Murciano desde su nacimiento en el año 62. Entró por primera vez en un aula cuando todavía no había cumplido un mes de vida, su madre era maestra y, en aquellos tiempos, no existía la baja maternal, así que iba a diario al cole en su carricoche descapotable marca Jané. Cuando fue creciendo, se vio rodeado de cultura a través de la música, de los cantos, las teatralizaciones de los autos sacramentales y, sobre todo, de las historias que los mayores contaban sembrando en los críos la duda de su veracidad. Completó su formación personal y espiritual en el Seminario Diocesano. Su afición por la música y la dramatización hizo que durante sus estudios participara en varias representaciones teatrales, en grupos musicales que entonces se llamaban conjuntos, así como en diferentes coros. Comenzó a trabajar con niños en el año 85 y creó un taller de expresión y dramatización en el que llegaron a participar más de cien alumnos semanalmente y mediante el que descubrió las bondades, el valor terapéutico y educativo que el teatro generaba en los alumnos. Es maestro sin especialidad aunque en su título ponga profesor de EGB-Humanas, mejor dicho, se siente especialista en "ser maestro". Quiere acercar a los alumnos a su historia, a las leyendas y tradiciones, para que sean capaces de entender mejor la historia, descubrir su identidad y dar sentido a su propia realidad. Cree que debemos evitar el riesgo de que la globalización pueda llevar a la persona a la pérdida de su propia identidad.
