistas de la historiografía y genealogía feminista

André Léo, pionera del sufragismo de la segunda mitad del siglo XIX en Francia: del socialismo utópico a la defensa de la emancipación de las mujeres

Anna Mellado García

I.E.S. Poeta Julián Andúgar/ Universidad de Murcia

Resumen: Figura relevante del feminismo, André Léo es una de las fundadoras de las primeras ligas y sociedades feministas de la segunda mitad del siglo XIX en Francia y una de las pocas feministas cercanas al anarquismo. Participó en los primeros debates públicos sobre el trabajo de las mujeres en Francia. Fue muy conocida a partir de los acontecimientos de la Comuna de París en 1871, ya que tuvo un importante protagonismo por su participación activa en la defensa de las libertades del pueblo. Mujer de letras de gran talento, fue novelista, periodista, ensayista, escritora de cuentos y de literatura juvenil, además de pedagoga innovadora. En todos sus escritos denunció el sistema patriarcal y defendió la educación laica como medio de superación social.

Palabras clave: Feminismo; Comuna de París; Educación; Socialismo libertario.

La figura de André Léo, casi desconocida e ignorada ha sido poco estudiada en la historia del feminismo y en la de los movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XIX. André Léo fue una escritora comprometida por la defensa de la dignidad humana, los derechos individuales y colectivos, el feminismo y la educación laica. De forma coherente hasta su muerte combatió con su pluma las iniquidades sociales, la explotación laboral, el autoritarismo y el belicismo. Denunció a lo largo de toda su obra las injusticias y los abusos cometidos contra las mujeres. Reclamó incesantemente la igualdad de los sexos y de las clases sociales como condición indispensable de libertad y progreso.

La primera rehabilitación pública de André Léo tuvo lugar el 8 de marzo de 1984 a cargo de la asociación que lleva su nombre, con la organización de debates en torno a su figura. En el año 2000, con motivo del primer centenario de su muerte, se organizaron diferentes acciones académicas, culturales y de difusión. Desde entonces la asociación André Léo ha procurado publicaciones en torno a su biografía y sus escritos, se han reeditado algunos de sus libros y progresivamente ha despertado el interés de autores y sobre todo de autoras de ámbitos feministas y sociopolíticos. En 2015, la Universidad de Rennes publicó un gran trabajo de investigación prologado por la historiadora y feminista Michelle Perrot: Les vies d´André Léo. Romancière, féministe et communarde. La considerable obra de André Léo –ensayos, artículos, cuentos y relatos para jóvenes y más de treinta novelas–, obra aún no del todo recuperada, resulta una valiosa fuente para la historia de la literatura de la mitad del siglo XIX. Teniendo en cuenta la extensión de su obra, este estudio se desarrollará en torno a la selección de los textos más representativos de la autora por su contribución al movimiento feminista y a la educación como medio de emancipación.

Victoire Léodile Béra (1824-1900), nombre auténtico de André Léo, proviene de una familia burguesa de demócratas de ideas avanzadas instalada en la ruralidad del entorno de Poitiers. Con 27 años contrae matrimonio en Suiza con Grégoire Champseix, exiliado por delitos de prensa. Fue discípulo de Pierre Leroux –importante difusor del socialismo utópico en Francia– y compañero de militancia socialista de la feminista Pauline Roland. En 1853 Léodile Béra es madre de los gemelos André y Léo, de los cuales toma el nombre para su pseudónimo en la escritura. No es el único pseudónimo, aunque si el más conocido de los adoptados, ya que también escribió bajo el nombre de Victor Léo o Lucie Bénédict. Tras la amnistía de 1859 la familia Champseix regresa en 1861 a París donde conoce a la familia Reclus, iniciando una amistad duradera. Pero pocos días después Grégoire Champseix fallece y Léodile Béra deberá hacerse cargo ella sola de sus hijos y de su situación económica. Ayudada por muchos amigos, sobre todo por los Reclus, publicará de forma periódica artículos, ensayos y novelas por entregas en los periódicos más famosos de la época, lo cual le procuró un medio de subsistencia. André Léo es una mujer emancipada que hubo de trabajar sin relajo y que pasó muchos apuros económicos durante su vida. En 1864 fue admitida en la Société des gens de lettres, fundada por Balzac, en reconocimiento a su talento literario. Desde 1867 André Léo recibió en su apartamento de Batignolles a las personalidades del mundo literario y político como Sainte-Beuve, la familia Reclus, Louise Michel, Victor Hugo o Élisa Lemonnier.

La escritora es una de las pioneras del periodismo, iniciando su carrera a partir de 1867, colaborando con artículos de opinión en los periódicos progresistas más importantes de la época: L´Opinion Nationale, Le Cri du Peuple, Le Siècle, La Tribune des femmes, Le rappel, Le Droit des femmes, La petite République o L´Aurore. También es co-fundadora de los periódicos La Sociale, La République des Travailleurs y Le socialisme progressif.

A raíz de su participación en los acontecimientos de la Comuna de París en 1871, se exilió a Suiza, donde inició una nueva vida con su compañero sentimental Benoît Malon. En 1880, André Léo se instala en Italia donde se dedica a gestionar una explotación rural de su propiedad, sin dejar de publicar y de realizar largas estancias en Francia. Tras la muerte de sus dos hijos estableció definitivamente su residencia en París, donde murió en 1900, olvidada y casi desconocida hasta la actualidad.

Las condiciones bajo las cuales André Léo y sus coetáneas publicaron sus escritos bajo el Segundo Imperio (1852-1870) fueron muy difíciles. El hecho de que la mujer escribiera era motivo de escándalo, de burla y de vilipendio por parte de numerosos y reconocidos pensadores, políticos y escritores. Desde la Monarquía de Julio (1830-1848) las mujeres que procuran participar de la vida civil y política por medio de la escritura son llamadas de forma despreciativa bas-bleu: pedante y/o pretenciosa. Uno de los mayores contribuidores al asentamiento en la sociedad de la idea de inferioridad intelectual de la mujer fue el filósofo Pierre-Joseph Proudhon, revolucionario socialista y contradictoriamente uno de los más acérrimos difusores de la misoginia. El historiador Jules Michelet es otro reputado misógino, menos categórico que Proudhon, pero de una ambigüedad inquietante: reafirma la inferioridad intelectual de la mujer, aunque reconoce una posible inspiración entre las mujeres de letras. Pero según Michelet, la desbordante e incontrolable emotividad de la mujer, sumadas a su falta de rigor intelectual, no le permiten abordar grandes creaciones ni igualarse a la genialidad masculina. Michelet le reconoce el derecho a la mujer a escribir, pero no a ser publicada, y mucho menos bajo su propio nombre. Sin embargo las mujeres tienen acceso a algunos espacios de escritura consentidos por los hombres: la literatura infantil y juvenil, los cuentos moralistas y los relatos didácticos. Se les permite la expresión como madres o instructoras morales conforme al ideario patriarcal, monárquico y eclesiástico. Pero los futuros cambios sociales permitirán que las mujeres puedan acceder a publicar otros tipos de texto, sobre todo a partir de que el periodismo se afirma como fuente primordial de lectura entre las masas sociales. Por ello bajo la Tercera República (1870) el movimiento de publicaciones de textos escritos por mujeres se amplificará significativamente.

En este complicado contexto André Léo publica en 1859 su primera novela, escrita durante su primer exilio en Suiza: Une Vieille Fille, reeditada en 1864 en París. La autora presenta los dos tipos de mujer que se encontrarán a lo largo de su producción escrita: la mujer frívola que responde al ideario patriarcal, cuyo objetivo es encontrar un marido o amante y la mujer inteligente e independiente, que prefiere quedar soltera antes que unirse a un hombre por convencionalismo social.

En 1860 publica por entregas en L´Éspérance la novela Un mariage scandaleux que fue reeditado en 1862 en Paris por Hachette en formato libro, en 1863 por Achille Faure y en 1883 por Marpon-Flammarion. La novela tuvo una repercusión importante en el círculo de la crítica literaria parisina y también fuera de Francia, ya que fue traducida al ruso en 1865 y 1867. Alabada por Jules Vallès, esta obra significó la entrada en literatura de André Léo. Obtuvo muchas críticas favorables y fue comparada a George Sand – « […] même force, même ampleur et même simplicité; moins d´idéalité, de lyrisme peut-être mais un plan mieux conçu et une observation plus exacte. » (Noël in Dalotel 2004: 22). Es una obra que posee un gran interés histórico y que presenta personajes caracterizados con gran agudeza psicológica. Ambientada en el entorno rural de Poitiers, la autora critica la diferencia de clases que separa la burguesía del campesinado y que impide la unión de personas enamoradas por un clasismo reductor. Denuncia la falta de libertad de las mujeres y su forzoso destino servil.

La eliminación de las infranqueables limitaciones entre las clases sociales y la defensa de los derechos de las mujeres serán los dos campos de batalla a los cuales André Léo se entregará sin desfallecimiento y de forma continuada a lo largo de su existencia. Para la autora la escritura no solo es un medio de expresión o de subsistencia, sino un instrumento de lucha sociopolítica. Por ello argumenta que la persona que escribe tiene una enorme responsabilidad social y denuncia el menosprecio de las mujeres descritas según el canon literario: disminuidas intelectuales sin valores éticos o morales, místicas, hipocondríacas, histéricas, urdidoras de tramas y astutas aprovechadas de generosos y honrados hombres.

En su defensa feminista André Léo prestó siempre especial atención a la condición de las mujeres de la clase obrera y a las mujeres del ámbito rural. Su carrera periodística comenzó con reportajes en Bretaña y en Anjou publicados en La Coopération en 1867, sobre las condiciones laborales de las mujeres y las desigualdades salariales entre hombres y mujeres. Desde 1868 participó activamente en los debates públicos de Vauxhall (centro de reuniones políticas en París) sobre el trabajo de las mujeres y posteriormente publicó numerosas encuestas sociales, textos de denuncia sobre las condiciones de las mujeres de la clase obrera y artículos reivindicando la necesidad de formación de las mujeres trabajadoras para lograr su emancipación. La denuncia del sistema patriarcal es un referente en todas sus obras ya sea en textos de propaganda y de análisis políticos o en sus novelas. Algunos de los textos feministas fundamentales por su originalidad y compromiso son el ensayo La femme et les moeurs. Liberté ou monarchie y las novelas Aline-Ali y Marianne, en las cuales confiere a sus protagonistas el poder de transformar la sociedad por la afirmación personal y la lucha social.

Durante el siglo XIX el feminismo se integrará en el conjunto multiforme del socialismo con el cual chocará en numerosas ocasiones, absorbiendo en cierta medida el movimiento feminista, para el cual el sufragismo no será una exigencia generalizada hasta 1900. Para André Léo la reivindicación sufragista será un compromiso inquebrantable que no supeditará a la esfera socialista, siendo en este aspecto una pionera del feminismo. La obra de André Léo se caracteriza por un feminismo didáctico de extraordinaria rigurosidad y de moderno análisis adelantado a su tiempo que servirá de fuente para relevantes figuras del feminismo posterior. André Léo basa su defensa de los derechos de las mujeres en el ideario revolucionario de 1789 y en pensadores revolucionarios como Condorcet. Influida por la corriente sansimoniana del socialismo utópico, el pensamiento socialista de la escritora evolucionará planteando la necesidad de la educación de las masas para conseguir el cambio social. La humanidad debe emanciparse del yugo de los explotadores laborales, de la monarquía y del clero, que justifican y consolidan desde hace siglos una situación de desigualdad entre las personas. Para André Léo la lucha por el progreso social se fundamenta desde un espacio de convergencia entre el socialismo libertario y el feminismo: « Au point de vue de la société, le droit du plus fort n´existe pas. C´est la première abdication que le contrat social exige et il faut qu´elle soit complète.» (Léo 1990: 68). Su teoría social y política sobre los derechos de las mujeres destacará por su claridad de ideas expuestas con absoluta firmeza, rigor y coherencia. Su espíritu crítico le llevó a ser tratada con desconfianza y con rechazo tanto por marxistas como por anarquistas, a los cuales reprochó luchar por la liberación de la esclavitud de los hombres pero no de las mujeres, poniendo en duda su condición de demócratas.

En 1868 se aprueban bajo el Segundo Imperio algunas leyes que permiten una cierta libertad de expresión a la oposición política. Los debates públicos renacen y André Léo participa en las primeras reuniones públicas sobre el trabajo y la emancipación de las mujeres, adquiriendo una gran notoriedad. Reúne un grupo de mujeres para la redacción de un manifiesto que reivindica la igualdad de los sexos y la libertad en el orden religioso, civil, político y moral y anuncia la fundación de la Ligue en faveur des droits des femmes para la consecución de los derechos civiles de las mujeres. Será la primera organización feminista fundada en Francia desde 1848, constituyendo una etapa importante en la historia del movimiento feminista. La Liga se convertirá en 1869 en la Société de la Revendication des Droits des Femmes contando paritariamente con siete fundadoras y siete fundadores. André Léo redactará otro manifiesto por la emancipación de las mujeres que será apoyado por la firma de cientos de mujeres y de hombres. El objetivo fundamental de la Sociedad es fundar escuelas primarias laicas para niñas. Para André Léo el modelo de escuela republicana, democrática y laica es el idóneo para formar ciudadanos y ciudadanas de un mundo nuevo e igualitario y por ello extiende su propuesta a las escuelas de niños existentes. André Léo, que definirá su proyecto pedagógico con términos como pedagogía nueva y escuela nueva, responde a la propuesta educacionista sociopolítica libertaria. Se inspira de pedagogos como Johann Pestalozzi, Marie-Pape Carpantier, Sébastien Faure, o Friedrich Froebel y de pensadores importantes del anarquismo como Charles Fourier, Pierre Proudhon o Mijaíl Bakunin.

La educación republicana y laica como forma de emancipación personal y social para ambos sexos ya había sido tratada por parte de la autora en novelas como Jacques Galéron (1864), manifiesto contra la ley de educación Falloux que favorecía la enseñanza confesional basada en la represión y el castigo. En el texto epistolar Observations d´une mère de famille à M.Duruy (1865), dirigido al ministro de Instrucción Pública, había denunciado la enseñanza de la historia religiosa reclamando una reforma educativa basada en la enseñanza racional, fundada en la observación de la naturaleza y el progreso científico. En 1870 firmará el manifiesto À tous les démocrates junto a Paul Lacombe, Julie Toussaint y Élisée Reclus, reclamando instrucción pública para la masa social como medio de progreso. El proyecto pedagógico impulsado por André Léo prosigue su curso, pero en 1870, a punto de ser abierta la primera escuela para niñas, la Sociedad se verá disuelta por los acontecimientos que desembocarán en la revolución de la Comuna de París. Pero la escritora seguirá difundiendo sus propuestas educativas por medio de numerosos artículos en la prensa y también en muchas de sus novelas donde la reflexión pedagógica está presente o constituye el núcleo argumental principal.

André Léo propone una educación amable exenta de violencia, que fomente el respeto a la naturaleza, sustituyendo la enseñanza religiosa reaccionaria por una enseñanza moral democrática impartida por docentes formados y formadas. Partiendo de la curiosidad del niño o de la niña y de su psicología y ritmo de aprendizaje, la escritora apuesta por la motivación del alumnado encauzando sus centros de interés hacia la deducción y el razonamiento, rechazando la memorización y el aprendizaje abstracto. Promueve el aprendizaje activo y colaborativo enriquecido por el desarrollo de actividades extraescolares en el medio natural, reclama una nueva programación de materias atractivas y útiles, y que las niñas puedan estudiar las mismas materias que los niños, incluida la educación física. Las propuestas de André Léo para la formación del profesorado, los programas curriculares y la actualización didáctica son ampliamente tratadas en las novelas L´Institutrice (1872) y Le petit moi (1892). La autora implica a las familias en el proceso educativo, dando consejos para la educación de los niños en la familia (Une maman qui ne punit pas, 1870). El diseño pedagógico de André Léo trata de conseguir una educación integral, racional y democrática que promueva el progreso social, argumento de la novela destinada a jóvenes, educadoras y educadores La famille Audroit et l´éducation nouvelle (1899). Configura una enseñanza teórico-práctica para que las clases populares se animen a llevar a sus hijos e hijas a la escuela, fomentando un aprendizaje para la vida cotidiana de las clases trabajadoras, diseñando también un programa para escuelas de adultos (Attendre-Espérer 1868, traducido al ruso en 1870).

En la novela Aline-Ali la educación también ocupa un lugar importante. Su protagonista funda varias escuelas basadas en la enseñanza cooperativista, desde jardines de infancia inspirados por Froebel, pasando por un instituto agrícola para jóvenes mujeres, talleres de costura, o de aprendizaje del manejo de una imprenta y de la encuadernación e incluso una escuela de institutrices. Pero Aline-Ali es fundamentalmente una novela feminista en la que se tratan cuestiones discriminatorias como la desigualdad de salarios entre los sexos y se denuncian los intercambios económico-sexuales. Publicada por entregas en 1868 en L´Opinion Nationale y como libro en 1869, fue traducida al ruso en 1869 y en 1870. Ambientada en París en 1850, la protagonista rechaza el matrimonio, símbolo de subordinación, y emprende un viaje originalmente travestida en hombre bajo el nombre de Ali para descubrir el mundo masculino. Inicia una amistad con un hombre del cual se enamora, pero se percata de que una relación de igualdad en pareja es imposible. Finalmente, decepcionada, la protagonista supera su insatisfacción personal y se entrega a la educación de las mujeres y a la mejora de sus condiciones de trabajo.

En 1869 André Léo promueve la defensa de los derechos políticos de las mujeres en el ensayo La femme et les moeurs. Liberté ou monarchie. Es una serie de artículos publicados en Le Droit des femmes, periódico fundado por Léon Richer y Maria Deraismes. Versan sobre la condición femenina y constituyen una respuesta a la misoginia manifestada por grandes pensadores y políticos de la época. La originalidad de este ensayo es haber realizado una rigurosa crítica del conjunto de tesis que pretendían justificar la inferioridad de la mujer y su relegación a la miseria. Consciente de que la alienación de la mujer es una cuestión de orden jurídico, la autora desmonta uno por uno los argumentos antisufragistas. A diferencia de obras de antecesoras feministas de André Léo, su texto es pionero porque constituye un manual didáctico de feminismo. Se vendieron alrededor de 4.000 ejemplares, lo cual avala su repercusión en su momento, teniendo en cuenta que la publicación y la lectura de estos textos son altamente minoritarias. En 1990 el ensayo ha sido reeditado con el subtítulo Monarchie ou liberté.

El primer capítulo nos ofrece una visión de conjunto bien fundada sobre la evolución del movimiento feminista, sus apoyos y detractores, así como la publicación de obras que tuvieron una repercusión social importante. Para André Léo si bien la Revolución francesa afirmó y declaró el principio de igualdad entre las personas, los legisladores no incluyeron a la mujer, violando los principios básicos revolucionarios. Su principal referente de defensa es el manifiesto de Condorcet de 1790, Sur l´admission des femmes au droit de cité. Es un texto de denuncia que tuvo una gran repercusión en su momento, pero encontró una fuerte oposición entre los medios mayoritarios revolucionarios, que se negaron a reconocer los derechos políticos de las mujeres. André Léo prosigue recordando la importancia de la confluencia entre el socialismo utópico y la Revolución de Julio de 1830 en la reivindicación de los derechos de las mujeres. La autora cita a los principales difusores del socialismo utópico, como Saint-Simon, Charles Fourier o Etienne Cabet, los cuales propiciaron el debate sobre los derechos de la mujer reclamando su emancipación, así como la del proletariado. Alaba las aportaciones de George Sand, Honnoré de Balzac o Eugène Sue, por denunciar en sus obras violaciones de los derechos de las mujeres, como los intercambios económico-sexuales derivados del matrimonio burgués.

Las teorías feministas que se expandieron en un flujo de publicaciones a partir de 1840 culminaron durante la Revolución republicana de 1848, al permitir la intervención de las mujeres en la escena pública sobre todo por medio del periodismo. El movimiento es animado por Saint-Simon y Charles Fourier, aunque André Léo critica que no tuvo la repercusión esperada porque el medio socialista no estaba preparado para las reivindicaciones de las mujeres. La autora recuerda a modo de ejemplo que Jeanne Deroin o Pauline Roland no encontraron apoyo en su propio entorno político cuando presentaron sus candidaturas a las elecciones legislativas.

André Léo resalta la importancia de obras escritas por mujeres publicadas tras la Revolución de 1848. Se trata de Idées antiprouhonniennes sur l´amour, la femme et le mariage (1858) de Juliette Lambert-La Messine y de La femme affranchie de Jenny d´Héricourt (1860), obras polémicas de gran valor para la causa feminista. Destaca también André Léo el tratamiento de la cuestión de la desigualdad entre los sexos propuesto por Julie-Victoire Daubié en su obra La femme pauvre au XIXème siècle (1866). Julie Daubié escribió sobre la condición moral, económica y política de las mujeres, aportando muchas informaciones en relación a las condiciones laborales de las mismas, proponiendo reformas de mejora concretas. André Léo se une a las críticas de sus antecesoras en la denuncia del mantenimiento del sistema patriarcal alimentado por los escritos de pensadores reaccionarios, feroces detractores de las mujeres, entre los cuales destaca al revolucionario anarquista Proudhon, al historiador Michelet y al fundador del positivismo, Auguste Comte. Los argumentos de los autores contra las mujeres serán objeto de rigurosa y firme refutación por parte de André Léo en varios capítulos:

Une infériorité physique? – Mais le contrat social a pour but de remplacer le droit du plus fort par le droit commun.

Une infériorité morale ? – Mais il n´y a pas de moralité sans liberté, sans responsabilité.

Une infériorité intellectuelle ? – […] de ce que la femme serait moins intelligente, s´ensuivrait-il qu´elle dût être privée de son droit ? (Léo 1990 :118-119)

En relación con el capítulo Infériorité intelectuelle, la autora denuncia la adhesión de todos los sectores dominados por el sistema patriarcal al argumento fisiológico, según el cual la mujer no puede desarrollarse intelectualmente a causa de su defectuoso sistema nervioso:

Suit la peinture obligée de l´hystérie. L´hystérie a fait depuis quelques années dans les livres, dans les journaux, dans les discours, des ravages affreux. On a prouvé de même que la femme, différente de l´homme en toutes choses, par le sentiment, par le cerveau, ne demandait qu´à être guidée, soutenue, maîtrisée, rudoyée même ; que son bonheur, son orgueil à elle, était de se suspendre au bras de l´homme comme un lierre à son appui. (Léo 1990: 70-71).

Para reafirmar el argumento de la inferioridad intelectual de las mujeres el patriarcado pone el acento en la inferioridad de su producción científica, literaria y artística en la humanidad. André Léo exclama desafiante: « Que l´éducation de l´intelligence soit aussi large, aussi complète pour la femme que pour l´homme, et l´on verra ce que devient ce prétexte d´infériorité » (Léo 1990: 87). Y prosigue con indignación:

Mais on rougit presque de combattre des affirmations aussi spécieuses, aussi évidemment nées des besoins d´une cause perdue. L´esprit de la femme inférieur à celui de l´homme ! Et comment cela ? En vertu de quelle loi ? Sur quelles preuves ? Où sont les raisons de ce phénomène, sans exemple dans le reste de l´univers, et qui se produirait précisément au sein de l´espèce la plus intelligente ? (Léo 1990 : 87-88).

En el capítulo La maternité André Léo denuncia como el canon literario y poético ha perpetuado el argumento de la realización de la mujer por el único medio de la maternidad: « Voici le grand argument, le sceau de la chaîne, par laquelle on attacha de tout temps la femme à la case, au gynécée, et maintenant au foyer. » (Léo 1990 : 89). Si la maternidad es una función sublime y la mujer la educadora principal de su progenie, André Léo se interroga sobre la contradicción de relegar las madres a la ignorancia, negándoles el acercamiento a la ciencia, el acceso a un trabajo serio y a la libertad. Pone de relieve el escaso debate en torno a las madres y la importancia que este debería tener. La autora es consciente de la acuciante necesidad de cambios legislativos para que la mujer sea considerado un ser humano de pleno derecho: « Aussi longtemps que la femme restera intellectuellement et légalement inférieure, elle restera méprisée. » (Léo 1990: 99). André Léo se niega a que la mujer sea considerada como un simple receptáculo y denuncia el abuso del patriarcado que impone a la fuerza roles no deseados a las mujeres, relegándolas a un espacio de indefensión y de incapacidad civil:

Enfin, s´il est reconnu en démocratie que droit et devoir s´impliquent et sont les deux faces du même fait moral, qu´on cesse de faire du devoir le plus étendu et le plus sacré, un titre d´esclavage. Qu´on cesse d’élever les devoirs de la femme contre ses droits.  (Léo 1990 : 99).

En el capítulo Le Droit, André Leó denuncia la doble moral de los republicanos, que reaccionan como si aún no estuvieran desligados del mundo monárquico. Unos republicanos y demócratas que a pequeña escala reproducen modelos de sumisión y de jerarquización.

Ces prétendus amants de la liberté, s´ils ne peuvent tous avoir part à la direction de l´État, au moins leur faut-il un petit royaume à leur usage personnel, chacun chez soi. Quand on a mis en poudre le droit divin, c´était pour que chaque mâle (style proudhonien) en pût avoir une parcelle. L´ordre dans la famille leur paraît impossible sans hiérarchie.- Eh bien, donc, et dans l´État ? (Léo 1990 : 104).

En consecuencia la autora cuestiona que la libertad pueda reinar en el Estado mientras que se siga practicando el despotismo en la familia. La autora resalta que los socialistas, hasta los más revolucionarios, están divididos sobre la cuestión de los derechos de las mujeres y que al no tomar partido por ellas de forma unánime, están contribuyendo a fomentar y a perpetuar graves desigualdades sociales.

Si uno de los deberes fundamentales del sistema patriarcal para el hombre es mantener a su familia, André Léo censura el incumplimiento del deber por la mayoría de los hombres. La autora denuncia el gran número creciente de niños y mujeres abandonados por ellos. Analiza varios sectores de mujeres que sobreviven con tremendas dificultades y que son además degradadas por esos mismos hombres moralmente, socialmente, - madres solteras, prostitutas, cortesanas-, y laboralmente - obreras explotadas hasta la extenuación o madres de familia explotadas y maltratadas por sus maridos. También denuncia el tráfico de dotes en el matrimonio en los medios acomodados. Acusa a los supuestos demócratas que prohíben a las mujeres el trabajo industrial y las relegan forzosamente a la dependencia de los hombres, de incumplir el deber que ellos mismos han impuesto, provocando duras situaciones de desamparo:

Quatre-vingts ans se sont écoulés depuis l´inauguration du droit humain- et c´est encore une nouveauté presque bizarre de revendiquer la justice pour la femme, courbée depuis le commencement du monde sous un double joug, dans l´esclavage doublement esclave, esclave toujours au sein de la famille libre, et maintenant encore, dans nos civilisations privée de toute initiative, de tout essor, livrée, soit aux dépravations de l´oisiveté, soit à celles de la misère, et partout et toujours soumise aux effets démoralisants du honteux mélange de la dépendance et de l´amour. (Léo 1990: 109)

Para la autora la democracia es fallida, ya que los demócratas proclaman que la libertad es necesaria para el ser humano porque le procura su dignidad, sin embargo a las mujeres se la niegan. Si para la democracia el asociacionismo es un concepto importante porque fomenta la consecución de la libertad, André Léo defiende la libre agrupación por afinidad, pudiendo ser una de ellas el amor. Sin embargo los supuestos demócratas conciben una unión entre sexos dominada por el hombre. Retomando el espíritu de liberación afirmado por la Revolución francesa, la autora reclama el respeto por los derechos humanos para todas las personas con una sencilla y clara propuesta: « Remplacez le mot: hommes par : êtres humains; l´esprit est le même et l´équivoque cesse. » (Léo 1990: 113).

El último capítulo se centra en el estado actual de la cuestión de los derechos de las mujeres y los avances conseguidos hasta la fecha en Estados Unidos y en varios países europeos. Declara su admiración por las conquistas realizadas por las feministas en Estados Unidos y en Inglaterra, aunque advierte que en todos los países las mujeres siguen sometidas al patriarcado y sin derechos civiles y políticos. La autora concluye sus argumentaciones retomando la importancia de la Revolución francesa en la historia de la evolución del ser humano, pero recuerda que no se habrá cumplido del todo su finalidad hasta que no se reconozca la igualdad de derechos de las mujeres y de los hombres: « En somme, ou le principe sur lequel se fonde – bien lentement – la société moderne, est faux, ou la femme aussi bien que l´homme, possède le droit naturel et imprescriptible restitué par la Révolution à l´humanité. » (Léo 1990:120)

La revolución de la Comuna de París (1871) durante la cual el pueblo parisino decidió instaurar su propio autogobierno socialista, marca un hito importante en la vida de la escritora. Además del aspecto revolucionario, supuso la participación activa de las mujeres en la vida política. André Léo será una de militantes más importantes, publicando artículos de opinión, pronunciando discursos y dirigiendo comités y batallones de mujeres. Participará en las negociaciones con el Ayuntamiento de París junto a la revolucionaria anarquista Louise Michel y la periodista Adèle Esquiros, cofundadora de los periódicos La voix des femmes y L´Opinion des femmes. Durante el asedio, André Léo será miembro de la Sociedad de socorro para las víctimas de guerra, y también formará parte de diversos comités, como el Comité de vigilancia de Montmartre, el Comité de ciudadanas o la Unión de mujeres para la defensa de París, la sección feminista de la Internacional en Francia. Es nombrada presidenta de la Comisión femenina de la enseñanza, por su implicación educativa iniciada años antes de la Comuna, desde la cual se aumentarán las retribuciones del profesorado, igualando por primera vez en Francia y posiblemente en el mundo los salarios entre maestros y maestras.

La actividad política de André Léo será frenética y su pluma de periodista incansable, publicando numerosos artículos en diferentes periódicos, reafirmando sus ideales socialistas sin abandonar la defensa feminista: Toutes avec tous, Aventures de 9 ambulancières, Appel aux citoyennes o La Révolution sans la femme. En 1871 funda con Anna Jaclard, Vermerch y Alphonse Humbert La sociale, un periódico muy activo y combativo durante la Comuna de París. Al final del movimiento popular, buscada por la policía, André Léo se esconde durante unos meses en casa de su amiga Pauline Prins, otra militante feminista, hasta que consigue pasar a Suiza. Allí se reunirá con su compañero sentimental Benoît Malon, periodista y revolucionario anarquista de gran notoriedad, con el que inicia una vida en común hasta 1878.

Durante su exilio en Suiza André Léo publicará en 1876 y en 1877, Marianne, otra obra eminentemente feminista y socialista, reeditada en 2006. La novela transcurre durante el Segundo Imperio en Poitiers y su protagonista, Marianne, una rica heredera burguesa, termina conviviendo felizmente en unión libre con un hombre de la clase popular, transgrediendo el estatus social establecido. Marianne desvela todo el sistema podrido de los intercambios económico-sexuales propiciado por el patriarcado y denuncia la inmoralidad y la hipocresía de burgueses y aristócratas: « D´une époque où la femme n´est pas considérée comme l´être humain, appartenant en particulier à telle moitié de l´humanité, mais comme un être spécial fait pour l´homme et non pour soi-même.» (Léo 1877: 111) Marianne también se caracteriza por su sentimiento de sororidad, acudiendo a socorrer a mujeres del pueblo en situación de exclusión social provocada por el abuso de los hombres de las clases acomodadas.

En esta novela André Léo desarrolla con fuerza y amplitud sus tesis feministas. Presta gran atención a la situación de indefensión de las mujeres de cualquier clase social y critica fuertemente el sistema de dote matrimonial, por el cual las mujeres de clases acomodadas se convierten en meros objetos de un intercambio puramente mercantil. Acusa a las clases adineradas de fomentar la prostitución entre las mujeres del pueblo: unos explotan tan miserablemente a sus obreras, que tras jornadas de 12 horas de trabajo, aún deben recurrir a la prostitución para sobrevivir. Otros engañan a mujeres de las clases populares, abandonándolas, viéndose igualmente obligadas a ejercer la prostitución. André Léo se indigna, porque en general la prostitución de las mujeres de las clases populares, se ve como algo irremediable y normal incluso entre las mujeres burguesas y aristócratas, a las que acusa de contribuir al perjuicio de la condición de todas las mujeres, por su sumisión y su falta de rebelión. En la novela una madre burguesa justifica ante su hija casadera la prostitución de este modo: « Voyez-vous, ma fille, les choses sont ainsi. Vous avez vu ces misérables femmes, la honte de notre sexe ! […] Eh bien!, ma chère enfant, ces femmes-là, qui sont à mépriser comme la boue des rues, n´en sont pas moins nécessaires. Il en faut pour les bonnes mœurs, parce-que sans cela les honnêtes femmes seraient exposées à des insultes.» (Léo 1877: 192). André Léo es una abolicionista de la prostitución que lucha por la dignidad de las mujeres. Critica por ello la poetización de la mujer venal y sobre todo la actividad teatral, que difunde modelos represores de sometimiento de las mujeres y de discriminación hacia las mujeres más desfavorecidas. Para la autora el teatro actual representa la respuesta del conservadurismo a las protestas de las primeras reivindicaciones firmes de las mujeres por la libertad y la igualdad en el amor.

La visión socialista impregna fuertemente la obra. André Léo analiza datos reales de los salarios de la clase obrera. Denuncia que se ha aumentado el salario de los hombres, pero no el de las mujeres. En los talleres se hace trabajar más horas a las mujeres que a los hombres por un salario menor. La denuncia de la violencia de género, muy alta entre las clases populares, también tiene su espacio, cuestionando el código napoleónico, según el cual el hombre puede maltratar a su mujer sin consecuencias legales.

Una característica relevante de los personajes de su novela, son actitudes y mensajes tan modernos que podrían pasar por personajes de la actualidad. La caracterización psicológica está muy lograda y la condena de los argumentos sexistas es explícita. A lo largo de la novela André Léo expone con crudeza el menosprecio de las mujeres por parte de los hombres. El protagonista masculino responde ofuscado al saber que una obrera de la cual se ha encaprichado rechaza ser su amante: “Qu´est-ce qui l´honnore, je vous prie? On ne la voit même pas, on marcherait dessus sans s´en apercevoir, et sa vertu ne lui sert qu´à être mise au rebut et mourir de faim. » (Léo 1877: 113). La autora recrea en la novela especialmente el entorno estudiantil del Quartier Latin de Paris, donde describe escenas de depravación entre los estudiantes, consumidores cotidianos de prostitución. Se animan unos a otros a divertirse con las mujeres de las clases populares, antes de regresar a sus provincias y cumplir con el concierto matrimonial: « L´homme, étant supérieur à la femme, n´a point de comptes à lui rendre. […]. La ménagère n´est pas le plus gai; tu en auras assez le reste de ta vie ; jouis donc de la courtisane en attendant. » (Léo 1877: 68). Esta declaración se basa en el discurso misógino de Proudhon, que solo ve a las mujeres como ménagères o courtisanes. Pero no todos los hombres son sexistas en las publicaciones de André Léo. Hacia el final de la novela, casi a modo de conclusión, el futuro compañero de Marianne hace una declaración de principios a favor de la igualdad entre hombres y mujeres, necesaria para la consecución de una sociedad justa y progresista:

Je crois la femme égale de l´homme et moitié de l´humanité, en valeur aussi bien qu´en nombre. Je crois que le progrès et les forces humaines seront doublées par les forces de la femme, et son action bien plus que doublée, grâce à l´accomplissement de la justice, dont cette révolution fermera le cycle, celui du moins qu´il nous est actuellement donné de concevoir.  (Léo 1877: 207).

Desde su exilio en Suiza la escritora realizará diversas estancias en Italia, donde se instalará a partir de 1880 durante varios años tras su ruptura con su compañero sentimental. A pesar de volver a Francia en 1881, tras la amnistía concedida a los proscritos/as de la Comuna de París, la autora seguirá instalada en Italia, viajando con frecuencia a Francia. Alejada de los círculos feministas franceses, escribirá todavía algunos artículos feministas como La femme en Italie (1880) o La citoyenne (1881) publicado en La Tribune des femmes, pero desde 1881 a 1897, no se tiene constancia de la actividad periodística de André Léo. Sin embargo en las novelas escritas durante sus estancias en Italia la perspectiva de género sigue presente, así como la denuncia del sometimiento de las mujeres por parte del patriarcado y de la Iglesia católica. En Grazia. Récit d´un voyageur (1878), novela traducida al ruso en 1879, André Léo pone de relieve la dura condición de las mujeres sardas. En L´Épousée du bandit (1879), traducida al italiano en 1880 y en 2007, denuncia la violencia doméstica, el sometimiento de las mujeres en la sociedad sarda y la complicidad de la Iglesia. L´Enfant des Rudères (1880) presenta a una institutriz en el medio rural de Poitou que reivindica la libre elección de la persona amada y denunciará la discriminación social de las madres solteras y de sus hijos e hijas. Nunziata (moeurs napolitaines) (1883) es un análisis novelado de la condición femenina en la región napolitana, con violencia de género de fondo y una fuerte crítica anticlerical. La Belle Fille de Quartu (1889) es una novela corta popular sobre las consecuencias funestas de la represión patriarcal en Cerdeña.

Sin descendencia alguna, a causa del fallecimiento de sus hijos, André Léo se instalará definitivamente en Francia en 1893, donde llevará una vida austera solo animada por su pluma, ya su único medio de subsistencia, y la visita de sus amigos. Sus últimos años fueron prolíficos en relatos, cuentos y novelas, sobre todo en obras para niños, niñas y jóvenes para la revista literaria Magasin d´éducation et de recréation con la cual colabora desde 1875 bajo el pseudónimo de L.Bénédict, junto a escritores de renombre como Alexandre Dumas o Jules Verne. En 1898 varias de sus obras de literatura juvenil fueron seleccionadas y distribuidas en todas las escuelas primarias de Paris por la Dirección general de Enseñanza Primaria.

Victoire Léodile Béra, conocida en los círculos periodísticos y literarios como André Léo, fallecerá en Paris en 1900. Mujer incómoda por su independencia de ideas y sus declaraciones feministas, marginada tanto por conservadores, como por marxistas y anarquistas, su figura quedará relegada al ostracismo.

En la actualidad el capítulo de la emancipación de las mujeres y el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos aún no está concluido. Las tesis de André Léo no han perdido ni su legitimación ni su modernidad, en una época donde en muchas partes del planeta las mujeres siguen siendo esclavas domésticas o sexuales de los hombres. Si hablamos de sociedades más modernas, hay que reconocer que el patriarcado aún es preponderante. Además, se observa un peligroso retroceso de los derechos de las mujeres en países desarrollados, así como un aumento preocupante de la violencia de género. Por todo ello, el conocimiento y la difusión del pensamiento, de las obras y de las luchas feministas de librepensadoras como André Léo, resultan hoy en día fundamentales para avanzar en la consecución de los derechos de las mujeres y en la afirmación de los ya conseguidos.

Bibliografía

CHAUVAUD, Frédéric. et al. (2015) : Les vies d´André Léo. Romancière, féministe et communarde. Rennes : Presses Universitaires de Rennes. Collection Archives du Féminisme.

DALOTEL, Alain (2004) : André Léo (1824-1900). La Junon de la Commune. Poitiers : Association des Publications Chauvinoises.

LÉO, André (1877) : Marianne. Paris : Bureaux du Siècle.

[http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k5698607c.r=andr%C3%A9%20l%C3%A9o%20marianne ; 01/05 2016]

— (1990) : La femme et les mœurs. Monarchie ou liberté. Tusson (Charente) : Éditions du lérot.

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