Cosa del carnaval

(D-ale Carnavalului. Bucarest, 1885)

Ion Luca Caragiale

Traducción de Mario Mocanu y Antonio Luque Madrid, 2018

La información sobre la lectura de algunas letras del alfabeto rumano, los criterios de esta traducción y las notas se encuentran después del texto.

Comedia en tres actos

PERSONAJES

NAE GIRIMEA, barbero, peluquero y sacamuelas.

IANCU PAMPÓN

MACHE RAZACHESCU, conocido como el ZAMBITO1.

Un OPOSITOR al Ministerio.

IORDACHE, ayudante de NAE.

DIDINA MAZU

MITA BASTON

El SUBCOMISARIO

Un CAMARERO

Una MÁSCARA

Otras máscaras, público y sargentos de noche.

En una fiesta por carnavales, en Bucarest.

ACTO PRIMERO

Una sala de una barbería del arrabal, muebles de paja. Al fondo hay una puerta y un escaparate; a la derecha del proscenio, otra puerta y, en segundo plano, un aseo; estos dos últimos espacios están separados por un biombo.

Escena 1
PAMPÓN y IORDACHE

IORDACHE (mientras afila un cuchillo sentado en una silla; tararea).- «Y me pregunta, mama, pregunta. Y ¿quién carajo te pregunta?. Me pregunta. de un barbero...»

PAMPÓN (entrando por el foro).- ¿Es aquí la barbería del señor Nae Girimea?

IORDACHE (se levanta con cortesía).- Sí, pasa. ¿La barba?, ¿el pelo?

PAMPÓN.- Nada.

IORDACHE.- ¿Pues lavarse la cabeza quizá?

PAMPÓN.- Yo no me lavo nunca la cabeza porque sufro de.

IORDACHE.- ¿De muelas? ¿Sabes cómo las saco? Del tirón: ¡zasca!

PAMPÓN.- No, las muelas no; yo lo que tengo es un pálpito.

IORDACHE.- ¿Palpitaciones? ¿Sabes que yo.

PAMPÓN.- ¡Oye déjame en paz ya! Yo no me lavo la cabeza, yo lo que tengo es de corazón, entérate ya que no he venido aquí de cliente.

IORDACHE.- ¿Entonces de qué?

PAMPÓN.- Tengo que hablar con Nae Girimea. ¿No serás tú?

IORDACHE.- No, yo soy el mancebo.

PAMPÓN.- ¿El señor Nae no está aquí?

IORDACHE.- No, señor, estoy esperándole, tiene que venir ya.

PAMPÓN.- Entonces yo también le espero, ¿puedo?

IORDACHE.- ¿Por qué no? Ten (le ofrece una silla).

PAMPÓN (tras una breve pausa).- Una pregunta, ¿aquí también hacéis abonos?

IORDACHE.- Sí, por tres francos doce afeitados; ¡que viva el mercado libre, y el que pueda estirarse que entre! ¿Te parece una tomadura de pelo? Afeitado o corte salen a 25 céntimos -e incluye los polvos, el aceite de almendra, la lavanda.- Ya para peinar, lavar o durezas del pie se paga un suplemento.

PAMPÓN.- ¿Y vuestros bonos tienen un sello así? (Le muestra un bono que saca de su monedero).

IORDACHE.- No, este es de los antiguos; debe de ser el único que queda ya. (Lo examina). Este bono igual lo cogiste hace tiempo y te fuiste de Bucarest, deberíamos cambiártelo, lo hemos retirado.

PAMPÓN (guardándose de nuevo el bono).- No, con este bono pasa otra cosa...

IORDACHE.- De estos teníamos hasta hace unos tres meses, digamos que para ahorrar: el señor Nae ponía el sello en una hoja de papel o de cartón, y después de cada afeitado hacía una línea con tinta, hasta que llegaba a doce. Pero como tuvimos una historia con un boticario, el señor Nae decidió llevarlos a la imprenta y troquelarlos: ¿que afeito a uno?, ¡ras, corto un número!

PAMPÓN.- ¿Con un boticario? ¿Qué historia?

IORDACHE.- ¡El cabrón del boticario.! ¡Figúrate! Él cogía un bono, tú le cortabas y le hacías la línea. Pongamos que era martes. Bueno, el jueves otra línea, el sábado otra: tres líneas. Al martes siguiente tú mirabas el billete. y había una línea solo. Tú le ponías otra más: una y una son dos; y el jueves hacías otra; es decir, ya van tres. Vaaale: el martes siguiente. el bono en blanco.

PAMPÓN.- ¿En blanco?

IORDACHE.- Del todo.

PAMPÓN.- ¿Y eso cómo?

IORDACHE.- Espera y verás, que esta es buena. Se ha tirado unos diez meses pagando así, hasta que nos dimos cuenta -tantos clientes., te duermes en los laureles y ya no llevas más cuenta-. Un sábado por la tarde viene el boticario. Y no sé cómo, hablando -había mucha gente en la tienda-, al señor Nae le da la impresión de que el boticario está pidiendo un bono. Y me dice: «Iordache, un bono nuevo para el señor Friquinescu» -así se llama-. Pero él dice: «¿Yo, un bono nuevo? No lo he pedido, el mío está nuevo». Y saca un bono blanco como la leche. ¡pero qué cojones! El señor Nae y yo nos quedamos mirando un rato el bono, después miramos al boticario, después entre nosotros, y el señor Nae dice «Vaaale», y le hace una línea. Se va el boticario, y el señor Nae me dice: «Iordache, el bono del boticario está trucado. Vamos a atarle corto que, o nos ha cogido un bono, o nos ha robado el sello, o se ha hecho él otro igual, que el bono le está tirando como una hebra de queso fundido».

PAMPÓN.- Bueno, y al final, ¿qué pasaba?

IORDACHE.- ¡Espérate, ya verás qué cabrón el boticario! Esto fue un sábado; el martes por la mañana hicimos otra raya, solo que esta vez lo anotamos con tiza en el marco de la puerta: dos ya. El jueves otra: tres; el sábado otra.

PAMPÓN (con impaciencia).- Cuatro.

IORDACHE.- El jueves.

PAMPÓN.- ¡Vamos, cuéntalo ya, que no me puedo quedar tanto!

IORDACHE.- Me has dicho que ibas a esperar al señor Nae.

PAMPÓN.- Vale, le espero, pero cuéntalo ya.

IORDACHE.- ¡Pero si no me dejas.! El jueves, un afeitado y un corte, dos rayas: cinco y dos, siete, siete en su bono y siete en la puerta. En fin, que el sábado otro corte. Voy a apuntarle una línea: en el bono había cuatro, y con la de ahora cinco. En la puerta, siete, y con esta ocho -¡no sabía el boticario que llevábamos una doble contabilidad!- Y el martes, en la puerta, ocho, y con una nueva, nueve. En el bono, tres, y con una nueva cuatro. Y luego el jueves se pone a rondar por la tienda, cuando no estaba el señor Nae, y entra. Y después de afeitarle yo, me dice:

«Apúntame una, que le he comprado otro bono nuevo al señor Nae». En la puerta, nueve; y con otra, diez.

PAMPÓN.- ¿Y al final?

IORDACHE.- Pues al final, que borraba las líneas con sus líquidos, con esos metales suyos, o de la botica.

PAMPÓN.- ¿Y en qué quedó?

IORDACHE.- El señor Nae no quiso montar un escándalo, aunque era cosa para indemnizarle. El señor Nae -que es un caballero, sabes-, le cogió el bono y unos cinco francos -lo que llevaba encima-, le echó una buena moraleja -de la del cerdo y el burro no bajó-, le soltó como dos hostias y lo sacó por la puerta.

PAMPÓN (que ha escuchado con mucho interés, y como de un golpe de inspiración).- ¡En lo que acabo de caer! Los perfumes, los coloretes, las pomadas, las esencias de Didina. ¡El boticario! . ¡¡Sííí!! ¿Dices que estos bonos los habéis retirado hace más de tres meses?

IORDACHE.- Sí.

PAMPÓN.- ¿Y dices que el señor Nae le cogió el bono trucado al boticario?

IORDACHE.- Sí.

PAMPÓN.- Entonces el boticario, los diez meses que os ha estado liando, ¿ha usado un solo bono?

IORDACHE.- ¿Y yo qué sé?

PAMPÓN.- Es imposible que lo hiciese, os habríais dado cuenta mucho antes; venga, haz memoria.

IORDACHE.- ¿Y yo cómo me voy a acordar? Hace mucho.

PAMPÓN.- ¡Jo, qué idea! Vamos a ver. Me voy, vuelvo enseguida, dile al señor Nae que tengo que hablarle, vuelvo enseguida. (Sale por la puerta del fondo, y en la salida choca con MITA, que entra muy nerviosa). ¡Uy! Pardon, señora2.

Escena 2
IORDACHE y MITA.

MITA.- ¡Iordache!, ¿dónde está Nae?

IORDACHE.- No lo sé, ha salido hoy por la mañana y aún no ha vuelto; tiene que venir, que me vaya yo a comer también.

MITA (dejándose caer en una silla).- Voy a esperarle también yo.

IORDACHE.- Y si llega más tarde, ¿qué hago, aguantarme el hambre?, tengo que cerrar la tienda y marcharme a comer.

MITA.- ¡Yo qué sé.!, ¡no quiero saber nada! (Triste). Iordache.

IORDACHE.- ¿Qué?

MITA.- Iordache, soy una desgraciada.

IORDACHE.- ¿Se ha enterado el Zambito de algo?

MITA.- ¡Bah, el Zambito.! Te estoy diciendo que soy una desgraciada.

IORDACHE.- ¿Por qué?

MITA.- Nae. ¡Nae!, que lo he querido, que lo he adorado a muerte, ¡hasta la locura.! ¿Sabes tú lo que le he querido?

IORDACHE.- Vale, sí; ¿y qué?

MITA (incorporándose poco a poco).- Nae me está traicionando.

IORDACHE.- Anda ya.

MITA.- Me está traicionando fijo.

IORDACHE.- ¡Vete por ahí!

MITA.- ¡Fijo!, llevo ocho días sin verle. Le escribo: «Cosita: El tontolava se va mañana miércoles a Ploiesti, me quedo sola y beoda. Estoy muy, muy enferma: vente, y echamos un. trago»3. Y Naete ni siquiera me responde. Quiere a otra.

¡He tenido una señal, me sale siempre en las cartas, de todas todas!: alegría, amor, temor, un encuentro, un camino de noche, una dama de verde.

IORDACHE.- ¡Bah, no creas en tonterías de cartas, chica!

MITA.- Tengo que saber quién es, tengo que conocerla. Y ya verás. ¡Ah, va a ser un escándalo., pero un escándalo como no lo ha habido hasta ahora en El Mundo4!

IORDACHE.- ¡Anda, que no es nada!, de los celos te has asustado. (Se encoge de hombros y se va hacia el foro, donde choca de frente con el OPOSITOR).

MITA.- Un cliente. A ver si me va a reconocer, no quiero verme en un apuro; me voy a esperar a la trastienda. (Se va por detrás del biombo de la derecha).

Escena 3
IORDACHE y el OPOSITOR,
que llega con la mandíbula vendada

EL OPOSITOR (se acerca al público).- ¡Hostia lo que me duele., no sabes cómo., cosa mala, ya no funciona! Estoy decidido: tengo que probar también con esto.

IORDACHE (que le ha seguido; baja y le acerca una silla a la mitad del escenario).- ¡Venga, pase, pase.!

EL OPOSITOR (decidido).- ¿Tú sabes sacarla? ¡Sácamela!

IORDACHE.- No sabes cómo te la saco, en un abrir y cerrar de ojos, del tirón: ¡zas! ¡Venga, entra, entra.!

EL OPOSITOR.- ¡Uf., gracias!

IORDACHE.- Vamos, entra.

EL OPOSITOR.- ¡Lo que no me habré puesto, hombre.! ¡¡Qué más puedo decir, lo que no me habré puesto, me he machacado las encías, lo que no me habré puesto.!!

IORDACHE.- ¿Que más le vas a poner, hombre?, una vez están mal, ya no hay otra: unas gotas de raíz de tenacilla5.

EL OPOSITOR.- ¡Lo que no habré probado! Al final me ha enseñado hoy uno de mi trabajo, en Hacienda.

IORDACHE.- ¡Anda!, ¿eres de Hacienda?

EL OPOSITOR.- Sí, opositor, hasta que haya vacante, y eso es todo. Tengo con qué vivir, soy socio en un bazar en Ploiesti, me manda pasta el tito Iancu6. Pero ya sabes. Me puedes decir lo que quieras: para abrirte camino no queda otra cuando eres joven.

IORDACHE.- Y eso es todo.

EL OPOSITOR.- ¡Ay, hubiera llegado a tener mucha pasta si no me hubiese enredado en amoríos durante la guerra.!7 ¡Y la quería, la quería! ¡Y ella me traicionó, con un oficial de intendencia!

IORDACHE.- Bueno, ¿y ahora?

EL OPOSITOR.- ¿Ahora no te lo he dicho?: opositor a Hacienda. (Abatido). Pero opositor ya por mucho tiempo, ya sabes: opositas hoy, mañana, un mes, dos, tres, un año. Vale, pero ¿hasta cuándo? ¡No digo que me hagan ayudante o registrador, pero al menos algo!

IORDACHE.- Dices ascenderte.

EL OPOSITOR.- Por lo menos escribano de segunda.

IORDACHE.- ¿Y ahora cuánto te dan en mano?

EL OPOSITOR.- ¿No te he dicho que soy opositor? De dos años para acá, nada (se sienta).

IORDACHE.- ¿Nada?

EL OPOSITOR.- Nada.

IORDACHE.- Pero retención no os hacen.

EL OPOSITOR.- La verdad es que eso no.

IORDACHE.- Pues eso está genial: venga, desátate.

EL OPOSITOR.- ¿Por qué?

IORDACHE.- Si no te desatas no puedo.

EL OPOSITOR.- ¿El qué?

IORDACHE.- Que así no puedes abrir la boca.

EL OPOSITOR.- Abrir la boca para qué.

IORDACHE.- ¿Cómo te la saco si no?

EL OPOSITOR.- ¿Sacarme el qué?

IORDACHE.- ¡Me encanta! ¡¿A qué has venido aquí?!, ¡la muela!

EL OPOSITOR.- ¿La muela?

IORDACHE.- ¡Pues claro, la muela! (Se va y saca las herramientas de una mesa). ¿Sabes cómo te la saco? En un abrir y cerrar de ojos (vuelve a donde el OPOSITOR). Del tirón. ¡zasss!

EL OPOSITOR (que se levanta).- ¡Hosss.

IORDACHE.- Siéntate.

EL OPOSITOR.- No gracias, llevo bastante sentado.

IORDACHE.- Tienes que estar sentado, que pueda yo meter mano desde arriba; de pie ¿cómo lo hago?

EL OPOSITOR.- No me la saco, se me ha pasado.

IORDACHE.- ¿Cómo que se te ha pasado?

EL OPOSITOR.- ¿No te he contado que me ha enseñado uno de Hacienda? Dice que lo ha leído en el libro de Mateo.

IORDACHE.- ¿En los Evangelios lo ha leído?

EL OPOSITOR.- No, el evangelista no, este es otro, uno que es podólogo en Italia; y que además hace tintes para el pelo.

IORDACHE.- ¿Y?

EL OPOSITOR.- Mira: pongamos que me duele. Primero aguanto lo que puedo, luego me pongo medicinas; y si luego veo que no me funciona me voy derecho a la barbería a que me la saquen. Bueno: según me meto.

IORDACHE.- ¿Qué?, sigue.

EL OPOSITOR.- Según me meto, digo serio: «¿Sabes sacarla? Sácamela» -como par example antes contigo, cuando no entendiste nada de lo que quería yo-. Y después me pongo a hablar: que si esto, que si lo otro. Pero cuando entro, siento como un cuchillo (tiende la mandíbula), caliente y luego frío. Después entre palabra y palabra vienes tú, el barberillo, con las tenazas8; entonces siento otra vez un cuchillo, frío. Y luego, en un pispás, calor; y después no siento nada. Verás: quizá -no sé cómo llega a ocurrir, quiero decir que es, de natural, cosa rara-, la muela, con la conversación y del miedo, se me pasa; ¡hay que ver, ¿eh?!, ¡qué cabrón el italiano!

IORDACHE (que ha escuchado con mucha atención).- ¡Date el piro, hombre, con supersticiones italianas.!, ¡qué pena das, siendo tan joven! ¿No ves que todas las cosas tienen que tener una base?; aunque sea pequeña, pero una base. Lo que no tiene base ¿cómo va a ser natural? ¿O me estás diciendo que ese Mateo tuyo -que yo no le conozco- te ha enseñado a caminar por la lluvia sin paraguas y que digas, no más que por capricho, que hay sol y que no estás mojando?, ¡tener que oír tontunas italianas!

EL OPOSITOR.- Eso es, solo que eso no afecta a la muela (hace una mueca con la dentadura).

IORDACHE.- ¡Anda que no afecta!

EL OPOSITOR.- ¡Que no! (otra mueca).

IORDACHE.- ¡Anda que sí, si es de lo más natural!

EL OPOSITOR.- ¡Que no! (otra mueca) -¡ay!

IORDACHE.- ¿Qué?

EL OPOSITOR.- ¡Me ha agarrado otra vez! (empieza a moverse). ¡Pero mucho, cosa mala...!

IORDACHE.- ¿Ves?, lo que te decía; si sabré yo...

EL OPOSITOR (se para; habla con decisión).- ¿Sabes sacármela? ¡Sácamela!

IORDACHE.- Siéntate.

EL OPOSITOR (decidido).- Trae las tenazas (se sienta).

IORDACHE (se va, coge las tenazas y regresa).- ¡Te va a parecer una picadura de pulga, del tirón!, ¡zasss!

EL OPOSITOR (que cuando se fija en las tenazas se levanta).- ¡Se me ha pasado! ¡¿Ves?!; ¡lo que te decía!, si sabré yo. ¡Qué cabrón el italiano!

IORDACHE (harto).- Ya...

EL OPOSITOR.- ¡Jefe, yo me voy!, ¡y gracias! (empieza a marcharse).

IORDACHE.- ¡Espera, hombre!

EL OPOSITOR.- ¡No puedo ya, es tarde, tengo trabajo en la oficina, un montón de notificaciones pendientes.! ¡Jefe, que me voy, y gracias! (sale rápido por el foro).

Escena 4
IORDACHE y después MITA

IORDACHE.- Qué tío más raro... ¡Qué carajo hace el señor Nae que no llega, son casi las doce y me caigo de hambre! (MITA entra por la derecha). Mita. ¡ah, se me olvidaba!

MITA.- ¿Todavía no ha vuelto Nae?

IORDACHE.- Mire lo que vamos a hacer, señora Mita: como dice usted que de todas formas le va a esperar, me escapo aquí cerca a comer algo y vuelvo enseguida, ¿le parece?

MITA.- Puedes irte.

IORDACHE.- ¿¡Pero no se irá!?, es por no dejar la tienda sola.

MITA.- Ya te lo he dicho, le voy a esperar hasta mañana, hasta pasado. ¡hasta que vuelva!

IORDACHE.- Entonces me voy. Vuelvo en un momento (sale por el foro).

Escena 5
MITA y PAMPÓN

MITA.- A esperarle, sí, a esperarle. debería volver. ¡Engañarme a mí, Nae.! ¡¿Y no me voy a vengar?!, ¡eso no puede ser!

PAMPÓN (recién entra).- Perdón, ¿el señor Nae no ha venido todavía? (la saluda).

MITA.- Un cliente... (En voz alta). No señor, yo también le espero; si prefiere usted esperarle, vendrá él, o el chico.

PAMPÓN.- Gracias, madame. (Se sienta. Hablando en un aparte). Linda. (En voz alta, después de una pausa). ¿Es usted familia de él o. su pareja?

MITA (triste).- Ni familia ni pareja. Lo que yo soy de él -bueno, he sido- es. amiga. He venido por un asuntillo.

PAMPÓN.- Como yo.

MITA (suspirando).- Lo de usted no puede ser como lo mío, lo mío es una cuestión de traición.

PAMPÓN.- ¿De amor?

MITA.- Sí, de amor.

PAMPÓN.- Como lo mío.

MITA.- ¿Como lo suyo?, ¿cómo?

PAMPÓN.- Me parece. Bueno, no me parece: estoy casi seguro de que me engañan.

MITA.- Como a mí.

PAMPÓN.- Y solamente el señor Nae me puede poner tras la pista de quien resulta que es la persona en cuestión. ¡Pero no se me va a escapar, lo tengo claro: le voy a dar un curativo al boticario!, ¡que se acuerde de mi nombre!

MITA.- ¿Es boticario?

PAMPÓN.- Sí, boticario, fijo. Me enteré hace nada de cómo se llama, por el chico.

MITA.- Por Iordache.

PAMPÓN.- Sí, me dijo cómo se llamaba; pero se me ha olvidado el nombre pensando en las pruebas -porque tengo pruebas: unos papeles, que he encontrado en la alcoba de Didina-.

MITA.- Didina.

PAMPÓN.- Sí, mi novia, el amor más sagrado, por quien he sacrificado mi carrera militar, que antes de conocerla he sido oficial de guardia en Ploiesti. ¡Y estoy loco de celos!, ¡en toda la noche he dormido!

MITA.- ¡Ayyy., a mí me va a hablar de celos!, ¿me lo dice o me lo cuenta? ¿Solo una noche ha estado sin dormir?, ¡usted no sabe nada!, ¡cuántas noches.!

PAMPÓN.- No, esta noche no me han entrado celos porque todavía no había empezado el asunto; he estado jugando en el Puente del Remanso al manotazo ciego con unos canallas, hasta las seis de la madrugada: arrasé9.

MITA.- Pues no es para que se alegre, yo también gano a las cartas. ¡Pero y qué!, afortunado en el juego, desafortunado en amores.

PAMPÓN.- ¡Qué va!, lo mío no es suerte, es saber: me lo llevo seguro, a no ser que tenga un gafe tan tremendo como para perder. Yo juego con los valets, y tengo mi técnica: por un buen rato las cartas las tengo en la mano izquierda y juego con la derecha. Cuando ya he echado los valets, las cartas que ya hemos jugado me las pongo debajo, y los valets en su sitio, en la mano izquierda, para otra ocasión. Esta noche les he metido un tute.10

MITA (aburrida).- Y Nae que no viene.

PAMPÓN.- Pero pasando a otra cosa: esta mañana, señorita mía, como a punto de dar las seis, he vuelto a casa, a donde Didina. Llamo a la puerta, se levanta sobada y me abre -todavía estaba oscuro, así que enciendo una vela-. Pero siempre se enfada mucho cuando llego demasiado tarde y se pone a regañarme. Esta vez no ha dicho nada: me da la espalda -con perdón-, mirando a la pared, y se queda callada. Y digo yo (MITA, aburrida, se levanta y se pone a caminar), para mis adentros: «está enfadada, voy a dejarla dormir. Cuando vea mañana que he ganado sesenta francos, se le pasa». Me pongo a quitarme la ropa y veo, en el suelo, junto a la mesita, dos papelitos. Me agacho -al verlos he sentido un escalofrío-. Me agacho. los cojo. ¿y qué era? Un billete de abonado a la moderna barbería del señor Nae Girimea.

MITA.- Nae Girimea. (se interesa).

PAMPÓN.- Sí, y una nota de amor de una dama, dirigida a su cosita.

MITA.- ¿Cosita?

PAMPÓN.- ¡Sí, dirigida al boticario! Y para que vea cómo me he acabado enterando de que es boticario.

MITA (aparte).- ¡Cosita!, será posible.

PAMPÓN.- .cuando la he leído y he visto el sello, Barbería moderna Nae Girimea, he cogido otra vez el abrigo y el bastón, y he salido con cuidado - Didina se ha dormido otra vez-. Me voy a la Policía, investigo, y me entero de que la barbería es aquí. He venido: el señor Nae no estaba; y el chico me ha dicho que bonos de estos.

MITA (interesándose con impaciencia).- ¿Y al final?

PAMPÓN.- Al final -que ya no me alargue más, señorita mía- el boticario y punto. Después, con lo que me ha contado el chico, me he ido con el bono a una botica y he dicho que tenía algo escrito en él y que se ha borrado con cierta esencia y que deseaba saber lo que tenía escrito, que si era posible. Y los boticarios no sé qué han hecho, lo que han echado en el bono -olía a alcohol de amoníaco- .y en dos minutos han salido otra vez las rayas, en su sitio.

MITA.- ¿Será posible?

PAMPÓN.- Las he contado: son cincuenta y cinco rayas. ¡Boticario miserable, le he pillado en una peor todavía que cuando le pilló el señor Nae!, ¡voy a darle un curativo, le voy a romper las costillas!

MITA (aparte).- ¿Será Nae? ¡Ayyy., la que se va a liar! (Alto). ¿Señor, dice usted que la nota de amor es para la Cosita?

PAMPÓN.- Sí.

MITA.- ¿Y la firma de quién?

PAMPÓN.- Mita, que te adora.

MITA.- ¡Mita, ay Dios!

PAMPÓN.- ¿Qué?

MITA.- Caballero, ¿está seguro de que es el boticario?

PAMPÓN.- ¡Fijo!, ¡¿puede estar más claro?! El billete era blanco: alcohol de amoníaco; y de seguido cincuenta y cinco rayas, las he contado todas. Si tiene usted a bien contarlas también.

MITA.- ¿Y ha venido aquí para enterarse del nombre de la persona implicada en el adulterio?

PAMPÓN.- Sí.

MITA.- Tengo un presentimiento.

PAMPÓN.- ¿Cuál?

MITA.- ¿Cómo es su novia, señor?

PAMPÓN.- ¿Que cómo es?

MITA.- ¿De rojo, bellota, de rombos, de verde?11

PAMPÓN.- De verde.

MITA.- ¿De verde?

PAMPÓN.- Sí.

MITA.- ¿Y tiene ahí la carta dirigida a la Cosita, la que dice que ha encontrado usted en la alcoba de la señora de verde?

PAMPÓN.- Sí.

MITA.- A verla: rápido.

PAMPÓN.- Mire.

MITA (que coge la carta, la mira y hace una exagerada mueca de desesperación).- ¡Ay, que si me vengo.! (con solemnidad). Caballero, no juegue con el corazón de una mujer desgraciada. Dígame claramente: ¿esta carta la ha encontrado usted en la alcoba de su amante? Júremelo.

PAMPÓN (con gravedad).- Por mi honor.

MITA.- Mire usted esta nota, ¿la ha leído? (Leyendo nerviosa). Cosita: El tontolava se va mañana miércoles a Ploiesti, me quedo sola y beoda. Estoy muy, muy enferma: vente, y echamos un. trago. ¿Ha visto la carta? Ahora míreme bien.

PAMPÓN.- ¿Qué pasa? (coge de nuevo la nota).

MITA.- ¿Que qué pasa?, ¡yo soy la desgraciada que ha escrito esa nota!

PAMPÓN.- ¿Es posible?

MITA.- ¡Sí, es posible! Y la persona que ha estado donde Didina es mi. amor.

PAMPÓN.- ¿El boticario su amor de usted?

MITA.- ¡Qué boticario, no es boticario! (como quebrándose la cabeza) ¡Tiene que explicármelo.! ¡Vaya que si me vengo, una venganza terrible!

PAMPÓN.- ¿Su amor? ¡Tengo que saber quién es, tengo que conocerle yo también, tengo que verlo: yo no me conformo con su venganza de usted, tengo que vengarme yo también! (se pasea rabioso).

MITA.- ¿Me jura que nos vamos a vengar juntos?

PAMPÓN.- ¡Lo juro!

Escena 6
Los mismos y IORDACHE

IORDACHE (entra rápido desde el foro).- ¡Señorita Mita, está usted aquí! ¡Ya viene!

MITA.- ¡¿Nae?!

PAMPÓN.- ¡El señor Nae!

IORDACHE (deja a PAMPÓN a un lado y lleva a MITA al otro).- Pardon. (A MITA). ¡Viene su Zambito! ¡Vengo sin aliento desde la cantina de la esquina! El Zambito ha entrado en la cantina, ha preguntado por la barbería del Señor Nae y el chico le ha dado estas señas; ¡escóndase rápido que viene, ya debe estar en la puerta!

MITA.- ¡El Zambito!, ¡¿qué hace aquí?!

IORDACHE.- ¡Corra rápido a la trastienda! (MITA se va por detrás del biombo).

PAMPÓN.- ¿Se va?

MITA.- Sí. (A IORDACHE). Tenme al tanto cuando se vaya, mándale a tomar viento.

PAMPÓN.- Vale, pero ¿cómo queda lo nuestro? (la sigue hasta la puerta).

MITA.- ¡Ya hablamos! (sale rápido por la derecha, cerrando la puerta tras de sí).

PAMPÓN (aparte).- ¡Qué extraño.! ¿Será una lianta? (A IORDACHE). Perdone, ¿quién es esta persona?

IORDACHE.- Es una señora.

PAMPÓN.- Vale, una señora, que es una señora ya lo veo pero ¿quién es?

IORDACHE (bajito).- Déjelo, ya se lo contaré.

Escena 7
Los mismos y el ZAMBITO

EL ZAMBITO.- Disculpa, ¿es aquí donde el señor Nae el barbero?

IORDACHE.- Es aquí, pero no está en casa.

EL ZAMBITO.- ¿Pero puedes decirme si volverá? PAMPÓN (aparte, a IORDACHE).- ¿Quién es este señor? IORDACHE (bajito, a PAMPÓN).- Déjelo, ya se lo contaré.

EL ZAMBITO.- ¿Mande?

IORDACHE.- No creo que vuelva tan pronto. Pero si lo que necesita usted es solo con él, entonces vuelva a la tarde, puede que le encuentre.

EL ZAMBITO.- Bueno, yo todavía puedo esperar, a lo mejor viene. (Se sienta).

IORDACHE.- Es esperar para nada, señor, viene muy tarde.

EL ZAMBITO.- ¿Cómo lo sabes?, a lo mejor viene pronto. IORDACHE (en voz baja, a PAMPÓN).- ¿Cómo cojones le doy puerta?

PAMPÓN.- Pero ya le ha dicho el chaval que viene tarde.

EL ZAMBITO.- Bueno, a lo mejor hay suerte, ¿no sabe usted cuántas veces sale uno por una hora y después se queda cinco? -vaya, que ¿por qué por una vez no salir por siete horas y quedarse solo una? (Se arregla en el espejo, se peina la perilla y la calva, coge un periódico y se pone a leerlo. IORDACHE y PAMPÓN se encogen de hombros; el segundo saca una baraja y se pone a jugar sobre sus propias rodillas; IORDACHE se acerca a la puerta de la derecha).

MITA (asomando la cabeza por la puerta).- ¡Dale puerta!

IORDACHE.- No tiene pinta, dice que quiere esperar.

MITA.- ¡¿Y qué puñetas busca aquí?!

IORDACHE.- ¡Y yo qué sé! Está buscando al señor Nae.

MITA.- No lo entiendo.

IORDACHE.- Le dije que el señor Nae vuelve a la noche, y todavía quiere esperarle -¡ay, espere, que tengo la solución!

MITA.- ¿El otro señor se ha ido?

IORDACHE.- No, está aquí.

MITA.- Que me espere; dame en la puerta cuando hayas finiquitado al Zambito.

IORDACHE.- Ahora le finiquito, ya verá12. (Baja al proscenio; MITA vuelve a esconder la cabeza y cierra la puerta. A PAMPÓN). La señora ha dicho que la espere.

PAMPÓN (bajito).- Vale.

IORDACHE (al ZAMBITO, enfrascado en la lectura del diario).- Verá, caballero, el señor Nae ya no viene y yo tengo que cerrar la tienda, tengo que ir a comprar.

EL ZAMBITO (dejando el periódico).- ¿Ah, que cierras? Entonces si cierras me voy yo también.

PAMPÓN (recogiendo las cartas).- Claro que te vas, no van a encerrarte aquí.

EL ZAMBITO.- Siendo así, me despido; vuelvo más tarde. (Sale por el foro).

IORDACHE.- Mis respetos. . ¡Ya se ha ido, uf!, ¡tarugo de los huevos, vaya clientes me están tocando hoy!

PAMPÓN.- ¿Quién es ese marchante?

IORDACHE.- ¿Ese callo?, es el amorcito de esta señora de aquí.

PAMPÓN.- ¿El amorcito de esta señora de aquí?

IORDACHE.- Sí.

PAMPÓN.- ¿La que habló conmigo antes, Mita?

IORDACHE.- ¡Sí, sí!

PAMPÓN.- ¿Su cosita, este es la Cosita?

IORDACHE.- Pues será que sí, compadre, si ya te lo he dicho una vez: el amorcito de esta señora de aquí. ¿Qué, te sorprende?

PAMPÓN (que ha cogido rápido el sombrero y el bastón).- ¡Ya tengo a la Cosita! ¡No lo suelto ni muerto, ni muerto! (sale corriendo).

Escena 8
IORDACHE, NAE y después MITA

IORDACHE.- Este como que está un poco tocado, ¡vaya clientes que me están tocando hoy, bonito carnaval! Voy a sacar a Mita (Entra NAE). ¡Señor Nae, por fin!, pensaba que ya no venías.

NAE.- ¿Por qué?

IORDACHE.- Te han venido a buscar dos tíos.

NAE.- ¿Quiénes?

IORDACHE.- Uno no sé cómo se llama, el otro era el Zambito.

NAE.- ¿El Zambito?

IORDACHE.- Sí. Y la señora Mita. está aquí.

NAE (torciendo el morro).- ¿Mita aquí? ¿No le has dicho que no estoy en casa y que vuelvo muy tarde?

IORDACHE.- Se lo he dicho, sí; y ha dicho que te espera hasta mañana, hasta pasado. He aprovechado la ocasión y me he salido a la cantina de la esquina a comer algo: ni dos bocados he podido dar cuando, ¡zasca!, llega el Zambito y le pregunta al camarero dónde está la moderna barbería del señor Nae. He venido rápido para avisar a la señora Mita. Y había aquí también otro marchante: dice que tiene un bono para cambiar o. algo que preguntarte o. ¡yo qué sé!

NAE.- O sea, ¿que Mita está aquí?

MITA (que ha entreabierto la puerta un poco antes y ha escuchado las últimas palabras de IORDACHE; acercándose).- Aquí estoy, Cosita. ¿Qué, te molesta?

NAE (haciéndose el contento).- ¡¡Molestarme.!! ¡¿Cómo va a molestarme, será posible?!

MITA (acercándose a NAE, y hablándole bajito).- Echa de aquí a Iordache, tengo que decirte algo: tú y yo a solas.

NAE (haciéndose el que no oye).- ¿Qué has dicho?

MITA.- Iordache, si no tienes más que hacer, sé bueno y déjanos solos, quiero contarle algo al señor Nae en secreto.

IORDACHE.- Me voy. A acabarme mi plato de repollo (sale por el foro).

Escena 9
MITA y NAE
MITA camina hacia el fondo y echa la llave a la puerta

NAE.- ¿Por qué echas la llave?

MITA (desde el fondo).- Puede que venga otra vez alguien a molestarnos, tengo que decirte algo a solas (pausa). ¡Nae! (se acerca despacio, emocionada). ¡Cosita, ya no me quieres! (da un paso y se para).

NAE (sin volverse apenas).- ¡Anda ya!, ¿cómo se te ha metido otra vez eso en la cabeza?

MITA (da un paso más).- ¿Por qué no viniste ayer por la noche a verme cuando te escribí?

NAE (con la misma treta).- Ayer estaba enfermo.

MITA (avanzando, con fuerza).- ¡Mientes! ¿Te llegó mi nota?

NAE.- Sí.

MITA.- ¿Dónde está mi nota?, ¡enséñame la nota!

NAE (después de buscarse en todos los bolsillos).- Va a ser que la he perdido.

MITA.- ¿Que la has perdido?, ¿dónde la has perdido?

NAE.- ¡¿Voy a saber yo dónde la he perdido?!, ¡si hubiese sabido que la iba a perder, está claro que no iba a perderla!

MITA.- ¿No sabes dónde la has perdido?

NAE.- No.

MITA (temible).- Cosita, cosita.

NAE.- ¿Qué?

MITA.- ¿Ves este frasquito? (saca del bolsillo un pequeño frasco y se lo enseña).

NAE.- ¿Qué, qué pasa?

MITA.- ¿Sabes lo que lleva dentro?

NAE.- Tinta.

MITA.- Tinta no, Naete: vitriolo inglés.

NAE (echándose para atrás).- ¡¡Vitriolo!!, ¡¿estás loca?!

MITA.- Sí, vitriolo. ¿Tienes miedo?

NAE.- ¡Toma, claro que tengo miedo!

MITA.- ¿Por qué, si sabes que no has hecho nada? NAE.- ¡Porque lo que no sabes tú es lo que es el vitriolo!

MITA.- Sí que lo sé: es un tipo de metal.

NAE.- ¿No sabes lo que puede hacer?

MITA.- Sí que lo sé: abrasa, Naete. quema, Cosita. De entrada todo. Todo. ¡y sobre todo los ojos!

NAE.- Dame el frasquito.

MITA.- ¡Ja!

NAE.- ¡¿Por qué llevas estas cosas encima, por qué?!

MITA (a punto de estallar).- ¡¿Por qué?! ¡Las necesito!

NAE.- ¿Por qué las necesitas?

MITA (estallando).- ¡¿Por qué?! (Con un gran gesto que hace que NAE se tape los ojos; ella de pronto se echa para atrás). ¡Para el caballero, Monsieur Nae!, ¡¡usted, señor Nae. y su Didina de usted!!

NAE (pálido).- ¡¡¿Qué Didina?!!, ¡¿tú sabes lo que dices?!

MITA.- ¡¡Tú sí que lo sabes, y mucho mejor que yo, no te andes con chorradas, charlatán!! ¡¿Qué Didina, dices?!, ¡¡Didina, con la que me engañas a mí, Didina, la que quieres tú, Didina, con la que has estado esta noche, miserable!!

NAE.- ¡No es verdad, estuve en casa enfermo!

MITA.- ¡Mientes, hace un momento has dicho que no sabes dónde has perdido la nota!, ¿te lo digo yo?, ¡mi nota se la ha encontrado, en la alcoba de esa Didina tuya, su respectivo!

NAE.- ¿Su respectivo? ¿Pampón?

MITA.- ¡¿Ves?!, ¡¿ves?!, ¡sabes cómo se llama! ¡Sí, uno alto, con barba y muy mala leche, con quien te las vas a tener que ver justo hoy! ¡Como se ha encontrado conmigo aquí me ha enseñado mi nota, y yo le he explicado que el hombre de su traición es el mismo que me está traicionando a mí también!, ¡mi amor.! ¡Mi fiel amor, de quien yo (dolida) siempre he sido. la fiela!13

NAE.- ¡¿Qué has hecho?!

MITA.- ¡Pampón te está buscando para matarte! ¡Aaay., pero antes de que él se vengue voy a mataros yo!, ¡¡yo!! ¡¡A Didina, a ti, y también a mí!! (Se desploma en una silla, desesperada y fuera de sí, y oculta su cara entre las manos).

NAE (se acerca a ella, benévolo, buscando acariciarla).- ¡Michi, nena, vuelve en ti!

MITA.- ¡Déjame! (le aparta de un respingo).

NAE (tomándola entre sus brazos y buscándole el bolsillo).- No; no te dejo; porque te quiero. Solamente a ti. Te quiero. solamente. a ti. (Le encuentra el bolsillo, le coge el frasquito, rápidamente se incorpora y cambia el tono). ¡¡A ver si te enteras de que aquí hay un malentendido!!, ¡¡me has echado al loco de Pampón encima!!

MITA.- ¡¡Te lo has echado tú!!

NAE.- ¿¡Quieres un escándalo sea como sea!?

MITA.- ¡¡Sí, quiero un escándalo, sí!! ¡Porque a mí me has olvidado, todo lo has olvidado! ¡Has olvidado que soy hija del pueblo y soy violenta, has olvidado que soy republicana, que por mis venas corre sangre de los mártires del once de febrero!14; (hecha una fiera) ¡¡has olvidado que soy ploiestana. ploiestana!! ¡¡Naete, voy a liar una revuelta, pero una revuelta que te vas a acordar de mí!!

NAE (casi riéndose).- ¡No seas loca!, ¡¿qué vas a hacer?!

MITA (buscando el frasquito en su bolsillo).- ¡¿Que qué voy a hacer?! (No lo encuentra, y busca a su alrededor, confundida. NAE, apartado de ella y riendo, le enseña el frasco; ella da un grito). ¡¡Ahhh, me has robado el frasquito, liante!! (lanzándose a por él, entre el mobiliario), ¡¡dame el frasquito, charlatán!!, ¡¡miserable, infame!! (se escuchan fuertes golpes en la puerta).

NAE.- ¡Calla, que están llamando!

IORDACHE (desde fuera).- ¡Abrid, abrid rápido!

MITA.- ¡No vas a abrir hasta que no me des el frasco! (Se pone frente a la puerta, pero la echa a un lado NAE, que tira del cerrojo y abre. IORDACHE entra rápido).

Escena 10
Los mismos y IORDACHE

IORDACHE.- ¡Viene el Zambito, todo rabioso!, ¡se ha armado un escándalo!, ¡le ha pegado el otro, el que estaba aquí! (a MITA), ¡escóndete que viene!

MITA (furiosa).- ¡¡Ya no quiero saber de nada, que venga quien sea, quiero liarla, quiero morir!! (Coge rápida una navaja de afeitar, IORDACHE mira por la puerta).

NAE (se lanza y arrebata la navaja a MITA, a quien toma con ambas manos y arrastra hacia la derecha).- Vente a esta parte, que te dé el frasco.

MITA.- ¡¡No!!

IORDACHE (desde la puerta).- ¡Corred, ya le tenéis ahí, corred!

NAE.- ¡Vamos! (tira de MITA con mucho esfuerzo y sale con ella, por detrás del biombo, hacia la habitación de la derecha).

Escena 11
IORDACHE y el ZAMBITO

EL ZAMBITO (entrando furioso por el foro, con el sombrero roto y aplastado; IORDACHE se echa a un lado).- ¡¡Ahhh., esto no!!, ¡¡esto no puede dejarse estar!!, ¡¿Pero ha visto usted una cosa así, caballero?!

IORDACHE.- ¿El qué, caballero?

EL ZAMBITO.- Caballero, hace poco sabe que me fui de aquí.

IORDACHE.- Sí.

EL ZAMBITO.- Apenas llego a la esquina, y escucho a mis espaldas: «¡Chis, chis, Cosita!». Yo me llamo Telemac, Maque: no me llamo Cosita. Así que sigo caminando. Y otra vez: «¡Chis, chis, Cosita!». Y yo sigo adelante, cuando de pronto me encuentro con que alguien me agarra por el cogote. Me vuelvo y dice: «Te haces el que no oye, ¿eh, Cosita?». Y digo: «No me llamo Cosita, caballero: me llamo Telemac, Maque». «¡Cosita -me dice finalmente- eres un miserable!, ¡te has aprovechado pero que mucho, has engañado a una mujer! ¡Pero ahora te las vas a ver con un hombre! Hace mucho que te estoy buscando, esto lo vamos arreglar los dos, y ahora no hay tiempo. Pero entre tanto, para que sepas con quién te las estás viendo, ¡toma un adelanto!». No llego a responder y. ¡zumba!, ¡pumba!, ¡traca!, ¡plof!, ¡cuatro tortazos! ¡Me aplasta el sombrero y me lo manda a tomar viento! Y mientras me agacho a recogerlo, el infame se mete en un carro y se va. Llamo al guardia: ¡ni Dios! ¡Ahhh., pero tengo que saber quién es este bestia desquiciado, tengo que saberlo!, ¡¿cómo se llama?!

IORDACHE.- ¡¿Y sé yo quién es?!

EL ZAMBITO.- ¡Ese miserable, el que estaba aquí antes contigo cuando vine yo!

IORDACHE.- ¡No sé cómo se llama!

EL ZAMBITO.- ¡¡Tienes que saberlo, tienes que decírmelo: no me voy de aquí hasta que me entere!!, ¡¡llamo a la Policía, monto un escándalo!! (pasea exasperado y gesticula).

Escena 12
Los mismos, el OPOSITOR, NAE y después PAMPÓN

EL OPOSITOR (entra por el fondo, con una mano en la mejilla, quejándose).- ¡Ay, ay, ay, me ha agarrado bien! (se desploma en una silla).

IORDACHE.- ¿Y has venido de nuevo por el remedio de Mateo? ¡Ya no funciona, chaval.!

EL ZAMBITO.- ¡Señor, hágase cargo de una vez y dígame.

NAE (saliendo de la trastienda y acercándose).- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa, Señor?

EL ZAMBITO.- ¡Señor, un bestia, un infame que estaba aquí hace poco, me ha ultrajado a hostias! ¡A mí, a Maque, tomándome por una cosita.!

NAE (aparte).- Ha sido Pampón. (A IORDACHE, bajito). Éntrate ahí, a la loca le ha dado un parraque (IORDACHE sale, muy rápido, por la derecha).

EL OPOSITOR (retorciéndose en la silla).- ¡Ay, ay, ay!

NAE (al OPOSITOR).- ¿Qué pasa?, ¿y usted qué quiere?

EL OPOSITOR (se levanta y le tiende bien la mejilla).- ¿Sabes sacarla?, ¡sácamela!

NAE.- Siéntese. (El OPOSITOR se sienta).

EL ZAMBITO.- Caballero, no tengo tiempo que perder: dígame cómo se llama.

NAE (mientras escoge instrumental).- ¡No lo sé, caballero!, ¡¿de qué voy a saber yo los nombres de todos los clientes?! (Ahora al OPOSITOR). ¿Hasta el fondo? (el otro dice que sí con la cabeza). Desátese. (El OPOSITOR se estremece; NAE le agarra con fuerza y le deshace el vendaje).

PAMPÓN (apareciendo por el fondo).- ¡Hombre, Cosita, otra vez tú! (el ZAMBITO se echa para atrás).

NAE (con un ojo en lo que sucede entre PAMPÓN y el ZAMBITO, y el otro en el OPOSITOR, al que intenta meter la mano en la garganta, mientras le retiene con fuerza y este se revuelve sin dejarse hacer).- ¡Solo vértela!, ¡no te la saco!

EL ZAMBITO (dando un paso hacia PAMPÓN y tomando fuerzas para meterle miedo).- Caballero, ¿usted me conoce a mí?

PAMPÓN.- ¡Cómo no, Cosita! (Se acerca con contención al ZAMBITO, dispuesto a cogerle).

EL ZAMBITO (escapando, y zafándose por detrás del mobiliario).- ¡Ay, ayuda!, ¡policía, guardias! (PAMPÓN le persigue implacable; el ZAMBITO quiere salir hacia la derecha por detrás del biombo y se topa de frente con IORDACHE, que entra y le esquiva con un respingo).

NAE (que después de lidiar con el OPOSITOR ha conseguido meterle la mano en la boca).- ¡Estate quieto!

EL OPOSITOR.- ¡¡Ay, ay, ay!!

IORDACHE (que sale de detrás del biombo; bajito, a NAE).- Se ha puesto hecha un pandemonio., ya iba a cortarse el cuello con la navaja.

EL ZAMBITO.- ¡¡Está loco!!, ¡ayuda!, ¡¡policía, guardias!! (sale rápido por el foro).

PAMPÓN.- ¡¡¡Espera, Cosita!!! (sale furioso tras él).

NAE (tirando con fuerza).- ¡No te muevas! (Después de dar el tirón sale rápido por la derecha, seguido de IORDACHE).

EL OPOSITOR (quejándose con la mano en la mejilla).- ¡¡Ay, ay, ay!! ¡¡Me ha sacado otra.!! ¡¡Una muela inmaculada.!! ¡¡Señor!!

TELÓN

ACTO SEGUNDO

Una sala de un restaurante, en un baile de máscaras del extrarradio. Al fondo hay dos puertas: la de la derecha da a la sala de baile y la de la izquierda a un corredor que queda al lado. En segundo plano hay otras dos puertas: una que da a un aseo, a la izquierda, y otra que da a la sala principal del comedor, a la derecha. En el escenario hay varias mesas puestas: una en el foro, entre las dos puertas, y luego otras dos, una a la derecha y otra a la izquierda. Cuando se levanta el telón se están escuchando los últimos compases de un vals; por la puerta de la derecha puede verse la agitación del baile.

Escena 1
El OPOSITOR, de traje y con una máscara, pero sin poner; está sentado en la mesa de la izquierda, tomando un chupito de ron; después, el CAMARERO

EL OPOSITOR (golpeando en la mesa).- ¡Camarero!

EL CAMARERO (entre cajas).- ¡Voy!

EL OPOSITOR.- ¡Ya me estoy calentando! ¡O es magnetismo, o es electricidad. de la de Mateo! ¡No sé qué es lo que es, pero funciona. ya estoy empezando a calentarme! (golpea en la mesa).

EL CAMARERO (por la derecha).- ¡Ya voy, ya voy!

EL OPOSITOR.- Esto me lo ha enseñado uno de mi trabajo, del Ministerio. «¿Quieres que se te pase? Come, bebe, haz por pasártelo bien y ponte imán; pero que te magnetice bien. ¡de Jamaica!» Y le estoy dando al magneto. (golpea fuerte en la mesa), ¡uf, quema!

EL CAMARERO (entre cajas).- ¡Ya voy!

EL OPOSITOR.- ¡Pobre tito Iancu, si se entera cómo le doy al magneto. y dónde! (Saca de la pechera del traje una carta y la lee enérgico). Me he enterado de que andas de cafés y de bailes. Si vuelvo a escuchar algo así no te mando ya ni un duro y voy para allá a tirarte de las orejas. Luego te devuelvo a la tienda y te mando a ver al obispo, burro. ¡Sí, vamos: que me escribe el tito Iancu.! (Golpea fuerte en la mesa).

EL CAMARERO (entrando por la derecha).- ¡Ya voy!

EL OPOSITOR.- La cuenta y otro ron, que este es el cuarto.

EL CAMARERO.- Qué va, el quinto.

EL OPOSITOR.- Qué va, el cuarto.

EL CAMARERO.- El cuarto ya se lo ha bebido; más otro, que es el que acaba de pedir, cinco.

EL OPOSITOR.- ¡Ah!, ¿con el de ahora dices? Sí. (El CAMARERO sale por la derecha). ¡Uf, qué calor tengo!, ¡funciona lo del magnetismo, he dado con el remedio! ¿Ves lo que pasa cuando uno no sabe algo?, ¡si cualquiera podía verlo! El dolor viene de la muela, la muela viene del resfriado, el resfriado viene del frío; del calor viene que ya no haya frío, y si ya no hay más frío, quiere decir que el resfriado se va y viene el calor: ha venido el calor. ¡se pasa el dolor! (Viene el CAMARERO). Paggg example (se pone la mano en la mejilla): el magnetismo funciona, quema. ¡Fuego.! ¡Uf. qué calor tengo! (el CAMARERO ha puesto el ron en la mesa). ¡Un ron, y qué se debe!

EL CAMARERO.- Cinco de ron: uno con cincuenta.

EL OPOSITOR (tomándose el ron de un trago).- Seis.

EL CAMARERO.- No, cinco.

EL OPOSITOR.- Qué va: con este que me he bebido, cinco, y uno que me vas a traer ahora, seis (paga). Funciona bien el magnetismo. ¡y esta noche me voy de roneo.! ¡Sí, de roneo!, ¡con todas voy a estar de roneo! (Camina, como murmurando, hacia un espejo que está a la izquierda, para ponerse bien la ropa). ¡Bien caliente.!

Escena 2
El OPOSITOR y DIDINA; después, el CAMARERO

DIDINA (que entra por la izquierda del foro, se acerca a la mesa de la derecha y se sienta. Lleva un traje de polonesa: bata de alamares, chal de lana, pantalones con botas y polainas y, puesto, un sombrero polonés con un gran pompón. Golpea en la mesa).- ¡Chico! (se quita la máscara y se limpia con un pañuelo).

EL CAMARERO (entrando con el ron).- ¡Voy!

EL OPOSITOR (girándose y poniéndose la máscara).- ¡Una máscara!, ¡voy a roneármela! (El CAMARERO, después de dejar el ron en la mesa, a la izquierda, pasa a la derecha, acercándose a DIDINA).

DIDINA.- Una cerveza.

EL CAMARERO.- ¡Voy!

DIDINA (que se ha fijado en el OPOSITOR; se vuelve, como dando la espalda, para que no le vea la cara. El OPOSITOR bebe, resopla de calor sin cesar y mira, a veces a otra parte y a veces a DIDINA).- Todavía no ha venido Nae (saca una carta y la lee). Mi muy amado ángel: ¡Ha ocurrido algo de auténtico vodevil con lo nuestro, entre cierta individua, tu respectivo y Pampón! Tenemos que vernos esta tarde para que te cuente lo feo empieza a pintar todo este rollo nuestro, que te juro que ya se está poniendo como en las obras de teatro. Por eso, no vayas a faltar al baile esta tarde, según hemos hablado: manda a Pampón a jugar al manotazo y ven sin falta. El que te adora hasta la muerte: Nae. Casi las doce y no viene. (El CAMARERO trae la cerveza, la pone en la mesa de DIDINA y sale).

EL OPOSITOR.- ¡Uf.! (A DIDINA). Bonsoir, mascarita. (Aparte). ¡Me la voy a ronear! (Alto). ¿Cómo te va?

DIDINA (que nada más hablar con el OPOSITOR se pone la máscara). Bien, gracias; aquí, bebiendo una cerveza. ¿Y usted qué tal?

EL OPOSITOR.- Bien también, gracias, le estoy dando al magneto de Jamaica.

DIDINA.- Me parece muy bien.

EL OPOSITOR.- ¡No menos que a mí, palabra! (Aparte, con regocijo). ¡Qué cabrón, cómo sé ronearla!

DIDINA (golpea la mesa y se levanta).- Voy a buscarle al baile.

EL OPOSITOR (apurando el vaso de un trago).- ¿Qué, te vas ya, masqui?

DIDINA.- Sí, masqui, me voy. (Al CAMARERO, que entra por la derecha, y al cual le arroja el dinero en la mesa). Cóbrate una cerveza.

EL OPOSITOR (al CAMARERO).- A mí un Jamaica. (A DIDINA). ¿No te quedas un poquito? A tomarnos un trago magnético y luego nos echamos algo.

DIDINA.- No, gracias.

EL OPOSITOR.- Te echo. un manotazo ciego (se ríe).

DIDINA (aparte).- ¿Manotazo ciego? ¿Va a ser que me ha reconocido? (Hace ademán de irse)15.

EL OPOSITOR.- Con dos copitas. y besitos mazo (se ríe)16. ¡Roneo de miedo! (la sigue hasta la puerta).

DIDINA (aparte).- ¿Mazu?, ¡me ha reconocido! (Sale por la derecha del foro, y al salir se le cae al suelo el pompón del tocado. El CAMARERO trae otro ron, lo pone en la mesa, a la izquierda, y empieza a esperar).

EL OPOSITOR (volviendo de la puerta, y acercándose).- ¡Me la he roneado de miedo! (Prueba el ron y lo paga). ¡Las tengo loquitas! (Se toma el chupito y lo paga) ¡Y tengo un calor, tengo un calor.!, ¡tengo un fuego, del calor que tengo.! (Al volverse repara en el pompón del suelo). ¡Anda!, ¡al polaco se le ha caído la historia esta del gorro! (Coge el pompón y se lo pone en el pecho). ¡Ja, ahora verás cómo me la roneo! (apura el vaso de un trago y sale detrás de DIDINA). ¡Ahora verás cómo voy a roneármela! (desde el baile se oye una polca).

Escena 3
El ZAMBITO solo, en traje de máscara, desde el comedor; después, el CAMARERO

EL ZAMBITO (acercándose, mientras se quita la máscara).- Se llama Iancu Pampón, y además le dicen el Manotazo con Cinco Sotas17. Ha sido oficial de guardia nocturna en Ploiesti, y ahora se las da de jugador de cartas. No es casado, y corteja a una tal Didina Mazu, que ha sido modista. He ido buscándole hasta su casa; de la casa al café, del café otra vez a la casa y de la casa aquí, ¡tiene que estar aquí! Con Mita me inventé que me iba a Ploiesti y me he venido -me he puesto disfraz para que no me reconozca nadie y que no se entere Mita, como ella es celosa. (Golpea en la mesa, y entra el CAMARERO). He dicho una cerveza.

EL CAMARERO.- ¡Voy!

EL ZAMBITO.- Esto no puede quedar así: yo, cuando alguien me da una torta. ¡es que muerdo! Con los dientes lo cojo. ¡y no le suelto ni muerto, hasta que me diga por qué, por qué me ha dado, que me entere yo también!, ¡¡por qué!!, ¡¡tiene que decírmelo el desgraciado, pero que ya!! (El ZAMBITO bebe y paga la cerveza que le acaba de traer el CAMARERO, que recoge el vaso, junto al de ron que quedó en la izquierda de la mesa, y sale). Si viene descubierto, me voy derecho a él. Pero. ¿y si está enmascarado? (Se queda pensativo). ¡Ah, ya lo tengo! Me acerco, amablemente, a todos los hombres, y les digo al oído:

«Yo soy la Cosita, tito Iancu, ¿ya no me tienes ganas?; por si en el baile te entran ganas otra vez. ¿No? ¡A ver si tienes ganas. canalla!» (Se lía un cigarro y se lo prende. Entra DIDINA, seguida por el OPOSITOR). ¡Alguien! (se pone la máscara).

Escena 4
El ZAMBITO, DIDINA y el OPOSITOR

DIDINA (entrando).- Este idiota es de piñón fijo, no puedo librarme de él, me conoce.

EL OPOSITOR (persiguiéndola con pasos de polca, un poco susurrado).- ¡Masqui, no te dejo, tenemos que echar un baile!

DIDINA (harta).- Gracias, Masqui, pero no bailo; sé un buen chico y deja de seguirme ya.

EL OPOSITOR (aparte).- ¡La tengo en el bote fijo!

DIDINA.- ¿No te he dicho ya que estoy esperando a alguien?

EL OPOSITOR.- ¿Qué quieres decir, que no soy alguien yo?

DIDINA (muy harta).- ¡Que sí!, pero yo estoy esperando a uno para llevarme a casa.

EL OPOSITOR.- ¿Qué pasa, que no puedo yo llevarte a casa?

EL ZAMBITO (aparte).- ¿Será este?, porque es bastante canalla (observa la escena).

DIDINA (apartando al OPOSITOR, que insiste en bailar con ella).- ¡Ay, pero qué he hecho yo para merecer esto, me estás quitando la vida! (Aparte). ¿Qué hago, cómo me libro de él? ¡Ah! (En voz alta). Masqui, te quiero pedir algo: espérame un minuto aquí, vuelvo enseguida.

EL OPOSITOR.- ¿Y vuelves?

DIDINA.- Ni que decir tiene.

EL OPOSITOR.- ¡Pero vuelve, y no te vayas hasta que hablemos! Porque has perdido algo.

DIDINA (cuando ya se va).- ¿Yo?

EL OPOSITOR.- Sí. (Aparte). ¡Ahora me voy a divertir!

DIDINA.- ¡Bah, tonterías!

EL OPOSITOR.- Ya... ¿Y cómo has venido, eh? ¿No has venido con pompón? ¿Quieres marcharte sin pompón?

EL ZAMBITO (saltando).- ¡¿Pampón?!

DIDINA.- ¡Pampón!, ¡me conoce fijo! ¡Tengo que cambiarme el traje y despistarlo! (Sale rápido. El OPOSITOR se lanza a correr tras ella, pero el ZAMBITO le sigue, le agarra en la puerta y le echa para atrás con fuerza).

EL ZAMBITO (tono desafiante, melodramático).- ¡Soy yo: la-Co-si-ta, ti-to Ian-cu!

EL OPOSITOR.- ¿Yo el tito Iancu? ¡Venga ya!

EL ZAMBITO (subiendo la voz).- ¡Soy yo, la Cosita, tito Iancu!, ¿ya no me tienes ganas?, ¡todo tuyo, dame! ¿Qué?, ¿que no?, ¡venga, todo tuyo!

EL OPOSITOR.- ¿Qué si no tengo ganas, caballero? Es usted muy raro, ¿sabe?

EL ZAMBITO (subiendo la voz).- ¡Soy yo, la Cosita, tito Iancu!

EL OPOSITOR.- Vale, usted puede ser la Cosita; pero, fíjate tú lo que son las cosas, que yo no soy el tito Iancu; el tito Iancu es mi hermano.

EL ZAMBITO.- Pues ese tito Iancu tuyo es un canalla.

EL OPOSITOR.- ¿Sí? ¿Y eso por qué, señor?

EL ZAMBITO.- Eso es asunto mío.

EL OPOSITOR.- Perdona, pero es asunto de familia.

EL ZAMBITO.- ¡Le espero aquí igual: que le agarre yo del pecho, que tengo que aclarar algo con él! ¡A ver: ¿por qué?!, ¡sí!, ¡¿por qué?!

EL OPOSITOR.- Mmmm. le esperas para nada: el tito Iancu está en Ploiesti.

EL ZAMBITO.- Tonterías, está en Bucarest.

EL OPOSITOR (dando un respingo).- ¿El tito Iancu en Bucarest?

EL ZAMBITO.- ¡Sí!, ¡y tiene que venir aquí!, ¡le espero!

EL OPOSITOR.- ¡El tito Iancu. que viene para acá! ¡La he pringado, qué mala suerte!

EL ZAMBITO.- ¡Sí!, ¡y tú vas a estar delante cuando lo arreglemos!, ¡te lo voy a poner delante, para que también tú veas por qué ese tito Iancu tuyo es un canalla!

EL OPOSITOR (aparte).- ¡El tito Iancu!, ¡viene el tito Iancu! Y este, como me conoce, le va a hablar de mí, ¡me va a hacer dar la cara! ¡Tengo que despistarle, tengo que cambiarme de traje! (sale corriendo por la izquierda del foro).

EL ZAMBITO.- ¡Huye para avisar a su tito Iancu, tengo que atarle corto! (sale corriendo tras el OPOSITOR. Del baile se escucha el aviso para una contradanza18).

Escena 5
MITA, sola, con traje de domino italiano, azul y con flores; después, el CAMARERO19

MITA (entrando; se quita la máscara).- No está. ¿Es que no ha venido aún? Le conozco, solo tiene dos trajes: uno de ruso y uno de turco. No ha venido; habrá ido por la individua esa, tienen que venir juntos. ¡Dios, que venga! ¡Juro, por todo lo más sagrado. -juro, por la Estatua de la Libertad de Ploiesti, que va a haber jaleo! (golpea en la mesa). ¡Ayyy.! ¡Los celos!, ¡voy a matarlos!

EL CAMARERO (entra por la derecha).- ¡Ya voy!

MITA.- Un vermú.

EL CAMARERO.- Voy (sale).

MITA.- ¡Quiero beber, quiero beber! (entrecortándose), ¡que no hay más dolor en el mundo que el que siento yo ahora! (El CAMARERO trae el vaso, se escucha la contradanza. MITA se bebe el vaso de un trago y paga; el CAMARERO recoge el vaso y se va). ¡Hala, que vengan ahora! (se pone la máscara).

Escena 6
MITA y IORDACHE, este en traje de turco; después el ZAMBITO

IORDACHE (que viene resoplando a la mesa de la izquierda).- ¡Uf, estoy empapado!, tengo que refrescarme el gaznate (golpea en la mesa).

MITA (que se vuelve, le ve y da un grito).- ¡El turco. Nae! (se lanza hacia él). ¡Nae, soy yo, Mita! (se quita la máscara).

IORDACHE.- ¡Mita, señora Mita!, ¡soy yo, Iordache! (se quita la máscara).

MITA.- ¿Ha venido Nae?

IORDACHE.- No., no ha venido.

MITA.- ¡Mientes, sí que ha venido! ¡Ahhh. os he pillado! ¡Le he buscado en su casa y no le he encontrado, el guardia me ha dicho que se ha ido disfrazado en un coche!, ¡sí que ha venido, está aquí, está con ella!, ¡dímelo, no me mientas!

IORDACHE.- ¡Vale, sí, sí!, ha venido. Pero ha venido también el Zambito (se pone la máscara).

MITA.- ¡¿El Zambito?! ¡El Zambito aquí! (Se pone la máscara). ¡No puede ser, el tontolava está en Ploiesti!

IORDACHE.- ¡Que sí, de verdad de la buena! (entra el ZAMBITO).

EL ZAMBITO (que entra por el foro y se va derecho para IORDACHE).- ¡Soy yo, la Cosita, tito Iancu, la Cosita!, ¿no me conoces? ¡Venga dame!, ¡vamos, dame otra vez!

MITA (aparte).- ¡Es el Zambito!, ¡conoce mi traje de dómino, tengo que cambiármelo enseguida! (sale corriendo por la izquierda del foro).

EL ZAMBITO.- ¿No contestas?, ¿no quieres más, tito Iancu?

IORDACHE.- Yo no soy el tito Iancu, soy el tito Iordache. A tu tito Iancu búscalo en el baile.

EL ZAMBITO.- ¡¿En el baile?! (sale corriendo por la derecha del foro).

IORDACHE.- Algún tito Iancu tienes que encontrarte en todo este carnaval. (Se quita la máscara).

Escena 7
IORDACHE y NAE, este en traje de cosaco; después el OPOSITOR

NAE (por la derecha del foro).- ¡Iordache! (se quita la máscara).

IORDACHE.- ¡Ah, qué bien que has venido! ¿sabes quién está en el carnaval?, adivínalo.

NAE.- ¿Quién?

IORDACHE.- Mita.

NAE.- ¡¿Mita?!

IORDACHE.- Y el Zambito. Ten cuidado, Mita te está buscando.

NAE.- ¡¿Cómo escapar de la republicana esta?!, ¡no encuentro a Didina e irnos ya.!

EL OPOSITOR (desde el fondo).- No hay manera de encontrar otro traje, ¡la Cosita esa me va a poner delante del tito Iancu! (se quita la máscara).

NAE (que se pone rápidamente la máscara; a IORDACHE).- Ponte la máscara (el otro se pone la máscara).

EL OPOSITOR.- ¡Uf, cómo me he puesto de imán!, ¡funciona lo del magnetismo! Solo que da un poco de calor.

NAE (bajito, a IORDACHE).- ¿Le conoces?

IORDACHE (como el otro).- El chico de la muela.

EL OPOSITOR (viéndolos).- ¡Ah, qué buena idea! (Se les acerca contento). ¡Eh, masquis!, ¿me conocéis?

NAE.- No.

EL OPOSITOR.- ¡Qué lástima!, os iba a pedir algo.

NAE.- ¿Qué?

IORDACHE (bajito, a NAE).- Que le saques otra vez la muela.

NAE (al OPOSITOR, alto).- Con mucho gusto, muchacho, pero no tengo el instrumento.

EL OPOSITOR.- ¿Qué instrumento?

IORDACHE.- Para la muela.

EL OPOSITOR (aparte).- Y estos son barberos. (alto) ¡Qué va, la muela ya no me la saco, he dado con el remedio! Calor. ¡y magneto de Jamaica!

NAE.- Eso está bien.

EL OPOSITOR.- Mirad lo que os quería pedir: tengo un hermano mayor que está en el baile y me conoce, y no quiero que me conozca, ¿qué puedo hacer?

NAE.- ¡Y yo qué sé!, ¡yo también quiero que alguien no me conozca en el baile! Y claro, una vez que te conoce.

IORDACHE.- No hay nada que hacer, más que irse del baile.

EL OPOSITOR.- ¡No!, ¡yo no quiero irme!, ¡quiero ronear más, y quiero darle bien al magneto! ¡Tengo una idea!

NAE.- ¿Qué idea?

EL OPOSITOR.- ¿Los trajes que llevan ustedes son del guarrarropa o sushos?

IORDACHE.- Son nueshtros20.

EL OPOSITOR.- El mío también. Nos los vamos a cambiar, ¡y después que vuelva la Cosita a intentar encararme con el tito Iancu!

NAE.- ¡Genial!, ¡bravo!, ¡vamos!

IORDACHE.- ¡Vamos!

EL OPOSITOR.- ¡Vamos al guarrarropa! (salen los tres juntos por la izquierda del foro), ¡al cuarto de baño! (Desde el baile se oye una mazurca, y el OPOSITOR sale de escena bailándola).

Escena 8
PAMPÓN, entrando del baile disfrazado

PAMPÓN.- Es verdad que me están engañando: Didina me traiciona con la Cosita, al que quiere la mujer esa. Esta tarde en el café esa mujer me ha dejado una nota, he reconocido la letra: es la letra de la nota para la Cosita. Me escribe que venga aquí, donde su amor se ha citado con Didina. ¡y yo digo que no puede ser!, Didina ha ido a donde su tita. Me voy rápido a casa: Didina no está; a donde su tía: Didina no está. Vuelvo a casa, llamo a la criada, le meto dos leches como de comisaría, y después le hago el interrogatorio: me dice que Didina se ha marchado vestida de polonés, ¡para venir aquí, al baile este!, ¡con él, con la Cosita! ¡Ay, Cosita, has sacado a una mujer de sus cabales -mujer. ¡ojos esquivos, corazón saltarín! Esta vez no te escapas, ¡te voy a romper las costillas! (golpea en la mesa). ¡Una goma! -de mascar (se enmascara).

EL CAMARERO (desde dentro).- ¡Voy!

Escena 9
PAMPÓN y el ZAMBITO

EL ZAMBITO (desde la derecha del foro).- No consigo encontrar al tito Iancu, y encima a su hermano le he perdido de vista también. (Ve a PAMPÓN). A este no le he examinado, es la primera vez que le veo. (PAMPÓN golpea en la mesa otra vez. El ZAMBITO da dos pasos hacia él; habla alto, con tono de afrenta melodramática). ¡Soy la Cosita!

PAMPÓN (saltando).- ¡¡La Cosita!!

EL ZAMBITO.- ¡Sí, la Cosita, tito Iancu! (se quita la máscara). ¿No quieres más?

PAMPÓN (que se quita la máscara, enfadado, a punto de abalanzarse).- ¡¡Ah, me vas a decir que me estabas buscando!!21

EL ZAMBITO (preparándose para salir por patas).- ¡Sí, tito Iancu!

PAMPÓN (manteniendo su actitud, en crescendo).- ¡¡Yo también te buscaba, Cosita!! (salta sobre él).

EL ZAMBITO (que se esconde detrás de una mesa).- ¡¡Que no me des, que no me des que monto un escándalo!!, ¡¡espera a que lo aclaremos!!

PAMPÓN.- ¡¡Desgraciado!!, ¡¿a que lo aclaremos, eh?! ¡Después de atacar a mi amor sagrado, de engañar a un ser inocente, a una mujer -¡mujer. ojos esquivos, corazón saltarín!-.

EL ZAMBITO (insistiendo en su actitud).- ¡¿Yo engañando a una mujer?!, ¡yo nunca he engañado a una mujer!, ¡ellas me han engañado a mí, y muchas!, ¡por mi alma que no sé nada!

PAMPÓN.- ¡¡Mientes!!

EL ZAMBITO.- ¡¡No miento -¡¡que no me des, que no me des que monto un escándalo!!, ¡vamos a aclararlo, en todo esto hay un error! ¡Dime qué mujer.

PAMPÓN.- ¡La conoces muy bien: Didina!

EL ZAMBITO.- ¡No conozco a ninguna Didina, la que yo quiero se llama Mita!

PAMPÓN.- ¡Sí, la que quieres tú se llama Mita!, ?pero con lo canalla que eres no te has contentado con una amante, te has lazando también a por mi amante, a por Didina.!, ¡la has desgraciado!

EL ZAMBITO.- ¡¡No es verdad!!

PAMPÓN.- ¡Tengo pruebas!, ¡te dejaste un bono de la barbería en casa de Didina!

EL ZAMBITO.- ¡No es verdad!, ¡yo no me corto con bonos, yo me corto en efectivo!

PAMPÓN.- ¡Y una nota de esa amante tuya.!

EL ZAMBITO.- ¿De esa amante mía? ¡Que te digo yo que hay un error!

PAMPÓN.- ¡No hay ningún error, miserable!, ¡tu amante, Mita, te escribió el miércoles que te esperaba, que el tontolava se iba a Ploiesti.!

EL ZAMBITO.- ¿El miércoles? ¿Ploiesti? ¿Tontolava?

PAMPÓN.- ¡Sí! ¡Y tú, Cosita, en lugar de ir a verla, la dejas plantada y te vienes a escondidas a casa de mi amante!, ¡de Didina! (se le echa encima). ¡¡Te voy a partir los huesos, los huesos te voy a partir!!

EL ZAMBITO (cubriéndose).- ¡¡Para, que no me des que monto un escándalo!!, ¡¡a mí me va a dar algo!! (se pone la mano en el corazón, como intentando calmarse).

PAMPÓN.- ¡Sí, sí que te va a dar algo!, ¡porque lo mismo que a ti no te ha costado desgraciar a Didina -¡una mujer. ojos esquivos, corazón saltarín!-, ahora, que sepas que soy yo quien voy a desgraciarte a ti! (salta sobre él).

EL ZAMBITO (manteniendo su actitud).- ¡¡Espera, espera hombre!!, ¡¡por Dios!! . ¿Mita.? ¿El miércoles.? ¿Ploiesti.? ¿Tontolava.? ¡¡Dios!!, ¡tengo una corazonada! ¡Enséñame la nota!, ¡yo he estado el miércoles en Ploiesti!

PAMPÓN.- ¿En Ploiesti?

EL ZAMBITO.- ¡Sí, en Ploiesti! . ¿Será posible.? ¿Mita. ¡la octava!?, ¡¡enséñame la nota!!

PAMPÓN.- ¡Aquí tienes la nota! (cuando el ZAMBITO se acerca a mirar la nota PAMPÓN le agarra con la izquierda mientras le enseña el papel con la derecha). ¡Ahhh., que quieres engañarme! (le zarandea).

EL ZAMBITO (con el corazón desgarrado y perdiendo el suelo; cae en una silla).- ¡¡¡Mita. me ha traicionado!!! ¡¡Agua, agua!! ¡¡Tontolava!! ¡¡Soy yo, yo!!

PAMPÓN.- ¿Tontolava?

EL ZAMBITO.- ¡Sí, tontolava! ¡Yo, por octava vez traicionado! (las manos al cielo). ¡¿Será posible, hombre?!

PAMPÓN.- ¿La octava vez? (se sienta a su lado).

EL ZAMBITO.- ¡No te cuento las otras veces, que son un pifostio, hombre!; solo una te voy a contar, el séptimo caso de traición, durante la guerra.

PAMPÓN.- ¿Con un moscovita?

EL ZAMBITO (lleno de aflicción).- No me habría dolido tanto si hubiese sido con un moscovita, porque desde el principio yo estaba a favor de la alianza -tú sabes que los moscovitas luchaban por la causa de la liberación popular del cristiano subyugado por la medialuna bárbara-. Pero. ¡con un alemán, hombre!

PAMPÓN.- ¿Con un alemán?

EL ZAMBITO.- ¡Imagínate, hombre!, ¡qué traición!23

PAMPÓN.- ¿Y luego?

EL ZAMBITO (llorando).- He llorado mucho. Como lloro ahora, porque pongo mucho en el amor. He llorado. Y la he perdonado. Luego les volví a pillar. Y otra vez la perdoné -no muchas veces, pero como que a menudo, así como una cinco o seis veces-. ¿No me lo decía yo?, ¡justo eso!: mujeres; ojos esquivos.

PAMPÓN.- .corazón saltarín!

EL ZAMBITO.- Hasta que una noche, caballero, me voy a casa como de costumbre. Entro al salón, abro la puerta del dormitorio: oscuro. «¿Estás dormida?» Nadie contesta. El corazón empieza a palpitarme cosa mala, prendo una vela y. ¿qué me encuentro sobre la mesa, caballero?

PAMPÓN.- ¿El qué?

EL ZAMBITO.- Un papelito. «Maque, me he cansado de vivir con un rublo meado como tú. No me busques, me he pasado con mi alemán a los búlgaros».

PAMPÓN.- ¡¿En Bulgaria?!, ¿qué busca un alemán en Bulgaria?

EL ZAMBITO (desolado).- ¡Yo qué sé.! ¿Y qué va a hacer Maque?, ¿qué es lo que dije a hacer, de la desesperación? «Si no he tenido suerte con lo que más he querido en el mundo, entonces me voy a hacer mártir de la independencia». Y me alisté, con ganas.

PAMPÓN.- ¿Voluntario?

EL ZAMBITO.- ¡Sí!, ¡en la Guardia Nacional!, para que se me olvidase algo el fuego (llora). ¡Imagínate tú, ahora también Mita! (llora). ¡Y la Guardia Nacional la han disuelto!

PAMPÓN.- O sea, que esto quiere decir que la Cosita existe.

EL ZAMBITO.- Se ve que sí, ¿no has visto la nota?

PAMPÓN.- .¡O sea, que esto quiere decir que la Cosita existe! ¡Y esto pasa a ser una cuestión de traición lo mismo contra mí que contra ti!

EL ZAMBITO.- Justo.

PAMPÓN (con brío).- ¡No llores más!, ¡no queda bien en un voluntario como tú!

EL ZAMBITO.- ¡Es que no puedo controlarme!, ¡soy de natural muy sentido!

PAMPÓN.- ¡Tenemos que encontrarlo! -¡no llores que no está bien!, ¡un voluntario.!- ¡Tenemos que meter a la Cosita en vereda!, ¡¿me oyes?! ¡Con dos.!

EL ZAMBITO.- ¿Cómo lo encontramos?

PAMPÓN.- Yo le encuentro, no te preocupes, conozco el procedimiento de la Policía -¡no llores, eres voluntario!-. Nuestra cosita está aquí, en el baile; mi Didina está aquí, en el baile.

EL ZAMBITO.- Puede que mi Mita también.

PAMPÓN.- Sí.

EL ZAMBITO.- ¿Sí?

PAMPÓN.- O sea, no -¡¿y al final qué más te da?!-. Ven conmigo, vamos. Ni una palabra a nadie: déjame a mí, y ya verás cómo le engancho. ¡Venga, no llores, eres voluntario!, ponte la máscara y vamos (PAMPÓN se pone la máscara).

EL ZAMBITO.-¿Mita.?, ¿Mita.? (Decidido). ¡¡No!! Por esta vez la perdono. ¡Pero si vuelve a pasar una vez más, decididamente me caso! (se pone la máscara).

PAMPÓN.- Vamos -¡que no, que no llores!, ¡eres voluntario!-. ¡Y ni una palabra! ¡Ay, Cosita.! (salen los dos hacia el baile)

Escena 10
MITA, con el traje de polonesa de DIDINA;
después IORDACHE, con el traje de cosaco de NAE

MITA (que viene desde el comedor quitándose la máscara).- ¡Qué puñetas busca el Zambito aquí? Me miente con que se va a Ploiesti y viene al baile. ¿No será que el Tontolava anda regando otros jardines? ¿O se ha dado cuenta de algo? . Me he cambiado el traje en el guardarropa, ni él ni Iordache pueden ya reconocerme. Pero ¿y Nae?, ¿Naete dónde está?, ¿dónde está el escocido de Pampón? (IORDACHE entra). ¡Nae! ¡Vamos a ver! (se pone la máscara y sube a la izquierda del foro).

IORDACHE (que entra por la derecha del foro y mirando hacia la zona del baile). ¡Hostias, qué mal va a acabar esta historia!: el Zambito aquí, Pampón aquí, Mita aquí. ¡Como no se hayan ido Nae y Didina.!

MITA (se acerca).- ¡¡¡Nae!!! (se quita la máscara).

IORDACHE.- ¡Ay! (se vuelve), ¡no tengo alcázar pa correr!, ¡Mita! (se quiere ir).

MITA (cortándole el paso).- ¡¡A dónde vas, miserable!! (IORDACHE le hace señas de que se va a bailar). ¡No quieres reconocerme, ¿eh, Naete?!, ¡no quieres hablarme, huyes de mí, ¿eh?! (agarra a IORDACHE y, aunque él se escabulle, cuando está a punto de irse, ella le salta delante). ¡¡Cobarde!!, ¡como des un paso más., como no hables. te mato! ¡Ay, miserable!, ¡te has creído que por haberme cogido el frasco de vitriolo no iba a encontrar otro!, ¡te he prometido que me iba a vengar y.!

IORDACHE.- ¡Vale, a ver!, ¡si empiezas con vitriolos, esto no me gusta nada! (MITA da un paso atrás y él se quita la máscara). ¡No soy Nae!, ¡qué es lo que quieres, que soy Iordache!, ¡toma del frasco!

MITA.- ¡Ah! ¡O sea, que me estás diciendo que os habéis cambiado los trajes para jugar conmigo.!, ¡manipuladores! ¿Y el señor Nae se ha creído que con esto va a escapar de mí?, ¡¿dónde está Nae?!

IORDACHE.- ¡Tiene que haberse ido hace ya un rato del baile, no le he visto más! Además se ha ido con la llave, y a mí me ha dejado en la calle (en el fondo del escenario aparecen PAMPÓN y el ZAMBITO, que contemplan la escena).

MITA.- ¡Ah, miserable! (se pasea nerviosa), ¡miserable! (Ve a los del fondo y se pone rápido la máscara; IORDACHE igual).

Escena 11
Los mismos. PAMPÓN y el ZAMBITO se quitan las máscaras

PAMPÓN (al ZAMBITO).- ¡El traje de polonesa!, ¡es Didina con la Cosita!

EL ZAMBITO.- ¡Con la Cosita!

PAMPÓN.- ¡A por él! (IORDACHE quiere irse, pero le cogen, PAMPÓN por un lado y por el otro el ZAMBITO, y le traen a rastras de vuelta al escenario).

EL ZAMBITO.- ¡¿A dónde vas, Cosita?!

PAMPÓN.- ¡Espera que te eche yo el juicio, Cosita.!

IORDACHE (agitándose entre ambos).- ¡No me llamo Cosita, me llamo Iordache!

MITA (aparte).- ¡Pampón! (rápidamente se pone junto a PAMPÓN y le echa a un lado con fuerza; le habla bajo). ¡Estás aquí! (le muestra su rostro al sesgo y luego vuelve a ponerse la máscara).

PAMPÓN.-¡El rey de Roma!, ¡Mita!

IORDACHE (que luchando por huir del ZAMBITO se quita la máscara).- ¡Déjeme, señor!

EL ZAMBITO (sujetándole con todas sus fuerzas).- ¡Quieto ahí! (luchan los dos).

MITA (a PAMPÓN, rápido y susurrado).- ¡No es la Cosita, es Iordache!, ¡la Cosita -el muy traidor- está vestido de turco!

PAMPÓN (saltando).- ¡¿Turco?!, ¿el turco que se nos ha estado cachondeando antes?

IORDACHE.- ¡Entérese de una vez, señor: que no soy la Cosita!, ¡¿qué pasa, que está usted loco?!, ¡¿quiere un escándalo?!

EL ZAMBITO.- ¡¡Sí, quiero un escándalo!!

PAMPÓN (que, después de hablar bajo con MITA, se pone junto al ZAMBITO, lo agarra y se le encara mientras tira de su mano. Con el tirón, IORDACHE escapa y sale del baile corriendo, brindándoles un palmo de narices). ¡Déjale, no es este, me he equivocado!, ¡la Cosita es el turco, el turco que se nos ha cachondeado antes.!

EL ZAMBITO.- ¿El turco?, ¡vamos tras él! .Pero esta señora ¿quién es?

PAMPÓN.- Una señora.

EL ZAMBITO.- ¿Una señora? Vale, ¡a por el turco! (sale en primer lugar, poniéndose la máscara).

MITA (a PAMPÓN, bajito).- ¡Ni se te ocurra decirle nada al Zambito!

PAMPÓN (igual).- No te preocupes, ¡a por el turco! (se pone la máscara).

EL ZAMBITO.- ¡A por el turco! (salen los tres del baile).

Escena 12
DIDINA, con traje de dómino rojo, y NAE,
con el primer traje del
OPOSITOR, que vienen de comedor; después IORDACHE y después el OPOSITOR
y UNA MÁSCARA, también desde el comedor

DIDINA.- Sí (se quita la máscara, y NAE también). Cuando he venido antes al baile me ha reconocido uno, tiene que haber sido él, ese Zambito tuyo. Sabe que me llamo Didina Mazu, sabe lo de Pampón, sabe que a Pampón le dicen tito Iancu, el Manotazo con Cinco Sotas.22. Vaya, que me ha reconocido, y por eso me he cambiado el traje. Vamos, vámonos, Nae, hay que irse, tengo miedo (se escucha la contradanza).

NAE.- Sí, venga, vámonos ya, que es tarde.

IORDACHE (entrando raudo del baile).- ¿Todavía estáis aquí? ¡Marchaos, marchaos rápido! ¡El Zambito, Pampón y Mita vienen los tres buscando un escándalo!, ¡corred!

DIDINA.- ¡Venga! (se pone la máscara).

NAE.- Si pudiésemos salir sin pasar ya por el baile. (se pone la máscara).

IORDACHE.- No es posible, no hay otra salida, ¡vamos! (se pone también la máscara).

EL OPOSITOR (con ganas de fiesta, y acompañado de una MÁSCARA, a la que trae del brazo como por la fuerza; él se quita la suya y habla a voz en grito).- ¡Así soy yo! Y mira: ¡mis amigos!

NAE (en voz baja).- Vete al cuerno.

LA MÁSCARA (queriendo soltarse de su brazo).- ¡Déjame!

DIDINA.- ¿Este quién es? (NAE, IORDACHE y DIDINA, a un lado, hablan bajo).

EL OPOSITOR.- ¡Así soy yo, cuando le doy al magneto tengo calor! ¡Uf., y cuando tengo calor., uf., ¡roneo! ¡Tengo que hacerte un cruzado! ¡Anda!, ¡y además hemos encontrado pareja!

DIDINA.- ¡Vámonos! (se disponen a irse).

EL OPOSITOR.- ¿Qué, que os vais?, ¡no puede ser que os vayáis! (le corta el camino), ¡tenemos que hacernos un cruzado!

NAE.- Gracias, querido, pero nos vamos a casa.

EL OPOSITOR.- ¡¿A casa?!, ¡¿con mi traje?!, ¡no puede ser! (grita fuerte), ¡si os vais dadme el traje de nuevo!, ¡tienes que darme el traje, no te dejo irte con el traje.!

NAE (en voz baja).- Y encima el idiota nos entretiene.

DIDINA (en voz baja).- ¡Cámbiate el traje y tirando!

IORDACHE (en voz baja).- ¡No se puede, tenemos que salir cruzando el baile, Mita conoce el traje!

NAE (en voz baja).- ¿Y qué hacemos?

IORDACHE (en voz baja).- Dile que nos quedamos más.

DIDINA (en voz baja).- Y nos zafamos con cuidado y nos vamos.

NAE (alto).- Pues entonces ¿sabes qué?, ¡venga, nos quedamos más!

IORDACHE.- ¡Nos quedamos más!

DIDINA.- ¡Nos quedamos más!

EL OPOSITOR.- ¡Así sí! ¡Vamos a echar un cruzado!

IORDACHE.- ¿En el baile?

NAE.- Yo al baile no voy.

EL OPOSITOR.- ¡Entonces aquí!, ¡estoy con el imán, tengo ganas de un cruzado, que me espabile yo! ¿Dónde está el tito Iancu, que me vea?

IORDACHE (quedo, a NAE y DIDINA).- Hacedle una postura o dos, hasta que se olvide del traje, y después desaparecemos (hablan entre sí en voz baja).

LA MÁSCARA.- ¡Te he dicho que tengo miedo de que me vea mi marido! (lucha por zafarse).

EL OPOSITOR.- ¡Toma, como que yo no tengo miedo del tito Iancu! (la MÁSCARA se suelta y huye. El OPOSITOR la sigue con la mirada). ¡Vaya desperdicio! (Él comienza a caminar e invita a bailar a IORDACHE). ¡Venga, vamos, ¿qué vais a hacer?! (se pone la máscara para bailar).

NAE.- ¡Venga, vamos, dale! (se escucha el toque a figura de la contradanza. NAE baila con DIDINA, y el OPOSITOR con IORDACHE, de dama este. Con la segunda mudanza de la contradanza aparecen al fondo PAMPÓN, el ZAMBITO y MITA, enmascarados).

Escena 13
Todos los de la escena anterior y PAMPÓN, MITA
Y el ZAMBITO; después, gente del baile

PAMPÓN.- ¡Hombre, el turco! ¡Ahhh., por fin! (Los tres últimos se adelantan melodramáticamente hacia el OPOSITOR. La formación del baile se deshace. DIDINA, NAE y IORDACHE se echan a un lado, hacia la puerta de la izquierda del foro, y escuchan. Por otro lado, y más atrás que el ZAMBITO y PAMPÓN -que se han detenido ambos frente a un OPOSITOR petrificado-, MITA, saca el frasco del bolsillo y se queda pendiente del último).

DIDINA (quedo).- ¡Pampón!

NAE (quedo).- ¡Mita!

IORDACHE (quedo).- ¡El Zambito!

EL ZAMBITO (furioso).- ¡¡Quitaos la máscara!!

EL OPOSITOR (temblando).- ¡¿Por qué?!

EL ZAMBITO.- ¡¡Hasta aquí hemos llegado, Cosita!!

EL OPOSITOR.- ¡¡Perdóname, tito Iancu, ya no lo hago más!! (levanta la mano para quitarse la máscara).

MITA (que ha estado pendiente del momento; sin que el OPOSITOR llegue a quitarse la máscara le arroja el contenido del frasco a la cara). ¡¡Toma, miserable!! (huye por el foro).

EL OPOSITOR.- ¡¡Ay!! . ¡¡Vengan!! . ¡¡Ayuda!! (haciendo amago de huir).

PAMPÓN y el ZAMBITO le agarran y comienzan a golpearle. Desde la derecha del foro llega gente corriendo, con máscaras y sin ellas. DIDINA, NAE y IORDACHE ya han desaparecido por la derecha del foro.

TELÓN

ACTO TERCERO

El mismo decorado del primer acto. Por un momento, la escena está vacía. Desde cajas se oye el frenazo abrupto de una carroza que un momento después se marcha de nuevo, y luego el ruido de una llave girando en el cerrojo: la puerta se abre del todo. La escena está en oscuro total.

Escena 1
DIDINA, NAE y IORDACHE, con los trajes del baile y enmascarados, entran sin aliento por el foro.
Después
PAMPÓN, el ZAMBITO y el OPOSITOR, fuera

NAE.- Por fin hemos llegado, enciende una lámpara.

DIDINA.- Nos están siguiendo, tienen que estar siguiéndonos (IORDACHE, buscando a tientas unas cerillas en la mesa del fondo, tira unos frascos). ¡Ay, me has asustado! (IORDACHE enciende la lámpara y la escena se ilumina). ¡Uf! (Ella se saca la máscara; todos se la quitan y cada uno la arroja en una mesa).

NAE.- Iordache, quita la llave de la puerta y cierra rápido por dentro (IORDACHE hace lo que le pide).

DIDINA.- Estoy segura de que andan detrás de nosotros. Se va a armar un buen escándalo, estoy perdida.

NAE.- Deja que vengan, no te preocupes, de todas formas tenemos por donde salir.

DIDINA (a IORDACHE, que se le acerca).- ¿Dices que has visto cuando le ha tirado el vitriolo a los ojos?

IORDACHE.- Lo he visto fijo: de pronto ha gritado «¡Toma, miserable» y ¡zasca! (hace el gesto); y después ha salido entre la gente.

NAE (desesperado).- ¡¿Cómo, cómo me escapo de esta loca, cómo me quito de encima a la republicana esta?!, ¡quiere buscarme la ruina!

DIDINA.- Vaya escándalo, nos va a meter en pleitos: la policía, la acusación. y después a juicio; ¡nos van a sacar en la prensa, Pampón se va a enterar seguro!, ¡estoy en un apuro! ¡Te has cargado mi futuro, señor Nae!

NAE.- ¡Vamos, socia!, ¿yo me he equivocado?, ¡ahora la culpa es mía!

DIDINA.- ¡Claro que es tu culpa, si sabías la republicana loca de Ploiesti con quien te estabas viendo, no tenías que liarme a mí!

NAE.- ¡Vale, maja.!

DIDINA.- ¡No tenías que liarme a mí!

IORDACHE (que estaba en la puerta del fondo, escuchando afuera).- ¡Chis, callaos!

NAE.- ¿Qué?

DIDINA.- ¿Eh?

IORDACHE.- Viene un coche (se oye el coche).

DIDINA.- ¿No os he dicho que andaban detrás de nosotros?

IORDACHE.- ¡Callaos! (Los tres escuchan. El coche se detiene en la chácena). Se ha parado aquí.

NAE.- ¡Uyuyuyyy.!

DIDINA.- ¡Son ellos!

IORDACHE.- ¡Que os calléis!

DIDINA.- ¡Hay que apagar la luz! (camina de puntillas hasta el fondo).

NAE (a IORDACHE).- Saca la llave de la puerta (IORDACHE saca la llave; se escuchan de fuera las voces de PAMPÓN, el ZAMBITO y el OPOSITOR).

PAMPÓN (desde fuera).-¡Hay luz, están aquí!

NAE, DIDINA y IORDACHE (bajando de puntillas y con sigilo).- ¡Chis.!

EL ZAMBITO (fuera).- ¡Abrid! (golpetazos en la puerta; DIDINA apaga; oscuro).

EL OPOSITOR.- ¡Abrid! (golpes más fuertes).

NAE.- ¡Con cuidado, despacio!

TODOS LOS DE AFUERA.- ¡Abrid! (golpes fuertes).

DIDINA (cuando los tres han llegado al proscenio).- ¿Qué hacemos?

NAE.- Salir al jardín por la ventana de la trastienda -¡Chis!

PAMPÓN (fuera).- ¡O abrís o rompo la puerta!

EL ZAMBITO (fuera).- ¡Abrid!

EL OPOSITOR (fuera).- ¡O rompemos la puerta! (golpes tremendos).

DIDINA (retorciendo sus manos).- ¡Son muchos, están rompiendo la puerta! ¡Me estoy mareando. me muero!

NAE.- Tenemos que huir.

IORDACHE.- Vamos rápido (con una idea súbita) -¡genial! ¡Que rompan la puerta si quieren, sí!, ¡menudo plan se me ha ocurrido!, ¡que la rompan si quieren!

NAE.- ¡Qué animales! (se oyen golpes muy fuertes contra la cerradura).

IORDACHE.- Deja, que los tranquilizo yo.

DIDINA.- ¡Vamos rápido!

NAE.- ¡Vamos! (salen los tres, sigilosamente y rápido, por la puerta de la derecha).

Por un momento la escena queda vacía. Se oye trajín en la puerta del fondo, que con los golpes temblequea y acaba por ceder.

Escena 2
PAMPÓN, el ZAMBITO y el OPOSITOR,
con los trajes del baile y sin máscara;
el
OPOSITOR tiene la cara llena de manchas negras; entran con violencia

PAMPÓN.- Han apagado la luz.

EL ZAMBITO.- ¿Quién tiene una cerilla?

EL OPOSITOR (que se abre el traje y saca unas cerillas del chaleco; prende una y la sostiene entre sus dedos). ¡Esta es la barbería donde me han sacado la muela sin caries! Por eso hace un rato en el baile decía de sacarme otra.

PAMPÓN (que ha inspeccionado la escena a la luz de la cerilla).- ¡No cabe duda, es aquí, la Cosita está aquí! (con crudeza), ¡le voy a despedazar!

EL ZAMBITO (apretando los dientes y mientras sacude la cabeza).- ¡Con los dientes, con los dientes le voy a triturar!, ¡sin contar que es un caso de doble traición, encima nos lleva de lío en lío, se burla de nosotros.!, ¡con los dientes!

PAMPÓN (señalando al OPOSITOR, que prende una cerilla nueva cuando se ha acabado la primera).- ¡Todo este lío es por tu culpa!

EL OPOSITOR.- ¿Mía?

EL ZAMBITO.- ¡Sí, del señor!

EL OPOSITOR.- ¿Cómo que mía?

EL ZAMBITO.- ¡Está claro!

PAMPÓN.- ¡¿Por qué te has cambiado de traje?!, ¡¿por qué has cogido el traje de turco?!

EL OPOSITOR (al ZAMBITO).- ¡Tú no me dijiste que el tito Iancu estaba en el baile! (vuelve a reponer la cerilla).

PAMPÓN.- Bueno, y ahora ¿qué?

EL OPOSITOR.- ¿Cómo que qué?, ¡si me llega a pillar el tito Iancu en el baile me lleva a Ploiesti y acaba con mi carrera en el Ministerio!

EL ZAMBITO.- Si por lo menos estuviésemos seguros, segurísimos, de que está aquí. (Dirigiéndose al OPOSITOR). Porque con lo lelo que eres.

EL OPOSITOR.- ¿Por qué me llama lelo?

EL ZAMBITO.- ¡Porque si no hubieses roneado no habría pasado lo que ha pasado!

EL OPOSITOR.- ¿Qué quieres que le haga?, ¿no te he dicho que no me puedo controlar? Cuando le doy al magneto roneo de miedo, también el tito Iancu ronea cuando le da al magneto, ¡toda mi gente ronea.! Pero no como yo.

EL ZAMBITO.- ¡¿Ves, ves cómo eres un lelo?!, cuando te digo que eres un lelo.

EL OPOSITOR.- ¡¿Por qué me llama lelo?!

PAMPÓN.- ¡Tiene razón!, ¡porque te has cambiado el traje con una máscara que ni siquiera sabías qué clase de persona es!

EL OPOSITOR.- ¡¿Pero se ha quitado él la máscara?!, ¡¿no te he dicho que me hablaba de las muelas?!, ¡era barbero!

PAMPÓN.- ¡Yo os digo que están aquí! ¿No hemos venido siguiendo su coche, su coche no se ha parado aquí?, ¿y no se ha vuelto luego? ¿No hemos parado al conductor que los ha traído?, ¿no ha vuelto él con nosotros y nos ha indicado que los ha dejado aquí, dos hombres y una mujer?

EL ZAMBITO.- ¡Sí!

PAMPÓN.- ¡Entonces están aquí, aquí escondidos! Tiene que haber alguna vela, una lámpara. ¿Quién ha estado aquí que cuando hemos venido ha huido?, porque aquí ha habido alguien.

EL OPOSITOR (que enciende otra cerilla y camina hacia la mesa, donde hay dos lámparas).- ¡Ajá!, mira, una lámpara.

EL ZAMBITO.- Enciéndela.

EL OPOSITOR (que, por sacarla, cuando pone la mano en la tulipa la deja caer al suelo).- ¡Uf!, ¡quema!

EL ZAMBITO.- ¡Le has roto el tubo!

EL OPOSITOR.- ¡Es que quema!

PAMPÓN (rápido).- ¡Lo ves, lo ves!, ¡la han pagado ahora hace un momento, la han apagado justo cuando estábamos en la puerta!

EL OPOSITOR (que enciende otra cerilla y después, con la mano que ha envuelto en el faldón del traje, agarra el cilindro de otra lámpara y enciende. La escena se ilumina, y ve una máscara en una de las mesas). ¡Mira, una máscara!

EL ZAMBITO (en otra mesa).- ¡Aquí hay otra!

PAMPÓN (que encuentra la tercera).- ¡Y aquí otra: tres!, ¡están aquí! (Examinando la máscara). ¡Se la acaban de quitar de la cara, está caliente y sudada! (La huele con vehemencia). ¡Esta es la máscara de Didina, conozco su olor! ¡Vamos a buscarles, están aquí! (vuelve a oler la máscara con ahínco). ¡Ayayáy., esta vez, Cosita, no te escaparás!

EL ZAMBITO.- ¡Tenemos que echarle la mano encima!

EL OPOSITOR.- ¡A mí me tiene que dar el traje!

PAMPÓN (furioso).- ¡Le voy a partir en dos!

EL ZAMBITO (apretando los dientes).- ¡Con los dientes les voy a triturar, con los dientes!

EL OPOSITOR (poniéndose la mano en la mandíbula).- Yo, triturarle, con los dientes no puedo. ¡pero me tiene que dar el traje! (buscan por todos lados: bajo los muebles, que van volcando, y tras el biombo).

PAMPÓN (que repara en la puerta de la derecha).- ¡Una puerta!, ¡por aquí! (da fuerte con el pie en la puerta, que se abre, y él se lanza fuera de escena, hacia la trastienda, seguido del ZAMBITO y del OPOSITOR; desde la derecha se oye ruido de muebles caídos).

Escena 3
IORDACHE, con traje de calle; el SUBCOMISARIO DE POLICÍA y dos GUARDIAS NOCTURNOS; después PAMPÓN, el ZAMBITO y el OPOSITOR

IORDACHE (que entra y se para en la puerta, y muestra al SUBCOMISARIO el desorden de la tienda; con tono desolado).- ¡Fíjate, hombre, fíjate cómo está el establecimiento!

EL SUBCOMISARIO (serio).- No hay nadie.

IORDACHE.- ¡Habrán huido! (se escucha otro ruido en la trastienda) ¡Andan revolviendo en la trastienda!, ¡no se vayan a escapar por la ventana!

EL SUBCOMISARIO (a los GUARDIAS).- ¡Tras ellos! (los GUARDIAS, el SUBCOMISARIO y IORDACHE se lanzan hacia la trastienda justo cuando entran el ZAMBITO y PAMPÓN). ¡Quietos!; (a los GUARDIAS) ¡cogedlos! (los GUARDIAS agarran con fuerza, uno a PAMPÓN y otro al ZAMBITO).

EL ZAMBITO.- ¡La Policía!

EL OPOSITOR (que también ha asomado la cabeza por la puerta, para entrar).- ¡La Policía! (esconde rápidamente la cabeza).

PAMPÓN (debatiéndose en las manos de los guardias).-¡¿Pero qué he hecho, señor?!

EL SUBCOMISARIO (golpea fuerte con el pie y las manos).- ¡Ssshilencio! ¿Qué andáis buscando de noche por las tiendas de los comerciantes?

EL ZAMBITO.- Estábamos buscando a una persona. PAMPÓN.- ¡Sí, a una persona!

EL SUBCOMISARIO.- ¡Ssshilencio! ¿Qué persona?

EL ZAMBITO.- A la Cosita.

PAMPÓN.- A la Co.

EL SUBCOMISARIO (insistiendo en su actitud, pero más severo).- ¡SSSHilencio!

IORDACHE (entrando rápidamente por la derecha, a voces).- ¿Cómo la Cosita?, ¡qué Cosita ni Cosita, hombre!, ¡tonterías!, ¡aquí no vive ninguna Cosita!, ¡bien sabe el señor subcomisario quién vive aquí!, ¡ya lo está usted viendo, señor subcomisario, son unos rateros!

PAMPÓN (mientras los guardias le sujetan fuerte).- ¡¿Ratero yo?!

EL ZAMBITO.- ¡¿Rateros nosotros?!, ¿andan los rateros vestidos así?

EL SUBCOMISARIO (todavía más severo, exagerando su actitud).- ¡¡SSSHilencio!! ¿Y las personas decentes andan así?; ¿por dónde habéis entrado?

EL ZAMBITO.- Por la puerta.

PAMPÓN.- Si, por.

EL SUBCOMISARIO (muy severo).- ¡¡SSSH. SSSHilencio!!

IORDACHE.- ¡Sí, por la puerta sí! ¡Pero pregúnteles cómo han entrado por la puerta! ¡La han roto, señor! Yo estaba ahí dentro, en la trastienda, y he sentido que alguien rompía la puerta, ¡y por miedo a que me pillasen en casa y me matasen he salido por allí, por la ventana, para dar el aviso en comisaría!

EL ZAMBITO.- ¡No es verdad! Nosotros.

PAMPÓN.- Hemos visto.

EL SUBCOMISARIO (rematadamente severo).- ¡¡¡SSSH. SSSHilencio!!! ¡Vamos, detenedles y a comisaría! (LOS GUARDIAS empujan al ZAMBITO y a PAMPÓN).

EL ZAMBITO.- ¡Señor subcomisario. lo siento mucho, señor! (un GUARDIA le empuja), ¡que no me dé empujones, hombre!

EL SUBCOMISARIO (con muchísimo enfado).- ¡¡¡SSSH. SSSHILENCIO!!! ¡¡¡Vamos de una vez!!!

PAMPÓN (mientras el GUARDIA le empuja).- ¡Sí, sí, pero la Cosita no se sale con la suya -¡que no me empujes, hombre!

EL SUBCOMISARIO (los dientes le rechinan).- ¡¡¡SSSHILENCIO!!!, ¡¡¡a comisaría!!! (Los GUARDIAS empujan al foro a PAMPÓN y al ZAMBITO. El SUBCOMISARIO camina hasta la puerta siguiéndolos y, nada más salir ellos, se vuelve con rapidez y un tono muy dulce). Iordache, ¿sabes a lo que he venido?

IORDACHE.- Cómo no lo voy a saber, si la denuncia para que te los lleves la he puesto yo.

EL SUBCOMISARIO.- ¡Bueno, ya, es un decir.! Mira lo que quería pedirte yo: tengo una lista con números de lotería. (saca una gran lista).

IORDACHE.- ¿Otra vez?

EL SUBCOMISARIO.- A un franco el número; me quedan tres números nada más.

IORDACHE.- ¿Y qué hay?

EL SUBCOMISARIO.- Una tabaquera con música; trae dos canciones (saca la tabaquera y la pone a sonar).

IORDACHE.- Vale, me parece que eso ya lo pusiste de premio la última vez, yo también llevaba un número.

EL SUBCOMISARIO.- Sí, salió en Año Nuevo.

IORDACHE.- ¿Y?

EL SUBCOMISARIO.- Me tocó a mí, también yo aparté un número; y ahora lo pongo otra vez, quiero probar de nuevo mi suerte. Por favor, no me hagas un feo, cógete un número tú también y (por la lista) la cerramos de una vez.

IORDACHE (le da un franco y apunta algo).- Toma.

EL SUBCOMISARIO (guarda la lista en su bolsillo y se va).- ¡Gracias, jefe!

IORDACHE (detrás de él).- ¡Lleva cuidado, ahora no sueltes a esos negociantes hasta que llegue yo o el señor Nae, y veamos si han cogido algo de la tienda!

EL SUBCOMISARIO (que se para en la puerta, con actitud muy sutil).- ¡Sssh.ilencio!; tú déjame a mí, que yo los enderezo. (Sale dando cuerda a la tabaquera).

Escena 4
IORDACHE, solo, y después el OPOSITOR

IORDACHE.- ¡Ajajá, ya son míos! Ahora a ver cómo va cuajando mi plan: yo los he metido y él los va a sacar; yo los he puesto en vereda y él los va a soltar; mientras tanto vamos a ver al capullo este (va a la puerta de la derecha). ¡Venga, ven!

EL OPOSITOR.- ¿Se ha ido?

IORDACHE.- Se ha ido.

EL OPOSITOR (temblando).- ¡Si me llega a llevar la Policía, si llega a enterarse el tito Iancu de que la Policía me ha arrestado!

IORDACHE.- ¿Qué tito Iancu?

EL OPOSITOR.- ¡¿No te lo he dicho?!, ¡el tito Iancu, el negociante de Ploiesti! ¡Imagínate, hombre, que se entera el tito Iancu de que la Policía me ha arrestado!

IORDACHE.- Déjalo. ¿Te sigue doliendo la mejilla?

EL OPOSITOR.- ¿De qué?, ¿de la muela?, ¡bah, le he metido imán!

IORDACHE.- De la muela no, del vitriolo.

EL OPOSITOR.- ¿Qué vitriolo?

IORDACHE.- El que te ha tirado a la cara en el baile.

EL OPOSITOR.- ¿Que también me han tirado vitriolo?, ¿quién me ha tirado vitriolo?

IORDACHE.- ¡La señora! ¡Hombre sí!, mira, estás lleno de manchas.

EL OPOSITOR.- ¡Qué va!, era tinta violenta: la he reconocido por el olor; y me entró en la boca también. Conozco el sabor: tinta violenta; en el ministerio, sabes, cuando me cae tinta en lo que estoy escribiendo, primero le doy con la lengua (saca la lengua y muestra cómo lame el papel) y lo borro. . ¡Pero imagínate tú, hombre, que el tito Iancu se entera de que la Policía me ha arrestado!

IORDACHE.- ¿Y quién es el culpable? El señor. ¿Qué andas buscando para meterte con gente de la calle, vividores, rateros., romper puertas y entrar de noche en las tiendas de la gente?

EL OPOSITOR.- ¡Él decía que íbamos a encontrar a la Cosita!

IORDACHE.- ¡Tonterías!

EL OPOSITOR.- ¡La Cosita, el que me ha cogido el traje en el baile y me lo ha cambiado por este de turco! (Desolado). ¡Tengo que encontrarlo y que me dé el traje, tiene que dármelo, no me puedo ir sin mi traje!

IORDACHE.- Espera, hombre; ¿qué es lo que quieres?, ¿el traje? Yo te lo encuentro y te lo doy mañana, pasado mañana. Te lo garantizo yo, conmigo no te pillas los dedos, ¡¿qué más quieres?!

EL OPOSITOR.- ¡Lo necesito ahora, con este traje de turco no puedo ir a recoger mi ropa! ¡El tito Iancu me ha estado buscando en el baile, me va a seguir buscando, me va a esperar en casa.! ¿Cómo me voy a presentar al tito Iancu así, de turco?, ¡me llevará a Ploiesti y hará polvo mi carrera en el Ministerio!

IORDACHE.- ¡Bah, exageras!

EL OPOSITOR.- ¡Si no consigo recuperar mi traje de corte alemán, mañana por la mañana no podré ir al trabajo!

IORDACHE.- ¡Bueno, vas a faltar un día, vaya cosa! Tanto decir que no te pagan.

EL OPOSITOR.- ¡Me echan, no se puede faltar.!

IORDACHE.- ¡Escúchame a mí, hombre de Dios! Vamos a buscar una botica, hay que limpiarte esa cara, no puedes ir por la calle así de renegrío.

EL OPOSITOR.- ¿Tan mal está?

IORDACHE.- Estás churruscado, solo se te ve el blanco los ojos.

EL OPOSITOR.- Los cerré por miedo al tito Iancu, tiene la mano dura.

IORDACHE.- Vente rápido, conozco a un boticario que saca las manchas igualito que aquí las muelas.

EL OPOSITOR.- ¡¡Hostias!!

IORDACHE.- ¡Vente rápido!; no perdamos tiempo, igual te está esperando el tito Iancu. (Apaga de un soplo la lámpara y agarra al OPOSITOR para llevárselo. Oscuro).

EL OPOSITOR.- ¡Venga! (saliendo). ¡Pero imagínate tú, hombre, que el tito Iancu se entera de que la Policía me ha arrestado! (Salen, y cierran bien la puerta).

Escena 5
MITA, sola, con el traje del baile; después DIDINA, igual

MITA (que entra por la derecha con sigilo).- Me he encontrado la ventana de la trastienda abierta y he entrado. . ¿He llegado a salpicarle o no? Sí, yo creo que he llegado a salpicarle. ¡Sí señor: soy una criminala! (se retira con sigilo detrás del biombo).

DIDINA.- ¡Vaya trajín!, me he quedado tiesa de frío esperando ahí fuera y he tenido que volver a entrar por la ventana. Nae tiene que estar al venir, con Pampón. ¡Cuando entren aquí tengo que estar pendiente para salir por la ventana y largarme!¡Y si quiere, que después venga a casa el señor Pampón en traje de baile, ya le echo yo la bronca.!

MITA.- ¡Un ruido!, ¡hay alguien!

DIDINA.- Voy a encender la luz (va con cuidado hacia la mesa de las lámparas).

MITA.- ¡Hay alguien!, ¡fijo!

DIDINA (que encuentra las cerillas y enciende la lámpara).- Aaasí.

MITA.- ¡Uy! (Aparte). ¡Una mujer!, ¡la dama de verde! (Alto). ¡Por fin!

DIDINA (que da un grito de la sorpresa y se vuelve).- ¡Uy! (Aparte). ¡Una mujer!

¡La republicana!

MITA (calentándose).- ¿Se ha asustado usted? ¡Pardon! Me presento: Mita Baston.

DIDINA (sujetándose).- Merci; y yo, Didida Mazu.

MITA (echando más leña).- ¿Qué buscas aquí, Madam. a?

DIDINA (con tono más crecido).- ¿Y la señora? ¿Qué buscas aquí, Madam.a?

MITA (yendo a más).- ¡Estoy en casa de mi amor!

DIDINA (subidísima).- ¡Yo también estoy en casa de mi amor!

MITA (explotando).- ¡¿En casa de tu amor?! Tu amor ha sido. era. es. ¡mi amor! ¡Pero tú, que eres una malnacida, me lo has quitado! (se pone en posición de ataque. Con tono trágico). ¡Una de las dos debe morir!

DIDINA (preparándose para luchar).- ¡A ver cuál!, ¡vamos!

MITA se lanza echa una furia contra DIDINA, que se lanza también a su encuentro; ambas dan un grito y se enganchan una con otra, entre espumarajos.

Escena 6
Las mismas y NAE

NAE (que aparece por el fondo, y se queda paralizado un segundo).- ¡No rompáis los espejos, que son de alquiler! (Después se lanza con rapidez entre las dos mujeres, las desengancha y empuja a cada una hacia un lado).

DIDINA (nerviosa, cayendo de espaldas en una silla, hasta desmayarse).-¡Ay, ay, ay!

MITA (igual que Didina).- ¡Ay, ay, ay!

NAE.- ¡Esto es talmente como en Norma!, ¡ahora viene lo bueno! (se lanza y las zarandea alternativamente)24.

DIDINA (que se despierta de repente).- ¡¿Dónde está la republicana?!

MITA (lo mismo).- ¡¿Dónde está la malnacida?! (Se lanzan de nuevo una sobre otra).

NAE (que se entremete para detenerlas).- ¡¿Otra vez?!, ¡ya está bien, señoras, pórtense!, ¡viene Pampón, viene el Zambito!

DIDINA.- ¡¿Pampón?!

MITA.- ¡¿El Zambito?!

NAE.- ¡Sí, Pampón y el Zambito! Los he sacado de la comisaría, que estaban allí encerrados. Lo tengo todo arreglado: Pampón, el Zambito y el subcomisario vienen para acá a agradecérmelo con una invitación. Han ido a comprar vino y picoteo, ¡no tenemos tiempo para tonterías! (a DIDINA), ¡¿quieres que Pampón te deje?!

DIDINA.- ¡Pues no! (avanza hacia el fondo y tiende el oído afuera).

NAE (a MITA).- ¿Tú quieres dejar al Zambito?

MITA (triste).- ¡Hombre. si es por ti, dejaría a ese tontolava! ¡Pero no puedo, tengo que buscarme una colocación!

NAE.- ¡Búscatela!

MITA.- He estado en telégrafos para interesarme.

NAE.- ¡La Eléctrica de Ploiesti! ¿Y qué?

MITA.- No me han cogido.

NAE.- ¿Por qué?

MITA.- Dicen que aún no tengo la edad (DIDINA se acerca).

NAE.- ¡Lo ves! ¿Y no es mejor el Zambito, que no te pregunta por la edad? ¡Vamos, vamos, sed buenas chicas, que si no me enfado con las dos! MITA.- ¡Pero el Zambito se ha enterado, el tontolava lo sabe todo!

NAE.- ¡No se ha enterado de nada, no sabe nada!

MITA.- ¡Se ha enterado por Pampón.!

NAE.- ¡Nada!

DIDINA.- ¡Y Pampón sabe bien.

NAE.- ¡Es que si no escucháis.! Tengo que deciros cómo los he calmado, para que sepáis también vosotras lo que vais a decir, cómo colársela. ¡Venga, no vayan a encontrarnos aquí! (agarra a cada una con una mano y, cuando va a salir con ellas por el lado de la derecha, entra IORDACHE por el fondo).

IORDACHE.- ¡Que vienen, están en la esquina!

NAE.- ¿En la esquina?, ¡vamos a ponerle fin de una vez a esta comedia! (salen por la derecha NAE, DIDINA y MITA).

Escena 7
IORDACHE; después PAMPÓN y el ZAMBITO, con botellas, picoteo y barras de pan bajo el brazo

IORDACHE (que cae rendido en una silla).- ¡Desde esta mañana, desde esta mañana así sin parar. ¡Qué trajín, qué trajín de locos! ¡Dios, Dios., acaba tú de una vez con esta historia, son las tres de la madrugada y me caigo redondo de sueño!

PAMPÓN (que entra con el ZAMBITO).- ¡Bueno, bueno., señor Iordache!

EL ZAMBITO.- ¡Hombre, caballero! ¿Has visto que no somos unos rateros? ¡Tu jefe, el mismísimo señor Nae, nos ha sacado de la comisaría!

IORDACHE.- Sí, señor Zambito.

EL ZAMBITO.- No me llamo Zambito, me llamo Maque Razachescu (pone sobre la mesa lo que ha traído).

PAMPÓN (que hace lo mismo).- ¡Muy feo por tu parte tratarnos así!, ¡Nosotros habíamos venido a buscar a la Cosita y no a lo que tú pensabas, nosotros no tenemos ese carájjter!

IORDACHE.- ¡A ti te querría yo ver, encontrarte a las tantas de la madrugada en tu tienda.!

PAMPÓN.- Yo no tengo tienda, no soy tendero, yo soy freelance.

IORDACHE.- Lo sé, pero dime qué pasaría: encontrarte a tres desconocidos.

EL ZAMBITO.- ¡Eso es, bien dicho, tres!; ¿qué es lo que ha pasado con el enano ese, el chamuscao, el hermano del tito Iancu, el comerciante?, ¿a él por qué no se lo han llevado a comisaría?

IORDACHE.- Habrá huido como un cobarde.

EL ZAMBITO.- Mira, a mí no me importa lo que ha pasado si me llevo la tabaquera musical.

IORDACHE (rápido).- ¿Vosotros también habéis puesto a la lotería del policía?

PAMPÓN.- Solo quedaban dos números, a uno he puesto yo y a otro aquí el amigo.

IORDACHE (aparte).- ¿Y la lista ya se ha cerrado?, ¡dinero tirado!

PAMPÓN.- ¿Y el señor Nae dónde está?

IORDACHE.- Me parece que está ahí en la trastienda, vamos a ver (se va por detrás del biombo. Se dirige a NAE, que está entrando por la derecha). ¡Están aquí, te están esperando! ¿Así que ha funcionado bien mi plan?, ¿se han ido las mujeres?

NAE.- Sí, pero vuelven en un rato. Lo tengo todo bien arreglado.

IORDACHE.- ¿Cómo?

NAE.- Ya lo vas a ver, vete al puente y espéralas a la entrada (mientras él gana más escenario, IORDACHE sale rápido por el foro). ¡Eh, qué pasa, amigos!

PAMPÓN (feliz, estrechándole la mano).- ¡Salud y fraternidad!

EL ZAMBITO (feliz pero solemne, aferra su mano).- Gracias amigo, eres un hombre. Bien claro te lo voy a decir: no es porque seas peluquero, pero eres un señor.

PAMPÓN.- ¡Sí, pero que todo un señor!

EL ZAMBITO.- Nos has hecho un favor grandísimo a mi amigo y a mí: tenemos los dos una gran deuda contigo por todo lo que has hecho por nosotros (le estrecha la mano con calidez).

NAE.- No hay de qué. No me queda otra, era mi deber, todo esto pasó en mi casa.

PAMPÓN.- ¡Anda ya!, lo que es justo es justo, amigo, has hecho mucho por nosotros.

EL ZAMBITO (contento).- O sea, ¿que la Cosita eres tú?, ¡qué canalla el canalla!

PAMPÓN.- Ya ves.

EL ZAMBITO.- ¿Y el tontolava no era yo?

NAE.- ¡Qué va, el tontolava era el tío de la chica, el procurador!

EL ZAMBITO.- ¡Qué canalla el canalla! (se ríe).

PAMPÓN.- ¡Imagina, amigo Nae, solo con que te hubiese llegado a encontrar hoy por la mañana, cuando he venido aquí por primera vez, y me hubieses contado cómo se ha montado este lío!, ¡que las cremas que compró aquí Didina las habías envuelto con esos dos papeles.! ¡Y así nos hubiésemos entendido, hermano! Pero yo. ¡qué tonto, no haber llegado siquiera a pensar en preguntarle a Didina!, ¡pobre Didina!

EL ZAMBITO (aparte).- ¡Y mira tú que yo pensaba que era de Mita el papel.!

Escena 8
Los mismos y el SUBCOMISARIO; después IORDACHE
y después DIDINA y MITA, ambas con traje de calle

EL SUBCOMISARIO (que entra rápido por el fondo).- ¡Ya ha salido el número, ahora mismo lo he sacado!

PAMPÓN.- ¿Y?

NAE.- Yo sé quién se lo ha llevado.

EL SUBCOMISARIO (muy ingenuo).- ¡Hombre, otra vez yo, figúrate qué suerte!

NAE (aparte).- ¡Al carajo el dinero!

PAMPÓN.- ¡Ayyy., qué pena!

EL ZAMBITO.- ¡Vaya faena! (desde la chácena se escucha detenerse un coche).

NAE.- ¡Chis, callaos!, ¡me parece que se ha parado un coche aquí!

PAMPÓN.- Sí.

IORDACHE (que entra rápido por el fondo).- ¡Dos señoras, vienen dos señoras!

NAE (inocente).- ¿Dos señoras?, ¿qué andarán buscando dos señoras en mi casa?

EL ZAMBITO.- ¿Dos señoras?

PAMPÓN.- ¿No va a ser que.

DIDINA (que entra furiosa por el foro).- ¡Ahhh, señor Ianculete. por fin! (A su lado hablan bajito IORDACHE, el SUBCOMISARIO y NAE).

PAMPÓN.- ¡Didina! (MITA entra furiosa y se detiene, con los brazos cruzados).

EL ZAMBITO.- ¡Mita! (busca donde esconderse)

MITA (acercándose a él).- ¡No te escondas, mi Cosota!, ¡¿pensabas que no te iba a coger, eh?!, ¡desde cuándo crees que ando detrás? ¡Así que esto es Ploiesti, ¿no?,! ¡así que disfrazado, ¿no?! (MITA, junto al ZAMBITO, le regaña en voz baja y le zarandea; NAE queda detrás del biombo; IORDACHE y el SUBCOMISARIO llevan la comida y las botellas a la trastienda, por la derecha).

DIDINA.- ¡Desde esta mañana que te has ido de casa, ¿sabes cuántas horas llevas.?!

PAMPÓN.- ¡Te lo explico todo en casa!

EL ZAMBITO.- ¡Mitilla, Mitilla, en casa te cuento.!

MITA.- ¡Ni una palabra más: vamos!

DIDINA.- ¡Vamos, a casa!

PAMPÓN.- Mujer, date cuenta que ha sido un malentendido.

EL ZAMBITO.- Sí, un malentendido.

NAE (que sale de detrás del biombo).- Está claro que ha sido un malentendido, cosa del carnaval, como siempre. ¡Ayyy. lo que son los carnavales! Permítanme, señoras, que ehplique yo el malentendido a la mesa (PAMPÓN y el ZAMBITO se ponen muy contentos)25.

LAS DOS MUJERES: ¿A la mesa?

NAE.- Sí, a la mesa. Nosotros teníamos pensado, entre hombres, zamparnos algo aquí en mi casa. Ahí dentro hace calor, la mesa os está esperando puesta., ¿voy a aceptar yo un no por respuesta?

MITA (con tono de rechazo, resentida).- Merci, Mesié, por la invitación26.

EL ZAMBITO (insistente).- ¡Mitilla, que me veas con botas brunel rematadas de ante bizet encima de un catafalco! (Bajito). Barbero, es barbero., pero hay que ver qué caballero está hecho el muchacho.

PAMPÓN (a DIDINA).- ¡Si me quieres.!

Escena 9
Los mismos y EL OPOSITOR, con la cara limpia, todavía de turco

EL OPOSITOR (entrando triunfante por el foro).- ¡Ya me ha limpiado el boticario!

DIDINA (bajito).- ¿Este quién es?

PAMPÓN (de igual manera).- Deja que te cuente yo. (DIDINA se ríe).

EL ZAMBITO (a MITA).- A este en el baile una loca le ha echado a los ojos un frasco con un líquido.

MITA (con rapidez).- ¿Y no le ha quemado?

EL ZAMBITO.- ¡Ah, era como una tinta violenta. (DIDINA se pone junto a NAE. MITA y todos los demás se agrupan alrededor del OPOSITOR y le inspeccionan). ¿Te ha quitado todas las manchas?

EL OPOSITOR.- Todas. Mira: te doy un franco si encuentras una.

MITA (aparte).- El boticario me ha estafado. Bueno, ¡mejor!

NAE (bajito a DIDINA).- Mañana por la tarde a las cinco.

DIDINA (igual).- ¡Vale!

NAE (igual).- ¡No, vale no: seguro! (DIDINA se acerca también al OPOSITOR para inspeccionarle).

PAMPÓN.- Ya no se nota en ningún lado.

IORDACHE.- Pero que en ninguno (se va al cuarto de la derecha).

EL OPOSITOR.- Imagina que me llega a ver el tito Iancu con esta pinta. (le inspeccionan todos).

MITA (bajito, a NAE).- ¿Habéis estado cuchicheando? ¡¿Qué te ha dicho tan bajito?!, ¡¿y tú qué le has dicho a ella?!

NAE (de igual manera).- ¡Estás loca!, ¿ya empiezas otra vez? Espérame mañana por la tarde a las ocho.

MITA.- ¡Sí! (los dos se acercan al OPOSITOR).

EL ZAMBITO (mirándole el cogote al OPOSITOR).- ¡Ajá, le ha quedado una en el cogote!, ¡dame el franco!

EL OPOSITOR.- ¡Esa déjala, esa es del ministerio!, después de escribir tengo la costumbre, sabes, para limpiar la pluma, de pasarla por el pelo. (se hace el gesto en el cogote y todos ríen).

IORDACHE (que vuelve por la derecha).- Cuando queráis, echamos el diente.

EL OPOSITOR.- ¿El diente? (Hacia NAE), ¿quiere decir que otra vez nos liamos?

NAE.- Yo encantado, chaval.

PAMPÓN.- ¡Venga a echar el diente!

EL ZAMBITO.- ¡Venga! (Todos se han ido hacia la derecha: DIDINA con PAMPÓN, MITA con el ZAMBITO, NAE con el OPOSITOR y IORDACHE con el SUBCOMISARIO).

EL OPOSITOR (llevándose rápido la mano a la mejilla, y con un grito).- ¡Ay! (se para y se da la vuelta. Todos hacen igual).

TODOS.- ¿Qué pasa?

EL OPOSITOR (paseándose nervioso).- ¡Uf, uf, uf! ¡Otra vez me ha agarrado., pero cosa mala. cosa mala! (A IORDACHE, decidido). ¿Sabes sacarla? Sácamela. (Observan todos, sin moverse).

IORDACHE.- ¡Deja, que yo sé el remedio!, ¡yo soy su cura. según Mateo! (Se lanza rápido a la mesa del fondo, coge unas tijeras grandes y, poniendo gesto torvo, vuelve con ellas abiertas, como para cortar; se dirige al OPOSITOR). ¡Sentado! (el OPOSITOR se sienta; IORDACHE, con las tijeras abiertas, amenaza con metérselas por la boca).

EL OPOSITOR (se levanta, viéndolo claro).- ¡Gracias, majo, ya se me ha pasado!

Salen todos por la derecha, contentos y riendo.

TELÓN

Esta traducción

Para traducir D-ale Carnavalului al español -hasta donde sabemos, por primera vez-, tomamos como base el texto fijado por Liviu Calin, ?erban Cioculescu y A.L.Rosetti en el primer tomo, dedicado al teatro del autor, de su edición crítica de las obras completas de Ion Luca Caragiale, que incluye una introducción de Silvian Iosifescu, y que fue publicado en Bucarest en 1959 por la Editura de Stat Pentru Literatura si Arta.

Hemos optado por mantener la grafía de nombres propios como Mi?a, Ploie?ti o -ya en las notas-, Cracanel. Con ello no solo suscribimos la tendencia general a no traducir los nombre propios que no sean parlantes (los que además de referir, caracterizan, así el del Zambito), sino que además invitamos al lector a familiarizarse con una muy pequeña parte de la hermosísima cultura rumana, tan presente hoy en el ámbito hispanohablante: su alfabeto; y sobre todo, con algo de la sonoridad de su idioma. Así las cosas:

- La letra < ? > representa un sonido como el que surge de pronunciar [t] y [s] seguidas; esto es, un sonido dentoalveolar africado sordo, notado /ts/ en el Alfabeto Fonético Internacional. En el habla rápida a veces suena casi como el que en español escribimos < ch >, también africado, aunque de articulación algo posterior.

- La letra < ? > representa un sonido como el del gaditano pisha o el inglés she, o el que usamos para pedir silencio; esto es, un sonido postalveolar fricativo sordo rehilado, notado /?/ en el Alfabeto Fonético Internacional.

- La letra < a > representa una schwa (léase shuá); es decir, un sonido vocálico átono, neutro e indeterminado, casi siempre medio central, notado /?/ en el Alfabeto Fonético Internacional. Es ese casi imperceptible de muchas sílabas del inglés, como la segunda de Beatles y, si nos proponemos pronunciarlo, lo más parecido será el resultado de entreabrir la boca como si fuéramos a emitir [e] y luego emitimos [o] y [a].

- La letra < g > de Girimea representa un sonido semejante al de nuestra < y > consonántica, la de yema, pero se articula algo más cerca de los alveolos, esto es, un sonido postalveolar africado sonoro, notado /d?/ en el Alfabeto Fonético Internacional.

- La letra < z > de Mazu equivale a nuestra < s >, pero el sonido en cuestión es sonoro; esto es, vale por una africada laminal sonora, notada /z/ en el Alfabeto Fonético Internacional.

- Las letras < ch > de Iordache y Razacheschu vienen a sonar como nuestra < k >, esto es, valen por una oclusiva velar sorda, notada /k/ en el Alfabeto Fonético Internacional, si bien en rumano puede pronunciarse levemente aspirada.

- Por último, y por no entrar en más detalle, la mayoría de las vocales en posición final absoluta tienden a articularse muy breves, casi imperceptibles o con la cualidad que hemos descrito para la letra < a >: Iordache, Razachesche.

Con muy pocas licencias, seguimos los criterios de ortografía española fijados por la Real Academia Española en su Ortografía de la lengua española de 2010. Sobre el uso del artículo con nombres propios como el Zambito o el Opositor, nos atenemos a la norma que pide minúscula para el artículo salvo a comienzo de enunciado (2010, IV, § 4.2.3.2). Pero para facilitar a los actores el estudio y el uso del texto, en las didascalias de intervención sí que hemos dejado el artículo en mayúsculas.

Hemos intentado mantener, en la medida de lo posible, la modalización hiperexpresiva, a veces frenética, de esta magnífica farsa de Caragiale. Pensando en ello, en los momentos más desquiciados -que son muchos-, nos hemos acogido a la posibilidad, considerada por la Academia, de iterar los signos de exclamación hasta dos veces, y a la de combinar exclamación e interrogación cuando el enunciado así parece pedirlo -2010, III, § 3.4.9.2. b) y c)-. Pero pedimos al actor -y al lector-, que recuerde que, por supuesto, nuestra propuesta es meramente orientativa, tanto más en textos como los teatrales que, levantados sobre un escenario, se vuelven tan relativos.

En cuanto al contenido, y aceptando por principio de trabajo que la imposibilidad de traducir con precisión se hace mayor en los textos literarios con una fuerte vocación plástica, hemos intentado mantenernos en el término medio que bascula entre el propósito de fidelidad y la necesidad de no hacerlos alcanfor.

A veces, y quizá pensando ya en una posterior adaptación del texto original, hemos sido especialmente libertinos en lo tocante a los vulgarismos, aunque con la sincera convicción de que varias de las propuestas, en español actual, ya están lejos de ser, por lo aceptadas y frecuentes, vulgares.

Como los personajes de la obra recurren mayoritariamente a un registro coloquial, a veces castizo, hemos intentado reflejarlo en la traducción (si se entera cómo me magnetizo, le ha dado un parraque, ronear.). Sin embargo, tal y como suele suceder en la farsa, tanto el propósito de satirizar la pedantería y las diferencias de clases (algo que también se marca en el lenguaje), como el miedo, que muchas veces agrava nuestra forma de hablar, hacen que en distintos momentos los personajes eleven el registro, en ocasiones ridículamente; también esto hemos intentado plasmarlo.

El tratamiento rumano de domnule, un término medio entre la cortesía y la familiaridad difícil de captar en español normativo y que, salvando la notable diferencia del número, viene a parecerse al uso meridional de nuestro ustedes con segunda del plural, lo hemos traducido preferentemente con tuteo, pues parece estar más cerca de este que del tratamiento de usted. En algunos casos de acomodo menos fácil, hemos recurrido al sintagma el señor.

En cualquier caso, nuestro objetivo primordial ha sido mantener, siquiera en alguna medida, el ritmo del habla del texto rumano, por momentos de una eficacia molieresca y que apuntala tan magníficamente este precioso texto. También por eso en algunos pasajes hayamos conservado asonancias y consonancias que, en principio, surgieron accidentalmente y que no aparecen en el texto original; entre otras cosas, juzgamos que quizá compensan, aunque sea débilmente, todas las que se han perdido con la traducción.

Notas

1 En el original, Cracanel, nombre parlante que en rumano significa 'de pies torcidos, zambo'. Aunque la sonoridad de la palabra rumana es bastante juguetona teatralmente, optamos por traducirlo, por su efecto caracterizador.

2 Pardon ya en francés en el original. Volverá a aparecer alguna otra vez en lo sucesivo, igual que el sintagma par example o los tratamientos como Monsieur. Todos estos usos evidencian el peso del francés como lengua de cultura en la época y no solo en Rumanía (por lo demás, país con una notable tradición francófila).

3 Es la primera vez de las muchas que aparecerá en el texto el apelativo Cosita, Bibicule en rumano y crucial en el enredo de la obra por cuanto este depende, en buena medida, del hecho de que Pampón y el Zambito no saben quién es en realidad la persona que responde a este nombre, Nae. No ha sido fácil escoger una traducción para el término del texto original, el rumano Bibicule, que parece formarse con un diminutivo sobre la palabra francesa bibi. Esta, que en principio nombra un tipo de sombrero, una pequeña boina, ya en el francés del siglo XIX se usaba como término cariñoso, especialmente con mujeres y niños. De ahí probablemente -y acaso conforme al mismo mecanismo semántico que en español facilita expresiones como aquí el nene, cuando el hablante se refiere a sí mismo-, deriva el uso francés que hace a esta palabra equivalente del pronombre de primera persona (como en c'est bibi, 'soy yo'). Además, en el argot francés (ya como verbo), también es sinónimo de bicraver, 'traficar', significado que, curiosamente, también tendría cabida en la obra, no solo por el carácter huidizo y canalla de Nae, sino también por la cantidad de veces que en el texto se alude a la profesión de los marchantes, los tratantes o los comerciantes, como el tito Iancu o, según algunos personajes de la historia, el Zambito (negustorul, bogasierul, cupe?, particoler). Así las cosas, y con tantas opciones, desde las alusivas al primer significado (Sombrerito, Boinita) hasta las relativas al argot bicraver (Liante o Lías, incluso Canalla), finalmente Pichoncete, Bebito, Nenito o Cosita nos han parecido las mejores. Hemos optado por la última, entre otras cosas por su connotación picante, acaso deliberadamente insinuada por Caragiale varias veces en el texto para crear comicidad, especialmente en los pasajes del segundo acto en los que un indignado y grave Zambito, ansioso por presentarse como la Cosita, con tanta seriedad no parece percatarse de cómo pueden estar sonando sus provocaciones al tito Iancu para que le golpee.

4 En el original Universul, 'el Universo', con mayúscula inicial y entrecomillado, con lo que el autor, además de recurrir a una exageración estereotipada, alude también a un periódico, más exactamente a uno de los primeros diarios rumanos, y que se estuvo editando desde 1884, un año antes de la publicación de la obra, hasta 1943. Teniendo en cuenta esta ambigüedad de la mención de Mi?a es como proponemos la traducción El Mundo.

5 En el original "picadura de raíz de tenaza" (picaturi de radacina de cleste). Suponemos que Caragiale propone un chiste, fundado en mencionar las tenazas del sacamuelas en lugar del clavo, más exactamente la planta que llamamos clavo de olor, y que es remedio popular contra el dolor de muelas, puesto que en rumano, como en español, la palabra que nombra la planta es la misma que nombra la pieza de hierro, cuisór. Para intentar crear el efecto cómico, el autor estaría entonces recurriendo a la contigüidad semántica de los conceptos 'tenaza' y 'clavo' cuando este último se vincula, no al mundo de la botánica, sino al de la carpintería o de la mecánica, de connotaciones bastante más truculentas. Hemos traducido por tenacilla, con diminutivo, intentando evocar con mayor nitidez el mundo de la medicina natural: manzanilla, tomillo, canela, orcaneta, molinillo; o las formas latinas de hinojo, lúpulo o espliego, con diminutivo también las tres: geni-cul-um, lup-ul-um y spic-ul-um. Otra opción, aunque algo más alejada del texto original, es unas gotas de raíz de clavo y, ya en el escenario, acompañar las palabras con el descubrimiento de algún otro útil del oficio de sacamuelas más o menos parecido a un clavo -una aguja grande quizá- que pueda provocar la aprensión del público. Y aún otra opción es unas gotas de raíz de clavo de dolor, también mostrando las tenazas, o algo parecido. Sea como sea, parece claro que sobre el escenario, como sucede casi siempre, la teatralidad resultará bastante mayor si las palabras se envuelven en acción, y la mención del remedio se acompaña, por ejemplo, de la exhibición más o menos bestia de algún instrumento quirúrgico; o bien de alguna acción física que pueda sugerir una intervención dolorosa o, cuando menos, de una emisión notablemente expresiva de estas palabras.

6 Aunque el original habla de nenea, que podríamos traducir por 'tato' o 'tate', ya que es el apelativo cariñoso para un hermano mayor, en este punto sí optamos por modificar un aspecto narrativo con la traducción y convertir a ese familiar del Opositor en su tío. La causa es que, al igual que ocurre en español con tío, nenea en rumano se usa también como apelativo para un allegado, generalmente mayor que nosotros, al que no nos unen lazos de sangre pero que tiene un cierto ascendente en la vida de uno y, en general, en cierta comunidad. La cuestión es que, si obviamos este segundo significado, no se entiende el uso que el Zambito hace de la palabra en la cuarta escena del acto segundo.

7 Aunque este no deja de ser un texto de ficción, su vocación satírica y farsesca permite, tanto en este punto como en otros, apuntar a un referente histórico. Así pues, casi con toda seguridad el Opositor se refiere a la guerra entre Rusia y el Imperio Otomano, librada entre 1877 y 1878, y en la que Rumanía fue aliada de Rusia junto a Bulgaria, Montenegro y Serbia. La contienda, que se saldó con la victoria del bando ruso, es muy importante en la historia de Rumanía pues, con ella, tanto el país de Caragiale como Montenegro y Serbia proclamaron su independencia del Imperio Otomano, si bien Rumanía tuvo que cederle a Rusia Besarabia del Sur.

8 Traducimos por barberillo el rumano subfirugul, una palabra que no figura en los diccionarios de rumano y que, si no se trata de un intento de recrear algún término de otra lengua, puede ser una palabra inventada por el autor. Más exactamente, quizás estemos ante un acrónimo -entendido, para el caso que nos ocupa, como un cruce de dos palabras-, de los sustantivos frizerul, 'peluquero, barbero', y chirurgul, 'cirujano'; el prefijo sub indicaría la idea de 'subalterno'.

9 Ha sido cuestión difícil proponer una traducción convincente para el rumano con?ina oarba, que finalmente traducimos por manotazo ciego, puesto que de esta expresión depende una parte importante del enredo que sigue, con lo cual ha habido que traerla al español teniendo en cuenta no tanto esta escena como la segunda del acto segundo. Intentaremos explicar en esta nota la cuestión de la mejor manera posible. Bajo la forma con?ina (actualmente concína), el rumano de abrigo a dos palabras distintas. La primera, según el Dexonline (2018, s.v. concína), procede del griego y alude a un juego de cincuenta y dos cartas del que no se sabe más (sería casi como el nombre de un juego específico, equivalente a julepe, tute o póquer), o bien pude significar sencillamente 'carta' (de una baraja). La segunda, procedente del moldavo, significa 'fin', y que aparece en las expresiones de maldición o conjuración como Bata-l con?ina. Parece claro, al menos en principio, y sin descartar algún peso de la segunda, que el texto se refiere a la primera, 'carta' o 'juego de cartas'. En cuanto al adjetivo oarba, significa 'ciega', si bien esperaríamos verla escrita con una tilde en la primera a, pues sin ese signo oarba es un sustantivo que significa 'espantada, 'fuga súbita, muy precipitada', 'zafada', y lo cierto es que el texto rumano no lo ofrece. Carta ciega o carta espantada, carta a ciegas o carta zafada serían, pues, algunas primeras opciones aceptables. El problema surge del hecho de que -y en este punto debemos apartarnos por unas líneas del pasaje que nos ha traído hasta esta nota-, en la segunda escena del segundo acto, un personaje que todavía no ha aparecido, el de Didina, reacciona a una propuesta del Opositor como si hubiese entendido que este está aludiendo a su amante Pampón, a quien llaman Con?ina cu 5 Fan?i, y que podría traducirse por la Carta con Cinco Sotas. Lo que le dice el Opositor a Didina, Sa te joc o... con?ina oarba, se podría traducir, con una vocación más exacta, Te echo. una mano ciega, lo que además parece salvar la insinuación sexual del Opositor. Pero esta traducción no garantiza la alusión a Pampón. Dado ese poco poder evocativo, para traducir la primera palabra del apodo de Pampón hemos optado por el aumentativo manotazo: el Manotazo con Cinco Sotas. Por un lado, la palabra mano queda muy cerca de la palabra carta que, según hemos visto, sería la mejor traducción para con?ina, pues el español mano también significa 'jugada' (de un juego). Por otro lado, creemos que el aumentativo manotazo no solo resulta más evocador del rudo soldado Pampón, sino que también, de alguna forma -y con esto ya volvemos al pasaje que nos ocupa en esta nota- sugiere también la idea de brusquedad que entraña el sustantivo oarba, 'espantada, 'fuga súbita, muy precipitada', 'zafada'. Así pues, y a pesar de sacrificar fidelidad al original, optamos por traducir con?ina oarba por manotazo ciego para intentar asegurar, aunque sea muy tenuemente, una mejor compresión de la reacción de Didina en la segunda escena del segundo acto. Véase también la nota 15.

10 El valet es un naipe de la baraja francesa. En cuanto a meter un tute, es como traducimos, algo libremente, el rumano i-am stins, que significa más bien 'los he apagado, machacado'; nos parece que, conservando el significado original en una buena medida, cuadra con el contexto lúdico.

11 La mención al verde y a la bellota parece indicar que, para sus consultas, Mi?a usa la baraja alemana o la centroeuropea, lo que explicaría también su mención a la dama de verde en la segunda escena de este mismo acto. La mención de los diamantes o rombos, en cambio, apunta a la baraja francesa.

12 Aunque este uso del verbo finiquitar pueda parecer un malapropismo en español, y además de no serlo, lo cierto es que el verbo rumano que usa Caragiale, exoflisi, tiene este significado. Otra opción para traducirlo es ajustar cuentas, pero quizá connota una agresividad excesiva para la situación.

13 En pleno estallido patético, Caragiale hace pronunciar mal a Mi?a, quien usa el rumano fidea, 'fideos', en lugar de fidela, 'fiel', (i-am fost întotdeauna fidea). Hemos intentado preservar, de alguna manera, el absurdo de esta confusión, aunque cambiando el término equivocado conforme a la sonoridad del adjetivo español fiel.

14 Mi?a alude aquí a otro episodio de la historia rumana: los hechos del 22 de febrero de 1866 (11 de febrero en el calendario juliano, el ortodoxo de la época), cuando una coalición de conservadores y liberales radicales depuso del poder y obligó al exilio a Alexandru Ioan Cuza (1820-1873), el domnitor rumano -príncipe gobernador-entre 1862 y 1866, como antes lo había sido de Moldavia y de Valaquia. Y si bien su sucesor, Carol I de Rumanía, es quien ha pasado a la historia como garante fundamental de la independencia nacional, Cuza, por su parte, es quien se convirtió desde muy pronto en un símbolo de la causa rumana republicana y francófila; de ahí que Mi?a aluda al momento de su caída hablando de mártires. Aunque la primera referencia de Cuza fueron las maneras de Napoleón III durante el Segundo Imperio francés, lo cierto es que en Rumanía se desenvolvió como un reformador progresista que favoreció notablemente la modernización del país: logró instaurar el sufragio universal masculino e intentó, entre otras cosas, universalizar la educación primaria obligatoria, alentar la vida de la universidad y facilitar una tímida industrialización. Pero a Cuza se le recuerda especialmente por su voluntad de favorecer al campesinado con un proyecto de ley agraria que la oposición estorbó constantemente -como sus demás reformas-, y que contemplaba la desamortización de ciertas tierras, la abolición de la corvea (la obligación ocasional de trabajar gratis para el dueño) y una tímida redistribución y titularidad de las tierras trabajadas. Precisamente, la confluencia de la caída de los proyectos de Cuza con los primeros años del gobierno de Carol fue lo que provocó, en 1870, la efímera proclamación popular de la República de Ploie?ti, la ciudad de Mi?a, un episodio de la historia de Rumanía que interesó especialmente a Caragiale; lo trató, o aludió a él, en piezas como Boborul o Conu Leonida fata cu reactiunea (El señor Leonidas enfrenta a la reacción).

15 Como decimos en la nota 9, Didina parece reaccionar porque conoce el mote de su amante Pampón, el Manotazo con Cinco Sotas (Con?ina cu 5 Fan?i); temería entonces que, de alguna forma, el Opositor haya tenido noticia de la relación que mantiene con Nae. Sin embargo, es curioso cómo el sintagma en rumano, con?ina oarba, parece desencadenar un calambur, es decir, la posibilidad de segmentar de dos o más formas fonéticas diferentes, y con significados distintos, una misma secuencia fonológica, como en el español ese es conde y disimula. Cu ?i Nao barba sería la segunda segmentación, y podría evocar algo como 'contigo Nae el barbero', como si Didina tuviera la impresión de estar escuchando una alusión a su aventura con el barbero Nae. Quizás el autor lo tuvo en cuenta.

16 La palabra rumana que usa el Opositor es mazu, que alude a lo que se añade a una apuesta en los juegos de cartas y, en general, una cantidad añadida. Dado el significado cuantificativo del coloquialismo español mazo, tan parecido a la palabra rumana, nos ha parecido una buena traducción.

17 Sobre la traducción al español del apodo de Pampón en rumano Con?ina cu 5 Fan?i, véanse las notas 9 y 15. Por otro lado, el rumano fante también significa 'petimetre' o 'afeminado'.

18 La contradanza (parece ser que del inglés countrydance), es ese baile en que varias parejas se alinean unas junto a otras, de manera que cada miembro queda frente a su compañero y, a la vez, flanqueado por otras dos personas (salvo los que quedan en los extremos de cada una de las dos líneas): Luego van evolucionando y cambiando sucesivamente de sitio, y con ello de acompañante, al son de la música, mientras cada pareja va realizando, bien diferentes pasos, bien los mismos que el resto de las parejas, y el conjunto de todos ellos va formando diferentes dibujos en el espacio.

19 El domino es una de las máscaras típicas del carnaval veneciano, estereotípicamente ataviada de capa o túnica talar negra (frente a la opción estampada de Mi?a) encapuchada y tricornio; mientras que el antifaz propiamente dicho es media máscara larga, de nariz y remate picudos, casi siempre de color blanco o similar.

20 Grandirop y particulere -en lugar de particulare- dicen el Opositor y Iordache en el original rumano.

21 Téngase en cuenta que, como puede comprobarse en la didascalia del elenco, Iancu también es el nombre de pila de Pampón, por eso este no se extraña de la provocación del Zambito. Y sobre el apelativo tito para traducir el rumano nenea, véase la nota 6.

22 Hemos añadido al original el sintagma el tito Iancu para facilitar la comprensión del enredo, por la causa que se explica en la nota 21.

23 Sobre la guerra entre Rusia y Turquía, a la que alude aquí el nuevo amigo de Pampón, véase la nota 7. Los problemas sentimentales del Zambito al margen, la alusión a la traición con un alemán parece apuntar al hecho histórico al que está a punto de aludir el personaje: los intereses germanos en el recién creado reino de Bulgaria que, a diferencia de Rumanía, Montenegro y Serbia, sí había quedado bajo el control otomano al finalizar la guerra. Cuándo Pampón se pregunta, algo más abajo, qué busca un alemán en Bulgaria, acaso está pensando en Alejandro de Battenberg (1857-1893), el veronés gobernador de aquel estado desde 1879 hasta 1886, justo un año después de publicarse D-ale Carnavului.

24 Nae se refiere a la ópera de Bellini Norma, con libreto de Felice Romani, estrenada en La Scala de Milán en 1831 y especialmente recordada por el aria para soprano Casta diva. Esta tragedia lírica nos cuenta el triángulo amoroso entre dos sacerdotisas celtas, Norma y Adalgisa, y el procónsul romano Pollione. La comparación del barbero probablemente apunta al final del primer acto, cuando ambas mujeres descubren que están enamoradas del mismo hombre, pues el momento se resuelve en un trío de reproches y propuestas rechazadas.

25 Ehplique intenta traducir otra pronunciación anómala que esta vez Caragiale pone en boca de Nae: isplic por explic.

26 Caragiale escribe musiu en rumano.