Mujeres de letras: pioneras en el arte, el ensayismo y la educación
BLOQUE 3. Activistas de la historiografía y genealogía feminista

Gertrudis Gómez de Avellaneda: la voz de la emancipación femenina en Sab

Gabrielle Croguennec-Massol

Universidad Toulouse1 Capitole

Resumen: La Avellaneda fue pionera en la literatura femenina de lengua española, por sus obras, sus personajes marginados, y su manera de vivir tan alejada del papel tradicional que el siglo XIX imponía a las mujeres. En su primera novela, Sab, publicada en 1841, sale en defensa de dos grupos oprimidos, los esclavos y las mujeres: la obra contiene un alegato por la emancipación de la mujer en una sociedad que sólo le deja dos posibilidades: el matrimonio o el convento, como lo ilustran los destinos de los dos personajes femeninos, Carlota y Teresa. Este trabajo mostrará cómo la autora cuestiona en su novela la institución matrimonial, basada en una relación económica, identificándola con la esclavitud imperante en Cuba en aquella época.

Palabras clave: Cuba; Novela; Matrimonio; Esclavitud; Feminismo; Mujer.

1. Introducción

La vida de Gertrudis Gómez de Avellaneda dista mucho de los cánones habituales de la mujer decimonónica, vista como esposa y madre. La autora huyó de un ambiente familiar pesado y cerrado, en el que sus parientes se burlaban de sus conocimientos y aficiones, para instalarse en Sevilla con su hermano y vivir de sus rentas y de su pluma. Conoció varias relaciones amorosas, tuvo una hija ilegítima, se casó dos veces, la primera vez a más de treinta años, mientras que la mayoría de las mujeres se casaban jóvenes, y mantuvo durante años correspondencia con un señor que no tenía por ella los sentimientos que ella sentía por él. Como lo escribe Rosario Rexach: Gertrudis Gómez de Avellaneda fue una gran rebelde, emancipada de muchos prejuicios, una de las primeras feministas del mundo en el orden del tiempo. (Rexach 1996 22) A aquella vida tan alejada de la de la mujer tradicional, debemos añadir que publicó novelas, cuentos, leyendas, poesía, teatro y que fundó un periódico en Cuba dedicado a las mujeres: Álbum cubano de lo bueno y lo bello1. Sus obras le ofrecieron la posibilidad de exponer sus ideas, en particular sobre las mujeres y los marginados, en tres novelas: Sab, Dos mujeres2 y Espatolino.

Nuestro trabajo se interesará en Sab, primera novela de la autora, escrita al final de los años 1830 pero publicada en 1841 en Madrid. En esta obra la escritora expone sus ideas no sólo sobre la esclavitud, lo que hace que muchos críticos la consideran como novela antiesclavista, sino también sobre el matrimonio, verdadero tema de la novela. Avellaneda ofrece una visión negra de esta institución, sinónimo para ella de esclavitud para la mujer, comparable a la de los negros, como lo subraya el personaje principal al final. Cuestiona también el papel de la mujer en la sociedad a través de los dos personajes femeninos principales, Carlota, hija de un hacendado, y Teresa la prima pobre. Por eso, después de presentar brevemente la obra analizaré el matrimonio como relación económica, el sitio de la mujer pobre descrito por la autora, y cómo se oponen la emancipación del héroe a la sumisión de la mujer.

2. La novela

La historia de Sap es bastante sencilla: Sap, esclavo mulato y hombre de confianza de la familia de B, está enamorado de su joven ama Carlota aunque bien sabe que se trata de un amor imposible3. Ella quiere a Enrique Otway, joven negociante inglés, incitado por su padre a casarse con una mujer rica para recuperar una fortuna mermada por malos negocios. Es de notar que al principio de la novela es el padre, Jorge Otway, quien aconseja a su hijo pedir la mano de Carlota a la que ve como un interesante partido. Por desgracia el padre de Carlota sufre revés de fortuna y Enrique, siempre manipulado por su padre, está a punto de romper su compromiso. Sap, quien entendió qué tipo de hombres eran los Otway, deja a Carlota su billete de lotería que ganó el premio gordo: ella recupera a la vez dinero y a su novio. Sap se muere de pena a la hora en que se casan Enrique y Carlota. Pero la novela tiene un epílogo que muestra toda la crueldad del casamiento de Carlota que acaba por descubrir el verdadero carácter de su marido, empujado por la codicia. Avellaneda denuncia así la institución del matrimonio basada en una relación económica en la que la mujer tiene que traer al hombre dinero para ser digna de interés. Por este juicio se puede ver la modernidad de la autora frente a esa institución presentada en la época como un verdadero pilar social y religioso y para la cual estaban preparadas las mujeres.

3. El matrimonio como relación económica

En el capítulo tres4 de la primera parte, Avellaneda retrata al padre de Enrique, Jorge Otway, como el prototipo del hombre codicioso, que manipula a su hijo para que dé un braguetazo, y le aconseja enamorar a Carlota de B., hija de un rico hacendado: ella es también heredera de un tío célibe y su hermano es de constitución frágil, lo que hace esperar a Otway un desenlace fatal. Carlota se convierte así en la presa ideal para los Otway que la ven como un recurso para restablecer su fortuna. Al contrario, la familia de B. considera en un primer tiempo que Enrique Otway no corresponde con el estatuto social de la familia, y que Carlota puede esperar un mejor partido. Por consiguiente se opone al matrimonio arguyendo que el padre fue un antiguo buhonero y que además los Otway podrían ser protestantes, poniendo la diferencia religiosa como obstáculo: la institución del matrimonio no puede autorizar tales diferencias de niveles entre un advenedizo extranjero y una criolla de buena familia. Además se puede ver en este rechazo una crítica contra los comerciantes extranjeros instalados en Cuba que aprovechan las riquezas de la isla a expensas de los criollos, crítica expuesta por la misma autora: Sabido es que las riquezas de Cuba atraen en todo tiempo innumerables extranjeros, que con mediana industria y actividad no tardan en enriquecerse de una manera asombrosa para los indolentes isleños. (Avellaneda 2007: 119)

Pero Carlota resiste a su familia, poniéndose así fuera de la ley social, su padre acaba por ceder y Carlota va a ser desheredada por su tío, perdiendo así su interés a los ojos de Otway padre. El dinero es medio de presión sobre las mujeres para que contraigan matrimonio según las reglas de su medio social5.

Para reforzar la codicia de los Otway, Avellaneda establece una gran diferencia entre los sentimientos de Carlota y los de Enrique: cuando va a visitar a los de B. Enrique pregunta por el valor de las tierras de su futuro suegro y se siente decepcionado. Al contrario, Carlota piensa en libertar a sus esclavos, tiene una visión romántica, utópica del amor, en la que puede vivir feliz en una simple choza con tal que esté con Enrique:

Cuando yo sea la esposa de Enrique […] ningún infeliz respirará a mi lado el aire emponzoñado de la esclavitud. Daremos la libertad a todos nuestros negros. ¿Qué importa ser menos ricos? ¿Seremos por eso menos dichosos? Una choza con Enrique es bastante para mí, y para él no habrá riqueza preferible a mi gratitud y amor. (Avellaneda 2007:146-147)

La idealización de la vida matrimonial tropieza con el materialismo de Enrique: cuando este decide romper con su compromiso se confiesa en un largo monólogo su amor por Carlota, que vale muy poco respecto a su amor por el dinero y la influencia de su padre: Esa mujer me ha trastornado el juicio, y es una felicidad que mi padre sea inflexible, pues si tuviese yo libertad de seguir mis propias aspiraciones es muy probable que cometiera la locura de casarme con la hija de un criollo arruinado. (Avellaneda 2007:229)

Es de subrayar otra gran diferencia entre Carlota y Enrique: ella logra resistir a su familia y obtener casarse con Enrique a pesar de las consecuencias, mientras que él se deja manipular por su padre, incluso cuando está casado. Se ve así una inversión de los papeles tradicionales: la mujer es quien se rebela contra el orden establecido, el hombre obedece la voluntad del padre. Eso hace de Enrique un ser débil, que contrasta con Sab, héroe noble y generoso.

La influencia de Jorge Otway sobre su hijo se ve también cuando le recuerda lo que es el matrimonio: una asociación económica, en la que las calidades físicas y morales no cuentan: y ¿qué hace de todo eso un marido? dice a su hijo. La mujer tiene que ser útil a su marido en el plano económico como el esclavo lo es para su amo por su fuerza de trabajo. Del mismo modo, Enrique critica el hecho de que Sab haya recibido educación siendo esclavo: Todo eso no es un bien para él-repuso el inglés- porque, ¿para qué necesita del talento y la educación un hombre destinado a ser esclavo? (Avellaneda 2007:128). La mujer y el esclavo están programados por la sociedad a desempeñar un papel preestablecido por el orden patriarcal fuera del cual no existen como seres propios, independientes. Eso permite negarles el derecho a la instrucción, o a desarrollar sus calidades intrínsecas.

Otway convence a su hijo romper su compromiso por estas palabras: ¡Qué linda adquisición ibas a hacer!, dando la palabra adquisición a la mujer valor de objeto y bien pudiendo emplearse para un esclavo. Por fin el padre fija una suma (que para la historia corresponde al premio de lotería) a partir de la cual Enrique puede contraer un matrimonio interesante. Así la mujer y el esclavo se evalúan según un valor económico, fuerza de trabajo o dote, todo lo que puede enriquecerlos como seres humanos, talento, calidades morales, educación, no les sirve para nada excepto a tomar conciencia, como en el caso de Sab, de su condición social.

Si la codicia de Jorge Otway aparece desde el capítulo tres, la de Enrique va creciendo a lo largo de la novela: primero sólo se interesa en el valor de las tierras, después a punto de obedecer a su padre y romper con Carlota cambia de parecer al conocer el monto del billete de lotería. El efecto literario es bastante torpe6 pero sirve para subrayar el carácter codicioso y débil del personaje y reforzar la diferencia con el alma noble y desinteresada de Sab. Por fin en el epílogo, empujado por Jorge Otway Enrique acepta el testamento de Carlos de B. que despoja a sus cuatro otras hijas en provecho de Carlota, lo que significa para las cuatro hermanas perder su dote y no poder casarse. Este último episodio revela a Carlota el verdadero carácter de su marido y las razones por las que se casó con ella. Carlota que soñaba con un matrimonio de amor, que se opuso a su familia, siendo castigada por ello, contrajo al final el matrimonio decimonónico tipo: una alianza basada en lo económico y el poder del dinero. Su ideal de amor está vencido por el mercantilismo de los Otway. El orden patriarcal ha triunfado y todo sigue igual. (Delaigue 2014:186)

4. La mujer pobre

Otro personaje importante de la novela es Teresa, una prima de Carlota que sirve de contrapunto al personaje de Carlota. Esta está cegada por su amor, mientras que aquella, como Sab, es un ejemplo de lucidez y de comprensión de la sociedad en la que le tocó vivir.

Ilustra, aunque indirecta e implícitamente, la crueldad de la institución matrimonial para con las mujeres pobres.

Teresa representa, como Sab, un personaje marginado por la organización social: es pobre, hija ilegítima, es decir sin el apoyo de una familia establecida como Carlota, y fue recogida por compasión y caridad por la madre de Carlota. Otra diferencia: carece de atractivos ya que no se sabe decir si es fea o hermosa, y eso reduce más aún la posibilidad de casarse. Sirve de confidenta a Carlota y cuando esta se casa Teresa se retira en el convento de las Ursulinas justificando así su decisión: Pobre, huérfana y sin atractivos ni nacimiento, hace muchos años que miré el claustro como el único destino a que puedo aspirar en este mundo, y hoy me arrastra hacia ese santo asilo un impulso irresistible del corazón. (Avellaneda 2007: 252)

Por su nacimiento, sus pocos recursos económicos, el matrimonio le está vedado, y la única solución es alejarse de la sociedad, vivir a su margen esperando la muerte. Es lo que subraya la autora al comparar el convento con una especie de tumba: ¡La muerte! […] la muerte que únicamente vuelve a abrir para la infeliz monja las puertas de hierro de aquel vasto sepulcro, que la arroja a otro sepulcro más estrecho. (Avellaneda 2007: 256)

La mujer sin dote de cierto medio social no tiene lugar en la sociedad que la obliga a vivir apartada. Se puede intuir que será también el destino de las hermanas de Carlota privadas de su herencia. Hasta para casarse con Cristo es necesario tener una dote, aunque mínima, como lo escribe Teresa a Carlota: Mi patrimonio, aunque corto, cubre la dote que necesito para ser admitida. (Avellaneda 2007: 253)

Personaje marginado, Teresa aparece como el doble femenino de Sab en la novela: como él, tiene una conciencia aguda de su falta de oportunidades en la sociedad, como él, tiene un papel de intermediario entre amos y esclavos (prepara la excursión a Cubitas, se ocupa de lo material repetidas veces en la novela) y como él vive un amor imposible: está enamorada de Enrique, sabiendo que él nunca se interesará en ella porque es pobre y huérfana, es decir que no le puede ser de ninguna utilidad. Por eso, Sab y Teresa logran comprenderse sin palabra: cada uno descubre el secreto del otro.

Pero el personaje de Teresa conoce un momento de rebelión contra la sociedad y el orden establecido. En una escena atrevida para la época, propone a Sab huir con él a otro país y ser su compañera, su hermana, su amiga. Al contrario del esclavo que le asegura que no piensa en fomentar una rebelión, algo además que no podría haber pasado la censura, ella cuestiona los principios de la sociedad decimonónica que impiden el casamiento entre gente desigual en el nacimiento y les cierra todas las puertas. Hacia el final de la novela, Enrique y Carlota piensan que Teresa se enamoró de Sab, y Carlota parece escandalizarse: ¡Amarle!-repitió Carlota-¡A él! ¡A un esclavo! (Avellaneda 2007: 251). Vemos así una gran diferencia entre los dos personajes femeninos: Carlota acepta el orden establecido, aunque se ha rebelado contra su familia acaba por inclinarse al casarse, no comprende cómo Teresa pudo enamorarse de un esclavo. Al contrario Teresa se vuelve el portavoz de la autora que denuncia no sólo la condición del esclavo, sino también la de la mujer sumisa. Teresa no propone casarse con Sab, sino una unión libre como la misma autora lo reivindicó7. En esta escena también los personajes se tocan, se toman de la mano, Sab tutea varias veces a Teresa reforzando así la igualdad entre ellos y la comparación entre la mujer y el esclavo.

Al final de la novela, Teresa da a Carlota una carta que le dirigió Sab en la que confiesa su amor imposible y por qué dejó a escondidas su billete de lotería a Carlota. Sirve de intermediario una última vez entre el ama y el esclavo, papel que ha jugado en la casa de Carlota. Sin embargo, la autora subraya que en su convento Teresa encontró la serenidad, mientras que Carlota, que según los criterios de la época debería ser feliz porque tiene un marido, una casa, dinero, está desesperada por la actitud de su marido y su codicia, y las temporadas que pasa en su ingenio lejos de él muestran la desavenencia conyugal. Para la autora el matrimonio indisoluble no es sinónimo de felicidad para la mujer.

5. El matrimonio: servidumbre de la mujer

Es Sab quien en su carta a Teresa compara explícitamente el matrimonio con la esclavitud, mostrando que la institución envilece a la mujer y que al casarse renuncia a la libertad. Al menos, un esclavo puede intentar rescatarse y conseguir su libertad, en el caso del matrimonio, no hay cambio posible. Este discurso puesto en la boca del esclavo muestra todo el feminismo de Gertrudis Gómez de Avellaneda que critica fuertemente una institución que priva de libertad a la mujer, y no le ofrece ninguna posibilidad de cambio en casos de maltratos físicos o morales. A través de las trayectorias opuestas de Sab y Carlota, Avellaneda, para reforzar su propósito, muestra cómo el esclavo alcanza su emancipación mientras que Carlota pierde su libertad.

Como esclavo particular, Sab tiene cierta libertad de acción como él mismo lo expresa: Por mi propia elección fui algunos años calesero, luego quise dedicarme al campo. (Avellaneda 2007: 110); en la novela es el mayoral del ingenio Bellavista, algo ya excepcional en la época para un esclavo, y se sabe que no ha estado nunca confundido con los otros esclavos como lo explica Carlota a Enrique. Sin embargo tiene una conciencia aguda de su posición social, tanto más cuanto que siente un amor imposible por su ama. Carlota acaba por otorgarle la libertad lo que puede abrirle nuevas perspectivas. Al cambiar el billete de lotería de Carlota por el suyo que ha ganado el premio, se sacrifica por amor, pero se puede añadir que es un acto de hombre libre, libremente elegido. Sin embargo, la libertad del esclavo viene de Carlota como premio por salvar la vida de Enrique. Es un acto de mujer libre que tiene como contrario la imposibilidad de romper el testamento de su padre después de casarse. Carlota logra también imponer su voluntad a su padre y por ende a su familia al elegir a Enrique como marido. Avellaneda subraya esta diferencia, la soltera libre, la mujer casada y sumisa, cuando al final de la novela explica las razones de la tristeza de Carlota. Cuando ya está casada solo cuenta la voluntad de su marido y se ve una diferencia de tratamiento: su padre le dejaba bastante libertad mientras que su marido le recuerda el precio del dinero: Casada, aprendía cada día, a costa de mil pequeñas y prosaicas mortificaciones, cómo se llega a la opulencia. […] a pesar suyo se sentía oprimida por todo lo que tenía de serio y material aquella vida del comercio. (Avellaneda 2007: 259)

La relación matrimonial sigue basándose en lo económico: Carlota aporta dinero a Enrique al casarse, la unión es un enlace económico, pero ella no puede aprovechar esta riqueza como quiere, pasa bajo el control del esposo, que de hecho se convierte en el amo de la mujer, como puede ser el amo de los esclavos. El episodio del testamento lo ilustra bien: Enrique se opone a cualquier cambio haciendo como si Carlota se olvidara de defender sus propios intereses. El vocabulario empleado, la comparación de Carlota con una niña un niño caprichoso que pide un imposible a lo largo del episodio muestran un estado de inferioridad de hecho: la mujer no es un ser adulto, independiente, capaz de actuar por sí sola, el marido tiene que defenderla, contra ella misma si es necesario, como el adulto tiene que proteger al niño. Al casarse, Carlota ha ganado en estatuto social, porque vive en la opulencia, pero ha perdido su libertad de acción, de decisión. Está considerada como un ser inferior que además tiene que obedecer. Se refuerza esta idea en la carta de Sab que compara el matrimonio con una forma de esclavitud, fruto de la organización social:

¡Oh!¡las mujeres! ¡pobres y ciegas víctimas! Como los esclavos ellas arrastran pacientemente su cadena y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas. Sin otra guía que su corazón ignorante y crédulo eligen un dueño para toda la vida. El esclavo, al menos, puede cambiar de amo, puede esperar que juntando oro comprará algún día su libertad: pero la mujer, cuando levanta sus manos enflaquecidas y su frente ultrajada, para pedir libertad, oye al monstruo de voz sepulcral que le grita:en la tumba. (Avellaneda 2007: 270-271)

Como en el caso de la monja la liberación solo llega con la muerte.

En definitiva, Avellaneda no propone solución para la mujer de cierta clase social: o se casa y se vuelve esclava, o se refugia en un convento en que también tiene que obedecer reglas: no hay sitio para ella en la sociedad, no como esposa y madre sino como mujer dueña de sí misma. Al igual que Sab, mulato y esclavo, no tiene oportunidades en la sociedad por su estatus y su color de piel, la mujer tampoco tiene oportunidades, peor aún, parece no tener conciencia de eso, ya que Carlota nunca cuestiona la institución y tiene una visión utópica del matrimonio, como coronación de su amor por Enrique, mientras que Sab como esclavo, o Teresa como pariente pobre, tienen conciencia de su condición inferior. Por eso, Carlota se convierte en víctima inconsciente de la sociedad patriarcal de su tiempo.

6. Conclusión

A raíz de este análisis se podría decir que Sab es una novela sobre la sumisión de los más débiles de la sociedad, esclavos, mujeres, pobres, obligados a respetar leyes instauradas por los más fuertes en nombre de preceptos morales, religiosos o sociales, y podríamos añadir, contra los preceptos naturales o de Dios, que es el Dios de los débiles como de los fuertes (Avellaneda 2007: 271). En la novela, repetidas veces, Avellaneda se refiere a la naturaleza como una madre igualitaria que no hizo diferencia entre los hombres pero que es pervertida por el orden social establecido. Es eso lo que cuestiona la autora al criticar dos instituciones esenciales en la Cuba decimonónica: la esclavitud y el matrimonio y en eso es precursora y muestra su feminismo. Los censores no se engañaron cuando en 1845 prohibieron la entrada de Cuba a Sab por contener doctrinas subversivas del sistema de la esclavitud de esta isla y contrarias a la moral y buenas costumbres. (Delaigue 2014: 159): el cuestionamiento del orden patriarcal, la denuncia de la esclavitud y de su injusticia, la crítica de la relación económica en el matrimonio, todo eso denunciado por una mujer escritora, solo podían amedrentar a las autoridades de la época. Hasta la autora añadió una nota al lector a la novela, en la que parece rechazar lo que escribió, escondiéndose detrás de los sentimientos exagerados pero siempre generosos de la primera juventud y afirmando que sus ideas han sido modificadas.(Avellaneda 2007: 97) Hay que recordar también que no incluyó Sab en los volúmenes de sus obras publicados entre 1869 y 1871, lo que Nara Araújo explica por los acontecimientos trágicos de su vida personal que la condujeron quizás, al final de sus días, al asidero religioso, y a no incluir en sus obras completas aquellas obras que, como Sab o Dos mujeres, resultaban transgresoras (Araújo 2002: 13). Ese arrepentimiento tardío muestra que tenía conciencia de lo inoportuno que podía ser una novela sobre el matrimonio en la sociedad encorsetada del siglo XIX. Para Brígida Pastor, Avellaneda no sólo llevó una vida fuera de lo común a través de una serie de actitudes de rebeldía e inconformismo, sino que representó una filosofía feminista coherente (Pastor 2002: 37), y podríamos añadir que aquella filosofía feminista que pide tratar a la mujer como un ser libre e independiente, capaz de valerse por sí sola, se adivina en su obra de juventud en la que, como lo subrayó Rosario Rexach hay un canto a la libertad y, por lo mismo, una condena de toda tiranía (Rexach 1996: 56), tiranía simbolizada por el matrimonio y la esclavitud.

Bibliografía

ARAÚJO, Nara (2002) Introducción (Brígida Pastor) El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda: identidad feminina y otredad. Alicante, Universidad de Alicante (9-15).

DELAIGUE, Christine (2014) “Sab, de Gertrudis Gómez de Avellaneda: lectura antropológica de la esclavitud y el género (Aurelia Martín Casares, Rocío Periáñez Gómez) Mujeres esclavas y abolicionistas en la España de los siglos XVI al XIX. Madrid: Iberoamericana, 159-186.

GÓMEZ DE AVELLANEDA, Gertrudis (2007) Sab (José Servera). Madrid: Cátedra.

PASTOR, Brígida (2002) El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda: identidad feminina y otredad. Alicante, Universidad de Alicante.

REXACH, Rosario (1996) Estudios sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda. Madrid: Verbum.


1 Así lo define Brígida Pastor: “Revista quincenal femenina donde aparecen junto con algunos viejos trabajos suyos, nuevos cuentos, leyendas y biografías de mujeres famosas, una serie de artículos sobre la mujer y algunas poesías Su duración fue efímera: sólo salieron a la luz doce ejemplares. ” (Pastor 2002: 37)

2 Rosario Rexach subraya que en esta novela “se plantea el problema de la esclavitud en el matrimonio.” (Rexach 1996: 56)

3 El tema tiene un precursor: Bug Jargal, novela de juventud de Víctor Hugo que ocurre en Santo Domingo durante la rebelión de los esclavos.

4 Este capítulo se abre con una cita de Cañizares: “Mujer quiero con caudal.”que anuncia los propósitos de Jorge Otway.

5 Es de recordar que Avellaneda fue desheredada por su abuelo por negarse a casarse a los catorce años.

6 Enrique recibe una carta del señor de B. que le suplica juntarse y casarse con Carlota. Enrique se niega y después de leer la posdata en que aprende que Carlota ganó cuarenta mil duros a la lotería cambia de parecer. Es Sab quien le muestra la posdata, poniendo de relieve lo que había intuido del carácter de Enrique.

7 “En algunas cartas confiesa a Cepeda que aceptaría el matrimonio con la bendición del cura o sin ella.” (Delaigue 2014:168)

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