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11/04/2007

unos reales asientos

Dentro del proceso de rehabilitación del claustro antiguo de la Catedral de Murcia, que se está realizando, una selección de alumnos cualificados, de la escuela taller Taba ha restaurado la antigua sillería de la Sala Capitular, que, en los años cincuenta había sido reconvertida en vitrinas para albergar las piezas de orfebrería que se exponían en el museo catedralicio, inaugurado el 6 de abril de 1957.

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Dentro del proceso de rehabilitación del claustro antiguo de la Catedral de Murcia, que se está realizando, una selección de alumnos cualificados, de la escuela taller Taba ha restaurado la antigua sillería de la Sala Capitular, que, en los años cincuenta había sido reconvertida en vitrinas para albergar las piezas de orfebrería que se exponían en el museo catedralicio, inaugurado el 6 de abril de 1957.

La labor ha sido ardua y complicada. Primero hubo que desmontar todas las vitrinas y el conjunto de diez sitiales que se conservaban en su forma primitiva, catalogando cada una de las piezas. Ese trabajo se comenzó en septiembre del 2005 y se terminó en mayo del 2006.

Después se inició un proceso de investigación sobre la sillería y sus orígenes, así como su primera ubicación, ya que por su tamaño, parece poco probable que se hiciera para la Sala Capitular del antiguo claustro, donde estaba albergada, hasta ser transformada en vitrinas.

También, y simultáneamente, se iniciaron los trabajos de desparasitación de la madera, mediante gas y otras técnicas, para asegurar su perfecta conservación de cara al futuro.

Otro de los capítulos importantes ha sido la reconstrucción de las piezas que faltaban, entre ellas los respaldos de los sitiales que habían sido desechados, al ser convertidos en vitrinas, aprovechando sus columnas y adornos.

Veintiocho asientos

En total, había diez respaldos originales, pues se había conservado un testero con diez sitiales completos, y, utilizándolos como modelos, se construyeron los restantes hasta completar la sillería con veintiocho asientos, en vez de los treinta y ocho que, según se presume, existieron en un principio.

En la actualidad, ya se han colocado los veintiocho sitiales en la Sala Capitular, que volverá a ser destinada a museo. Van sujetos a la pared, en forma de bancada corrida sobre ménsulas, con adornos de hojas de acanto, coincidiendo con el apoyo de las columnas que dividen y marcan los asientos. La madera ha sido liberada de antiguos repintes y barnices, recuperando su aspecto natural, con un acabado a la cera. Las piezas que se habían perdido han sido repuestas, tintándolas y dándoles el mismo aspecto para que no se perciba la tara.

Para rematar el trabajo, falta colocar los escudos y pináculos que coronaban cada uno de los arcos de medio punto que, sobre una cornisa corrida, delimitan las distintas sillas por la parte alta.

Se trata de escudos de madera, con adornos florales en talla calada, y en cuyo centro llevan una delicada ornamentación en pan de oro de 24 kilates.

Cada escudo lleva un dibujo distinto. En unos se reproduce el escudo del cabildo, un jarrón con azucenas, y en otros se representan animales diversos, como aves del paraíso, pavos reales y pájaros. Son adornos sin sentido iconográfico determinado. También los pináculos que rematan las distintas columnas estriadas de capitel jónico que adornan y delimitan los respaldos de los sitiales están rematados con una especie de bola o bellota, decorada con pan de oro.

La sillería de la Sala Capitular, una vez restaurada, ha recobrado su antiguo esplendor antes de que al canónigo Arturo Roldán, en su ilusión de dotar a la Catedral de un museo, ordenase transformar la sillería en vitrinas. Se han perdido diez sitiales puesto que se habían troceado en partes muy pequeñas. Aunque, con el material que ha sobrado, se construirán de nuevo unas vitrinas para exponer las joyas de la Virgen de la Fuensanta.
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