Juan Francisco Jordán Montés

El Alma en el Limes
(Arte en el Aula)

De los motivos reales y de los inicios.
Las fuentes literarias y místicas de este libro

Imagen B
Imagen B. Fotografía de Ramón Serrano

Los objetivos didácticos que planteamos para este libro los podemos exponer como una retahíla académica, aburrida y tediosa, si se leen de corrido por mandato administrativo. Pero queremos decir y sostener antes, que existen dos objetivos fundamentales destinados a la gente joven: el amor por la Creación y el amor a la propia Luz y trascendencia que emana de esa admiración del ser humano por lo creado.

Estuvimos hojeando y ojeando recientemente un curioso libro del japonés Masaru Emoto, sobre cómo influyen la música, lo alegre, lo triste, la tragedia, lo contaminado, lo puro o la felicidad, por ejemplo, en la estructura molecular del agua, y en sus formas cristalinas, contempladas a través del microscopio1. En consecuencia, estos poemas, dibujos, fotografías y cuadros que aquí presentamos y ofrecemos, extraídos de la madre naturaleza, son también reflejo de los sentimientos de sus artistas, pero a la vez influirán, así lo deseamos todos, como gotas de agua, positivamente en la mente y en el alma de los que nos lean, vean o miren. Como dice Masaru Emoto: <Si nuestro corazón es limpio, podremos purificar nuestro entorno>. Y ese es el mensaje esencial que pretendemos defender aquí.

Hace años el cantante y poeta Manolo García publicó un interesante volumen, El fruto de la rama más alta, donde se aúnan magistral y estéticamente lírica, pintura y composiciones cromáticas, en una cuidada edición sumamente atractiva2. Para Manolo García <. escribir, pintar o hacer canciones se convierte en la búsqueda de la preciosa libertad.> (pág. 11). Sirva esa afirmación como anagrama y lema de nuestro propio libro.

Del mismo modo, así como la admiración ante la montaña y los paisajes del mar3, o incluso la noche4, nos otorgan el don de la paz y de la reflexión, la contemplación de unas hermosas fotografías e imágenes sobre una ciudad sirven también para semejante propósito, que no siempre es necesaria la recreación en la naturaleza. Y así, la ciudad nos permite extraer sentimientos agradables del justo y necesario solaz. Recordamos el caso concreto de una deliciosa publicación dedicada a Murcia, titulada Murcia, miradas sobre la ciudad5.

Cualquier recurso honesto es suficiente para elevar nuestra existencia de lo anodino y para mostrarnos como entes que iluminamos, porque no es suficiente únicamente con brillar. Este pensamiento genial no es nuestro, sino de Tomás de Aquino6. En efecto, el que únicamente brilla para sí y para sus acólitos, es estéril en su luz, porque es en verdad un agujero negro que absorbe toda la energía y no comparte nada, tal es su egocentrismo. y sus miedos. Pero el que ilumina con su luz7, aunque sea con su párvula lucecilla de vela, es generoso. Como añadía Tomás de Aquino hay que <llevar lo contemplado a los demás>, por camaradería de especie y por ética, añadimos.

Como estamos inmersos en una sociedad que se emociona con la interculturalidad y la multiculturalidad y otros sutiles conceptos más, como si tales encuentros y encontronazos no hubieran existido nunca hasta hoy, que fue pan y sangre de los siglos y milenios pasados (y lo será de los venideros), y como no hablamos de oídas, sino de leídas, declaramos que para redactar estos poemas, nos hemos inspirado en los siguientes autores y libros, que aconsejamos a la muy noble gente joven, tanto de Bachillerato como de la Universidad, que suelen leer lo justo y muy comedida y displicentemente, y muy velozmente, como si los renglones fueran ácidos y las letras virus asaz contagiosos.

Y esa lista de místicos o místicas que nos han inspirado han sido los siguientes. Primero las mujeres8: Hildegarda de Bingen (s. XII); Clara de Asís, Mechtilde de Magdeburgo, Hadewijch de Amberes, Margarita Porète, Beatriz de Nazaret (s. XIII); Juliana de Norwich, Catalina de Siena (s. XIV). El movimiento femenino, que no feminista, de las beguinas o trovadoras de Dios, apoyadas por las órdenes mendicantes, constituyó sin duda, pese a los necios y temerosos silencios de la ortodoxia, una fuente fecunda de cristianos, que sublima el amor cortés y caballeresco de los trovadores y lo transmuta en ascesis y contemplación divina. El Minnemystik místico del amor de aquellas monjas o mujeres que sin votos o regla alguna residían en monasterios, libres de toda autoridad eclesiástica, es un fenómeno literario y religioso de la mayor trascendencia en la Europa del NW. Esto no significa que no acatasen, y así se comprometían y lo asumían, la observación de la pobreza, la castidad y la obediencia, además de orar a ciertas horas establecidas, mientras permaneciesen como beguinas. La lectura de la Biblia y su comentario, alternaba con el trabajo manual, así como con el cuidado de los enfermos y la atención a los pobres. Una excelente introducción, didáctica y sencilla, se encuentra en un trabajo de Salvador Sandoval9.

Entre los hombres y por orden cronológico, hemos optado por el pensamiento sufí islámico, sin duda de una espiritualidad insuperable, e incomprensible, para un conquistador o un iluminado que usa el odio y no el amor para difundir sus creencias, llamando infieles a los que no sienten o piensan como él, en realidad un mísero humano que será carroña al poco tiempo de su nacimiento. Mas también nos hemos visto seducidos por algunos místicos cristianos, porque la diferencia entre los seres humanos no radica en la religión que practican, sino en la piedad y en el amor que derraman.

Y estos místicos, de cualquier religión, por orden cronológico, y solo aquellos que hemos sido capaces de leer con un mínimo de atención, son:

  • Rabia al-Adawiyya (717-801): Dichos y canciones de una mística sufí
  • Al-Hallaj (857-922): Diván
  • Shaykh Al-Sulamî (937-1021): Las enfermedades del alma
  • Omar Khayyam (1040-1123): Las Rubaiyyat
  • Abu Hamid al-Ghazâli (1058-1111): Cartas al discípulo; La perla preciosa
  • Galal-al-Dîn Rûmi (1207-1273): El canto del sol; En brazos del amado
  • Saadi de Shiraz (1213-1292): Jardín de las rosas o Gulistán
  • Ibn 'Ata' Illah Al Hikam (1259-1309): Aforismos sufíes
  • Anónimo Inglés (siglo XIII): La nube del no saber
  • Lal Ded (siglo XIV): Palabras de Lal Ded
  • Kabir (1440-1518): Poemas místicos
  • Tomás de Kempis (1380-1471): Imitación de Cristo
  • Juan Lanspergio (1490-1539): Carta de Jesucristo al alma devota. Cartas de acompañamiento espiritual
  • Angelus Silesius (1624-1677): Peregrino querubínico

Nosotros, ni por formación intelectual, ni por virtudes éticas, somos un mistagogo. Pero nos sentimos amados por Él/Ella y ello es lo que pretendemos transmitir con la mayor sencillez posible. Y sentimos tal cosa porque somos capaces de leer, de admirar, de alabar y hasta, a veces, de amar también, a ratos perdidos y en algún rincón de nuestro tiempo.

Tampoco somos expertos en enseñar ni siquiera mostrar, caminos de espiritualidad, ni nos sentimos capaces de instruir en esa dirección. Para ello ya existen buenas publicaciones que el lector avisado sabe siempre encontrar en sus indagaciones10. Pero sí reconocemos y creemos que un escritor es posible que alcance el rango de profeta, de testigo de la Luz, aunque él no sea más que un tenue destello de Ella. Y hay en este aspecto una muy grave y grande responsabilidad ética y estética, porque un escritor/a nunca debe prostituir su habilidad con las palabras, ni la sutileza de sus pensamientos, que han de permanecer siempre al servicio de las gentes.

Por otra parte, siendo laicos y no deseando en modo alguno abrazar el estado sacerdotal, en el cual seríamos un desastre sin paliativos, nos abrazamos al precedente y ejemplo de una extraordinaria mujer inglesa, laica, que alcanzó en su vida y en su obra escrita diversas modalidades de misticismo y de contemplación sin preparación especial. Nos referimos a Lilian Staveley (1878-1928)11. Decía ella: <Llegué a todas estas experiencias con gran inocencia e ignorancia, pues nunca había leído ningún libro religioso o de psicología; y ahora pienso que quizá es más fácil tenerlas así>. Por otra parte, los santos padres también acuden en nuestro auxilio, porque el abad Macario decía, y a su sentencia nos acogemos para abrogarnos el derecho de hablar libremente: <Verdaderamente el ser virgen o casada, monje o seglar, no importa nada. Dios concede a todos el Espíritu Santo>12. Incluso en la ascética judía, siguiendo a Ibn Paqûda de Zaragoza, también se nos otorga a los que no soportamos el celibato, protagonismo en el ascetismo, aunque únicamente podamos, y con dudas, ser aceptados en el tercer escalón de la ascesis13.

De la política y sus protagonistas mejor no hablamos. Las reflexiones de Platón en su VII carta son suficientes para hablar del desencanto de los ciudadanos ante los dirigentes de la polis: <Antes, cuando yo era joven, sentí lo mismo que les pasa a otros muchos: tenía la idea de dedicarme a la política tan pronto como fuera dueño de mis actos. Entonces se produjo una revolución; al frente de este cambio político se establecieron como jefes cincuenta y un hombres. Ocurría que algunos de ellos eran parientes míos y me invitaron a colaborar en trabajos que, según ellos, me interesaban. Lo que me ocurrió no es de extrañar, dada mi juventud: yo creí que iba a gobernar la ciudad sacándola de un régimen injusto para llevarla a un sistema justo, de modo que puse una enorme atención en ver lo que podía conseguir. En realidad, lo que vi es que en poco tiempo hicieron parecer de oro al antiguo régimen; entre otras cosas enviaron a mi querido y viejo amigo Sócrates, de quien no pondría ningún reparo en afirmar que fue el hombre más justo de su época, para que, acompañado de otras personas, detuviera a un ciudadano y lo condujera violentamente a la ejecución. Pero Sócrates no obedeció y se arriesgó a toda clase de peligros antes que colaborar en sus iniquidades. Viendo, pues, todas estas cosas, me indigné y me abstuve de las vergüenzas de aquella época.

Poco tiempo después cayó el régimen de los Treinta, y otra vez me arrastró el deseo de dedicarme a la política. Pero la casualidad quiso que algunos de los que ocupaban el poder hicieran comparecer ante el tribunal a nuestro amigo Sócrates y presentaran ante él la acusación más inicua y más inmerecida. Al observar yo todas estas cosas, cuanto más atentamente lo observaba, más difícil me parecía administrar bien los asuntos públicos. Entonces me vi obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en la vida pública como en la privada>.

Y es que, como cantaba Leonard Cohen en una de sus poesías, en ocasiones una ya ha rebasado fronteras nunca antes imaginadas, al otro lado del Nilo: "Mi alma cruzó al otro lado del sueño del faraón"14.




Notas:

1 MASARU EMOTO: Mensajes del agua. La belleza oculta del agua, La Liebre de Marzo, Barcelona, 2003.

2 GARCÍA, Manolo: El fruto de la rama más alta. Apuntes de campo de un escéptico participativo, Temas de Hoy, Madrid, 2011.

3 Sobre el océano como expresión de lo Eterno e Infinito recordemos el famoso poema de Ibn Arabí, en su Libro de las teofanías, citado por MELLONI, Javier: Sed de ser, Barcelona: Herder, 2013. Ver, igualmente, sobre el océano como Mar: FERNÁNDEZ DE LA SOTA, J.: Cumbre de mar, Hiperión, Madrid, 2006. MARTÍNEZ LOZANO, E.: La botella en el océano, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2009. WILLIGIS JÄGER: La ola es el mar: espiritualidad mística, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2013. JORDÁN MONTÉS, J. F.: Viaje a Tálasa, Tres Fronteras, Murcia, 2017.

4 Sobre la Noche como remanso de quietud: MANCHO DUQUE, Mª J.: El símbolo de la noche oscura en San Juan de la Cruz, Universidad de Salamanca, 1982. Y nuestra pequeña aportación al tema: Nyktígenes. Nacido de la noche, Seleer, Málaga, 2017.

5 Fue publicada en el año 2002 por el Museo de la Ciudad y el Ayuntamiento de Murcia.

6 Summa theologiae, II-II, q. 188, art. 6.

7 Sobre la luz en la mística, por ejemplo: NEBES RODRIGUES, A.: La luz que nos ilumina, Narcea, Madrid, 2017. LÓPEZ-BARALT, L.: El sol a medianoche, Trotta, Madrid, 2017. De la misma autora es Luz sobre luz, Trotta, Madrid, 2014. Y nuestra pequeña aportación al asunto: Lux ludens. La luz que juega, Amarante, Salamanca, 2018.

8 BENEITO, Pablo (ed.) (2001): Mujeres de luz. La mística femenina, lo femenino en la mística, (Coordinadores: Lorenzo Piera y Juan José Barcenilla), Editorial Trotta, Madrid, 2001. CIRLOT, Victoria y GARI, Blanca: La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media, Siruela, Madrid, 2008.

9 BEATO ENRIQUE SUSÓN: Exemplar y cuatro sermones alemanes, Traducción e introducción de Salvador Sandoval, Biblioteca Dominicana, 55, Editorial San Esteban, Salamanca, 2008. Págs. 13 ss.

10 Por ejemplo: DÍAZ, Carlos: Ayudar a sanar el alma, Caparrós Editores, Madrid, 1997.

11 STAVELEY, Lilian: La fontana de oro, Los Pequeños Libros de la Sabiduría, Olañeta, Mallorca, 2002.

12 Las sentencias de los Padres del desierto. Los apotegmas de los padres (recensión de Pelagio y Juan), Biblioteca Catecumenal, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 1989. Pág. 321.

13 LOMBA, Joaquín: Ibn Paqûda, Biblioteca Filosófica, Ediciones del Orto, Madrid, 1997. Pág. 85, donde el místico judío afirma: "Los que siguen el camino más bajo de la ascesis, a saber: los que abandonan el mundo en el interior de sus corazones y conciencias, pero que conviven con la gente externamente, con sus cuerpos, en las cosas que atañen a la vida social, como es por ejemplo cultivar la tierra y el procrear. Estos tales consagran sus mismos cuerpos al servicio de Dios, pues son conscientes de que el hombre está en este mundo a título de prueba y como prisionero y extranjero que ha sido desterrado del mundo de los espíritus al cual pertenece. Sus almas, así, se hallan en el mundo y entre sus cosas, completamente a disgusto, ansiando la otra vida y esperando la muerte". Del mismo autor una obra más amplia, también en español y con bibliografía: Ibn Paqûda. Los deberes de los corazones, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1994, con introducción, notas e índices.

14 COHEN, Leornard: La llama, Salamandra, Barcelona, 2018, pág. 222.

15 Sobre el valor pedagógico y la historia de los álbumes: ZAPARAÍN, Fernando y GONZÁLEZ, Luis Daniel: Cruces de caminos. Los álbumes ilustrados: construcción y lectura, Universidad de Valladolid, 2010.

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