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Por Antonio Irigoyen López

La consecuencia del sistema de visitas pastorales es que la diócesis estaba muy cohesionada y el obispo cercano a su feligresía y ésta cercana al obispo, lo que le permitió llevar a cabo varias de las reformas que pretendía. La conclusión que extraerá Belluga y que expresará en 1715 –aunque ya fuera mucho tiempo antes- es que “por la constitución y planta que este obispado tiene tan extraña de otras diócesis”, existía una pésima distribución espacial de los templos a lo largo de la geografía diocesana. […] Aunque existían toda una serie de factores que explicaban cómo se había llegado a esta anómala situación (escasez de clérigos, nula formación y escaso interés pastoral de los mismos, etc.), el principal seguía siendo el carácter fronterizo del Reino de Murcia puesto que cuando se diseñó el obispado, gran parte de él estaba desierto.

Como la atención espiritual de sus fieles era la razón por la que Belluga se movía y actuaba, al tiempo que era perfectamente consciente de que no había sacerdotes suficientes para llegar a todas las ermitas diseminadas por el obispado, no duda en comprometer a las órdenes religiosas en esta misión pastoral porque, de este modo, justificarán las limosnas que reciben. Eso sí, el prelado se comprometía a ayudarlos en esta empresa con cuatro mil reales anuales:

“Deseando Su Excelencia ocurrir al remedio de necesidad tan grave, y de que depende la salud de tantas almas, ha discurrido también (después de muy encomendado a Dios) que de esto podrán hacerse cargo y con su gran celo no se negarán a ello algunas comunidades religiosas, principalmente del orden seráfico, a quienes les será menos incómodo en aquellos partidos que piden sus limosnas todo el año, señalando dos religiosos de espíritu y celo y que cada uno por su parte se emplee y ocupe a lo menos ocho meses del año en los partidos que por caridad gustaren hacerse cargo dichas comunidades de la enseñanza de la doctrina cristiana, pregunta por pregunta, no solo en las ermitas, sino es también en las mismas caserías, juntando los niños y niñas para ellos y las personas mayores que la ignorasen, haciéndoles a más de esto algunas pláticas en las mismas ermitas, muy llanas, aunque sea por algún libro de declaración de la doctrina, en que esta se la declaren, y confesando también a los que de ello tuvieren necesidad”.

Registro archivístico

1715, enero, 22. Murcia.

Escritura de Fundación de la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, Casa de Niños y Niñas huérfanos y Niños expósitos y Casa de Recogidas de esta ciudad, y agregación y donación de propiedades y otros efectos para su congrua y manutención, por el obispo Luis Belluga Moncada.

AHPM, Protocolo 3675, folios 19r-46v, cfr. 26v.