Una aventura emocionante
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Justificación

Un buen punto de partida para considerar la importancia del trabajo en la escuela de los aspectos socioemocionales es el llamado Informe Delors, sobre la educación para el siglo XXI, “La educación encierra un tesoro” (Delors, 1996). En su introducción indica que la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social. Aprender a convivir y trabajar juntos es uno de los retos de la educación del siglo XXI. El propio informe afirma que la educación socioemocional es un complemento indispensable al desarrollo cognitivo, una herramienta fundamental de prevención y preparación para la vida y eje vertebrador para la convivencia.

Estrechamente vinculada a la salud mental y a la calidad de vida, la educación emocional emerge como un aspecto imprescindible para afrontar los profundos cambios estructurales y sociales que se producen. Repensar la educación desde estos parámetros es una utopía necesaria.

Estas palabras fundamentan la necesaria incorporación de la Educación emocional a nuestras aulas por los siguientes motivos:

• La valoración por parte de los educadores y de la sociedad en general de la importancia de la inteligencia emocional.

• Las competencias socioemocionales son un aspecto básico del desarrollo humano y de preparación para la vida y por tanto incumben a la práctica educativa.

• Los medios de comunicación transmiten contenidos con una elevada carga emocional que el receptor debe aprender a procesar.

• Es necesario aprender a regular las emociones para prevenir comportamientos de riesgo (adicciones, depresión, violencia, etc.).

• Los niños/as necesitan aprender estrategias de afrontamiento para enfrentarse a las situaciones adversas que puedan surgir en sus vidas (separación de los padres, fracaso escolar, muerte de familiares…).

• Promover el autoconocimiento, la autoestima, habilidades de relación positiva entre iguales y la empatía son sin duda ingredientes favorecedores de un estado de bienestar y felicidad que potencia la motivación y el aprendizaje entre nuestro alumnado.

Teniendo en cuenta la gran importancia que está adquiriendo cada día más el concepto de Inteligencia Emocional en las aulas, y su repercusión tanto en el trabajo académico como en las relaciones sociales, es necesario llevarlo a la práctica con niños y jóvenes para el fomento de una adecuada salud y adaptación psicológica y física.

Por otro lado, como señala Bisquerra (2012), sabemos que un alto cociente intelectual (CI) no garantiza el éxito en la vida y que justamente un alto grado de felicidad y satisfacción dependen del conocimiento y desarrollo de otras habilidades, entre ellas las emocionales. Por tanto, la Inteligencia Emocional es entendida como un factor de protección de conductas problemáticas como la violencia, la impulsividad y el desajuste emocional, por lo que es conveniente realizar una prevención primaria, utilizando para ello el aprendizaje de las habilidades básicas de la inteligencia emocional en etapas educativas tempranas.

Daniel Goleman (1996 ) sostiene que hace falta “escolarizar las emociones”. En varios países ya existen programas educativos que tienen como objetivo conseguir un mayor desarrollo social y emocional de los alumnos e incrementar así su Inteligencia Emocional.

La escuela como uno de los medios más importantes a través del cual el niño aprende y se ve influenciado, debe plantearse insisto en enseñar a los alumnos a ser emocionalmente más inteligentes. Debe favorecer la amistad y las relaciones con el grupo de iguales potenciando la convivencia continuada entre los alumnos a través de actividades formales y extraescolares. También debe promover la empatía, la comprensión y la comunicación gestual y verbal de las emociones y todo ello para que los alumnos adquieran un adecuado desarrollo emocional.

Fruto de esta constatación queremos poner en marcha un proyecto concretado en un programa de educación emocional diseñado con el fin de entrenar y educar a los alumnos en este tipo de habilidades. Trabajaremos la “atención plena” a través del Mindfulness, como actividad que consiste en un conjunto de técnicas encaminadas a potenciar en los niños un estilo de vida basado en la consciencia y la calma, que les permita vivir íntegramente en el momento presente. Esta técnica les ayudará a vivir más conscientemente, a vivir más acorde con lo que son, a disfrutar más de la vida y a aprender mejor. Las prácticas de atención plena están siendo aplicadas por psicólogos, médicos y educadores en diversos países y en múltiples contextos profesionales, y sus beneficios están siendo respaldados por un creciente número de investigaciones. Se trata de enseñarles la toma de consciencia de que ellos no son la emoción que sienten, tampoco el pensamiento que le surge en cada momento, enseñarles a ver y a coger perspectiva respecto a sus pensamientos y su mundo emocional.

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